sábado, diciembre 26, 2009

Empezar el año

Prioridades en la agenda (para el año nuevo)

EL MEJOR EMPLEO DEL TIEMPO

Cuando se empieza un año deseamos que todo huela a nuevo como la agenda que estrenamos. Al mismo tiempo quisiéramos dejar de lado muchas cosas que nos cansan y que nos parece que están demás y acertar en un mejor empleo del tiempo y en una correcta jerarquía de valores para el nuevo año que iniciamos.

Cualquier persona con ideales proyecta unas metas concretas y pone los medios para alcanzarlas. Antes debe ver bien si sus aspiraciones son correctas y acertadas, si van de acuerdo a lo que es y a lo que tiene, (sus posibilidades), y luego que apunten al cumplimiento de los compromisos familiares, laborales y sociales. Siempre hay un papel que cumplir con la familia y con la en sociedad.

Una de las condiciones para poder emplear bien el tiempo es estar dispuestos al sacrificio, y a la lucha para ser buenas personas (buenos hijos, buenos padres, buenos profesionales, buenos ciudadanos). Sin esfuerzo y sacrificio no se logran esas metas que están en la base de la idoneidad de cualquier ser humano.

El sacrificio para poder cumplir los compromisos es un ejercicio de la libertad que debe dirigirse siempre al bien más alto, para acertar con una jerarquía de valores correcta. Se trata de elegir el bien superior sin temores ni vacilaciones y con la conciencia clara: “lo elijo yo porque me da la gana”, para obtener como consecuencia, la paz y la alegría que no podían venir por otro camino.

El mal empleo del tiempo (paradojas absurdas)

No puede ser libre y feliz el que emplea el tiempo en algo que le perjudica como persona y le resta puntos frente a los demás.

El egoísta que se convierte, sin darse cuenta, en un glotón del tiempo y lo emplea exclusivamente para sus cosas, tarde o temprano se verá fuera de juego en los ámbitos familiares, laborales o sociales.

El holgazán que emplea demasiado tiempo para su descanso y se acostumbra a vivir sin mayores exigencias buscando siempre la comodidad y el confort, también se verá desacreditado por los demás.

A la gran mayoría le puede parecer que ellos no son egoístas ni holgazanes porque piensan que se están esforzando en el cumplimiento de sus deberes. Exigen, por lo tanto, tener derecho a un merecido descanso, que además lo consideran sagrado.

Es necesario advertir que las complicaciones de la vida no vienen solo por el mal empleo del tiempo, sino por el grado de importancia que le damos a las cosas que hacemos. El ambiente de informalidad que vivimos en un mundo relativista ha generado dedicaciones que afectan a una correcta jerarquía de valores en el empleo del tiempo, que son justificadas con “razonamientos” voluntaristas.

Muchos jugadores, que han caído en la ludopatía, perdieron antes la conciencia de una correcta jerarquía de valores para el empleo del tiempo.

No es razonable que una persona diga que no tiene tiempo para Dios (ir a Misa, rezar), o para la familia (conversar y aconsejar a los hijos) y al mismo tiempo dedique horas a sus actividades lúdicas (fiestas diversiones) y luego a dormir en exceso.

No es muy difícil darse cuenta del deterioro de las costumbres sanas en las sociedades actuales, que se van convirtiendo, cada vez, en más peligrosas.

Es importante advertir que nadie es inmune al contagio. No se puede negar que en estas épocas han aumentado los excesos de una vida nocturna y el empleo de los fines de semana para dormir toda la mañana.

Es un desorden que tarde o temprano perjudica a la vida de familia (ausencia en la casa y minusvaloración de las actividades familiares) y a los compromisos cada persona debe tener con Dios (el Domingo es el día del Señor y debe ser fundamentalmente para El). En definitiva, el tiempo es de Dios y no nuestro. Nadie mejor que Dios ordena nuestro día.

Ajustemos los relojes y las agendas para empezar un año con un mejor orden en el aprovechamiento del tiempo. Estas exigencias aumentarán nuestra alegría y felicidad en el cumplimiento de nuestros compromisos.

¡Feliz Año 2010!

Los enfoques humanos y la realidad

ALEGRÍAS Y TRISTEZAS EN NAVIDAD

Todos los periódicos y medios de información se jactan de decir que son comunicadores de la verdad. Sin embargo la gente no les cree aunque presenten las pruebas y las evidencias de lo que ha sucedido. Mucho tiene que ver con los enfoques, cuando los medios presentan las cosas de acuerdo a ideologías o convicciones particulares o de grupo. Y así tenemos que frente a un mismo suceso, unos aprueban y aplauden y otros condenan.

Enfoques navideños

Cuando llega la Navidad encontramos una variedad de enfoques que responden también a intereses, situaciones o convicciones que tienen las personas o las instituciones. Las empresas comerciales, por ejemplo, con tal de vender, aprovechan todos los elementos propios de la Navidad, para el beneficio propio. Elogian los nacimientos, las mejores imágenes y los mejores villancicos para sus propios objetivos comerciales. Desean que las personas sean muy “religiosas” para que les compren lo que ofrecen y así todos sean “felices” en la Navidad.

Las demás instituciones o empresas no dejan de aprovechar la ocasión para hacer regalos y cumplidos con las amistades y con otras instituciones o personas que puedan tener relevancia y vigencia para el bien propio o de la empresa. Si dejan de tener importancia se acabaron las tarjetas y los regalos. Es una suerte de concurso de “generosidad” organizado por la ley del mercado o la de los intereses particulares.

Los que viven habitualmente en conflictos (familiares o laborales), que son mayoría, y los que pueden gozar de cierta tranquilidad, sin mayores problemas, ven en la Navidad una posibilidad de tregua, un espacio de paz para pasarla bien. Programan sus actividades, con ideales que varían, desde los aspectos más elementales y extrínsecos (comer bien, comodidad, placer, recibir regalos) a ideales trascendentes de caridad o altruismo, (ayuda a los demás, dar por amor a Dios y al prójimo, conseguir unir a las personas, etc.),

El único sentido de la Navidad

Lo único que le pueda dar sentido a la fiesta de la Navidad es reconocer el verdadero y único significado de la fiesta: la llegada del Mesías (el Hijo de Dios) a la tierra, el Redentor que viene para rescatarnos de la esclavitud del pecado y salvarnos con la vida de la gracia que nos hace felices haciéndonos caminar hacia el Cielo, que es la meta de todos, y donde se encuentra la felicidad total.

La Sagrada Escritura cuenta cómo llega Jesús al mundo. No viene como un poderoso de la tierra sino que viene niño, como los demás hombres y nace en una familia sencilla y pobre. El establo de Belén, donde no hay dinero ni bienes materiales, se convierte en la casa más alegre del mundo.

La Sagrada Familia es el modelo de familia para toda la humanidad. El Niño Dios vino a la tierra para padecer. Jesús, con su vida, marcará el camino de la Cruz y del dolor, como la vía de la felicidad para llegar al Cielo.

Cuando los hombres olvidan el sentido teológico de la Navidad narrado por la Sagrada Escritura y enseñado por la Tradición a lo largo de los siglos, todo se desvirtúa y ya no se entiende nada.

Las Navidades en un mundo relativista (cuando se ha perdido el sentido del pecado)

El mundo relativista, que ha perdido el sentido del pecado, no entiende la redención ni el camino de la Cruz predicado por Cristo. El hombre que no entiende esto y quiere ser feliz está perdido. Hará intentos y terminará afirmando que la felicidad que predica el cristianismo es imposible y que los modelos que propone la Iglesia de familia unida y numerosa, virginidad, santidad, etc. son inalcanzables para la gran mayoría y por lo tanto no se deben proponer.

Hace unos días, en una radio local, una consejera explicaba, muy oronda y con aires de seguridad, que el modelo de la Sagrada Familia propuesto por la Iglesia no era conveniente porque la gente podría idealizar algo que no existía en la realidad. Ponerse como meta ser una familia numerosa y fiel, sin divorcio, ni control de la natalidad, donde exista unidad y todos se lleven bien, es algo ideal y que no va con la época. ¿Quién tiene una familia perfecta? decía la consejera y presentaba testimonios de personas con serios problemas familiares que cuestionaban la Navidad diciendo que era una época muy triste para la mayoría.

El pecado es la única causa de la tristeza (Jesucristo viene para combatir el pecado)

Un periodista al ver al Papa Juan Pablo II enfermo y disminuido por el Parkinson le dijo que le daba mucha tristeza verlo así. El Papa le respondió de inmediato: “la única tristeza es el pecado” Cristo viene al mundo porque el hombre se encontraba triste y viene para rescatarlo de esa esclavitud. La Navidad recuerda la llegada del que nos trae la alegría.

La Iglesia nos insta a prepararnos para la Navidad durante el Adviento. Purificar nuestra alma para poder recibir a Dios en nuestro corazón. Las personas que viven el Adviento y se preparan bien para recibir el Señor son como los pastores que luego llegaron a Belén y salieron felices para anunciar la buena nueva a todo el mundo: “ha nacido el Redentor, el Mesías, el Señor” “Gloria a Dios en los Cielos y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”

Los que no reciben a Dios seguirán en sus conflictos humanos y tratarán de utilizar la Navidad con otros fines, para logar una prebenda o un espacio de paz, que sería siempre artificial y endeble. Además, sin Dios, los conflictos, divisiones y peleas humanas podrían complicarse más en esos días de fiesta, por la gran competividad que hay.

La gran alegría humana de poder adorar a Dios

La Navidad es una fiesta grande para adorar al Niño Dios llevándole nuestros presentes. No es una fiesta para el beneficio propio. Los que reciben a Dios se alegrarán del nacimiento del Señor y lo visitarán para adorarle y agradecerle su venida. Después lo seguirán por el camino que Él señale, que es el camino de la verdad y de la paz.

Los caminos buenos que el Señor señala serán siempre de dolor y sacrificio, donde los hombres deben expiar por sus culpas y las culpas ajenas. En la tierra no se tiene la felicidad total. Ésta se alcanza en el Reino de los Cielos, tal como lo predicó Jesucristo.

La esperanza del Cielo y la participación en la vida que nos trae Dios, a través de los sacramentos en la Iglesia, son las motivaciones principales de nuestra alegría en la tierra. Con esta misión contribuye la Virgen María, que es corredentora y Madre nuestra, por eso decimos también que es “causa de nuestra alegría” Nuestra correspondencia a estos medios aumenta la alegría que tenemos de vivir con nuestros seres queridos y ser felices con ellos.

¡Felices Fiestas de Navidad y Año Nuevo!

sábado, diciembre 19, 2009

Los enfoques humanos y la realidad

ALEGRÍAS Y TRISTEZAS EN NAVIDAD

Todos los periódicos y medios de información se jactan de decir que son comunicadores de la verdad. Sin embargo la gente no les cree aunque presenten las pruebas y las evidencias de lo que ha sucedido. Mucho tiene que ver con los enfoques, cuando los medios presentan las cosas de acuerdo a ideologías o convicciones particulares o de grupo. Y así tenemos que frente a un mismo suceso, unos aprueban y aplauden y otros condenan.


Enfoques navideños

Cuando llega la Navidad encontramos una variedad de enfoques que responden también a intereses, situaciones o convicciones que tienen las personas o las instituciones. Las empresas comerciales, por ejemplo, con tal de vender, aprovechan todos los elementos propios de la Navidad, para el beneficio propio. Elogian los nacimientos, las mejores imágenes y los mejores villancicos para sus propios objetivos comerciales. Desean que las personas sean muy “religiosas” para que les compren lo que ofrecen y así todos sean “felices” en la Navidad.

Las demás instituciones o empresas no dejan de aprovechar la ocasión para hacer regalos y cumplidos con las amistades y con otras instituciones o personas que puedan tener relevancia y vigencia para el bien propio o de la empresa. Si dejan de tener importancia se acabaron las tarjetas y los regalos. Es una suerte de concurso de “generosidad” organizado por la ley del mercado o la de los intereses particulares.

Los que viven habitualmente en conflictos (familiares o laborales), que son mayoría, y los que pueden gozar de cierta tranquilidad, sin mayores problemas, ven en la Navidad una posibilidad de tregua, un espacio de paz para pasarla bien. Programan sus actividades, con ideales que varían, desde los aspectos más elementales y extrínsecos (comer bien, comodidad, placer, recibir regalos) a ideales trascendentes de caridad o altruismo, (ayuda a los demás, dar por amor a Dios y al prójimo, conseguir unir a las personas, etc.),


El único sentido de la Navidad

Lo único que le pueda dar sentido a la fiesta de la Navidad es reconocer el verdadero y único significado de la fiesta: la llegada del Mesías (el Hijo de Dios) a la tierra, el Redentor que viene para rescatarnos de la esclavitud del pecado y salvarnos con la vida de la gracia que nos hace felices haciéndonos caminar hacia el Cielo, que es la meta de todos, y donde se encuentra la felicidad total.

La Sagrada Escritura cuenta cómo llega Jesús al mundo. No viene como un poderoso de la tierra sino que viene niño, como los demás hombres y nace en una familia sencilla y pobre. El establo de Belén, donde no hay dinero ni bienes materiales, se convierte en la casa más alegre del mundo.

La Sagrada Familia es el modelo de familia para toda la humanidad. El Niño Dios vino a la tierra para padecer. Jesús, con su vida, marcará el camino de la Cruz y del dolor, como la vía de la felicidad para llegar al Cielo.

Cuando los hombres olvidan el sentido teológico de la Navidad narrado por la Sagrada Escritura y enseñado por la Tradición a lo largo de los siglos, todo se desvirtúa y ya no se entiende nada.


Las Navidades en un mundo relativista (cuando se ha perdido el sentido del pecado)

El mundo relativista, que ha perdido el sentido del pecado, no entiende la redención ni el camino de la Cruz predicado por Cristo. El hombre que no entiende esto y quiere ser feliz está perdido. Hará intentos y terminará afirmando que la felicidad que predica el cristianismo es imposible y que los modelos que propone la Iglesia de familia unida y numerosa, virginidad, santidad, etc. son inalcanzables para la gran mayoría y por lo tanto no se deben proponer.

Hace unos días, en una radio local, una consejera explicaba, muy oronda y con aires de seguridad, que el modelo de la Sagrada Familia propuesto por la Iglesia no era conveniente porque la gente podría idealizar algo que no existía en la realidad. Ponerse como meta ser una familia numerosa y fiel, sin divorcio, ni control de la natalidad, donde exista unidad y todos se lleven bien, es algo ideal y que no va con la época. ¿Quién tiene una familia perfecta? decía la consejera y presentaba testimonios de personas con serios problemas familiares que cuestionaban la Navidad diciendo que era una época muy triste para la mayoría.


El pecado es la única causa de la tristeza (Jesucristo viene para combatir el pecado)

Un periodista al ver al Papa Juan Pablo II enfermo y disminuido por el Parkinson le dijo que le daba mucha tristeza verlo así. El Papa le respondió de inmediato: “la única tristeza es el pecado” Cristo viene al mundo porque el hombre se encontraba triste y viene para rescatarlo de esa esclavitud. La Navidad recuerda la llegada del que nos trae la alegría.

La Iglesia nos insta a prepararnos para la Navidad durante el Adviento. Purificar nuestra alma para poder recibir a Dios en nuestro corazón. Las personas que viven el Adviento y se preparan bien para recibir el Señor son como los pastores que luego llegaron a Belén y salieron felices para anunciar la buena nueva a todo el mundo: “ha nacido el Redentor, el Mesías, el Señor” “Gloria a Dios en los Cielos y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”

Los que no reciben a Dios seguirán en sus conflictos humanos y tratarán de utilizar la Navidad con otros fines, para logar una prebenda o un espacio de paz, que sería siempre artificial y endeble. Además, sin Dios, los conflictos, divisiones y peleas humanas podrían complicarse más en esos días de fiesta, por la gran competividad que hay.


La gran alegría humana de poder adorar a Dios

La Navidad es una fiesta grande para adorar al Niño Dios llevándole nuestros presentes. No es una fiesta para el beneficio propio. Los que reciben a Dios se alegrarán del nacimiento del Señor y lo visitarán para adorarle y agradecerle su venida. Después lo seguirán por el camino que Él señale, que es el camino de la verdad y de la paz.

Los caminos buenos que el Señor señala serán siempre de dolor y sacrificio, donde los hombres deben expiar por sus culpas y las culpas ajenas. En la tierra no se tiene la felicidad total. Ésta se alcanza en el Reino de los Cielos, tal como lo predicó Jesucristo.

La esperanza del Cielo y la participación en la vida que nos trae Dios, a través de los sacramentos en la Iglesia, son las motivaciones principales de nuestra alegría en la tierra. Con esta misión contribuye la Virgen María, que es corredentora y Madre nuestra, por eso decimos también que es “causa de nuestra alegría” Nuestra correspondencia a estos medios aumenta la alegría que tenemos de vivir con nuestros seres queridos y ser felices con ellos.

¡Felices Fiestas de Navidad y Año Nuevo!

Atentamente

P. Manuel Tamayo

viernes, diciembre 11, 2009

Personas duras y exigentes

Esquemas rígidos, ideas fijas (síndrome perfeccionista)

LOS ANANCÁSTICOS (I)

Quién no se ha encontrado con personas difíciles de tratar por tener esquemas rígidos y una severidad acentuada que da miedo. Son los estrictos cumplidores de los reglamentos que no dejan margen para ninguna variación. Son leales a sus compromisos y quieren cumplirlo todo al pie de la letra. Los jefes los escogen porque son inquebrantables e incorruptibles. Muy útiles para hacer cumplir las disposiciones establecidas.

A este tipo de persona que se distingue por su ascetismo, su austeridad y su dureza llamamos anancásticos (del griego: anagkasticós: obligatorio, obsesivo). Muchos de ellos siguen una carrera militar. En tiempos de guerra son ideales y se convierten en verdaderos héroes, en tiempos de paz se despintan un poco (pierden prestigio frente a la mayoría), porque no saben ser diplomáticos, aunque hayan conquistado muchas virtudes.

Para la mayoría forman parte del cuadro humano que admite una gran variedad de personalidades. Se debe aprender a convivir con ellos sin caer en problemas de incompatibilidad, no haciendo demasiado caso a sus exageraciones y rigideces. Las personas sensibles son las que encuentran mayor dificultad y no los soportan. Los desautorizan por ser duros y poco comprensivos.

La sociedad actual, nada proclive a los reglamentos y amante de la informalidad, condena a los anancásticos porque les parece que son intolerantes. La misma condena sería también una intolerancia, sin embargo habría que admitir las graves limitaciones de los esquemas rígidos para solucionar los problemas humanos. A esto habría que añadir que los anancásticos necesitan ser comprendidos y ayudados para que no sean rechazados por sus conductas exageradas y muchas veces desatinadas y porque podrían estar haciendo un desarreglo psicológico preocupante.

Para poder ayudarlos es necesario estudiar un poco las causas de estos modos de ser exagerados. Si bien un porcentaje está en los genes y se manifiesta en tendencias obsesivas, el tipo de educación recibida y las circunstancias, pudieron ser determinantes para la deformación de esas mentalidades pegadas a una formalidad exagerada.

Las situaciones de emergencia que se presentan en la vida, (pérdidas, peligros, debilidades, desconfianzas, soledad, desprotección), son las que podrían disparan el aumento de estas tendencia hacia una mayor rigidez y exageración.

Todas las tendencias humanas se pueden orientar y corregir con la educación y con la ayuda de la gracia de Dios. Las personas, que por sus tendencias, pueden calificarse de anancásticos, pueden ser desarrollar muy bien su personalidad con ideales nobles y cumplir un papel importante en la sociedad, siempre y cuando, como todos los demás, sean dóciles a la orientación personal que necesitan.

Con muchos se podría evitar que esas tendencias le lleven a cuadros patológicos porque ya hicieron un trastorno en la personalidad.


¿Qué dicen los médicos y psiquiatras?

Los médicos y psiquiatras afirman que es un trastorno de la personalidad y apuntan a una terapia para ayudarles a corregir esas anomalías, que ellos (los anancásticos) y tal vez sus familiares las ven como un modo de ser, que no necesariamente se sale de los límites normales.

Rasgos generales de los anancásticos (personalidad compulsiva y obsesiva)

a) Dudas y precauciones excesivas, que reflejan inseguridad.
b) Preocupación exagerada por detalles, reglas, listas, orden, organización y horarios.
c) Perfeccionismo, que interfiere con la actividad práctica.
d) Rectitud y escrupulosidad junto a preocupaciones injustificadas por el rendimiento.

e) Inquietud por hacer. Le parece que todos pierden el tiempo.
f) Pedantería y convencionalismo (aparente “seguridad” en sus expresiones)
g) Rigidez y obstinación. Repetir muchas veces las cosas (tratando de amarrar).
h) Insistencia poco razonable en que los demás se sometan a unas reglas.

i) No dejar que los demás hagan lo que quieren que hacer.
j) La irrupción no deseada e insistente de pensamientos o impulsos.

k) Le parece ridículo expresar sus sentimientos (“regulan” sus emociones)




Síndrome perfeccionista


Son personalidades con signos de alteración (unos más otros menos) que tienden al perfeccionismo. Si no se corrigen a tiempo las anomalías complicarán a la persona y a su entorno. Con los años podrían quedarse aislados o acomodados en unas situaciones de aislamiento con respecto a los demás, para que no hayan conflictos.


El perfeccionista se caracteriza por un exceso de control y exigencia que se hace obsesivo hacia él mismo y hacia los demás, elimina la posibilidad de delegar funciones, crea desconfianza en la colaboración, exige prever las situaciones hasta lo imprevisible, planea las situaciones con gran anterioridad, no admite fallos y errores, busca siempre lo mejor -que, como ya se sabe, «es enemigo de lo bueno»- y para ello es capaz de pasar por encima de actividades de descanso alterando las relaciones familiares.


En definitiva parece querer moverse con el sentido de posesión de la realidad y del mundo que le rodea sin entender las limitaciones humanas, las circunstancias imprevisibles y ni siquiera los factores de intuición y creatividad que tantas veces mueven la actividad humana. Son personas, en el fondo muy inseguras, que sólo se quedan tranquilas cuando todo está «amarrado y bien amarrado» y no son capaces de dejar nada al fluir normal de la vida, la providencia o simplemente a la propia buena voluntad y la experiencia positiva.


Mala cosa es que esté tan de moda eso que ahora se ha dado en llamar «excelencia» y que se hace presente en la vida y en las actividades de todos, desde que el niño comienza a tener uso de razón. Hay demasiada competitividad para todo, para estudiar, tener, jugar, vestirse, llegar, relacionarse, ganar, conseguir… Y hay en cambio escasez de compañía y guía de los que pueden ayudar, de verdaderos valores humanos, de referencias religiosas, de comprensión, de humanidad, en definitiva. Quizás en estos hechos sociológicos está uno de los factores decisivos para desencadenar la inseguridad personal que busca en la perfección esa excelencia que cree es su salvación, olvidando que siempre lo mejor ha sido, es y será enemigo de lo bueno. Y además, enemigo de la salud mental.


En el siguiente artículo continuaremos nuestro análisis estudiando esta problemática para la orientación de esas tendencias, ¿cómo evitar los trastornos de la personalidad y conseguir que esas personas controlen sus ímpetus obsesivos? Y en relación con el permisivismo y la informalidad de la época: ¿cómo conseguir el orden y la disciplina de un modo sano y atrayente?. Algunos, deseosos de resolver los problemas sociales, acuden a los temperamentos más exigentes para que pongan mano dura. San Francisco de Sales decía: “es preferible conquistar a los hombres por la dulzura que fomentar infieles por la severidad Lo veremos en el siguiente artículo.


Agradecemos sus comentarios

viernes, diciembre 04, 2009

Engreídos grandes (un problema que debió superarse en la infancia)

JUGAR A LA CASITA

Todos hemos visto a los niños pequeños jugar a la casita en nuestras propias casas. Escogen un rincón: el jardín o la azotea, para construir la casita ideal donde luego quieren quedarse todo el día con sus hermanos o amiguitos. Nos llena de ternura ver a esas edades el cariño natural de los niños por la casa y la familia.

Más tarde, cuando llegan a la adolescencia, esos mismos niños, no ven la hora de salir a la calle. Van merodeando al papá o a la mamá para conseguir los permisos respectivos. Si fuera por ellos estarían en la calle todo el día. Son los padres quienes tienen que reclamar la hora de llegada y recordarles la buena costumbre de estar en casa.

Estas situaciones mencionadas son las normales en todas las familias. Los problemas vienen cuando los niños no juegan o cuando los adolescentes no se atreven a salir fuera y se quedan en sus casas refugiados. Estos problemas no suelen tener mayor importancia, si se corrigen a tiempo, en cambio si se dejan pasar, podrían agravarse en el futuro con repercusiones más serias en el ámbito familiar.

Hoy se está extendiendo en algunas familias la situación del adulto que se queda en casa o la del que vuelve después de un real o aparente fracaso y alborota, con su presencia alterada y tal vez maniática, la paz de su hogar. ¿Cuál podría ser el origen de esas situaciones?


Los estragos del engreimiento o del consentimiento

Cuando las personas se refugian en sus hogares y ponen demasiado énfasis en las cosas de la casa, pueden crear una situación irregular para ellos y para los que viven con él.

El origen de estas situaciones pudo estar en el engreimiento o en el consentimiento. Las personas que fueron engreídas por sus padres, en el entorno familiar o en el colegio (se les consintió demasiado), podrían sufrir retrasos en su desarrollo normal, que empiezan a notarse, con mayor intensidad, en la mayoría de edad y podrían prolongarse en los años sucesivos con un sufrimiento mayor (sensación de inutilidad). De más jóvenes les parecía (por el engreimiento) que eran mejores que los demás y después no pudieron llegar a las metas soñadas.

Las personas que salieron al mundo sin estar preparadas suelen cometer desatinos que los desacredita frente a los demás, es entonces cuando vuelven a sus casas, con ciertas angustias, al no poder superar sus expectativas. No se adaptaron en los trabajos, no los aceptaron o les dijeron que se vayan y entonces retornan al hogar para refugiarse.

Este problema, que no se presenta de la misma manera en todos, tiene como rasgo común: el deseo de quedarse en casa y temor de salir. Suele ser una especie de fobia. El que la padece la cubre con cortinas de humo que fabrica desde su interioridad, (“razones importantes” para estar en la casa y no salir a la calle). Muchas veces no contestan los teléfonos ni los correos, no quieren que se les encuentre. La mayoría no reconoce sus limitaciones y empiezan a crear un problema serio en sus casas.


Problemas de personalidad (angustias y temores) de los que fueron engreidos

Si bien pueden haber componentes genéticos que motiven las angustias y los temores, (en algunos casos será conveniente visitar al psicólogo o al psiquiatra), nunca se resolverán estos problemas si persiste el engreimiento y sobreprotección.

Ahora nos estamos refiriendo sólo a las consecuencias que podrían traer el engreimiento y la sobreprotección. No tocaremos en este artículo otros factores que podrían motivar las angustias y los temores.

Comprender no es engreír ni sobreproteger. Debe haber una suerte de exigencia que anule los temores y angustias y no dejar, por ningún motivo, que la persona viva en la comodidad de sus caprichos. No es bueno decir: “no le exijas porque tiene problemas” “no le pidas más porque no puede” “pobrecito, le cuesta mucho” “déjalo que no vaya”

En la película: “La maestra milagrosa” , basada en un caso de la vida real, la familia Keller tenía una niña llena de limitaciones y muchos problemas de conducta. Los padres no sabían qué hacer con ella, estaban cansados de corregirla y no conseguían nada. Llega a casa Ana Sullivan que acepta el encargo de sacar adelante a la niña. No se compadece ni tiene lástima de ella (a pesar de todos sus retrasos físicos y psicológicos). La trata con fortaleza y con una exigencia constante hasta que logra en ella el desarrollo de unas virtudes. Hellen Keller fue una persona de excelente calidad y bastante aplomo.

Muchas personas valiosas han salido adelante a pesar de sus tendencias a la depresión y a la angustia, porque han recibido una educación con valores y porque han tenido al lado personas que han puesto en ellas mucho cariño (con exigencias y sin engreimientos).

El sentimentalismo y el proteccionismo de nuestra sociedad, agrava estos problemas. En un ambiente de permisivismo, la persona, con esas limitaciones, no podría superar sus fobias y temores que la esclavizan. Puede ser muy inteligente y hábil para el trabajo pero “su problema” le incapacitará para tareas normales que exigen más audacia y decisión. Aunque no se hayan puesto los medios a tiempo, siempre existen los caminos apropiados para que todos puedan superar esas limitaciones, si las tienen. La inacción es una irresponsabilidad.


Cuando los problemas se complican

Los adultos agobiados por esas fobias (si no han superado el problema) son los que terminan jugando a la casita en sus propios hogares, (cambian los muebles de lugar, hacen instalaciones que están demás, establecen unos horarios fijos para sus manías, se inventan trabajos para no salir, implican a otras personas en sus quehaceres, reclaman la participación de los demás, ponen reglas de tráfico). Terminan haciéndole la vida imposible a los demás, convencidos de tener la razón y de estar en su derecho.

Adoptan la actitud de un jubilado ansioso por hacer algo y se vuelven celosos de los que hacen cosas fuera de la casa, (les parece que se portan mal y que se han alejado). Estas situaciones pueden motivar el alejamiento de los demás.

El engreído que no ha podido corregirse puede convertirse en un tirano agresivo. Solo funcionaría bien, y hasta podría ser simpatiquísimo, cuando el resto consiente sus caprichos, pero si encuentra resistencia, empezará a inquietarse y poco a poco irá enfilando sus armas contra el que se le oponga.

Se comete un error cuando un ambiente de tolerancia los acoge, y todos, por miedo o por no complicarse la vida, consienten sus caprichos y ocurrencias desatinadas y no hacen nada. Se acostumbran a vivir así, con una herida familiar que los paraliza y nadie tiene ganas de ir a la casa por temor a que las cosas se compliquen más.


Educación de prevención (actuar a tiempo)

En las casas y en los colegios no hay que tener miedo a formar bien las conductas de las personas exigiendo en las virtudes humanas. Si se notan ciertas alteraciones de la personalidad no hay que dudar en ir al psiquiatra, cuanto antes, para corregir a tiempo esos desarreglos. Dejar pasar el tiempo es una imprudencia que traerá luego problemas y complicaciones que harán sufrir a toda la familia. Además, algunas personas con estos problemas, cuando pasan los años, suelen creer que están muy sanas y señalan a los otros como enfermos o equivocados.

Hay que tener en cuenta que nos estamos refiriendo exclusivamente al daño que puede ocasionar el engreimiento y la permisividad en la educación.

Si el problema viene de lejos y en casa vive un adulto con esos problemas, la familia debe encontrar la forma de ayudarlo para que mejore y pueda superar, al menos en parte, esas dificultades. No deben rendirse y dar las cosas por hechas. Deben actuar con esperanza poniendo los medios convenientes.


¿Cómo ayudar al adulto mayor que se siente esclavizado con estos problemas?

1. Darle un ambiente de confianza y de cariño.

2. Ayudarle a que reconozca sus limitaciones.

3. Facilitarle la ayuda que le pueda dar un psiquiatra.

4. Evitar que se sienta solo, darle compañía.

5. Evitar que piense en sí mismo y que le de vueltas a sus cosas.

6. Conseguir que se sienta útil ayudando a los demás.

7. Que entienda el camino del sacrificio.

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