jueves, marzo 31, 2011

El amor a la casa de los nuestros

CUANDO SE QUIERE DE VERAS

El bung de la construcción nos ha permitido observar muchos y variados modelos de viviendas para la ciudad y para los lugares de veraneo. Los periódicos y revistas sacan encartes con planos, fotografías y diseños de casas más modernas, con todas las comodidades.

En los últimos tiempos muchas familias han hecho todo lo posible para tener la oportunidad de adquirir una casa nueva. Todos quieren, lógicamente, que sea cómoda, espaciosa y grata. Los corredores y los dueños que ofertan las viviendas cuentan con una experiencia bastante amplia, conocen perfectamente qué es lo que buscan los futuros inquilinos, y es por eso que la gama de servicios y comodidades que se ofrecen, es bastante amplia. Todo entra por los ojos, con unas presentaciones atractivas que convencen.

Diseños pre-establecidos

En el universo de ofertas los clientes suelen encontrarse con casas hechas a la medida, donde todo está pensado y prácticamente hecho. Hay planos donde no hace falta modificar absolutamente nada.

Sin embargo, a pesar de las experiencias y de las técnicas emblemáticas, que abundan en el mercado, las personas tienen sus modos de ver las cosas y prefieren, muchas veces, algo distinto a lo que se les ofrece. Incluso las ideas del cliente podrían parecer un capricho, frente a los modelos diseñados por los expertos. La razón es que no todo el mundo está de acuerdo con un diseño pre establecido. Las personas pueden tener exigencias y gustos distintos a los modelos presentados por prestigiosos arquitectos y decoradores.

Construir y decorar por amor a los demás

Alguien dijo alguna vez que las viviendas no las deberían construir los técnicos sino las personas que aman a otras personas. Es que la casa es el lugar donde los seres humanos pasan la mayor parte de su tiempo, además se trata del hogar donde están los seres queridos. Es el escenario para las mejores manifestaciones del amor humano.

Existen muchas casas diseñadas por personas que aman a los suyos, que junto a las indicaciones precisas de los técnicos, que no pueden faltar, le añaden el toque del amor al prójimo y el resultado es algo maravilloso que conmueve a cualquiera. No solo los familiares, también las personas que llegan de fuera, cualquiera, pueden apreciar, en el diseño y en el cuidado del hogar, la existencia de un corazón que ama de verdad.

Los que realmente aman a los suyos saben entregarles, con mucho cariño e ingenio, las mejores cosas, que se notarán también en la decoración y en la construcción de las casas en la que van a vivir. Es cuando el ser querido está pensando en cada uno, en sus gustos y en sus alegrías, y desea, con toda el alma, la felicidad de todos.

La maravillosa sazón del amor humano

Es como la mamá que prepara un plato distinto para cada hijo. Ya no es el plato de sopa con las mejores técnicas y sazones que pone un chef, es el plato preparado con amor por la mamá. Sabe distinto. Es mucho más rico y se agradece más. Eso lo podemos notar todos y es realmente conmovedor.

Muchas casas tienen reflejada la personalidad de una persona enamorada. No se nota en la comodidad de una individualidad egoísta, sino en la generosidad del amor por el ser querido. ¡Muchas personas enamoradas cuidaron con esmero cada detalle en el hogar, para que los suyos puedan disfrutar! El cariño se nota también en las cosas de la casa.

La correspondencia del que es querido con benevolencia consistirá en valorar y agradecer utilizando lo que ha recibido con verdadero aprecio. Se dará cuenta que, gracias a esas manifestaciones de generosidad de sus seres queridos, posee, no unos bienes materiales, sino un amor real que da seguridad y fortaleza. El que puede decir: ¡Tengo casa y hogar! porque mis seres queridos se preocuparon de que tuviera lo mejor!” suele ser una persona realmente feliz.

Lo que se construye y se consigue con amor es lo que tiene más valor

No importa si la casa es grande o pequeña, si está en el campo o en la ciudad, si es una casa de playa o un rinconcito minúsculo. El establo de Belén, donde nació en Niño Dios, se convirtió en la mejor casa del mundo y es el modelo de todos los hogares.

Las constructoras no pueden construir el amor de las casas, aunque los diseños sean bellísimos. Solo los corazones realmente enamorados, con un amor limpio, tienen el ingenio para convertir las viviendas en espacios de felicidad permanente. Cuando pasan los años los recuerdos vuelven a motivar los mismos sentimientos gratos y llenos de alegría que no se pueden borrar, porque están tejidos con el amor, noble y leal, de los seres queridos que supieron amar.

Es grandioso ver casas donde se nota un derroche de amor auténtico. Los escenarios del hogar construidos con el amor ordenado de los seres queridos siempre son limpios y edificantes. Todo lo contrario sucede cuando hay ausencia de amor humano. El egoísmo que lleva a la individualidad produce distancias y destruye los hogares, ensuciándolos y corrompiéndolos. No se debe permitir que se cambien las casas de familia por cuartos individuales habitados por “independientes” que terminan en la más triste soledad, lejos de la familia que se desvivió por ellos.

Nuestra sociedad necesita retornar a las excelencias de la familia que como célula básica es el cimiento de la libertad y felicidad del ser humano.

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viernes, marzo 25, 2011

El escaso interés de los que escuchan

CUANDO LOS CONTENIDOS SE PIERDEN

(las personas terminan perdiéndose por los descuidos o ingenuidades de los educadores)

¡Cómo nos esforzamos los educadores en elaborar guiones con contenidos importantes para transmitir a los alumnos! Dedicamos horas para ver, según los programas, el número de clases que los alumnos deben recibir para su capacitación o para su formación personal.

Disponemos todo para que esas clases se den dentro de unos horarios donde, lógicamente, todos los alumnos estén presentes. Cuando esta organización sale bien parece que ya se cumplieron los objetivos fundamentales: los alumnos estuvieron presentes, recibieron sus clases, algunos intervinieron, aprobaron sus exámenes y se van con sus diplomas o títulos. Efectivamente ellos pasaron por todos los procedimientos establecidos. Parece que se capacitaron y se formaron muy bien. La foto sale excelente.

Cuando pasa el tiempo nos llevamos la gran sorpresa: salvo contadas excepciones, la mayoría no viven lo que supuestamente se les enseñó, ni lo que estuvo como meta en los mejores programas. Cuando se trata de algo académico no tiene mayor importancia, siempre hay nuevas oportunidades en la vida para aprender, en cambio cuando se trata de la formación personal, puede resultar muy difícil arreglar una situación cuando la persona se ha torcido demasiado.

Ocurre con frecuencia que alumnos que pasaron por instituciones educativas y de formación personal saquen el pie del plato cuando empiezan a llegar las dificultades de la vida. ¿Es que no se enteraron de lo que supuestamente se les enseñó? ¿No hicieron caso a los contenidos de los programas formativos? o ¿no se le dio importancia a lo que realmente era importante?

Irresponsabilidad educativa

Es evidente que muchos formadores perciben el desinterés total, en la mayoría de los alumnos, por los temas de fondo relacionados con la vida. Saben bien que ellos no están respondiendo y sin embargo hacen la vista gorda, siguen para adelante como si no pasara nada. Parece que de esos temas no habría que hablar porque ¿se queda mal con alguno?, ¿se podría perder el puesto? o tal vez… porque los profesores tampoco viven esos temas.

Si no se arreglan las cosas a tiempo, muchos terminan pensando que una institución educativa solo debe preocuparse de los asuntos académicos y punto. Desgraciadamente ocurre ya en muchos lugares.

Sistemas de formación que son solo “un saludo a la bandera (con consenso general)

Quisiéramos poner el acento esta vez en la ingenuidad del maestro y en la incompetencia de los sistemas. Estos últimos pueden caer en formalismos aplicados al educando, sin que exista por parte del educador un interés real por el alumno en concreto. La combinación del educador ingenuo o permisivo con la aplicación los sistemas formales, puede ser la causa principal de los desatinos educativos en la época actual.

Cuando se pone el acento en los programas y en los dictados las clases sin más, se podría estar dejando de lado el conocimiento de las personas concretas, que son las que deben asimilar los contenidos que se enseñan. El educador o formador debe darle prioridad al conocimiento, que tenga él personalmente, de cada alumno. Esa ciencia es la que va a determinar la pedagogía, o sea, la forma de transmitir los contenidos.

Los contenidos no se pueden transmitir sin más. Antes se deben lograr las conexiones necesarias para la asimilación de lo que van a recibir. Son conexiones personales: buena relación profesor-alumno.

Los sistemas y los educadores

Una institución magnífica en la organización podría ser fatal para la formación de sus propios alumnos. Los chicos requieren más del concurso del educador que de la excelencia del sistema y el concurso del educador se empieza con el conocimiento de las personas y el interés real en formar a cada alumno. No se consigue mucho cuando los sistemas se dirigen a los grupos globales, mirando solo el universo, sin tener en cuenta las particularidades y circunstancias de cada persona. Cuando el educador “aterriza” en cada persona se da cuenta de los que se puede hacer a nivel global.

Para un educador lo más importante no es dar unas clases sino conocer bien a las personas para transmitirles contenidos que puedan ser asimilados convenientemente. Para un alumno lo más importante es la mejora que va teniendo en el desarrollo de sus virtudes por la atención y dedicación que recibe de sus padres y maestros.

Las virtudes no deben ser de la institución o de los sistemas sino de las personas. No se trata de que todos vivan según una reglas establecidas. El afán de buscar un orden en los modos y en las costumbres podría ser contraproducente para la formación de las virtudes en las personas.

Existen instituciones que destacan por el orden y la organización de los modos y procedimientos, con alumnos que cumplen perfectamente con las reglas del sistema. El orden y la organización se puede conseguir sin que existan virtudes auténticas en las personas.

Las apariencias engañan. Todo puede parecer ordenado y bello. El hombre es un excelente actor. Los chicos saben acomodarse a los requerimientos exigidos sin que se haya producido en ellos una transformación interior. Al contrario las exigencias del sistema pueden derivar al desarrollo de una doble vida en el alumno.

En muchas instituciones educativas existe un gran temor en tomar el “toro por las astas” para evitar romper el consenso social (profesores y familias) que ponen como prioridad la competividad académica, aunque se diga que los valores para formar a la persona ocupan el primer lugar. No es cierto. Es un cáncer generalizado que se ha extendido en muchos sectores de nuestra sociedad y que tendrá consecuencias devastadoras si no se corrige a tiempo.


La formación de las virtudes

Para lograr formar las virtudes en las personas los educadores deben de estar presentes, al lado de los alumnos, en la vida del colegio o de la institución educativa y dedicarse a conocer bien a cada uno.

Las familias deben intervenir en la educación de sus propios hijos y no buscar sustitutos. Los mejores centros educativos solo pueden funcionar con las familias.

La tarea de los padres de familia en coordinación con los educadores no se limita a la organización de actividades, ni a los requerimientos para conseguir facilidades académicas para los alumnos, es una función estrictamente educativa. Persigue unos fines de formación concretos que se obtendrán ganando las batallas de cada día con cada alumno.

Los excesos de frivolidad de un mundo materialista han penetrado en las estructuras educativas de la sociedad. La conciencia bien formada de cada uno lo puede advertir con facilidad.

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viernes, marzo 18, 2011

Reflexiones en Cuaresma

EL SONIDO DEL SILENCIO

El silencio es un valor que todo ser humano necesita para enriquecerse espiritualmente y poder crecer como persona. Es un derecho que no debe ser violado por una sociedad desordenada donde se ataca la intimidad y la paz de las personas.

Las bullas descontroladas que invaden los domicilios y lugares de trabajo o de descanso son atentados contra el hombre y su familia que pueden impedir la paz y la vida ordenada de las personas.

El silencio es necesario para rezar, para entrar en intimidad con Dios, sin ningún tipo de interrupción. En esos espacios de recogimiento el hombre se hace grande. A los templos se entra en silencio porque son lugares de oración personal, de intimidad con Dios.

Los enfermos necesitan el silencio para recuperarse. En las clínicas y hospitales suelen haber carteles que recuerden el silencio. Existen también señales para que los automovilistas no toquen la bocina cuando pasan por un lugar donde se debe guardar silencio.

La insolencia de las bullas nocturnas

El silencio es necesario para dormir. Las horas de la noche son para dormir y debe haber silencio. Clama al cielo cuando las autoridades hacen la vista gorda y permiten que las discotecas o lugares de diversión sigan con un volumen demasiado elevado hasta altas horas de la madrugada, en vecindarios donde hay gente descansando.

Las autoridades deben cuidar que nadie pase de los decibeles establecidos por la ley. Es indignante que algunas familias no puedan hacer nada contra las discotecas vecinas que cometen abusos, porque las autoridades no quieren intervenir. En algunos casos es por intereses económicos.

El nivel de bulla ha aumentado en los últimos tiempos. Hace años el paciente que esperaba para la consulta del médico podía leer tranquilamente en la sala de espera, hoy las clínicas se sienten en la obligación de poner un televisor encendido con el volumen alto para que puedan escuchar todos y a eso se suman las llamadas a través del celular de los que están en la sala de espera, que sin ningún escrúpulo, hablan en voz alta (y elevando más la voz porque el ruido les impide escuchar) con sus amigos o familiares. En las oficinas públicas o en los Bancos es lo mismo. Cada vez hay menos lugares de silencio.

El hombre de hoy necesita encerrarse y algunas veces ponerse tapones en los oídos para encontrar el ansiado silencio. Si lo logra habrá conseguido el silencio exterior que es la ausencia de bulla externa, luego tendrá que conseguir el silencio interior que es la serenidad para la reflexión o contemplación.

El silencio interior

Para el hombre creyente el silencio está sostenido por la gracia de Dios. Es un silencio con contenido, que llena al hombre de estupor, gozo y alguna vez de turbación, son los requerimientos para que trascienda del fondo la adoración. El silencio frente a Dios es mucho más que un simple callar. Lo que Dios nos alcanza es tan grande que lo disfrutamos con el silencio, llenándonos de agradecimiento y de alegría.

El mundo actual está enfermo y por eso se encuentra lleno de bulla. Hay una desatención total, atropello y falta de respeto, arrogancia y rebelión abierta, contra Dios y contra el mismo hombre. Dios calla porque el hombre habla demasiado, el hombre debería callar para que pueda escuchar la voz de Dios, que habla bajito.

Lo que Dios le dice al hombre es lo más interesante que pueda escuchar. Los hombres que han escuchado a Dios, en los espacios de silencio, son los más dichosos y seguros. Es preciso que todos descubran el sonido del silencio que deja penetrar la dulce y agradable voz de Dios que habla en todo momento para hacernos grandes.

El hombre, en los valiosos espacios del silencio, apunta la idea feliz, medita el planteamiento elevado, reflexiona sobre su vida y da gracias desde el fondo de su corazón por los beneficios recibidos. El silencio lo hace bueno porque le hace desarrollar los talentos de su interioridad. Se inspira en el silencio para decir la frase acertada que también es estética.

El silencio para las habilidades humanas

Los artistas piden silencio para poder interpretar con sus instrumento lo que les sale del fondo del alma. El público culto pide silencio para oír a los maestros. En las grandes actuaciones solo se oye la grandeza de la profesionalidad artística que combina técnica con genialidad.

Los atletas piden silencio para concentrarse en sus disciplinas: el saltador de garrocha, el que ejecuta un penalty, los tenistas, los golfistas…. Los estadios se llenan de silencio cuando se va a producir una jugada importante.

El silencio se extiende también al umbral de la muerte, cuando ya no hay nada que hacer y la partida es inminente y después…, todos se retiran en silencio dejando las flores que adornan el solitario lugar donde reposan los restos del que se fue para no volver. En el silencio se puede entender la gran verdad de lo que viene después para los que saben amar.

Cuando llega el auténtico sonido celestial de la Vida eterna se comprueba que ha compensado el silencio para conversar con Dios que contrasta con las bullas alocadas de los escándalos y alharacas desgarradas, de los que le dieron las espaldas a la verdad.

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jueves, marzo 10, 2011

Recuperación de las personas (Conversiones en Cuaresma)

EL RETORNO (Todos pueden volver, pero no siempre de la misma manera)

Pareciera, por lo que se ve en algunos sectores de la sociedad, que si una persona falla, en algún asunto de cierta gravedad, habría que decirle que definitivamente se aleje y haga su vida por otro lado y que de ninguna manera pretenda volver a los mismos ambientes o situaciones donde estuvo antes.

“Rehaz tu vida” se escucha decir como consejo acertado, que es como decirle: “Haz tu vida por otro lado y no te preocupes” “¡No vuelvas a lo de antes porque te equivocaste!”, “¡No es lo tuyo!” Impresiona ver la seguridad con que se suele aconsejar, en estos casos, sin dar opción al retorno. Algunas personas lo tienen como criterio fijo e inamovible.

Se entiende bien que puedan haber muchas circunstancias que aconsejen la conveniencia del alejamiento de una persona por las fallas que tuvo en el pasado: la paz de otras personas, que no quede un precedente que roce con la impunidad, que no sea una injusticia con otros, que no tenga que saltarse un punto que estaba reglamentado y cuya sanción era la expulsión definitiva…

Efectivamente, hay personas que deberían arreglar su vida por otro lado, sin embargo no se puede decir que sea un camino a seguir por todos los que fallan. Es más, si se hacen bien las cosas, se conseguiría que el retorno sea el camino de la mayoría.

Aunque hubieran muchas razones lógicas y convenientes para no pensar en un retorno, no se debe dejar de lado esta posibilidad, que debe quedar siempre abierta para las circunstancias que puedan aconsejar la vuelta de la persona, agresora o incumplidora, a pesar de lo grave de su falta.

Estas consideraciones se basan en lo esencial del genuino espíritu cristiano que no solo se queda en el perdón sino que incluye también el retorno. El Buen Pastor de los Evangelios consigue que la oveja perdida vuelva otra vez al redil.

En muchos casos el perdón sin un retorno no sería un verdadero perdón:“Te perdono, no lo vuelvas a hacer, sé muy bueno, pero vete a otro sitio…” puede ser un consejo que quite amarguras pero también puede ser áspero, duro y poco paternal y tal vez injusto. Podría ser como decirle: “búscate otro padre que yo me desentiendo de ti.

El que perdona debe cuidar que no se cuelen en su interioridad matices de resentimiento o deseos de tener lejos a la persona que se portó mal o no hizo las cosas como debería hacerlas. La solución del que perdona no debería quedarse en lavarse las manos con una indicación teórica o esteriotipada, (de reglamento) que termina alejándolo de él, porque ya no puede confiar en él. Jesucristo perdona a Pedro que lo había negado 3 veces y además lo hace Jefe de la Iglesia. Confía en el arrepentimiento de uno que le había negado.


¿Quiénes son los que pueden retornar?

Una vez abierta la posibilidad del retorno, es necesario ver quiénes son los que pueden retornar. En primer lugar habría que precisar de qué retorno se trata:

· Un futbolista lesionado no puede volver al equipo, aunque lo desee ardientemente, si sigue lesionado.

· Un trabajador que cometió una falta grave contra su empresa podría ser perdonado si está realmente arrepentido y quiere a su empresa. Depende mucho de las disposiciones y de la actitud que tenga.

· El esposo que se fue de la casa y se portó mal podría volver si está realmente arrepentido. Su retorno depende de unas exigencias que debe cumplir. Deberes de justicia y de caridad.

· Un sacerdote que dejó su ministerio sacerdotal y reconsiderándolo después desea volver, pueden existir motivos válidos para su retorno, lo mismo podríamos decir de un seminarista que deja el seminario, o que le invitaron a alejarse por una falta que cometió, a no ser que existan circunstancias graves que lo impidan.

La parábola del Hijo pródigo nos da las pautas claras para actuar con acierto con cada persona. El hijo se fue de la casa y malgastó, lo que su padre le había dado, de una manera inmoral y desafiante. A pesar de esa mala conducta el padre no solo está dispuesto a perdonarlo sino a darle nuevamente lo que tenía como hijo: su propia casa y tenerlo a su lado.

Para proceder así fue necesario el arrepentimiento y el deseo de volver del hijo. El padre no le saca en cara lo mal que se portó, la autenticidad del arrepentimiento que le hizo retornar le bastaba para volver a confiar en él, tampoco pensó que cometía una injusticia con el hijo mayor, que luego le va a reclamar con resentimiento. El Padre le explica cómo son las cosas para que aprenda a perdonar y a recibir a su hermano en la casa, junto a él, sin hacer ascos. De ninguna manera era una injusticia para el hermano mayor todo lo que el Padre le da al menor por el retorno.

Volver al redil del que se aleja es volver al sitio de dónde salió. En el sitio están los que no se fueron. Estos tienen que esmerarse para ser buenos anfitriones de los que estaban perdidos y retornan arrepentidos. Retornar sin arrepentimiento no es retornar. Como es evidente, lo principal es la rectitud del arrepentido. La persona que cometió la falta debe dar verdaderas muestras de arrepentimiento y deseos auténticos de volver.

A veces nos preocupa lo que hacen o no hacen las personas, más que las personas mismas, y los juzgamos porque fallaron o porque están fallando en algo. Este sesgo puede impedir la visión de un arrepentimiento real en un mundo donde campea la desconfianza. El que quiere amarrarlo todo y desconfía no es el mejor. En la vida siempre existirá el factor riesgo. Quién no interviene por una excesiva “prudencia” pecará de omisión en muchos temas que podrían clamar al cielo, por las injusticias que se generan creando además un clima de desconfianza. La confianza engendra confianza.

Hicieron bien los formadores de San Agustín en poner el acento en el arrepentimiento y no en las graves faltas que cometió. Decidieron su futuro apostando por él. No cerraron los ojos a la realidad sino que los tuvieron abiertos fijándose más en la capacidad y en los propósitos de la persona arrepentida, y así acertaron.

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jueves, marzo 03, 2011

Entre parientes o amigos

ACERCAMIENTOS INDEBIDOS


Las personas somos felices cuando sabemos amar. El amor, como algo valioso y profundo, tiene unas leyes que cuando se cumplen, llenan al hombre de alegría y felicidad y cuando no se cumplen, se puede caer en una profunda tristeza o depresión. Los enredos de un desorden amoroso pueden convertirse en una terrible esclavitud.

Las personas aprenden a amar en sus hogares con la ayuda de sus padres y familiares. Esas enseñanzas se refuerzan en el colegio o en la parroquia con la ayuda de los educadores y de otras personas competentes e idóneas.

Los desórdenes se producen cuando hay descuidos o ausencia de formación moral. Son muy graves cuando se dan en los ámbitos familiares.

La formación moral que los padres deben dar a sus hijos no debe limitarse a recordar criterios de conducta o señalar los peligros que existen en la sociedad. Los padres deben estar cerca de los hijos como los maestros de sus alumnos, para ver cómo viven y qué hacen.

Conocer bien a las personas

Para poder educar bien hay que saber cómo es el hombre y cómo son las personas del contorno, los familiares y las amistades. No todos son iguales, ni obedecen a los mismos patrones. Así como hay diferencias de temperamento también hay tendencias y conductas distintas. Lo importante es conocer bien a las personas con sus tendencias y particularidades, no para descalificarlas, sino para poder situarnos y, si es el caso, poder orientarlas convenientemente y a tiempo.

Con frecuencia ocurre, en determinadas familias, un escándalo por alguna conducta indebida que no se detectó a tiempo entre los mismos familiares: juegos eróticos entre los hermanos o primos, la incursión de alguna amistad con tendencias desordenadas en los aspectos sexuales, traumas por haber callado algo, relacionado con el sexo, que no se dijo en su momento, etc.

La experiencia de la vida nos coloca frente a situaciones difíciles de entender, por ejemplo cuando vemos caer a personas que considerábamos honorables y de una conducta recta e intachable. Es cuando surgen las preguntas: ¿qué pasó? ¿cuándo se quebró? ¿a qué se debe?, ¿por qué se portó así? y no hay ninguna respuesta que nos tranquilice.

Más dolor tienen los papás que creían que sus hijos estaban en buen camino y luego descubren que vivían otra vida, oculta para ellos y para toda la familia (en los aspectos sexuales y sentimentales), y sienten que se les cae por los suelos todo lo que hicieron, con mucho sacrificio, para que sean personas correctas y honradas.

Algunos papás, metidos en sus desánimos y llenos de vergüenza, no quieren saber nada con ese hijo o esa hija que sacó los pies del plato. ¡Qué difícil es tratar de arreglar algo cuando ya ocurrieron las cosas y cuando parece que las situaciones impropias se vuelven irreversibles!

A pesar de todo, no es prudente perder esperanza en la conversión de las personas y en la solución de los problemas con la recuperación de esas mismas personas.

Prevenir, antes que lamentar

Hoy quisiéramos poner el acento en la prevención. ¿Qué es lo que tienen que hacer los padres en el hogar, cuando deben orientar a sus hijos en los temas relacionados con el sexo y los afectos, para que no se den situaciones impropias que dañen el futuro de las personas?

En los párrafos iniciales incidíamos en la importancia de la presencia de los padres en el hogar. Deben observar constantemente a los hijos, no solo a los bebés pequeñitos, sino a todos los hijos, más si son adolescentes: qué quieren hacer, a donde van, con quien se juntan, qué hacen en la casa, quienes entran a la casa, cuanto rato se quedan.

Los padres de familia con buen criterio sabrán separar los dormitorios de los hombres y de las mujeres. Los dormitorios son para dormir, si hay una mesa de trabajo es para que estudien o trabajen los que viven allí.

No es prudente que en los dormitorios de los chicos se coloque un televisor. Los televisores y las computadoras deben estar en lugares donde todo el mundo entra (living o una sala común).

Tampoco es prudente que las personas ajenas a la casa entren en los dormitorios habitualmente. Se debe enseñar a los niños a no estar tirados en las camas y a no meterse nunca en una cama ajena.

En el hogar los niños deben aprender a vivir el pudor a la hora del aseo y de vestirse. Que ellos aprendan a vestirse y a bañarse solos. Las “naturalidades” no son un remedio contra las vergüenzas o temores, al contrario pueden perjudicar el desarrollo de sus virtudes, especialmente la virtud de la Pureza.

Los niños suelen aprender, en la conversación con sus padres, las bondades y maravillas del cuerpo humano, junto a los modos de proceder de acuerdo a las circunstancias y personas. Si se les orienta con la verdad, dicha a tiempo, sabrán claramente lo que es correcto o incorrecto en el proceder de las personas.

La orientación de los padres para que puedan educar bien a sus hijos

Cuando ocurren problemas por juegos indebidos (en los aspectos sexuales) entre parientes, los padres no deben desesperarse con la amargura o la ira y tomar medidas drásticas que dejan heridas o descalificadas a las personas.

Tampoco deben pensar que, por esos episodios, sus hijos o hijas tienen un problema de homosexualidad, o algo por el estilo. Estas dificultades suelen ocurrir cuando los padres no conversan habitualmente con sus hijos. Lo primero que deben hacer es empezar a conversar con ellos y tener en cuenta lo que se ha señalado en los párrafos anteriores.

Cada vez es más importantes que los padres reciban una orientación que los capacite para educar a sus hijos en estos temas delicados. El ambiente de desorden que se vive en la sociedad sobre estos temas influye negativamente para la solución de los problemas que puedan presentarse en el ámbito familiar. Cada caso debe solucionarse en cada casa, con el concurso de los padres y la ayuda de educadores competentes.

Cuando los padres actúan con rectitud y son ejemplares en sus conductas, encuentran en la familia los recursos necesarios para orientar y formar correctamente a sus hijos. Ellos tendrán la serenidad debida para hilar fino y conseguir que todos se quieran más, sin los desórdenes, que además son contrarios al amor.

Cuando hay una buena relación familiar y se viven las virtudes, no tienen porqué repetirse situaciones indebidas que pudieron haber ocurrido por descuido. Puede ser que los padres o la familia aconsejen, por prudencia (cuando han sucedido hechos indebidos), que se ponga una cierta distancia entre dos familiares para solucionar el problema.

Eso no impide el amor que se deben tener, al contrario, lo fortalece más. Las personas implicadas pueden entenderlo muy bien, sin que quede en ellos ningún trauma; es más: agradecerán con toda el alma esas ayudas que conseguirán una mejor estabilidad y seguridad en sus relaciones como personas y como familia.

Los familiares tampoco deben etiquetar a un pariente como peligroso, porque todas las personas pueden cambiar y mejorar. Si se hacen las cosas bien se consigue el cambio y la mejora de las personas. Estos logros le dan a las relaciones humanas la fortaleza necesaria para que exista una mejor comprensión entre todos. San Josemaría Escrivá decía que cuando una persona lucha para ser mejor, las lañas, que tuvieron que ponerle para recomponer sus roturas, se convierten en condecoraciones.

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