viernes, agosto 31, 2012


CONVERSIONES QUE DAN ALEGRÍA
El chofer de un ómnibus
En la década de los años 70 del pasado siglo 20, un grupo de universitarios españoles decidió contratar un autobús para viajar de Madrid a Roma y asistir a un congreso universitario que tendría lugar en la ciudad eterna durante la semana santa. Como parte del programa se habían organizado también un par de encuentros con el Fundador del Opus Dei, Mons. Josemaría Escrivá de Balaguer. Como el viaje era bastante largo se organizaron para tener algunas actividades en el autobús que distribuyeron con un horario: canciones, charlas, rezo del Rosario, lecturas, etc. El conductor del ómnibus era un  joven chofer experto en esos viajes, largos y cansados, había llevado a jóvenes a distintos eventos internacionales en repetidas ocasiones, sin embargo estaba asombrado de éste último viaje porque encontraba en el ambiente de estos muchachos algo distinto.
Los muchachos eran normales, iguales que todos, conversaban, metían bulla, cantaban, eran divertidos… lo que le llamaba la atención era que de pronto todos se ponían a rezar el rosario, o reflexionaban en silencio oyendo la prédica de un sacerdote. Él creía que los jóvenes divertidos y movidos no podían ser los que rezaban y pensaba que los que rezaban tenían que ser tranquilos y no bullangueros. Esta combinación de gente divertida y a la vez formal, le parecía extraña y estaba como se dice “con la mosca tras  la oreja”; le había entrado una enorme curiosidad. Cuando llegaron a Roma, observó que de pronto estos muchachos se vestían de terno y corbata para asistir a una reunión, notó que iban a con cierto nerviosismo, como si fueran a ver algo extraordinario y su sorpresa fue mayúscula cuando ve que salen contentísimos y exultantes de ese encuentro. No aguantó más y decidió, sin decirle a nadie, colarse en la siguiente reunión. Se preparó para este propósito y el día de la cita, cuando bajaron del ómnibus los muchachos elegantemente vestidos, él, que se había puesto también  corbata y saco, los siguió hasta el salón donde se iba a realizar el encuentro y se escondió tras una columna. Enseguida llegó san Josemaría y un aplauso entusiasmante estremeció la sala. Le impresionó ver la llegada que tenía ese sacerdote con los jóvenes y luego al escucharle se emocionó hasta las lágrimas porque recordó que estaba en deuda con Dios, pidió rápidamente un confesor. Hacía 40 años que no se había confesado. Salió con propósitos firmes de ser santo y se apuntó, como chofer, de los futuros congresos en Roma.

Un adolescente rebelde
En esa misma década un adolescente estaba harto de sus padres porque iban a Misa todos los días y siempre le aconsejaban para que mejore su conducta. Sus padres eran miembros del Opus Dei y muy seguidores de Mons. Escrivá. El hijo en su rebeldía no quería saber nada con el Opus Dei, ni con su Fundador.  Un buen día Mons. Escrivá asistiría a una tertulia en la ciudad donde vivía este chico. Veía que sus padres estaban emocionados por esa visita y él, por su rebeldía quería mostrarse ante ellos reacio e indiferente, aunque tenía en el fondo una enorme curiosidad por saber quién sería ese tal Mons. Escrivá de Balaguer.  Unos días previos a esa visita,  se juntó con sus amigos de la universidad y le pidió a uno, que frecuentaba un Centro del Opus Dei, una entrada para asistir al encuentro con el Fundador, pero le advirtió para que no se lo diga a nadie. Pensó que podría verlo escondido y que nadie se iba a enterar. Su amigo le advirtió para que llegara temprano y así asegurara un buen sitio. El día de la tertulia se presentó con su terno. Se puso en un lugar alejado y procuró pasar desapercibido. Fue observando cómo entraban los chicos de su edad, los veía felices y expectantes. Al poco tiempo se acercaron algunos y lo saludaron afectuosamente. Él se sintió bien y además esos chicos le caían simpáticos. Se armó sin que se diera cuenta una agradable conversación de la que participó con alegría y entusiasmo. Al poco rato se encienden las luces y empiezan los aplausos atronadores de los jóvenes. Él, contagiado por el ambiente, aplaude con un inusitado entusiasmo. Mons. Escrivá se dirige a los jóvenes en un tono claro y persuasivo. Todos lo miraban con aceptación y felices de estar allí. Las palabras de san Josemaría lo removieron hasta las lágrimas porque le hicieron recordar los consejos que había recibido de sus padres y que él no había querido aceptar por su terca rebeldía.  Esa misma noche escribió una carta a sus padres pidiéndoles perdón por su equivocada actitud y les agradecía la paciencia, la comprensión y el cariño que habían tenido con él.

Un santo canonizado
Cuentan que San Alfonso María de Ligorio era muy entusiasta, pero un día le entró una frialdad interior impresionante. Nada le entusiasmaba y estaba muy preocupado. El Señor lo estaba probando. Cuando se encontraba con esos desánimos entró en una iglesia sin encontrar ninguna respuesta hasta que de pronto se fijó en un cartel que estaba al pie de una imagen de la Virgen y decía así:
Acordaos Oh piadosísima Virgen María que jamás se ha oído decir que alguno de los que ha acudido a vuestra santísima protección haya sido abandonado de vos. Animado con esta confianza a vos también acudo, ¡Oh Virgen Madre de las Vírgenes! Y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. No desprecies oh Madre de Dios mis súplicas, antes bien acogedlas y aceptadlas benignamente. Amén.
Al leer esta oración Alfonso recupero al instante el entusiasmo que había perdido.

Un comunista ateo
André Frossard nació en Francia en 1915. Como su padre, Ludovic-Oscar Frossard, fue diputado y ministro durante la III República y primer secretario general del Partido Comunista Francés, Frossard fue educado en un ateísmo total. Encontró la fe a los veinte años, de un modo sorprendente, en una capilla del Barrio Latino, en la que entró ateo y salió minutos más tarde "católico, apostólico y romano". 
Habiendo entrado, a las cinco y diez de la tarde, en una capilla del Barrio Latino en busca de un amigo, salí a las cinco y cuarto en compañía de una amistad que no era de la tierra.
Habiendo entrado allí escéptico y ateo de extrema izquierda, y aún más que escéptico y todavía más que ateo, indiferente y ocupado en cosas muy distintas a un Dios que ni siquiera tenía intención de negar -hasta tal punto me parecía pasado, desde hacía mucho tiempo, a la cuenta de pérdidas y ganancias de la inquietud y de la ignorancia humanas-, volví a salir, algunos minutos más tarde, "católico, apostólico, romano", llevado, alzado, recogido y arrollado por la ola de una alegría inagotable.

Al entrar tenía veinte años. Al salir, era un niño, listo para el bautismo, y que miraba entorno a sí, con los ojos desorbitados, ese cielo habitado, esa ciudad que no se sabía suspendida en los aires, esos seres a pleno sol que parecían caminar en la oscuridad, sin ver el inmenso desgarrón que acababa de hacerse en el toldo del mundo. Mis sentimientos, mis paisajes interiores, las construcciones intelectuales en las que me había repantingado, ya no existían; mis propias costumbres habían desaparecido y mis gustos estaban cambiados. Estaba totalmente convertido.








viernes, agosto 24, 2012



Cuando se elige mal
DUELE EN EL ALMA II
Si nos preguntamos ¿qué es lo que más dolor le causa a una persona buena? La respuesta inmediata sería: le duele lo que le duele a Dios. A Dios le duele mucho que no sepamos corresponder a su amor.
Un buen día un chico joven se le acercó al Señor y le preguntó:  “Maestro bueno, ¿qué debo hacer para salvarme?” (Mc. 10,17) . El Señor antes de responderle le pregunta ¿por qué me llamas bueno?  ¡El único bueno es Dios!” (Mc. 10,18)
La pregunta del muchacho no era del todo sincera, por lo que se verá después, sin embargo quería congratularse con el Señor. Le dice que es muy bueno como haciéndole ver que todo lo que el Señor le había dado y todo lo que luego le pediría, lo hacía solo por ser muy bueno. Está dispuesto a reconocer lo bueno que era Jesús, pero no va a reconocer que Jesús lo está llamando para que lo siga. Hoy muchos llaman bueno a Dios pero no quieren seguir a Dios. De nada sirve que le llame bueno a Dios si lo principal es el seguimiento, hacer su voluntad. Cuando Dios envía a un instrumento suyo para anunciarle a otro que lo quiere para él, el enviado suele transmitir las cosas con todo el amor que Dios pone en su corazón. El que recibe la llamada se sorprende de lo bueno que es el que se acerca y no se da cuenta que está recibiendo el amor de Dios, “el único bueno es Dios”. Lo importante no es el reconocimiento de la bondad sino el seguimiento de Dios. No basta creer en Dios, hay que hacerle caso.
Cuando Jesús responde la pregunta del joven rico: “si quieres salvarte, cumple los mandamientos”  el joven le contesta: “ya los cumplo desde mi juventud, ¿qué me falta? (Mc. 10,20)
En ese momento el Señor  “mostró quedar prendado de él” (Mc. 10,21). Lo mira con mucho cariño penetrando en su vida, interesándose por todas sus cosas. Lo quiere con el amor más grande que el joven pueda recibir. El muchacho debió asustarse mucho al sentirse querido por Dios de esa manera. El amor de predilección que Dios puso sobre él debió ser arrollador. Pero este chico tenía el corazón en otro sitio (quizás una chica, o sus amistades, o tendría planes distintos, ya habría decidido hacer con su vida algo distinto a lo que el Señor le pedía). Estaría tan apegado a sus planes que  él no sentía el mismo cariño que el Señor tenía por él y optó por algo poco inteligente: no decir nada y retirarse de esa propuesta. El Evangelio dice que el joven se fue  “entristecido y muy afligido” (Mc. 10, 22).  Se perdió lo más grandioso.
Los que no saben ser generosos para dejar lo que haga falta y seguir a Dios se retiran con cierta desazón, intentando demostrar que ese camino no es para él, algunos incluso se sienten incómodos y molestos por esa propuesta. La primera tristeza que tienen es no poder contentar al que se le acerca con mucho cariño para transmitirles el querer de Dios. Quizás se sientan honrados y agradecidos con la propuesta, pero la rechazan, no les interesa, tienen otros planes.
La negación al plan divino genera un ambiente de tristeza. A Dios le duele la falta de generosidad de las personas que no quieren seguirle y esas personas llevarán de por vida el peso de su negativa, como una carga que podría poner en peligro su felicidad en la tierra y en el Cielo.
En el caso del joven rico del Evangelio, el mismo Señor comenta en voz alta y delante de los apóstoles unas palabras que los llenó a todos de una profunda pena, porque se referían al muchacho que se acababa de retirar: “es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de los Cielos” (Mc. 10, 25)
Los apóstoles estaban todos preocupados por lo que había pasado. El Señor les estaba haciendo ver que este joven que cumplía todos los mandamientos no iba a salvarse. ¿Como era posible  que sucediese eso con un chico tan bueno? El mismo muchacho estaría seguro que cumpliendo los mandamientos y creyendo en Dios, era suficiente para salvarse. Aterrado Pedro toma la palabra y pregunta: “¿y qué va a ser de nosotros que hemos renunciado a todo y te hemos seguido?”  (Mc. 10,28).
El Señor responde de inmediato haciéndoles ver el premio que van a recibir los que han sabido ser generosos entregando su vida a Dios. Ellos van a comprobar que Dios es el mejor pagador del mundo.  Jesucristo les habla claro y les dice con firmeza: “Yo les aseguro que nadie hay que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o heredades, por amor de Mi y del Evangelio, que ahora mismo en este siglo no reciba el céntuplo por equivalente de casas, y hermanos, y hermanas, de madres, de hijos, y campos, aunque con persecuciones, y en el siglo venidero la vida eterna. Muchos de los que son los primeros, serán los últimos; y muchos que son últimos, serán los primeros” (Mc 10, 29-31)
El premio no podía ser mejor. Por cada cosa que entregan se recibe 100 veces más en esta tierra y luego la vida eterna de felicidad en el Cielo.  El que se entrega a Dios no pierde nada, al contrario gana todo. Hace el mejor negocio de su vida. Los papás de alguien que se entrega a Dios no pierden un hijo, al contrario lo ganan. El hijo con su vida de entrega facilitará la entrada de sus padres al Cielo, pero antes, en la tierra, les alcanzará la felicidad más grande que puedan tener. Se puede ver en la experiencia de las personas fieles entregadas a Dios.
El núcleo central del tema está en la llamada de Dios, que es la vocación que recibe la persona, tal vez de un modo inesperado. La vocación no es un sentimiento, tampoco un gusto, no nace con la persona. Es una propuesta que Dios le hace metiéndose en su camino, sin pedir permiso. Él pasa y al encontrarse con el que quiere le dice: “ven y sígueme”
Descubrir la vocación es constatar que Dios pasó y llamó proponiendo algo distinto a lo que uno ha pensado y que tiene unas dimensiones sobrenaturales. Es algo que parece difícil para uno y prácticamente imposible. Uno piensa que se han equivocado, que la persona llamada es otra. Entonces tiene miedo. Este es el síntoma más claro de que existe una llamada divina. Es cuestión de fe.
El joven rico del Evangelio se equivocó.

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miércoles, agosto 22, 2012


El amor varonil que da seguridad
AMOR DE ABUELO, PADRE e HIJO

Algunos hombres piensan equivocadamente que expresar los afectos es más de mujeres que de varones. Existen padres que se quedan solos porque no supieron cultivar el amor de paternidad siendo cariñosos con sus hijos. Hay hijos que dicen: mi papá nos ama sin manifestar sus afectos, no le gusta abrazarnos y mucho menos besarnos. Ver abuelos solitarios y abandonados por sus seres queridos es un espectáculo dramático que se está haciendo corriente en muchos lugares del mundo. Una de las causas de estas tragedias fue el control de natalidad, quisieron tener pocos hijos y luego se quedaron solos. Si se educa con egoísmo, luego el egoísmo también revierte sobre los egoístas y se llenan de amargura. Se cosecha lo que se siembra.
El amor de abuelo, de padre y de hijo debe ser constante en todos los hogares y en la sociedad. Donde existe ese amor varonil hay salud y alegría. Hay también seguridad y serenidad. Se trata del amor paternal que implica cuidado y direccionalidad. El padre es el que marca el rumbo y el que cuida de los peligros. Los hijos y nietos protegidos por la paternidad suelen tener un corazón maravilloso, porque son personas que han aprendido a querer con orden, no suelen ser engreídos sino gente que tienen la fortaleza del amor. Ellos son los que más valorarán el amor de la abuela, de la madre y de la hermana que les enseña la ternura y el saber tener constantes detalles de cariño y amabilidad.
Los dos amores, el paterno y el materno se complementan y se hacen uno solo. Son amores puros que tonifican la virtud de la Santa Pureza, esencial para que el corazón funcione bien y la persona pueda ser feliz.
El cariño de los amores paternales nos convierte en defensores de lo sagrado y limpio. Queremos que en la casa no solo exista el orden material sino el orden de los corazones limpios. Duele mucho un pariente que tenga el corazón sucio. Se le quiere pero se sufre. A mayor santidad mayor sufrimiento. Querer realmente a la persona es quererla limpia, que tenga limpia su interioridad para que pueda amar.
Una persona limpia no mancha con su pecado el lugar de su casa. Sería como clavarle con un puñal en la espalda a sus seres queridos limpios. La casa es un lugar sagrado donde todo debe ser limpieza. Si se limpia bien la casa, antes está la limpieza del corazón de los que viven en esa casa.
El amigote que se emborracha con el amigo no lo sabe querer, el que incita al mal a otra persona es un corruptor, tarde o temprano vendrá la ruptura con ese tipo de “amistad” que no vale la pena. A veces uno cree que tiene amigos y se equivoca.
El que tiene en su casa el amor de paternidad y goza de él tiene la fuerza y la claridad para saber quiénes son sus amigos y quiénes no. Y si un amigo está en un camino que no es el correcto, buscará por todos los medios ayudarlo a que se corrija. La ausencia de un amor de paternidad trae limitaciones y miopías para la elección de los amigos y de los ambientes donde se debe estar.
La direccionalidad de la paternidad con las manifestaciones de afecto paternales son garantía de un camino sano con un futuro de felicidad. El hombre que recibe un amor varonil de paternidad se encuentra agradecido de ese gran valor y no lo cambiaría por nada. Poder decir Padre con amor es un privilegio de primer orden que da seguridad y firmeza.
El reconocimiento de la paternidad por parte de los hijos no se queda en el respeto y en la consideración. El hijo también le debe decir al padre: ¡Te quiero! con gestos, manifestaciones de afecto, detalles y sobre todo con una respuesta de obediencia a esas directrices que emite la paternidad con tanto cariño.
Corresponder es también contestar y no quedarse en silencio. Los padres esperan que sus hijos los quieran con una comunicación fluida y llena de amor, que esté lejos de los silencios “respetuosos” o de temor y lejos también de las distancias. El hijo debe saber estar cerca del padre.

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jueves, agosto 16, 2012


Cuando se le dice NO a Dios
DUELE EN EL ALMA   I
Duele en el alma y se sufre mucho cuando quieres mucho a una persona para que sea buena y te responde con evasivas y silencios. Te vuelcas haciéndole ver la capacidad que tiene para ser santo y no le interesa. Tratas de hacerte el encontradizo y procura evitarte. No toma la iniciativa para llamarte ni para preguntarte sobre los temas de fondo que debería conversar, porque piensa, equivocadamente, que en eso no tiene nada que decirte.
Jesucristo amó con predilección a sus apóstoles que eligió para que estén a su lado y sean fieles, cumpliendo con sus compromisos de vivir una vida santa y de difundir el cristianismo por el mundo entero.
Cuando los llama les invita a vivir cerca de él. Los quería con toda el alma y les dio todo para que sean santos y fieles. ¡Con qué cariño los trataba!
Cuando paso el tiempo algunos apóstoles se alejaron de su maestro y optaron por tomar cierta distancia, por motivos absurdos y penosos. A Pedro le daba vergüenza decirle a sus amigos que él era discípulo de Jesús. No quería que sus amigos lo vieran con él y cuando le preguntaron si era amigo de Jesús, lo negó tres veces.
Hoy también se ven las mismas actitudes en muchas personas que chotean al que más les ama porque buscan un “prestigio” en los ambientes donde quieren estar. Esta conducta es injusta y produce un gran dolor. Jesús sufrió mucho cuando su querido Pedro, el que había escogido como Jefe y principal colaborador suyo, se aleja de esa manera tan desleal. Menos mal que  reaccionó al oír cantar el gallo y se arrepintió llorando amargamente. Jesús lo perdona y le pregunta tres veces si lo ama de veras. El amor a Dios no es una opción más es una necesidad y un deber. Todos debemos esforzarnos en querer más a Dios y no esperar que nuestros sentimientos den la señal de partida.
Jesús también sufrió con Tomás apóstol que por pasar por una temporada de flojera le entraron las dudas.  Estaba tan desganado que ya no quería ir a las reuniones con Jesús y con los otros apóstoles. No le interesaba lo que el Señor pudiera decir. Se perdió el momento en el que Jesús instituyó el sacramento del perdón.
Más adelante los otros apóstoles fueron a convencerle para que se acerque nuevamente a su maestro y menos mal que accedió, porque al ver las heridas de Jesús  recuperó la fe que había perdido. Es entonces cuando exclamó con arrepentimiento y reconociendo el amor de su maestro: “Señor mío y Dios mío”  Esta conducta también se repite en muchos cuando caen en un estado de flojera: se pierde interés por temas de fondo, se pierde el tiempo, no se sale de una superficialidad notoria y empiezan las dudas. Si no se lucha por salir de ese estado la conducta se enrarece y se maltrata a las personas buenas. Gracias a Dios Tomás reaccionó por iniciativa de otros y volvió a estar cerca de Jesús. Ojala que muchas personas reaccionen como Tomás, confiando en los consejos de los demás, y consigan vivir siempre junto al Señor. No hay otro sitio mejor.
El sufrimiento mayor lo causó Judas, que vendió a su maestro por un dinero que quería ganar para sus gastos. Además lo vendió para que lo mataran. Contrasta el amor grande que le tenía Jesús a Judas y el desprecio de éste por su maestro. Judas tenía el diablo dentro. Así se puede explicar el desamor que le tenía a Jesús, aunque lo llamara amigo y lo saludara con un beso. Estas actitudes se dan hoy también en muchas personas y son causa de grandes dolores y amarguras. Judas no se arrepiente y termina suicidándose. ¡Qué pena más grande! para alguien que tenía vocación y la desprecia de esa manera tan absurda y tonta.

El dolor del que ama más
¡Cuánto le duelen a Jesús  los desatinos y desamores de las personas amadas! 
¿por qué los hombres somos tan malos con Dios, cuando Dios es tan bueno con nosotros?,  ¿por qué algunos hombres tratan mejor al que no lo sabe querer de verdad y rechaza o se escapa del que más lo quiere? 
Cuando la lógica humana está infectada con el pecado se rechaza el bien y a las personas buenas como si fuera algo malo y se acepta lo menos valioso como si fuera una decisión libre de la voluntad.  La libertad se tiene cuando se elige el bien y el bien no depende de la subjetividad. Cuanto más bien se recibe más libre se es.
Tampoco la libertad está en la comodidad.  Sentirse cómodo y pasarla bien no es sinónimo de ser libre. Conquistar lo más valioso exige esfuerzo, sacrificio y muchas renuncias. Solo después de una contienda por llegar a metas más altas se puede experimentar el gozo de haber alcanzado una gran libertad.
El autodidacta o el que quiere hacer las cosas solo por su cuenta, no es el más listo ni tampoco el que tiene más libertad. Las personas que más libertad nos dan son las personas buenas que nos quieren de verdad y nos exigen para que seamos buenos y libres. Las personas permisivas que quieren quedar bien con nosotros no son las mejores y nos pueden hacer perder el tiempo y muchos valores. A esas personas, si son nuestros amigos o parientes cercanos, les tenemos que exigir con nuestra conducta coherente en la línea de la lucha por la conquista de lo que más vale. Ser valientes para el bien y  no tener miedo, ni vergüenza.

El silencio del que se hace el “loco”
Duele mucho el alma cuando se pone amor limpio y noble para ayudar a una persona a acercarse a Dios, y ésta se cierra con un silencio sepulcral alejándose y rechazando la propuesta, como si se le estuviera quitando la libertad.
Jesucristo se hace el encontradizo con los hombres. Se pone en el camino de cada uno para que se encuentren con él. Así es Él.  El hombre que se lo encuentra, decía el Papa Juan Pablo II,  no puede seguir viviendo como si no se lo hubiera encontrado.  Hace mal el hombre que desea pasarse a la vereda de enfrente para que Jesús no le complique la vida.
 El Señor siempre nos pone planos inclinados para que nos deslicemos hacia Él. El hombre que se deja deslizar encuentra la libertad. El que hace esfuerzos por escaparse encontrará en sus “libertades”  muchas esclavitudes que herirán lo más profundo de su alma para que luego pierda el sentido de todo lo bueno y la fuerza para luchar en lo que vale la pena. Las decisiones que le impidieron ser generoso con Dios estuvieron motivadas por “luces de bengala” que brillaron un instante para luego quedar en nada.  ¡qué triste es ver vidas que pudieron llegar a metas altas y se quedaron en el camino!
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jueves, agosto 09, 2012


Saber acercarse al que sabe amar
DESCUBRIR EL AMOR
Algunos pensaron equivocadamente que descubrir el amor era descubrir a la chica o al chico de su vida. Ojala fuera así, pero para la mayoría la realidad está siendo otra. Es muy triste ver esposos que se tratan mal de modo habitual, porque no se hablan o porque tienen discusiones feas e hirientes y algunas veces con amenazas, que pueden llegar a situaciones de violencia insostenibles. Ellos que dedicaron tanto tiempo a la enamorada dándole prioridad y teniendo con ella múltiples atenciones: palabras afectuosas, arrumacos frecuentes, sueños de un futuro maravilloso, viviendo un mundo tan sentimental como ideal, para luego, con el paso de los años, llegar a declarar persona no grata a la persona que fue durante tanto tiempo el amor de su vida.
Lo dicho en el párrafo anterior es la pura realidad en múltiples casos, que lamentablemente están creciendo en el mundo entero con la destrucción de la familia. Para evitar más daños y deterioros habría que aconsejar a las personas para que descubran lo que realmente es el amor.
La imagen romántica que dan las telenovelas o películas que se dan en el medio, o los acercamientos con manifestaciones afectuosas visibles entre las parejas, confunden a las personas acerca de lo que es realmente el amor. Los sueños platónicos de conquista de un amor humano, el buscar a alguien que caiga bien para pasarla bien, o el querer que un chico o una chica nos quiera, no es realmente lo que hay que buscar para encontrar el verdadero amor. Un persona con la conciencia bien formada rechazará muchas veces esas atracciones porque no son más que atracciones, algo que provoca, algo que se desea o se busca sin más. Esto no significa que no haya que enamorarse, significa que el amor debe tener un orden y por allí no se empieza.
Si uno quiere construir una casa, y rápidamente va poniendo ladrillo por ladrillo, con poco fierro y poco cemento. Esa casa se puede construir, pero con el tiempo se vendrá abajo. Esto es lo que ocurre con la mayoría de los matrimonios. El hombre de hoy, que quiere arreglárselas sin Dios (sin meter a Dios en su vida de verdad), dirá después que se le acabó el amor y que ahora buscará nuevas opciones para “arreglar su vida” , un reencauche que deja muchas heridas abiertas y muchas situaciones de dolor y de injusticia.
Descubrir el amor es el descubrimiento de lo que se debe querer. Es un descubrimiento personal que se consigue luchando contra el mal. El que no sabe amar se escapa de su casa, no sabe darle a sus padres, que los tendrá poco tiempo, el afecto que les debe dar. El hijo que sabe querer a sus padres se hace grande y consigue ser mejor persona para todos los demás. Robarle afecto a Dios o a la familia para ponerlo en una persona atrayente, por muy buena que parezca, se paga caro a la vuelta de los años. Lo que se hace mal termina mal.
No hay más que ver lo que está pasando, sería presunción pensar que a mi no me va a pasar. Así pensaron los que nunca aprendieron a amar y sufren ahora las consecuencias. Algunos dirán arrepentidos: “¿por qué no escuche los consejos que me daban?”  “¿por qué fui tan terco con lo que quería hacer?”  y vivirán con una herida abierta que es muy difícil de curar.
En la Sagrada Escritura se dice: “nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos”   Habría que preguntarle a muchos jóvenes, ¿por quién dan la vida? 

El amor de las personas buenas
Las personas buenas no son las que parecen buena gente, que no se meten con nadie, que sonríen a todo el mundo, que todo lo permiten. Las personas buenas son las que dice la verdad y viven de acuerdo a la verdad. Son las que influyen en los demás con un amor ordenado. La calidad de su amor es tan grande que llegan a trasformar a otras personas. Quien descubre a una persona que sabe amar descubre el verdadero amor.
La persona que sabe amar puede ser de la propia familia o no. Se puede descubrir en la trayectoria que tiene: cómo es su vida, a qué se dedica, quiénes son sus amigos, cuáles son sus obras, que es lo que pretende, cuáles son sus intenciones. Se percibe una línea de conducta.
El amor de una persona buena es el amor más grande que puede haber. La persona buena puede ser mamá, papá, abuelo o abuela, tío, o no ser pariente. Una persona santa sabe querer más que nadie. Quien se acerca a un santo recibirá su influjo. Le trasmitirá el amor de Dios que tiene en su corazón.
Es por eso importante que los padres sean santos y amen mucho a Dios para que puedan transmitir a sus hijos el amor a Dios. Es necesario que los hijos aprendan y asimilen desde muy pequeños el verdadero amor para que su piedad sea auténtica y puedan corresponder con amor al amor que recibieron. Cuando una persona es amada entra automáticamente en deuda. Si el amor es noble, limpio, ordenado, se trata de un verdadero amor. Recibir ese amor es mucho más que ser premiado. Es la dicha de ser querido. ¿cómo se paga ese amor?  Solamente se puede pagar con amor.
Sería muy injusta y cometería un grave error la persona que recibe amor y no sabe corresponder con amor, o no muestra su gratitud con obras. Tener un sentimiento de rechazo o de querer lejos al que ama de verdad es doloroso para el que pone amor con nobleza y bondad.
El amor más alto, el que busca el bien de la persona amada, no esclaviza sino que da libertad. Exige de un esfuerzo de correspondencia y se convierte en acicate para el que quiere hacer el bien y una molestia para el tibio.
San Josemaría Escrivá decía por eso que “los santos son incómodos”,  no dejan que las personas vivan de cualquier manera. Están siempre detrás buscando que las personas mejoren para que sean mucho más felices de lo que son.
El que pueda entender que entienda.
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