lunes, julio 16, 2007

Selección, discriminación y pecado

  1. Es normal en el mundo seleccionar a las personas para que ocupen funciones o desempeñen actividades específicas que ayuden a la mejora de la familia, de las instituciones y de la sociedad en general.

  1. Se selecciona gente para ocupar cargos importantes, para trabajos que exigen ciertas cualidades, para el deporte o actividades artísticas de acuerdo a las capacidades de los elegidos.

  1. Para la selección de las personas intervienen otras que examinan, evalúan y dan su parecer para escoger a unos y dejar de lado a otros. Siempre se pide a las personas calificadoras justicia y ecuanimidad.

  1. Es inevitable que a la hora de elegir se introduzcan otros elementos que son propios de los juicios humanos: Simpatías, preferencia, puntos de vista, enfoques, criterios, temores, razones de conveniencia. Los juicios de los hombres no suelen ser perfectos.

  1. De todos modos al hacerse una selección se consideran unos y se dejan otros. Nace de allí un tratamiento distinto. Los que son elegidos están contentos y lo celebran y lo que no han sido elegidos, salvo algunas excepciones, suelen buscar argumentos a su favor para demostrar el error que se cometió al no tenerlos en cuenta, otros se quedan callados y se retiran (con la herida dentro). Les parece que hubo injusticia.

  1. Aunque se den elementos discordantes y perturbadores tanto en los que eligen como en los candidatos a una elección, ésta no puede dejar de hacerse y las cosas tienen que salir hacia delante buscando una salida y un mejor entendimiento. Algunas veces el acuerdo será volver a elegir y otras veces no queda más remedio que aceptar lo que se ha elegido. Como en el deporte hay que saber ganar y hay que saber perder.

  1. Dios también interviene en la selección de las personas. Jesucristo eligió a sus apóstoles, luego los apóstoles pasaron a elegir a sus sucesores. En las elecciones de la Iglesia interviene el Espíritu Santo. Esto no quiere decir que los hombres al elegir se convierten en ángeles. Los hombres eligen de acuerdo a su juicio, con todas las limitaciones de la poquedad humana. Electores y elegidos son seres humanos que tienen sus puntos de vista, sus enfoques, sus criterios, como también sus defectos, errores y debilidades. Pero Dios cuenta con ellos para su plan de salvación sobre los hombres.

  1. De todos modos, aunque los hombres tengamos muchas limitaciones, debemos esforzarnos y luchar para no hacer acepción de personas y eliminar la discriminación.

  1. Una buena selección no es discriminación. Cuando en el fondo de elector hay amor a Dios y hombría de bien. Cuando en la elección hay verdadera justicia y se busca el bien común. Cuando el que elige quiere de verdad a las personas. Elegidos y no elegidos aplauden su actitud. Para esto se requiere también un mínimo de virtudes humanas en los candidatos.

  1. Con una buena selección las cosas caminan bien. La experiencia es elocuente.

  1. La discriminación es un pecado. Nace de la soberbia del hombre que se siente superior y rechaza al que no les es simpático, dejándolo de lado. El que discrimina suele herir y maltratar a las personas.

  1. La discriminación crece en los ambientes y sociedades donde la gente se ha alejado de Dios. Lejos de Dios todo se llena de discriminación. Esta situación crea divisiones y odios, rechazos y “listas negras”. Surgen así las argollas y políticas injustas que responden a intereses de grupos.

  1. La discriminación que proviene del interior del hombre distorsiona la selección, la corrompe. Los elegidos no serán los mejores. Las virtudes no se consideran, tampoco las capacidades. No se elige de acuerdo a la verdad sino de acuerdo a la conveniencia.

  1. En la sociedad actual se está seleccionando mal porque no se está erradicando la discriminación de la interioridad de los hombres.

  1. El hombre necesita a Dios para quitar de su interioridad lo que lo divide y lo aleja de lo justo y bueno. El hombre necesita de la Iglesia y de los sacramentos para luchar contra el pecado que lo convierte en agresor, contra Dios y contra el hombre.

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