viernes, febrero 26, 2010

Amores que matan

EXCESOS DE AMABILIDAD

Las formas y las maneras de ser amables se han multiplicado en un mundo bastante irreverente e informal cargado de atrevimientos. Estas manifestaciones de buen aspecto no suelen ser consecuencia del aprecio real o de la valoración de las personas. Son más bien estrategias para salir airosos sin sufrir las consecuencias de los enfrentamientos.

En muchos ambientes sociales y empresariales se ensayan las formas adecuadas para tratar a las personas. Los mismos centros comerciales y los grandes hoteles y restaurantes compiten en amabilidad. Los clientes saben quien les trata mejor. Esta sabiduría social que se extiende al ciudadano de a pie les hace saber, de acuerdo al trato, cuáles son los mejores (Bancos, puestos del mercado, peluquerías, restaurantes y otros negocios…) que son juzgados de acuerdo al trato que dan.

Los procedimientos para tratar bien a las personas son correctos y adecuados porque mejoran la calidad de los servicios que hay en la sociedad y constituyen también, una elevación humana en el orden social. Todos estamos de acuerdo.

A estas consideraciones habría que añadir una más importante: las personas que nos tratan bien no son necesariamente las que nos quieren o nos valoran. Son personas capacitadas para darle una buena imagen a sus negocios o instituciones.

También las atenciones van de acuerdo al pago del cliente. Si se está dispuesto a pagar mucho dinero las atenciones serán mejores. Los seres humanos podemos comprar en el mercado las mejores atenciones y servicios.


Los excesos de amabilidad en la familia ("actuaciones" en casa)

Cuando los ámbitos son los familiares o laborales las apreciaciones varían. Todos deseamos que quien nos atienda nos considere y nos quiera, al menos que nos haga caso y tenga en cuenta lo que decimos (nuestros planteamientos o nuestros puntos de vista).

Las expresiones de amabilidad estarían demás si falta el buen trato de la valorización de la persona concreta y de la atención a sus requerimientos o razones.

La familia es el ámbito más importante para el ser humano. Allí cada persona necesita del afecto y de la auténtica y verdadera valorización por parte de sus familiares, especialmente de los más cercanos (esposos, padres, hijos, hermanos). No se entiende que en esos ámbitos se traten con cumplidos o de un modo engañoso y disforzado, con afectaciones desatinadas. La sinceridad entre los familiares es esencial para que puedan quererse de verdad.

Cuando la familia entra en crisis lo primero que se deteriora son las relaciones entre sus miembros, aparecen durezas que no se tendrían con otras personas. Esas desavenencias podrían llegar a grados altos de violencia o de indiferencia, haciendo de la casa un lugar desagradable donde predominan temores y disgustos.

Las máscaras y disfraces dentro del hogar son perniciosos cuando se quieren convalidar, con excesos de amabilidad, para disimular las valoraciones que no se tienen.

Los seres humanos podemos percibir lo que hay en el fondo de nuestros seres queridos, al margen de lo que expresan con sus manifestaciones exteriores. Nos damos cuenta si nos quieren de verdad o si son solo actuaciones o modos de proceder, cortinas de humo, para dar a entender que existe afecto y atención, cuando en realidad hay desamor y hasta desprecio. La verdad de lo que se dice debe de estar respaldada con la verdad de lo que se es, y de lo que se siente.

El hombre que se acostumbra a fabricar escenografías para tratar a las personas está escribiendo el guión de su propio drama o tragedia.


Los excesos de amabilidad en los trabajos

(buen trato a la persona, pero no aceptar su trabajo)

Lo mismo podríamos decir de las relaciones de los seres humanos en los ámbitos laborales. Cada trabajador busca realizarse con el desempeño de su propio trabajo. Para cada uno su trabajo es algo muy importante y lo debe ser también para los demás (especialmente sus familiares y los jefes del lugar donde labora).

Si al trabajador no se le valora su trabajo se le está dando un golpe bajo que lo podría perjudicar en sus relaciones con los demás y en sus propias aspiraciones o realizaciones, o en la colaboración que pueda prestar en la institución donde trabaja.

Se le podría estar cargando de unas preocupaciones que lo limitan, al hacerle ver la vida desde las heridas de las faltas de consideración que recibe por su trabajo. Esto cuando se trata de una persona que trabaja de verdad (no de un vago).

Es lógico que en los trabajos surjan distintos planteamientos o enfoques que hacen necesarias algunas reuniones para ponerse de acuerdo. Lo que no debería ocurrir es que los trabajadores no encuentren espacios para exponer sus puntos de vista y que se tomen decisiones sin haberles escuchado. Se entiende que se trata de los temas que son de su competencia.

En algunas empresas actuales el abuso de autoridad consiste en no escuchar los planteamientos y enfoques de trabajadores competentes. Los excesos de amabilidad con esas personas en vez de contribuir a cerrar las heridas, las agravan más. Los dilata (tienes la razón pero no te la queremos dar), son la causa de muchos retrasos y muchas injusticias.

El tiempo empleado en escuchar otros planteamientos o enfoques, para tenerlos en cuenta, y poder dar una respuesta que convenza, con argumentaciones racionales y con motivos importantes, será muy bien aprovechado para el logro de una solución feliz, en la que todos queden contentos.

Para una persona que trabaja las amabilidades están demás si no vienen acompañadas de una racionalidad. Un trabajador no es una marioneta que se puede mover a gusto de los que tiran de los hilos. Es una persona humana que le da un sentido a su vida y a su misión. Allí se juega su honor, su futuro y la suerte de su propia familia.

Cuando se trata de un puesto de trabajo no se debe mirar sólo el beneficio de la empresa. Es necesario detenerse frente a la persona que está trabajando, para no perjudicarla.

Cuando se hacen las cosas bien el trabajador queda agradecido de la oportunidad que se le dio en el mundo laboral y estará contento del trabajo que realizó para contribuir con el bien de la empresa, del país y del mundo.

Agradecemos sus comentarios

miércoles, febrero 24, 2010




Publicación en la página Web del Arzobispado de Lima (24 de febrero del 2010)
El sacerdote y la pastoral en el mundo digital

La misión del sacerdote en las nuevas tecnologías de la información es el tema primordial de la 44ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales (2010), que tiene como lema “El Sacerdote y la pastoral en el mundo digital: los nuevos medios al servicio de la palabra”. Por ello,entrevistamos al Padre Manuel Tamayo para que comparta su vasta y fructífera experiencia con las nuevas herramientas digitales, a través de su participación en las redes sociales y blogs, animando a los sacerdotes y laicos a participar y evangelizar el continente digital.


Padre Manuel, el Santo Padre anima a los sacerdotes a participar en el mundo digital con ocasión del Año Sacerdotal y en su mensaje por la Jornada de las Comunicaciones Sociales, ¿en qué medida es importante que los sacerdotes conozcan estas herramientas de la comunicación?

Hace muchos años, cuando estudiaba Letras en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos oí que San Josemaría Escrivá estaba diciendo que en el futuro la carrera de periodismo sería muy importante, y animaba a los jóvenes a seguir esa carrera, porque deseaba que jóvenes con una concepción cristiana de la vida se animasen a seguir esa carrera para poder difundir por todos los medios la Doctrina Cristiana. La Iglesia no puede quedarse atrás y debe utilizar estos medios para llegar a la gente. De allí la preocupación del Santo Padre animando a los sacerdotes.

¿Cómo nace su interés por la comunicación y nuevas tecnologías?
Siempre me gustó la comunicación y creo que tengo facilidad para ella. Mis primeros regalos tuvieron que ver con la comunicación, porque mis padres me obsequiaron cuando todavía estaba en primaria una máquina de fotos y luego una filmadora de 8 mm., con la que hice mis primeros “pininos” entre los años 50 y 60. Estando en la secundaria me regalaron una grabadora, esas de cinta grande que había antes. También me gustaba escribir artículos en el mural y en el boletín de mi colegio.

¿Tiene formación académica en este rubro?

Después de estudiar Letras en San Marcos me fui a Europa a estudiar Ciencias de la Educación (que es también una carrera muy importante como la de Comunicación), que alternaba con filosofía y teología. En mis estudios universitarios mi inquietud por escribir y publicar creció. Al regresar a Lima, ya ordenado sacerdote, tenía en la sangre el tema de las comunicaciones y me dediqué a escribir artículos que fueron publicados en distintos diarios. Esa dedicación me permitió sacar un carné de Periodista en la Federación de Periodistas del Perú. Al poco tiempo, vino al Perú el Papa Juan Pablo II y con un equipo de gente incursioné en la televisión: hicimos varios programas preparando la venida del Papa y luego me quedé unos años con un programa diario que se llamaba “Consejo espiritual”.

¿Qué aprendió de estas experiencias?
En la televisión aprendí mucho sobre comunicaciones y pude apreciar también la llegada que tenía a la gente que veía el programa. Hice muchas amistades con comunicadores que hasta ahora conservo y son bellísimas personas. Muchos de ellos, con una preocupación cristiana de la vida. Y así hemos seguido, siempre en contacto, tratando de poner contenidos sanos a través de la pequeña pantalla.

¿Qué lo motivó a usar las nuevas tecnologías de la información?

Como sacerdote me preocupa mucho la falta de formación cristiana que hay en la mayoría de redes sociales y cómo la sociedad se hace cada día más pagana y materialista. Veía hace unos días unas estadísticas que afirmaban que un adolescente hablaba con su papá un promedio de una hora al mes, mientras que estaba delante de su computadora de 3 a 4 horas diarias. En los últimos años, en este siglo XXI he visto una decadencia en los programas y en los valores y veo la necesidad de una urgente recuperación.

¿Qué experiencias tiene con las nuevas tecnologías de la información?
Desde hace tres años tengo un blog con temas educativos y de valores que ha ido difundiéndose poco a poco. Los contactos, gracias a Dios, se han ido multiplicando en el Perú y en el extranjero. Mi experiencia con el blog fue difícil al comienzo, y ahora es muy alentadora. Desde hace dos años tengo otro blog sobre películas con valores. La última experiencia que he tenido es la del Facebook, me parece muy interesante, porque me preocupa ver qué ponen los muchachos en los muros y cuáles son sus temas de conversación. Se nota cierta pobreza de argumentos y un desinterés casi global por los temas trascendentes. Pero al estar allí -entre ellos- tengo la oportunidad de ser escuchado y leído, aunque alguna vez me han etiquetado y he tenido que soportar alguna broma un tanto irreverente.

Como sacerdote, ¿qué ventajas tiene el uso de estas nuevas tecnologías de la información?
Gracias al Facebook he podido expandir más mi blog y por lo tanto difundir la doctrina católica con una mejor llegada. También he podido conectar con amigos que no veía en años y eso me ha dado mucha alegría. Yo diría que la experiencia es muy positiva.

¿Considera que existen otros medios masivos para difundir valores cristianos?
Siempre me gustó el cine. Me gusta ver películas de cine que transmiten valores. He tenido una buena experiencia con la organización de cine-forum educativos. No es una actividad para ver películas sino para conversar sobre temas de fondo y de actualidad. Soy un convencido del cine como medio importante para la educación y formación de las personas y recomiendo a los colegios que no dejen de tener esta actividad en sus programas.

¿Tiene algún método y/o recomendación para usar correctamente estas nuevas herramientas de la comunicación?

Uno debe tener cuidado en no perder el tiempo frente a la computadora. Los artículos de los blogs los elaboro en la cabeza en distintos momentos del día. Ya sé lo que voy a escribir y voy anotando ideas en un cuaderno. Los viernes me siento frente a la computadora y en media hora escribo dos páginas que en un minuto las cuelgo en el blog. Durante el día siempre llevo un maletín con un libro y un cuaderno y así, cuando puedo, leo o escribo, sin interrumpir mis actividades sacerdotales. Los mismos artículos que elaboro me ayudan mucho para mis prédicas sacerdotales y para aconsejar a la gente. Procuro que todo esté unido. También rezo cuando escribo y a la hora de la oración pido para que los escritos puedan llegar a muchas personas más.

¿Qué es lo más gratificante de su trabajo con las nuevas tecnologías?
Me alegra mucho cuando un seguidor me dice que alguien se convirtió o que una persona encontró un poco más de claridad para resolver un problema. ¿Qué consejo daría a los sacerdotes para impulsarlos a utilizar las nuevas tecnologías?
Yo pienso que el futuro está en las comunicaciones. Aquí es donde tiene cabida la Iglesia y los sacerdotes. Es hacerse un espacio en el mundo de las comunicaciones con una mercancía sana y limpia que es la doctrina cristiana. El consejo que daría a los obispos y sacerdotes es que no desaprovechen la ocasión para catequizar a través de estos medios. Les diría también que se unan para trabajar juntos y que preparen buenos profesionales, periodistas y comunicadores de calidad para hacer programas de nivel.

DATOS SOBRE EL CALENDARIO CRISTIANO

CALENDARIO GREGORIANO

La reforma gregoriana nace de la necesidad de llevar a la práctica uno de los acuerdos del Concilio de Trento: el de ajustar el calendario para eliminar el desfase producido desde un concilio anterior, el primer Concilio de Nicea, de 325,[2] en el que se había fijado el momento astral en que debía celebrarse la Pascua y, en relación con ésta, las demás fiestas religiosas móviles. Lo que importaba, pues, era la regularidad del calendario litúrgico, para lo cual era preciso introducir determinadas correcciones en el civil. En el fondo, el problema era adecuar el calendario .


Duración del año gregoriano

El calendario gregoriano distingue entre :


Es año bisiesto el que sea múltiplo de 4, con excepción de los años seculares. Respecto a éstos, es bisiesto el año secular múltiplo de 400.


De esta manera, el calendario gregoriano se compone de ciclos de 400 años:

  • En 400 años hay (400/4)-4 seculares = 96 años bisiestos
  • De los 4 años seculares, sólo uno es bisiesto (múltiplo de 400)
  • En el ciclo de los 400 años tenemos 96 + 1 = 97 años bisiestos, y 400 - 97 = 303 años comunes


Haciendo el cómputo en días:

  • 97 x 366 días = 35.502 días
  • 303 x 365 = 110.595 días

Esto hace un total de 146.097 días en los 400 años, de modo que la duración media del año gregoriano es de 365,2425 días.


En los 400 años del ciclo del calendario gregoriano, estos 146.097 días, que son 20.871 * 7 días, hay un número entero de semanas 20.871, de tal modo que en cada ciclo de 400 años no solo se repite exactamente el ciclo de años comunes y bisiestos, sino que el ciclo semanal también es exacto, esta congruencia da lugar a que tomando un grupo de 400 años seguidos, el siguiente ciclo de 400 años es exactamente igual.


La primera semana del año, la número 01, es la que contiene el primer jueves de enero. Las semanas de un año van de la 01 a la 52, salvo que el año termine en jueves, o bien en jueves o viernes si es bisiesto, en cuyo caso se añade una semana más: la 53.


  • Mes: periodo de 30 ó 31 días, salvo para Febrero que tiene 28 días en un año común, y 29 días en un año bisiesto.


Existe una copla que se utiliza como regla nemotécnica para recordar el número de días de cada mes:


"Treinta días trae noviembre, con abril, junio y septiembre. Veintiocho sólo trae uno y los demás treinta y uno". Una variante latinoamericana de la copla: "Treinta días tiene septiembre, abril, junio y noviembre. Treinta y uno los demás, excepto febrero mocho que solo trae ventiocho".


Otra regla nemotécnica: se cierran los dos puños y se juntan con los nudillos hacia arriba. Los nudillos sobresalientes representarán a los meses de 31 días, y los huecos entre nudillos los meses de menos de 31 días. El primer nudillo (el del dedo meñique) representa a enero (y por ser sobresaliente equivale a 31 días). El hueco próximo (entre los nudillos del meñique y del dedo anular) representa a febrero (y por ser hueco tiene menos de 31 días, en este caso 29 o 28 días).


El segundo nudillo (del dedo anular) representa a marzo (y por ser sobresaliente equivale a 31 días) y así sucesivamente hasta llegar a julio, representado por el nudillo del dedo índice (que por ser sobresaliente equivale a 31 días). Luego se pasa a la otra mano y se cuenta desde el nudillo del dedo índice, que al igual que el anterior representará a agosto (y por ser sobresaliente equivaldrá a 31 días). Se continúa la cuenta hasta llegar a diciembre, representado por el nudillo del dedo anular (que por ser sobresaliente dice que diciembre tiene 31 días).


Otra manera de visualizar la anterior nemotécnica es como sigue: Con el puño cerrado de cualquier mano y los nudillos apuntando hacia su rostro pose su dedo índice de la otra mano en el nudillo del dedo índice de su puño, ese nudillo indica "Enero", desplace su dedo índice al insterticio entre los nudillos del dedo índice y medio de su puño, ese insterticio es "Febrero", desplace su índice al siguiente nudillo (dedo medio) "Marzo" y así sucesivamente considerando cada nudillo e instersticio hasta llegar al nudillo del meñique "Julio", una vez aquí regrese su índice al nudillo del dedo índice del puño "Agosto" y siga la cuenta nuevamente hasta el nudillo anular "Diciembre"; Cada mes caído en nudillo es de 31 días y cada mes caído en insterticio es de 30 días a excepción de febrero.



Origen de la Era Cristiana

Los romanos contaban los años desde la fundación de Roma, es decir, ab urbe condita, abreviadamente a.u.c.


En la era cristiana, con el papa Bonifacio IV en 607, el origen de escala pasó a ser el nacimiento de Cristo. Un monje rumano, Dionisio el Exiguo, matemático, basándose en la Biblia y otras fuentes históricas, entre los años 526 y 530, había fechado el nacimiento de Cristo el día 25 de diciembre del año 754 a.u.c. Dicho año pasó a ser el año 1 A. D., Anno Domini, año 1 del Señor, pero los años anteriores a éste seguían siendo años a.u.c. Finalmente en el siglo XVII se nombran los años anteriores al 1 A. D. como años antes de Cristo, a. C., y los posteriores son años después de Cristo, d. C.


De esta manera, es evidente que no puede existir el año 0 ya que un año comienza en un momento dado (las 12 de la noche del fin del año anterior) y termina a las 12 de la noche del fin de año del año 1. Pero este año no puede contarse como 1 sino al final, es decir, que sólo puede contarse como 1 en el momento en que se cumple. Sucede lo mismo con la edad de una persona. Por otro lado, cuando empieza la cuenta de la era cristiana, no existía el concepto matemático de cero.


¿Cuántos años cumple un niño al nacer? Ninguno. Así pues, no debemos confundir los años, que son segmentos de tiempo de 12 meses de duración, con los aniversarios o cumpleaños, que son puntos en una línea de tiempo y que por lo tanto, no tienen dimensión. Estos puntos en un gráfico o línea de tiempo se identifican con el número del año anterior, no posterior.


El primer año de la vida de una persona se identifica con el punto 1 ubicado un año después de su nacimiento. También el primer año de nuestra Era se ubica entre el fin de año del año -1 (menos 1) y el primer aniversario de la misma, doce meses después (al terminar el 31 de diciembre, que es el comienzo del día 1 de enero del año 1). Es por ello que el año 1901 fue el primero del siglo XX y el año 2001 fue el primero del siglo XXI y, por ende, del tercer milenio.



La importancia del calendario gregoriano

El problema del origen de nuestra era quedó resuelto con la creación del calendario gregoriano: si en él se afirma que la Era Cristiana comenzó 1582 años antes de su creación y todos los países respetan esta idea, toda discusión debería acabar; y los temas de cuándo nació Cristo o lo que estableció Dionisio el Exiguo dejan de tener importancia (al menos, desde el punto de vista de la medición del tiempo). La cuestión final era la adopción de dicho calendario y, como hemos visto, todos los países del mundo lo han venido adoptando a través del tiempo.

Aquí es donde podemos resaltar el valor de este instrumento de medición: si todo el mundo está de acuerdo, todas las discusiones sobre el tema sobran. Podemos viajar a cualquier país y, al comprar un calendario o almanaque, siempre será el calendario gregoriano del año en curso. Podrá variar la ubicación del comienzo y fin de semana (domingo o lunes) o el idioma, pero siempre se tratará del mismo calendario.

Y un instrumento que sólo necesita una corrección de 1 día cada 3300 años, aproximadamente, es un extraordinario avance que constituye un magnífico patrimonio de la cultura occidental.

martes, febrero 23, 2010

Queridos Amigos de "Adeamus" les transcribimos a continuación el mensaje del Santo Padre en el inicio del tiempo de Cuaresma.

Atentamente

P. Manuel Tamayo

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MENSAJE DEL SANTO PADRE POR CUARESMA

Venerados hermanos en el Episcopado,

queridos hermanos y hermanas

Con esta conmovedora invocación, tomada del Libro de la Sabiduría (cfr 11,23-26), la liturgia introduce la celebración eucarística del Miércoles de Ceniza. Son palabras que, de algún modo, abren todo el itinerario cuaresmal, poniendo en su fundamento la omnipotencia del amor de Dios, su absoluto señorío sobre toda criatura, que se traduce en indulgencia infinita, animada por una constante y universal voluntad de vida. En efecto, perdonar a alguien equivale a decirle: no quiero que mueras, son que vivas; quiero siempre y solo tu bien.

Esta absoluta certeza sostuvo a Jesús durante los cuarenta días transcurridos en el desierto de Judea, tras el bautismo recibido de Juan en el Jordán. Ese largo tiempo de silencio y de ayuno fue para Él un abandonarse completamente al Padre y a su designio de amor; fue un “bautismo”, es decir, una “inmersión” en su voluntad, y en este sentido, un anticipo de la Pasión y de la Cruz. Adentrarse en el desierto y permanecer mucho tiempo, solo, significaba exponerse voluntariamente a los asaltos del enemigo, el tentador que hizo caer a Adán y por cuya envidia entró la muerte en el mundo (cfr Sb 2,24); significaba entablar con él una batalla a campo abierto, desafiarlo sin otras armas que la confianza sin límites en el amor omnipotente del Padre. Me basta tu amor, me alimento de tu voluntad (cfr Jn 4,34): esta convicción habitaba la mente y el corazón de Jesús durante esa “cuaresma” suya. No fue un acto de orgullo, una empresa titánica, sino una decisión de humildad, coherente con la Encarnación y el bautismo en el Jordán, en la misma línea de obediencia al amor misericordioso del Padre, que "tanto amó al mundo que le entregó a su Hijo unigénito" (Jn 3,16).

Todo esto el Señor Jesús lo hizo por nosotros. Lo hizo para salvarnos, y al mismo tiempo para mostrarnos el camino para seguirle. La salvación, de hecho, es don, es gracia de Dios, pero para tener efecto en mi existencia requiere mi consentimiento, una acogida demostrada en los hechos, es decir, en la voluntad de vivir como Jesñus, de caminar tras Él. Seguir a Jesús en el desierto cuaresmal es por tanto condición necesaria para participar en su Pascua, en su “éxodo”. Adán fue expulsado del Paraíso terrestre, símbolo de la comunión con Dios; ahora, para volver a esta comunión y por tanto a la vida verdadera, es necesario atravesar el desierto, la prueba de la fe. ¡No solos, sino con Jesús! Él – como siempre – nos ha precedido y ha vencido ya el combate contra el espíritu del mal. Este es el sentido de la Cuaresma, tiempo litúrgico que cada año nos invita a renovar la elección de seguir a Cristo por el camino de la humildad para participar en su victoria sobre el pecado y sobre la muerte.

En esta perspectiva se comprende también el signo penitencial de las Cenizas, que son impuestas sobre la cabeza de cuantos inician con buena voluntad el itinerario cuaresmal. Es esencialmente un gesto de humildad, que significa: me reconozco por lo que soy, una criatura frágil, hecha de tierra y destinada a la tierra, pero también hecha a imagen de Dios y destinada a Él. Polvo, sí, pero amado, plasmado por su amor, animado por su soplo vital, capaz de reconocer su voz y de responderle; libre y, por esto, capaz también de desobedecerle, cediendo a la tentación del orgullo y de la autosuficiencia. Esto es el pecado, enfermedad mortal entrada bien pronto a contaminar la tierra bendita que es el ser humano. Creado a imagen del Santo y del Justo, el hombre perdió su propia inocencia y ahora puede volver a ser justo solo gracias a la justicia de Dios, la justicia del amor que – como escribe san Pablo - “se manifestó por medio de la fe en Cristo” (Rm 3,22). De estas palabras del Apóstol tomé la inspiración para mi Mensaje, dirigido a todos los fieles con ocasión de esta Cuaresma: una reflexión sobre el tema de la justicia a la luz de las Sagradas Escrituras y de su cumplimiento en Cristo.

También en las lecturas bíblicas del Miércoles de Ceniza está bien presente el tema de la justicia. Ante todo, la página del profeta Joel y el Salmo responsorial – el Miserere – forman un díptico penitencial, que pone de manifiesto cómo en el origen de toda injusticia material y social está la que la Biblia llama “iniquidad”, es decir, el pecado, que consiste fundamentalmente en una desobediencia a Dios, es decir, una falta de amor. "Pues mi delito yo lo reconozco, / mi pecado sin cesar está ante mí; / contra ti, contra ti solo he pecado, / lo malo a tus ojos cometí” (Sal 50/51,5-6). El primer acto de justicia es por tanto reconocer la propia iniquidad, es reconocer que está arraigada en el “corazón”, en el centro mismo de la persona humana. Los “ayunos”, los “llantos”, los “lamentos” (cfr Jl 2,12) y toda expresión penitencial tienen valor a los ojos de Dios sólo si son el signo de corazones verdaderamente arrepentidos. También el Evangelio, tomado del “sermón de la montaña”, insiste en la exigencia de practicar la propia “justicia” - limosna, oración, ayuno – no ante los hombres sino solo a los ojos de Dios, que “ve en lo secreto” (cfr Mt 6,1-6.16-18). La verdadera "recompensa" no es la admiración de los demás, sino la amistad con Dios y la gracia que deriva de ella, una gracia que da fuerza para cumplir el bien, para amar también a quien no lo merece, de perdonar a quien nos ha ofendido.

La segunda lectura, el llamamiento de Pablo a dejarnos reconciliar con Dios (cfr 2 Cor 5,20), contiene una de las célebres paradojas paulinas, que reconduce toda la reflexión sobre la justicia al misterio de Cristo. Escribe san Pablo: "A quien no conoció pecado – es decir, a su Hijo hecho hombre – le hizo pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia de Dios en él” (2 Cor 5,21). En el corazón de Cristo, es decir, en el centro de su Persona divino-humana, se jugó en términos decisivos y definitivos todo el drama de la libertad. Dios llevó a las consecuencias extremas su propio designio de salvación, permaneciendo fiel a su amor aun a costa de entregar a su Hijo unigénito a la muerte, y a la muerte de cruz. Como he escrito en el Mensaje cuaresmal, "aquí se revela la justicia divina, profundamente diversa de la humana… Gracias a la acción de Cristo, podemos entrar en la justicia “más grande”, que es la del amor (cfr Rm 13,8-10)".

Queridos hermanos y hermanas, la Cuaresma alarga nuestro horizonte, nos orienta hacia la vida eterna. En esta tierra estamos en peregrinación, “no tenemos aquí ciudad permanente, sino que andamos buscando la del futuro”, dice la Carta a los Hebreos (Hb 13,14). La Cuaresma da a entender la relatividad de los bienes de esta tierra y así nos hace capaces de las renuncias necesarias, libres para hacer el bien. Abramos la tierra a la luz del cielo, a la presencia de Dios en medio de nosotros. Amén.

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez

viernes, febrero 12, 2010

Cuando se cambia la verdad por la emotividad y la acción

MENTALIDADES CON YAYA



El relativismo actual ha generado un modo de ser social donde importan más las emociones y sentimientos que las razones. Lo razonable puede aceptarse en un nivel de conversación que no sale del ámbito de lo teórico. Cuando se trata de lo práctico predominan otros requerimientos: el sentir de la mayoría, la moda, la pasión por la música actual, el gusto por la acción. “Alucina que es chévere y bacán” esto basta para aceptar las propuestas de los ambientes juveniles.


Este modo de proceder no tendría mayor importancia si estuvieran presente los valores y con ellos los razonamientos que deberían regular las conductas de las personas. Lo dramático es que estas mentalidades, no quieren reaccionar frente a los argumentos.


Toleran todas las filosofías con tal de que los dejen tranquilos con sus sentimientos y emociones de la vida. Allí quieren ser libres y que nadie decida por ellos. Están convencidos que su sistema de vida es el que debe imperar en la sociedad. Ponen distancia a lo que no es de la época y a lo que no está en la “onda” del momento.


Es una mentalidad que ve la libertad desde convicciones contundentes que rechazan dogmas dogmatizando sus propias opiniones, y así, echan tierra, sin más, a los valores de siempre, con el propósito de encontrar una aparente seguridad con conductas rebeldes, desaliñadas y atrevidas que apuestan por experiencias emotivas y de acción constante.


Son muchos los que viven electrizados con mil ofertas de la modernidad, que juegan a favor de sentimientos melifluos que buscan pasarla bien sin mayores contratiempos. La tragedia de estas mentalidades es que no se dan cuenta de estar recibiendo “gato por liebre”, con la “bisutería” de lo que parece valioso y es bazofia.



El Papa pone el dedo en la llaga


El Papa Benedicto XVI ha manifestado constantemente su preocupación por el estado actual de la juventud en el mundo entero. Dice que el relativismo ha creado una gran superficialidad cultural que “daña la seriedad de la investigación y de la reflexión y en consecuencia también el diálogo, la comparación y la comunicación interpersonal”


Cuando la mentalidad está averiada, resulta difícil conversar razonando con la verdad, que busca llamar a las cosas por su nombre y sin dilaciones. El exceso de subjetividad de las mentalidades voluntaristas impide el diálogo sencillo y diáfano. Nos encontramos con mentes cargadas de prejuicios psicológicos o de imaginaciones fantásticas del mundo virtual.


Un botón de muestra los tenemos en la elección de las películas de cine. Las más taquilleras no suelen ser las mejores en cuanto a los argumentos y a la actuación artística. Suelen ser las que tienen más acción con efectos especiales espectaculares. Ya no importan el bien o el mal, con tal de que sea divertida, no sea lenta y tenga mucha acción.


Las ofertas del cine comercial actual no están contribuyendo al desarrollo de la cultura y están convirtiendo al espectador en un esquizofrénico que descansa y se divierte con lo que le perjudica.



La recuperación de los valores en una sociedad enferma


Es urgente encontrar el camino de retorno a los valores que se han perdido. Y si se admite que se han perdido hay que encontrarlos nuevamente. No son valores nuevos, son los que habían antes, y se han perdido.


El Papa afirma que es necesario “volver a crear las condiciones esenciales de una capacidad real de profundización en el estudio y en la investigación, para que se dialogue racionalmente”.


Promover la lectura y el estudio es una de las principales metas para revertir esta situación. Para fomentar esta actividad se deben señalar las consecuencias de su carencia. Los que tienen una confusión de vida y no viven de acuerdo con la verdad presentan una problemática más grave que la de los analfabetos. Con sus vidas desarregladas distorsionan el orden social. Es más fácil catequizar al que no sabe que al que tiene las ideas torcidas.


La actitud para orientar y curar estas mentalidades dañadas, debe estar lejos de una condescendencia o falsa comprensión de estas situaciones. El que quiere revertir este desorden debe dar ejemplo con una vida de contraste sustentada en argumentos y convicciones que están respaldadas por la verdad.




“¡No tengáis miedo!” decía el Papa Juan Pablo II


Lamentablemente vivimos en una época donde abundan los miedosos. A una gran mayoría les parece que la verdad les compromete demasiado. Temen decir las cosas como son, los que creen que pueden perder situaciones sociales de estabilidad, un status determinado, o prestigios ganados con esfuerzo. También se encuentran en esta situación de temor los que quieren quedar bien con todos.


Es verdad que muchos defensores de la verdad han sido marginados y hasta eliminados, por ser considerados peligrosos para la estabilidad de algunas estructuras innobles. Estas situaciones no justifican las faltas de justicia y honradez de las personas. Es necesario vencer el miedo y dar la cara con la claridad de la verdad.


El Papa apuntala, “en este sentido, es necesario realizar “una oferta ideal y práctica de valores y de verdades, de razones fuertes de vida y de esperanza, que pueda y deba interesar a todos, sobre todo a los jóvenes”.


Esta oferta debe empezar por la enseñanza de la verdad combatiendo la mentira. La cultura de un país necesita de la lealtad y honradez de sus habitantes. Una vida de sinceridad y trasparencia es fundamental para curar las yayas de una mentalidad que ha cambiado la verdad por la emotividad y la acción.



Agradecemos sus comentarios.

viernes, febrero 05, 2010

LOS MIEDOS DE LOS GRANDES

Algunas personas piensan que los grandes personajes de la historia, o las personalidades más fuertes e influyentes han sido una especie de Superman irrepetible, un fuera de serie único, poseedor de una perfección envidiable.

Ese pensamiento se aleja de la mente cuando comprueban que existen aspectos endebles y frágiles en las más emblemáticas personalidades de la historia: los grandes héroes, los principales forjadores de la cultura, los más renombrados científicos, los artistas más famosos, los más destacados deportistas y los hombres más prestigiosos del mundo de los negocios.

Es fácil asociar las mejores virtudes humanas a las obras más destacadas de sus realizadores. Las virtudes no faltan, incluso sobran, pero existe, en la interioridad de cada uno, una especie de “hueco negro” de inseguridad, que genera algún tipo de angustia, que ellos desean evitar pero no pueden, y se quedan viviendo prisioneros de esas limitaciones que muchos tratan de ocultar. Otros las reconocen en los ambientes de confianza.

Hace unos años un escritor de espiritualidad, ya fallecido, quería escribir un libro que se llamase “Los defectos de los santos” Deseaba poner énfasis en las debilidades de esos personajes emblemáticos en quienes muchos no veían ni un pequeño defecto. La intención no era bajarle puntos a los santos, sino explicar que eran seres humanos de carne y hueso como todos los demás.

Tener debilidades y fragilidades es lo más normal, lo importante es ver cómo las superan. Los grandes personajes de la historia han tenido el mérito de superar sus propias debilidades, e incluso vivir con ellas, reconociendo su falta de virtud y sus angustias existenciales.


Las fobias y miedos de los grandes


En nuestro análisis de hoy no nos queremos referir a las debilidades morales que serían más bien consecuencia de los estragos del pecado y/o de luchas mal llevadas. Ahora quisiéramos poner la lupa en las limitaciones psicológicas inherentes en la personalidad de los grandes. Aquellas debilidades que pueden herirlo y algunas veces incapacitarlo para resolver determinados temas, que otros podrían resolver sin mayor dificultad.

Es difícil creer que personas con tan grandes dotes, capaces de llegar a las altas esferas en el mundo social, se sientan, en determinados momentos, incapaces, o con mucho miedo, para resolver asuntos triviales de la vida diaria.

Contaban de un gran literato que no podía ver un ratón porque entraba en una situación angustiosa que lo paralizaba, y de un extraordinario futbolista que por tenerle pánico al avión no viajaba con su equipo a los partidos de visita; no se pudo contar con él porque no pudo superar su problema.

También hay otros miedos que tienen una explicación lógica, porque se conoce bien la causa que los origina. Aún así las fobias y temores pueden persistir, e incluso aumentar.

Fedor Dostoieuski, Napoleón Bonaparte, Alejandro Magno, Sócrates, Vicent Van Gogh y el Papa Pio IX, padecían grandes angustias y momentos de pánico porque eran epilépticos.

Temían la proximidad a un momento de crisis. La valía y la genialidad de cada uno les hizo destacar por encima de esas limitaciones, que ni siquiera han trascendido a la historia. Sin embargo, sufrieron con sus miedos y tuvieron que utilizar “mecanismos” o “muletas” para disimular y “engañarse” a ellos mismos.

También es importante destacar la ayuda que recibieron de los que tenían al lado. Hay personas que entienden muy bien lo que está pasando y son un alivio y una ayuda maravillosa para el paciente o para el familiar.



Las angustias de los listos

Más del 65 % de personas padecen de alguna fobia. Estas anomalías suelen ser más pronunciadas en los más listos, que son los que se dan cuenta de sus limitaciones y de las posibilidades que tienen para las grandes empresas. Ellos viven tratando de ocultar sus miedos para que estos no impidan sus proyectos. De hecho, estas fobias (si se saben llevar bien) no suelen impedir los grandes proyectos. Quienes las padecen pueden vivir con ellas y seguir adelante sin que nada se venga abajo. También es necesaria la comprensión y el entendimiento de los demás.

La fobia es un miedo o temor patológico ante objetos o situaciones que no representan en sí mismas un peligro real para la salud o para la vida. Las más comunes son: Tenerle miedo a la oscuridad, a la altura, a las tormentas, a ver sangre, a los ascensores o a los aviones. Los miedos pueden estar acompañados de palpitaciones, falta de concentración o sudor incontrolado.

Algunas personas, más sensibles y más preocupadas por sus limitaciones podrían caer en la agorafobia: Miedo a padecer una crisis y no poder salir de ella. Es la persona que se siente atrapada y quiere huir a toda costa, (afirman de una manera dramática y contundente: “me voy a morir”, “me voy a desmayar”, “voy a perder el control”).

Si hay demasiada preocupación por uno mismo (orgullo personal o vanidad) los miedos pueden aumentar considerablemente al no tolerar que otros vean las limitaciones o debilidades. De inmediato se requiere, con urgencia, una super protección, o un camino rápido para huir, sin dar ninguna explicación.

Los adolescentes pasan por esta etapa. Rechazan las reuniones sociales que son formales porque no saben cómo portarse, les incomoda estar sin saber desenvolverse y si se les obliga, adoptan una postura hostil poniéndose huraños o chunchos. Desean salir corriendo de esos ambientes, que ellos, para defenderse, consideran absurdos y los critican.

Igualmente la persona mayor que ha adquirido una fobia social prefiere quedarse en su casa, sin que nadie lo moleste, solo o con un grupito pequeño de amigos. No le gusta estar donde hay mucha gente. Huye de las invitaciones, comidas, fiestas o reuniones. No se siente bien y tiende fabricarse una “teoría” para justificar, lo que sería solo un mecanismo de defensa donde se refugia.


Cómo vencer al miedo (los pasos que se pueden dar)

1. El primer requisito es la humildad que permite reconocer la debilidad y no tener vergüenza de padecerla. El reconocimiento es un gran alivio.

2. En segundo lugar habría que poner el don del olvido de sí mismo. En otras palabras: pensar siempre en los demás para servirles.

3. En tercer lugar, la compañía de otras personas que conocen esas limitaciones y ven con buenos ojos, y con confianza, al que las padece.

4. En cuarto lugar (debería ser lo primero) la fortaleza espiritual que se adquiere con los medios sobrenaturales.

5. En quinto lugar: (si persisten las fobias) los fármacos que recete el psiquiatra, aunque haya que tomarlos de por vida.

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