UN FUTURO DE COMUNICACIÓN
Hace unos años se podía sospechar que la crisis financiera azotaría el mundo en estas épocas. No eran precisamente los economistas y financistas quienes daban la voz de alerta. Ellos más bien, (no todos, pero una gran mayoría), estaban imbuídos en sus mundos financieros, procurando sacar partido y beneficio.
La voz de alerta la dieron quienes honradamente buscaban el bien del hombre y su destino y por lo tanto reclamaban señalando la voracidad con que los ciegos materialistas de un comercio indecente, se beneficiaban a sí mismos, olvidando sus responsabilidades en temas de justicia y de moral.
La irresponsabilidad de unos pocos y la corrupción bastante generalizada, en todas sus formas, (que aún campea por el mundo), serían las causas de la debacle mundial, que haría pagar a justos por pecadores. Cuantos inocentes que defendían ciertos intereses de grupo y de mercado, se vieron despojados de todo y maltratados por un sistema que no los tuvo en cuenta como personas.
Esta crisis, que aún no termina, tiene que recorrer todavía un largo trecho y seguirá teniendo consecuencias impredecibles en muchos ambientes y personas. Los anuncios positivos de las mismas fuentes para salir de la crisis no podrá borrar el desprestigio social de los que intervinieron en ella. A la larga el costo social que afecta ahora a un gran sector de la población tendrá sus consecuencias en los que la originaron.
Este año la voz clara del Papa Benedicto XVI en la reciente encíclica Caritas in veritate, advierte que “el desarrollo de los pueblos se degrada cuando se apoya en los “prodigios” de las finanzas para sostener un crecimiento antinatural y consumista”. Salir de la crisis no es solo salir de la crisis económica. El mundo empieza a descubrir la importancia de otros campos.
Un nuevo escenario para el mundo
En la sociedad contemporánea y a nivel mundial van apareciendo los indicios un nuevo escenario donde la comunicación entre los seres humanos tendría un sistema mucho más eficaz para el progreso y el desarrollo de los pueblos y de las personas.
El tipo de relación entre entre los seres humanos, que ha sido fundamentalmente mercantilista, está empezando a cambiar de tono. Ya no será la economía la disciplina emblemática. Conforme pasen los años irá perdiendo su protagonismo para situarse en un sitial más modesto y tal vez más eficaz. Si las cosas siguen su cauce pasaría a ser lo que debe ser, una disciplina de servicio que ayude a todos los hombres en sus necesidades más importantes y no una fuente de pingues y ambiciosos negocios. Los Fenicios y los adalides financieros irán retirándose poco a poco de las altas esferas mundiales porque no tienen mucho que aportar. Seguirán existiendo y tal vez multiplicáncandose, como siempre ha ocurrido en la historia, pero el mundo los está colocando en un escenario distinto.
El periodismo y las comunicaciones
Desde la década de los años 60 del siglo pasado, las carreras de comunicación fueron adquiriendo una importancia decisiva en el cambio social contemporáneo.
Los estudios periodísticos con datos precisos y bien relacionados, los libros y las publicaciones que tienen resonancia a nivel mundial y que presentan escenarios reales, el cine documental que empieza a tener auge y un público cada vez más selecto e importante, cadenas televisivas con una llegada nítida y clara a los pueblos más alejados, el progreso del teléfono en todos sus sistemas y el alcance del Internet que tiene a todos embelezados, son en realidad una nueva forma de vivir en el mundo.
A esta tecnología de punta se unen facultades universitarias de prestigio que preparan alumnos en temas de arte y comunicación. Estas nuevas generaciones van tomando conciencia del tipo de relación que deben tener entre sus iguales. Procuran tomar distancia de las situaciones de guerra o de violencia que son preocupaciones angustiosas en muchos lugares del planeta. Todos sueñan con ir avanzando hacia un mundo lleno de paz y bienestar.
En los últimos años ha crecido un rechazo al racismo, a la xenofobia y se ha hecho una llamada más contundente a la inclusión y a la solidaridad. Todavía se trata solo de expresiones externas de una sociedad que adolece, (en la mayoría), de un contenido profundo con una dirección acertada; sin embargo esas expresiones no dejan de tener importancia para señalar unas tendencias interesantes que luego se podrían explicar mejor desde la misma antropología del ser humano.
Los que no ven la realidad
Los grandes cambios en el mundo han tenido etapas duras de crisis y de falta de entendimiento. No suelen ser cambios programados sino más bien consecuencias de los ajustes de la misma vida donde se va modelando una mentalidad diferente. Quienes están arraigados a sistemas o modos de ser establecidos suelen encontrar muchas dificultades para aceptar estas realidades, que a la larga terminarían imponiéndose.
En cuanto al mundo de las comunicaciones, hubo en los últimos 50 años toda una revolución que cambió el sistema de vida mundial.
En todo este proceso hubieron también intentos desafortunados: un periodismo amarillo de panfletos dirigido por personas de escaso nivel moral, una televisión sucia con programas basura, unas facultades de comunicación con programas poco exigentes y serios y mucha gente que manchó el prestigio de comunicador con actuaciones bochornosas y deplorables.
A todo esto se sumó un rechazo generalizado de la opinión pública al poder mediático, que en algunos lugares es manipulable y en otros se han constituído en mafias de oscuros intereses políticos y personales.
Dos carreras para el futuro
En la década de los años 60 del siglo pasado San Josemaría Escrivá recomendaba prestar interés a dos carreras que íban a tener una repercusión fuerte en el futuro, (para que muchos jóvenes se animen a seguirlas): educación y periodismo. Las presentaba como carreras importantes para el futuro.
La educación, aunque es el arte de las artes, sigue siendo la Cenicienta. En los países del tercer mundo se habla de ella para lamentar su ausencia o su mediocridad y los países más ricos y liberales no saben cómo controlar los desatinos y desordenes de las nuevas generaciones. La educación no está cumpliendo con su finalidad, aunque se cuente con los mejores recursos y una gran infraestructura. Para darle la orientación que debe tener para formar a los jóvenes, es necesario que la sociedad descubra a las mejores personas para estas tareas.
En cuanto a las comunicaciones no podemos olvidar que hace 50 años solo existía en el Perú un Instituto de Periodismo. Ahora la carrera de Comunicaciones, que incluye el periodismo, está en las más importantes universidades del mundo. También le falta alcanzar el nivel de prestigio que exige nuestra sociedad contemporánea.
La importancia de los medios
Es bueno tener en cuenta que un padre de familia dedica, como promedio general, 3 minutos al día para conversar con sus hijos mientras que el chico dedica a la televisión y al internet un promedio de 3 a 4 horas diarias. Y hay que ver qué cosa es lo que están recibiendo a través de los medios.
Se trata de lograr ahora que estos medios de comunicación transmitan lo que las personas necesitan saber para formarse bien y que además faciliten el diálogo de los padres con los hijos. Los contenidos mediáticos no deberían distorcionar la línea de educación de los padres en el hogar.
Con respecto a los medios de comunicación la encíclica “Caridad y Verdad” del Papa Benedicto XVI apunta en la misma dirección: “Dada la importancia fundamental de los medios de comunicación en determinar los cambios en el modo de percibir y de conocer la realidad y la persona humana misma, se hace necesaria una seria reflexión sobre su influjo, especialmente sobre la dimensión ético-cultural de la globalización y el desarrollo solidario de los pueblos”
Del acuerdo entre comunicadores y educadores (que también son comunicadores), podría surgir una orientación social muy interesante para recuperar los valores perdidos y empezar a tener una sociedad con un nivel humano de más categoría. Existen muchos proyectos en ciernes, de personas que apuntan a esos objetivos urgentes, para lograr la ansiada civilización del amor.
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