viernes, octubre 26, 2012


Espacios de libertad
LA DISTANCIA PRUDENTE EN EL HOGAR

La casa debe ser el lugar de la libertad donde las virtudes encuentran su mejor coordinación para desarrollarse bien y se pueda vivir con la paz que da la exigencia para ser mejor. Cuando el hombre se esmera en ser bueno, con la ayuda de su familia,  conquista para su casa y para la sociedad los valores más importantes para ser feliz. En el hogar cada uno debe ser respetado y querido tal como es, teniendo en cuenta que todos en la familia deben dar lo mejor de sí y  ayudarse mutuamente para eso.
Para que estos requerimientos se cumplan es necesario que existan en la casa los espacios de libertad convenientes. No es acertado pensar que en la casa todos deben hacer lo mismo o participar en los mismos ambientes, o estar todo el día juntos. Los niños tendrán sus espacios para jugar de forma adecuada y ordenada, los mayores la independencia que es indispensable para que puedan cumplir con su papel dentro del hogar. También son necesarios los espacios para las mujeres y para los hombres por separado. Se requiere de una organización con acuerdos establecidos en cada familia concreta. No existen moldes ni modelos únicos. Cada familia tiene sus particularidades y diferencias, su propio estilo y personalidad.
Los espacios de libertad crean una suerte de distancia, que es conveniente y saludable. El padre de familia que trabaja en su escritorio y todos los demás de la casa contribuyen con el silencio y entienden que esa distancia es necesaria para la armonía familiar, o la mamá que está en la cocina preparando algo y los chicos entienden que no pueden meterse allí para interrumpirla, así respetan la distancia que se produce en esos momentos; o los padres cuando conversan entre ellos y están en su cuarto sin que los hijos estén allí presentes, o el marido que recibe la visita de un amigo y quiere conversar a solas con él, o la mujer que recibe a sus amigas. Estos espacios deben darse en un clima de armonía y comprensión. No deben ser impuestos, surgen de una acertada formación en las virtudes humanas.
También se pueden establecer distancias en los horarios para que los chicos no coincidan en las comidas con los abuelos u otros parientes mayores; sin embargo, en otros momentos, sobre todo en los días de fiesta, o cuando se tiene alguna celebración en casa, podría ser muy bueno que coman todos juntos.
Las reuniones familiares deben darse en espacios de libertad para todos; allí cada uno es aceptado y querido como es. Para eso se requiere, por parte de todos, mucho espíritu de sacrificio para que se forme en cada uno, especialmente en los más jóvenes, el hábito de servir a los demás, cuidando de que nadie se vuelva engreído o egoísta en su propia casa.
Lo contario sería el caos y la informalidad que suelen generar desórdenes, falta de disciplina y de virtudes: egoísmos, peleas, falta de comunicación, o ridículos engreimientos con conductas  preocupantes.
La ausencia de virtudes humanas en las personas puede convertir a la casa en un “local” desordenado donde cada uno va a lo suyo y todos se pelean porque nadie quiere ceder a favor del otro. Entonces la casa sería solo un espacio o techo para cobijarse y luego salir corriendo a la calle, para encontrar la libertad y la felicidad que todos buscan.
Cuando vemos que una sociedad desordenada se dedica solo a “tapar huecos” tratando de arreglar los desórdenes que se han producido por falta de organización, observamos también que en muchas familias  ocurre lo mismo. La permisividad  de unos padres que quieren contentar a sus hijos es nociva para la vida familiar y para el desarrollo de las virtudes en cada uno. Cuando los padres, por no contristar, ceden y pierden autoridad,  la vida de familia se desvanece. Si esto ocurre, todos pierden.
¿Quién no recuerda años atrás, cuando formábamos filas en el patio del colegio, antes de entrar en la clase, el profesor decía, con voz militar: ¡distancia!  y estirábamos el brazo convenientemente, luego añadía: ¡firmes!  y  lo bajábamos de modo marcial para quedarnos en una posición de atención? En el hogar es indispensable esa distancia del otro y de los otros para encontrar los espacios de libertad que toda persona necesita para vivir.
La vida de familia no son solo las reuniones familiares, éstas además, cuando no hay un buen entendimiento entre todos, podrían resultar cargantes. La buena relación en la casa se logra con el auténtico amor que se tiene por el otro: nos interesa cómo está, que le pasa, cómo le fue en su trabajo, si le duele algo.  Si es así, nos interesan realmente sus cosas y  nos parecen maravillosos sus logros, valoramos los esfuerzos que hacen y los consideramos importantes. Es entonces cuando surge natural apoyarlos en todo y lógicamente hablamos bien de ellos y con más firmeza y convicción cuando no están presentes.
En todos los hogares se deben respetar los espacios que cada uno necesita y nadie debería violar  esos derechos. Estar en la misma familia no significa coger sin más las cosas de los demás, o querer averiguar con astucia la intimidad del otro: abrir cajones o armarios ajenos, meterse en el correo del otro sin su consentimiento, escuchar por el anexo conversaciones sin que el otro se de cuenta. Estas acciones están  reñidas con las virtudes humanas y además deterioran y entorpecen las relaciones con los seres queridos.
La confianza siempre se inspira, con ella se consigue que en el hogar exista la trasparencia ideal para todo lo que se pueda contar en los ámbitos familiares.
La casa debe el mejor espacio de libertad para la toma de las decisiones más importantes de la vida. Nadie se debe sentir presionado. Qué bien viene a la hora de decidir escuchar los consejos y las advertencias de los que nos quieren más. Esas intervenciones en casa no quitan la libertad,  son más bien una  ayuda para ser más libres. Gracias a estos ambientes, de amor auténtico en el hogar, muchos podrán decir: “yo soy la persona más libre del mundo, porque me siento my querida en mi casa”

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miércoles, octubre 17, 2012


Historias de la vida real
EL PERFIL DE UN ENDEMONIADO

Todos hemos oído contar algún relato escalofriante sobre personas endemoniadas y tal vez hemos visto alguna fotografía o documental de exorcismos practicados por sacerdotes para expulsar al diablo esas personas posesas.  Existen películas que relatan casos como “El Rito” , últimamente estrenada o  “El exorcismo de Emilia Rous”  que expone un caso de la vida real. Hace unos días terminé de leer  “Las memorias de un exorcista”  del P. Gabriel Amorth,  italiano, es el más famoso exorcista del mundo, vive en El Vaticano, tiene 84 años y ha realizado más de 160,000.00 exorcismos.
El libro realmente es impresionante por los datos que entrega para hacernos ver la autenticidad de las posiciones diabólicas, distinguiéndolas de los casos de anomalías psiquiátricas. Él, como muchos otros exorcistas, dicen que hoy el demonio está muy suelto porque se reza poco y porque hay mucha gente que no cree en él. Esas circunstancias favorecen a que el mal se extienda por todo el mundo. Desde luego, las historias que cuentan ellos no tienen explicación humana.
Un día nos contaron el caso de una chica bastante lista y de una familia acomodada que estuvo endemoniada durante un tiempo bastante prolongado. 
A muchos les puede parecer que las posesiones diabólicas duran unas horas o a lo mucho dos días, pero no es así, algunas duran años y se resuelven después de muchos y fatigados exorcismos. El sacerdote debe tener mucha paciencia y fortaleza. Es una tarea muy dura que exige de una potente vida interior.
El caso de la chica a la que nos estamos refiriendo, repercutió en mucha gente. Los primeros años fueron de una aparente normalidad. Lo único que notaron sus padres era una aparente seriedad en el rostro. Siempre le preguntaban si le pasaba algo y ella decía que no, que estaba muy bien. Los padres no le dieron mayor importancia. El otro detalle es que los enamorados no le duraban mucho. Este asunto les empezó a preocupar más a sus papás. Fue en estas circunstancias cuando le recomendaron un psicólogo. Tuvo algunas sesiones de terapia pero todo seguía igual.
Un pariente que tenía una vida de fe bastante intensa le recomendó que visitara un sacerdote, pero esta chica mostraba un rechazo total a la propuesta. Con el tiempo su carácter se fue enrareciendo. Empezaba a pelearse con todos. Esta situación motivó  que la familia invitara al sacerdote para que la vea.
Cuando el padre llegó a la casa ella estaba muy nerviosa y en cuanto lo vió salió disparada.  Se encerró, con gritos y alaridos, en su habitación.  El sacerdote, convencido de que existía una posesión diabólica, buscó al exorcista de turno y éste se presentó después de unos días decidido a tener una sesión de exorcismo.
A ella la habían persuadido para que aceptara. Aceptó de buena gana y deseaba que le quitaran el demonio, pero cuando el sacerdote se asomaba para empezar el exorcismo se alteraba tremendamente.
Un buen día el exorcista se había preparado para iniciar la primera sesión, le acompañaron dos personas bastante fornidas, para que sujetaran a la posesa si hacía falta.  Ella estaba sentada esperando y cuando entra el sacerdote le sale una voz de hombre que protesta con fuerza diciendo: ¡Tú a mí no me vas a cambiar!  El exorcista continuó con las oraciones de rigor y ella, muy alterada, empezó a hablar el hebreo. Los acompañantes y familiares presentes no entendían nada y estaban llenos de espanto. El sacerdote terminó de rezar y ella se calmó.
Después de las sesiones se portaba como una persona normal, pero siempre fría y voluntariamente distante de las cosas de Dios. No le interesaba nada aunque entendía que el exorcista tenía que seguir viviendo para quitarle ese mal que la aquejaba. En una de las sesiones la chica pronunció unos nombres de personas que atacaron a la Iglesia y que estarían condenadas. Todos escucharon y se quedaron pasmados. Hasta ahora las personas que se encontraban presentes, siguen siendo testigos de esos hechos que no tiene explicación humana.
 Los exorcistas dicen que existen muchas personas que tienen el demonio dentro y viven así sin que nadie haga nada para corregirlo. Viven de modo natural mientras no se acerque algún sacerdote con intención de expulsar al demonio. Rechazan todo lo espiritual, todo lo que viene de Dios y cuando alguien quiere acercarse para meter a Dios en sus vidas, empiezan a organizarse para que eso nunca suceda, se ponen distantes. Muchos viven así toda su vida sirviendo a los intereses del mal sin darse demasiada cuenta porque creen que son libres.
Amorth reclama más exorcistas y sacerdotes santos que sepan enfrentar con su vida interior de amor a Dios este mal que se extiende por el mundo.

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jueves, octubre 11, 2012


Los Judas del siglo XXI
EL PERFIL DE UN TRAIDOR
Como le habrá dolido a Benedicto XVI la traición de Paolo Gabriele, el mayordomo que estaba a su lado, a quien le dio poder, afecto y confianza, para que luego le falle, traicionándolo de esa manera tan penosa.
El mayordomo del Papa, en su posición privilegiada, tenía acceso a documentos confidenciales y a múltiples informes financieros. Con una fina hipocresía, trataba con mucho respeto al Santo Padre, guardando todas las formas exteriores, pero su corazón estaba muy lejos de él, sin identificarse con el alto cargo que poseía, que lo usó para su beneficio y no para servir a la Iglesia. Era un hombre que se buscaba a sí mismo, haciendo su vida a costa de lo que recibía, sin importarle para nada la lealtad a la Iglesia y al Santo Padre.
Al principio todo parecía que iba  muy bien pero luego se descubrió que el mayordomo de marras era de esas personas que se dejan caer bien para cautivar a los demás, en este caso al Papa y a las autoridades de la Iglesia. Es así como se ganó la confianza y el aprecio de ellos. Era un hombre con intenciones torcidas y con un proceder equivocado: por lo bajo tramitaba y manipulaba, pensando además, que al Papa cualquiera lo podía engañar. Señalaba un punto débil que él utilizó, sin escrúpulos, para su traición.  Cegado por su ambición podría haber pensado que estaba haciendo un papel importante. Así es el colmo de la sandez humana.
Sin inmutarse permaneció durante mucho tiempo con una doble vida, la exterior, cara al Papa y a la Iglesia: la imagen de un hombre correcto y protector del Santo Padre, y la interior: aprovecharse de su situación privilegiada y de la confianza que le daba el Papa, para hacer lo que a Él le parecía.
Esta situación tremendamente dolorosa, sobre todo para el mismo Papa, que le tenía gran afecto, debe servir para escarmentar en cabeza ajena y advertir que muchas personas, por deformación  tienen estos microbios terribles sin darse demasiada cuenta, y se hace preciso encontrar los medios oportunos para extraerlos.
El mismo Benedicto XVI, antes de ser Papa, había advertido que en la Iglesia se encuentran personas que son fieles a las estructuras eclesiásticas pero no son fieles a Dios.  Son quienes conocen muy bien el teje y maneje de los asuntos eclesiásticos, o de los trabajos encargados en alguna parroquia o institución, son amigos de sacerdotes, muestran respeto y buenos modales, pero en su vida privada y en su corazón no hay una respuesta clara de su cercanía a Dios. Viven una doble vida y suelen tener un doble discurso, sin que les parezca que están en falta. Creen que puede ser compatible ocupar un puesto en la Iglesia y vivir una vida lejana a la fidelidad con Dios.
Al no acercarse con una disposición clara de servicio y de ponerse bien la “camiseta” para defender y dar su vida por la Iglesia, identificándose con ella, al final terminan traicionando con alguna acción irregular, o se retiran, dando las espaldas sin más. Suelen ser personas que reciben beneficios, ayudas, confianza, cariño, y en el momento menos pensado, cierran la puerta en las narices y se mandan mudar sin más, si es que antes no han cometido una falta grave, como la que nos ocupa.
Hay gente valiosa que no es consciente de su valor, porque al tener una mente distorsionada, algunas veces por ignorancia y otras por malicia, buscan espacios favorables a su egoísmo, cometiendo injusticias que claman al cielo, que ellos llaman libertad, o modos de propios de hacer las cosas a su estilo, sin advertir el pecado y el tremendo error que están cometiendo.
Los traidores suelen ser  poco comunicativos con las personas de bien. Se les nota bastante reservados. Son también infidentes con otros que ellos ven que pueden ser extraordinarios cómplices para sus ideas o intereses.  Son utilitaristas y nada leales. Es muy penoso cuando la traición se consolida. La terquedad del traidor es un fuerte voluntarismo de un corazón lleno de egoísmo, que aparenta generosidad en las formas cuidando su propia imagen. De cerca funge de formal y educado y cuando se aleja se retira requintando por dentro, o haciendo ascos, y así poco a poco, va cocinando su traición.
La persona buena, que es traicionada, pone, con los ojos cerrados, su confianza y su amor en el traidor. La nobleza de su corazón le permite ver reales cualidades que tiene el que luego lo va a traicionar.  Jesucristo, el modelo perfecto y el más bueno de todos, ve las grandes cualidades que tienen las personas que llama.
Judas Iscariote tenía una enorme capacidad para ser santo y un extraordinario apóstol. El Señor no se equivocó al elegirlo, veía claramente su interioridad y el valor que tenía para poder cumplir esa misión tan noble. Pero Judas, que se amaba demasiado a si mismo, buscaba su beneficio propio: tener un dinero para hacer sus cosas, las que él quería libremente. Pero las cosas que él quería hacer eran incompatibles con la vocación que Dios le había dado.
Judas tenía el deber de luchar para cuidar su corazón para serle fiel a Jesucristo, aunque eso le costara sangre, sudor y lágrimas. No lo supo hacer y poco a poco se fue alejando de su maestro. Quizá en un primer momento le quería un poco, pero después ya no lo quería y seguramente le cansaba y hartaba todo lo que el Señor le decía para que sea bueno.
Quizá en un momento pensó que estaba en su derecho, sin darse cuenta que la traición había empezado ya. Luego pasó lo que pasó y así quedó para la historia.
Para no traicionar hay que amar con fuerza. El amor lleva naturalmente a la comunicación. Esta se hace mucho más fluida y así se aprende más. El interés que suscita el amor motiva el querer saber. Lo contrario es la falta de interés y el aburrimiento. El amor auténtico es lo único que cura y luego fortalece al corazón para tener una vida coherente que sea respetable.

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jueves, octubre 04, 2012


La estética de los afectos humanos
LA DISTANCIA ELEGANTE DEL CARIÑO

Lo bello suele ser lo más atractivo y también lo más elegante. Cuando contemplamos los afectos humanos nos gusta ver que las personas se quieran con un cariño elegante y edificante, que es a la vez tonificante para todos.
En los ámbitos familiares el cariño profundo, sin simplezas ni ligerezas, eleva el ambiente del hogar. El cuadro que se contempla tiene sus particularidades en cuanto a la belleza y a la atracción. Es como cuando se contempla distintas obras de arte y todas tienen calidad. La calidad de las relaciones humanas en los hogares, cuando el amor es limpio y ordenado, posee una belleza indescriptible y emocionante, que es acicate para toda la sociedad.
Cuando los miembros de una familia procuran darle lo mejor a sus seres queridos la capacidad de comunicación, inherente a la naturaleza humana, adquiere un desarrollo increíble. La transmisión es una suerte de entendimiento con una amplitud de comprensión que conmueve. Las personas vibran al encontrarse tan conectadas como queridas y con un conocimiento por el otro de enorme categoría humana.  El apreciar que el otro nos quiere de verdad porque nos conoce bien es tener una gran seguridad que se convierte en fortaleza. ¡Qué alegría se siente al ser fuertes por el amor limpio que nos une!
Cuando se sabe tener una comunicación fluida, por el conocimiento que procede del amor, las manifestaciones de afecto son ordenadas y elegantes. Están muy lejos de la chabacanería y de los tratos superficiales de los acercamientos sensuales a la vista de todos. Se sabe dar un buen abrazo o un beso cariñoso sin la melosidad y el desatino de la falta de virtud. Se encuentra la distancia conveniente de la relación elegante y fina, que se expresa en manifestaciones de cariño sanas y limpias, sin los vicios pegajosos de los arrumacos melifluos. Así son libres las personas y mucho más felices.
La falta de virtud en las manifestaciones de afecto es también una falta de control que conduce a un desorden. Es cuando la persona se deja llevar sin más por los impulsos de su cuerpo o por un ambiente flojo de pérdida de tiempo donde lo frívolo o lo superficial encuentran espacio. Encontrarse a una persona colgada o enganchada a otra persona es antiestético a primera vista y puede tener connotaciones negativas en la interioridad de ambos, sobre todo cuando se ha perdido la distancia que en toda relación pudorosa se debe dar. Estas consideraciones son válidas para todas las relaciones humanas, también entre marido y mujer cuando están a la vista de todos.
Se puede apreciar y establecer las diferencias entre una pareja de esposos que están juntos manifestándose el cariño de un modo fino y elegante y unos esposos que se manifiestan el cariño de un modo impudoroso y hasta agresivo para los demás. Cuando los padres manifiestan su cariño noble y sano delante de los hijos se cuidarán de no tener ligerezas o simplezas entre ellos, que nunca serán más amor, porque la manifestación externa del amor tiene también un nivel elegante de categoría humana.
 En las relaciones con los demás familiares existe también una sana distancia dentro de un clima de delicadeza y respeto. Las personas son distintas y la inteligencia es la que sabe distinguir las diferencias para lograr el trato adecuado y armonioso. Nunca se dará paso a la chabacanería o a unas familiaridades antiestéticas. Está claro el antiguo refrán que afirma que “los juegos de manos son de villanos”  No es virtuoso ver entre los hermanos y primos acercamientos con matices de sensualidad, o preferencias en manifestaciones de cariño más “aparatosas”, tampoco golpes “cariñosos” que podrían ocasionar molestias, o juegos que estén en el límite de lo que podría calificarse como mañosería.  Se saldrían del cuadro de un ambiente familiar sano, expresiones o burlas con referencias o connotaciones sexuales.
El clima del hogar debe ser sano en todas sus manifestaciones y expresiones. La casa es sagrada y querida. Es el lugar donde se pone la delicadeza y finura, que son expresiones de amor ordenado y libre. Cuando se arregla la casa es para que los seres queridos estén mejor y sean felices. El arreglo de la casa no se queda en la decoración, es también el arreglo de las personas que dan un clima sano de verdadero cariño que es fortaleza y seguridad.  La pureza protege a las personas. La impureza ataca, descuadra y corrompe.
La relación entre los parientes debe ser de una extrema pureza. Los chicos aprenden de los grandes. Los padres deben cuidar que en la casa todo sea sano, que no existan lugares ocultos donde se esconden los que no se portan bien. Que todo sea claro y trasparente y que cada uno sepa que la honestidad y rectitud no solo hacen una buena conducta digna de imitar, sino que crean también un clima de auténtica libertad.
Por eso decimos que el cariño más grande tiene una elegante distancia que permite quererse con libertad y que proyecta en todo el hogar y en la sociedad un cuadro bello de una unidad inquebrantable.

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