jueves, noviembre 29, 2012


En el año de la fe
LA COMUNICACIÓN CON DIOS PERFECCIONA LAS RELACIONES HUMANAS

 
Uno de los aspectos más importantes del ser humano es su capacidad de comunicación. De ella dependerá la suerte de su vida y por lo tanto su felicidad y el logro de su ser como persona.
También podríamos decir, para enfocar bien el tema, que la calidad de una persona depende de la calidad de sus relaciones, de como se lleva con los demás. Y aquí podemos añadir un punto, que es propio de la fe, pero que necesariamente tiene que entrar aquí, para que salga bien el cuadro del ser humano como persona, el punto que facilita la calidad de las relaciones de una persona con los demás es la relación que tenga esa persona con Dios. De allí la calidad de las relaciones humanas de un santo.
Nosotros que somos creyentes no tenemos problemas en aceptar que esto es así y no podría ser de otra manera.  También el Señor lo dice: "sin mi, nada podéis hacer"
 
Tendríamos que demostrarles, a los que no tienen fe, de la importancia que tiene esta condición del hombre de fe para que se de la armonía y la claridad que debería existir en las relaciones entre los seres humanos.
 
Alguien podría decir: yo conozco personas que no tienen fe y se llevan muy bien. Entonces tendríamos que profundizar en qué consiste llevarse bien. Existe una gracia de Dios llamada gratis data, es la que recibe el ser humano de otros: los méritos de los santos, un pariente piadoso, la oración de la Iglesia, etc. pero también, desde el punto de vista humano a  un niño le podemos contar un cuento y vivirá feliz con esa fantasía durante unos días o una temporada. No es malo el cuento, pero no le estoy trasmitiendo la realidad, quizá todavía no esté en condiciones de entender la realidad, algún día alguien tendrá que decírsela. La relación que podemos tener para contar un cuento puede ser excelente. Pero siempre existirá la deuda de transmitir la realidad.

 

La relación para transmitir la realidad tiene otras connotaciones.

En una sociedad podemos encontrarnos a muchos que viven del cuento: mundos fantásticos, mundos virtuales, utopías, amores platónicos. Tendremos que afirmar también que muchos dentro de una gran ignorancia, y podrían pasar toda la vida así. La ignorancia, a diferencia de la nesciencia, es falta del conocimiento debido, el conocimiento que es necesario para ser libre ya por lo tanto feliz, el conocimiento que es la verdad que debemos conocer y no ignorar. Para que se de una comunicación adecuada debe conocerse la verdad, porque es la verdad lo que se debe transmitir para que las relaciones humanas sean armoniosas y tengan relación con el fin de la persona. Los conocimientos y las relaciones nos tienen que llevar por el camino correcto.
 
En esta época tenemos un problema grave que afecta tremendamente la comunicación de los seres humanos. El problema se llama relativismo. Las personas que son relativistas no se dan cuenta de la deficiencia de su estado, al contrario les puede parecer que están muy bien. El relativismo es como una droga social. No es que alguien se acerque al relativismo para ser relativista. Es consecuencia de un abandono en la formación de los valores, a tal punto que al hombre no le importa mucho el bien o el mal. Ya no existen buenos y malos, existen solo personas diferentes, que tienen distintas verdades o modos de ver la realidad.  El relativismo lleva al permisivismo, todo se puede permitir, porqué vamos a prohibir, es bueno tener experiencia de todo para poder elegir mejor, es bueno que haya todo tipo de personas y que cada una haga lo que le da la gana, siempre y cuando no se meta con los demás: si alguien quiere ser homosexual, que lo sea, si alguien opina que se debe despenalización el aborto, es libre de pensar así, si alguien quiere divorciarse que lo haga, si un sacerdote quiere dejar de serlo, es su decisión, etc.

El relativismo crea una mentalidad que responde a la aceptación de una libertad absoluta. Para el relativista es más importante la libertad que la verdad. Si la verdad es muy dura, no la aceptes, es más importante que seas libre, ¿Porqué someterse a unos reglamentos?, ¿Porqué obedecer?
Afirmar que la verdad es relativa, es como decir que no tiene mayor importancia, que depende de las circunstancias, o de las consecuencias, o de la intención. El que afirma todo esto se pone por encima de la verdad, me doy cuenta que puedo estar por encima y puedo decidir lo que yo quiero y como quiero. No se da cuenta que está dogmatizando su opinión, lo relativo será para los demás, no para sus afirmaciones. Además permitir varias miradas sobre el mismo punto es alejarse de los compromisos, ya no es tan importante comprometerse, incluso parecería imprudente. Admitir varias verdades es más cómodo y empuja a no decidirse por nada serio y a cambiar de camiseta constantemente, también la falta de seguridad por la verdad lleva a tomar posturas dudosas, agnósticas. Todo lo contrario a la fe. Para la comunicación con Dios es necesaria la fe y esta le da al hombre los mejores elementos o recursos para comunicarse con los demás. Tener fe es aceptar el amor de Dios. Dios se está comunicando con un Amor constante. La comunicación con Dios es puro amor. Lo contrario al amor es la tibieza.
La tibieza, que es falta de amor, engarza perfectamente con el relativismo. Se podría encontrar una justificación para la tibieza. Una persona cansada no acepta las cosas porque está cansada, si es relativista, no pasa nada. También la persona que se opone a un proyecto encuentra en el relativismo una justificación, no tendrá que demostrar tanto para oponerse, no le importa la verdad. Le da más importancia el estar a gusto, hacer las cosas por propia satisfacción, para pasarla bien. Lo que desea por encima de todo es pasarla bien. Cualquiera que caiga en una tibieza, del tipo que sea, piensa que debe salir de ella, que debe esforzarse, en cambio el relativista dirá: para que esforzarse, hay que tomarse las cosas con calma, lo haré cuando tenga ganas...

 
Sustitutos de la verdad.

Algunos piensan que la verdad es algo para decirlo después. Están esperando una mejor ocasión y luego la realidad es que no la encuentran nunca. Mientras tanto van rellenado esos espacios con otras cosas, fantasías, entretenimientos, accesorios. Hoy abundan tatuajes, peluches, mascotas, pulseras, alforjas, imágenes, calcomanías, dietas especiales, creencias exóticas, brujerías, orientalismos, yoga, gimnasios, métodos de relax, etc. El tiempo empleado e tantas cosas accesorias que son como los muros del facebook, frases sueltas que indican una presencia, aquí estoy, pero con un sentimiento, un grito, una queja, una admiración, una frase colgada que parece una genialidad, sobre todo al que la colocó, hay mucho aficionado al refrán, pero sin mayor profundidad o coherencia. Un sentido de la igualdad que no deja percibir la calidad. Da lo mismo una persona que estudió mucho de otro que no estudió nada, tampoco se distingue fácilmente el que se está sacrificando mucho del vago que vive de los demás y que es oportunista. Lo vemos en los políticos, lo malo es cuando los buenos se retiran, la política de la no intervención, el unido poco a poco va cayendo en la oclocracia.
 
En el cine: películas para pasar el tiempo, nada para pensar, solo para sentir, alimento para pasarla bien... Gente mayor partidarios de una afición infantil por lo fantastico, con una fantasía que no lleva a la realidad, no son los cuentos que encierran una enseñanza, algo ejemplar. Es un disolvente, algo que rompe lo formal, por no decir lo moral. En definitiva si trazamos una raya para ver la concluisión debemos admitir que fomenta la inmoralidad y aleja a las personas de la verdad. La literatura: libros de sanación, naturalistas, sin fondo doctrinal.
Es indudable que la comunicación está fallando, hay problemas de comunicación. Hay falta de disposición, no se quiere, hay aburrimiento, no se sabe que decir, parece que está demás, para mucha gente hay temas que ya fueron, que no hace falta conversar. Hay una falta de práctica, de ejercicio, de forma, porque la vida les llevó a otras actividades. No son conscientes de los que se está perdiendo.
Es indudable también que está fallando la transmisión. El que quiere transmitir algo hoy tiene mucha más dificultad. Se pueden transmitir los bostezos, los estornudos, el dolor de estómago, un suceso espectacular... Pero algo trascendente no. parece que no tiene cabida, que está demás. Se habla de lo que no es importante y no se habla de lo importante. Hay un exceso de superficialidad. Las mismas letras de las canciones indican esa falta de profundidad que existe en nuestra sociedad. Ya no se busca decir algo bello, se busca llamar la atención con algo irreverente, a veces grosero, torpe o ridículo.

 

¿Y qué hace la educación?

También está entretenida con los sucedáneos de la verdad y a veces hasta perdida. Cuando no se puede limpiar la casa se esconde la basura debajo de la alfombra, o se pinta un clavo en la pared en vez de colocar un clavo, o se hace como en el ejercito: lo que no se saluda se pinta y así tenemos colegios que hace cosas ya tienen a todos haciendo cosas para lograr, en el mejor de los casos, un aprovechamiento del tiempo de los alumnos, o un protagonismo en este mundo de competividad. Es que muchas veces, los educadores, empezando por los padres de familia, nos dedicamos a promocionar a la gente para que tengan éxito en el futuro, colocar a los jóvenes. La educación de hoy presenta recursos para tener éxito, para ser competitivos en medio del mundo, para conseguir cierto liderazgo, importa menos el bien o el mal, la moral se suele guardar para que cada uno vea y escoja, lo importante ahora es la competividad. El servicio se coloca en el rubro de la solidaridad que es un espacio para la acción social que no compromete a toda la persona. En muchos casos es tranquilizar la conciencia, el poder decir yo estoy haciendo algo por los demás, o ya hice algo por los menos favorecidos, pero no está en la línea de la comunicación y menos en la línea del amor auténtico al prójimo. Se conoce poco, no se sabe nada, no importa nada, son otros mundos. Hay una gran brecha, hay una gran incomunicación.

La comunicación con Dios:

La primera comunicación que Dios le exige al hombre es la del primer mandamiento, es la comunicación del amor. Pero esta comunicación empieza por Dios y el hombre la debe reconocer. Hay que tener en cuenta que existe un mandamiento del amor. Cuando se habla de amor pareciera que no debería reglamentarse, sin embargo se llama la ley del Amor, por lo tanto al hombre se le exige una obediencia, primero para reconocer a Dios: Dios nos ama. Este reconocimiento es algo grandioso para el hombre, es ya una comunicación de primer orden y muy inteligente, es seguridad. Al hombre le tranquiliza y le da paz ser amado, en presente por Dios. Esto se da también en el niño pequeño con respecto a sus padres, aunque todavía no hable, percibe que es amado por sus padres y se siente seguro. Los padres se dan cuenta que cuando tienen amor por el bebe lo hacen feliz. Existe la advertencia de una comunicación que enriquece. Volviendo a Dios, el hombre va descubriendo poco a poco el gran amor que Dios le tiene, o sea, todo lo que ha hecho Dios por el hombre. Ese conocimiento es esencial ara la relación, para que nazca en el hombre un verdadero amor, que luego debe perdurar toda la vida, es más debe crecer y estar siempre en primer lugar. Es por eso que cuando le preguntan al Señor que cual es el mandamiento principal, Él contesta diciendo: "amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu fuerza y con toda tu mente..." indica es esfuerzo que tenemos que poner cada uno para que realmente podamos amar a Dios y podamos establecer una relación con Él. Para amar es necesario el corazón y éste debe encontrarse limpio para poder amar. Con la educación aprendemos a limpiar el corazón y sabemos qué lo ensucia, qué lo envilece y qué lo corrompe. De allí que aparece las virtudes que guardan el corazón, que son los consejos evangélicos: pobreza, castidad y obediencia. La instrucción cristiana es fundamental para que se de una buena comunicación con Dios. El estudio del catecismo hecho de un modo habitual en las distintas etapas de nuestra vida.

La doctrina es necesaria para la comunicación con Dios. por eso la Iglesia la enseña. No se logra una comunicación adecuada permaneciendo en la ignorancia. La ignorancia es un gran obstáculo para la comunicación con Dios, de allí que la Iglesia sea misionera, está buscando siempre la conversión de las personas para que éstas puedan comunicarse con Dios.
 
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La corrupción de la comunicación humana. Ir contra Dios.

jueves, noviembre 22, 2012


En el mes de los fieles difuntos
HACIA LA IGLESIA TRIUNFANTE

Homilía predicada Misa en la parroquia del Sagrado Corazón
Miércoles 14 de Noviembre


Hemos querido venir este año a esta parroquia porque el Corazón de Jesús, doliente y misericordioso, es el refugio seguro que necesitamos nosotros y nuestros seres queridos difuntos, en este año de la fe.  Cuando nos encontramos con el Señor misericordioso, estamos frente al Redentor, que viene para rescatarnos y salvarnos; entonces no nos queda más que decir con aquellas palabras del buen ladrón en la Cruz: "acuérdate de mi Señor cuando estés en tu Reino" 

El Reino de Dios es el lugar a dónde queremos llegar todos y quiséramos que nuestros seres queridos, que ya han dejado este mundo, se encuentren allí, por eso venimos a la Santa Misa, para rezar por ellos acudiendo al corazón Sacratísimo y Misericordioso de Jesús. En este año de la fe quisiéramos renovar nuestra fe en la gracia de Dios.

La Iglesia nos enseña lo que debemos creer, en el hogar hemos aprendido las nociones elementales, con qué amor y dedicación nos enseñaron   nuestros padres y abuelos, y tantos otros maestros que en la vida se preocuparon por nuestro futuro. Seguramente  que con ellos aprendimos lo elemental de la fe, y ahora les estamos muy agradecidos.


¿Como nos encontramos ahora?

Hoy nos encontramos delante del Señor con esas preguntas que muchas veces nos hacemos: ¿estarán mis familiares en el Cielo? (papá, mamá, abuelita, hermana, hijos…) y si es así ¿ estarán Intercediendo por mi….por todos nosotros?  Si ellos cuando estaban con nosotros procuraron darnos lo mejor, ahora si se encuentran en el Cielo ¿no estarán importunando al Señor para que nosotros, podamos también llegar a ese lugar de felicidad?  Y si nuestros seres queridos todavía no pueden entrar en el Reino de los Cielos, porque les falta arreglar algo, ¿no nos toca a nosotros ofrecer sufragios y conseguir con nuestros méritos, que ellos puedan entrar a ese lugar de felicidad? Si tenemos fe, no podemos demorarnos en esta tarea tan importante. Por eso hoy le queremos pedir al Señor: "auméntanos la fe"


Con el Tesoro de nuestra fe

Necesitamos tener una fe grande. No basta con la fe de otros, es necesaria la fe de cada uno. Cada uno de nosotros puede darse cuenta de esta responsabilidad. Le fe es más necesaria que las matemáticas, el inglés o los ejercicios físicos. Es necesaria para la salud y la felicidad de las personas. Para adquirirla se requiere la virtud de la humildad. Lo que más se opone a la fe es la presunción, el creer que uno lo sabe todo, o el estar demasiado seguro de las propias decisiones. Nuestros seres queridos nos ayudarán a ser humildes. Ellos son los mejores maestros.  De ellos hemos aprendido tantas cosas buenas, sino ¿qué hubiera sido de nosotros?, No  olvidemos que, amor con amor se paga.

¡Cuanto agradecemos las oraciones de nuestros seres queridos! Valen mucho más que el dinero y las cosas materiales. Valen más que cualquier experiencia de la vida que nos hayan transmitido. En todo caso es la experiencia de la fe y del amor a Dios. Es lo que nosotros también debemos transmitir a los demás. Si somos cristianos tenemos que ser consecuentes con nuestra fe. Si creemos en Dios, tenemos que creer a Dios, en lo que Él ha revelado y la Iglesia enseña. La Iglesia no enseña por gusto, no enseña una ideología más, la Iglesia predica la verdad, lo que el hombre y todos los hombres, deben saber para orientar sus vidas.

Religión significa compromiso con Dios. Vale la pena que este año de la fe, todos podamos profundizar en esta virtud que nos hace grandes y es la primera que se debe tener para poder aceptar lo que Dios nos dice y   para que no se cuele la presunción de querer enmendarle la plana a Dios con nuestras ideas u ocurrencias. Dios sabe mucho más que nosotros. Si nuestra fe aumenta, enseguida nos daremos cuenta que el hombre es muy poca cosa, y aunque no somos nada el Señor nos ha escogido como sus hijos predilectos, ¡Qué gran privilegio! No somos nada y el Señor nos trata como si fuéramos un rey. No tengamos miedo de tratar Dios. Dios nos trata bien para que seamos humildes.

Cuando abrimos los evangelios y nos fijamos  en la elección de los apóstoles, vemos que  eran unos pobres pescadores, pero el Señor los elige para una misión divina. ¿Qué podían hacer los apóstoles solos?, ¡nada!, ¡absolutamente nada!, pero con Dios, al servicio de Dios, ¡lo podían todo! y ¿Qué tenían que tener para eso? Solo fe. Dejar que Dios haga.

¿Que diríamos nosotros si descubrimos un amigo que siempre está pendiente de nosotros?, si dormimos, está vigilante, si viajamos, sigue nuestro recorrido, si trabajamos nos ayuda, cuando necesitamos descansar,  nos facilita todo, cuando nos duele algo, se pone a nuestro lado, cuando tenemos una pena, nos consuela, si estamos alegres, disfruta con nosotros, siempre nos sorprende con algún detalle, está dispuesto a regalarnos las cosas más grandes para que estemos contentos, nos abraza con verdadero amor, a pesar de nuestra frialdad y dureza y además está siempre dispuesto a perdonarnos, aunque hayan sido muy graves nuestros errores. Ese amigo lo tenemos todos y está muy cerca,  se llama Dios, es Jesucristo el que quiere estar a nuestro lado y a ese, el mejor de nuestros amigo, no lo rechacemos ,  no nos apartemos de Él,  aceptemos ese amor grande que nos compromete, el amor que nos hace felices de verdad.

Antes de morir Juan Bauatista le dijo a Herodes, el que lo mandó degollar: "majestad yo muero hoy pero usted morirá mañana, ambos estaremos frente al tribunal de Dios”.

Hoy, en este año de la fe y en el mes de los difuntos debemos ser conscientes de esta realidad: nos vamos a morir. Todos tendremos que pasar por el tribunal de Dios. ¡Qué gran cosa nos parece el tiempo! Hablamos con seguridad de mi tiempo, de nuestro tiempo, nos preparamos para lo que pronto ya no va a existir. ¿Qué es el tiempo? El tiempo son los escasos segundos que nos separan de la vida eterna. ¿Qué es la edad? Muchos dicen: ¡Es que todavía soy muy jóven!, es que debo aprovechar la juventud, ¿Qué es aprovechar la juventud? es como aprovechar el segundo que ya se pasa. Esa es la realidad.

El tiempo existe para que nos preparemos a la vida eterna. Dios nos está esperando en el Cielo, nos toca fructificar los talentos para ganarnos el Cielo.  Si tenemos en cuenta la realidad de la eternidad, todos tenemos prácticamente la misma edad. En el Cielo no existirán edades. Es por eso que aquí en la tierra debemos estar unidos todos, si hacer acepción de personas,  no debemos decir: " yo solo me junto con los de mi edad" , que estrecho es ese pensamiento. Si nosotros venimos a esta Santa Misa a recordar y pedir por nuestros seres queridos que nos han precedido, estamos juntando el pasado con el presente  Ellos no pueden volver aquí, a este valle de lágrimas, pero sabemos que nos toca ir allí, a donde están ellos, allí, junto a Dios, donde se produce el reencuentro. Esta es nuestra fe, la fe en Dios, en la vida eterna y en la bienaventuranza accidental. La comunicación con la Iglesia Triunfante y purgante, que es la Comunión de los santos y nuestra proyección a lugar de felicidad que es el Reino de los Cielos.

Así como en el día de la madre, no bastan las flores y los regalos de los hijos, igualmente en estas fechas emblemáticas lo que nos piden nuestros seres queridos es que nuestra conducta sea mejor. Y este año de la fe, agradaremos a Dios, y a nuestros seres queridos, si crecemos en la fe. Vamos a pedirle al Señor con humildad, rechazando las tentaciones, para lograr que el Señor nos aumente la fe y podamos ser audaces para lo que Dios nos pide, para esas exigencias divinas que no podemos cumplirlas sin la fe.  Grandes lecciones encontramos en Nuestra Madre la Virgen María, una criatura sencilla que se convierte en la más importante de la tierra tan solo por creer en el papel que Dios le pedía, ser la madre de Dios, Ella contesta: "he aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra" Era todo lo que tenía que hacer: la voluntad de Dios. Ahora junto con Ella rezaremos por nuestros seres queridos difuntos y seguimos en esta IIglesia militante con la esperanza de llegar a la Triunfante.

jueves, noviembre 15, 2012


Devoción o desprecio
¿PADRECITO O SEÑOR CABALLERO?

Hasta hace poco solía jugar tenis una vez a la semana con un amigo que es ingeniero industrial. Los dos íbamos vestidos con buzo y al llegar al estacionamiento donde están las canchas, el hombrecito que cuida los carros, nos saludaba afectuosamente diciéndonos: “buenos días padrecitos”  mi amigo le ha explicado innumerables veces que el es ingeniero y no padrecito, pero este buen señor, que debe estar cerca de los ochenta años, asiente todo,  pero no deja de decirle padrecito. Mi amigo, cansado de tanta aclaración ya no le dice nada y deja que le siga llamando como quiera.  En otras circunstancias podría parecer una burla o broma de mal gusto, pero en este caso se trataba de una devoción muy arraigada en aquel anciano cuidador.

Veneración al sacerdocio
A los clérigos nos dicen padrecito en el Perú como muestra de respeto, cariño, veneración y agradecimiento al sacerdote. Forma parte de una devoción popular extendida por todo el país y que está en la sangre de la población. Cuando empecé a viajar por la sierra observé que todos llamaban así al sacerdote, pero también escuche que para referirse a determinados clérigos les decían, con un tono un tanto despectivo: el cura. Indagué para descubrir a qué se debía esa diferencia y un sacerdote mayor me contó: padrecito es el que se porta bien y es considerado por el pueblo como un buen sacerdote, en cambio cura es el que se porta mal y no vive como sacerdote, aunque tenga un nombramiento. Es verdad, en ese momento me di cuenta que la gente sencilla de nuestra sierra sabe distinguir entre sacerdote fiel y el que lamentablemente ha sacado el pie del plato.

Un anticlericalismo desagradable
Un día estaba en la oficina de una empresa tratando de arreglar unos asuntos. Iba perfectamente vestido de sacerdote. El personal que me había recibido me trataba de “señor caballero” no se si habrían recibido instrucciones para tratar así a todos, incluidos los sacerdotes, o eran de esas personas que por nada del mundo quieren llamarle padre a un sacerdote y mucho menos padrecito.  
Me daba cuenta que se esforzaban en decir señor caballero con un aire de frialdad, como queriendo imponer una  acartonada cordialidad, dejando de lado la imagen del sacerdote. ¡Cómo le hubiera gustado a mi amigo ingeniero que el cuidador carros le llamara “señor caballero” en vez de “padrecito”!
Bromas aparte; con estos ejemplos podemos advertir lo que hay en el fondo de las personas. Con algunas no se trata solo de un lapsus o equivocación sin mayor trascendencia. En el caso del  anciano cuidador de automóviles, llamar padrecito, era signo de respeto y veneración.  En cambio, los empleados que llamaban a un sacerdote “señor caballero”, lo hacían por seguir una consigna de la empresa o porque no estaban dispuestos a venerar al sacerdote. En otros casos esta calificación tiene también matices de burla o falta de respeto, ocurre cuando no se trata de clientes de una empresa que se pueden perder, sino del trato habitual de algunos que no quieren saber nada con el clero y hasta le tienen alergia. En todas las épocas existieron estos puntillazos con ánimo de herir. También existe el bullying  al clero en países donde se da un fuerte anticlericalismo.
El trato de un buen católico
El sacerdote como persona es un ser humano igual a los demás. Para seguir a Dios ha renunciado a muchas cosas que podría haber tenido y así poder estar disponible para atender a las almas. Es una persona que tiene como misión servir a los demás en sus necesidades espirituales y en ocasiones también materiales. De la Iglesia recibe el sacramento del orden sagrado que lo faculta para traer a Dios: celebrar la Santa Misa y  perdonar los pecados.
El trato al sacerdote, que incluye a la persona, depende también de la fe y la veneración que se tenga por todo lo de Dios. Un buen cristiano quiere a los sacerdotes, reza por ellos, procura alcanzarles los mejores recursos para que puedan cumplir con su misión sacerdotal, que es la misma de Cristo: salvar las almas. El buen cristiano quiere que el sacerdote sea 100 x 100 sacerdote, las 24 horas del día, que esté plenamente entregado, sea piadoso y trate bien a las almas. Cuando ve que hay sacerdotes santos se llena de alegría y agradecimiento. Entonces es lógico que el trato esté lleno de delicadeza, de finura y de respeto.
Los sacerdotes nos avergonzamos un poco porque recibimos, continuamente, sin merecerlo, muchas alabanzas de los fieles. Sabemos que lo hacen por amor a Dios y a la Iglesia. Nosotros también procuramos tratar muy bien a los demás sacerdotes y le pedimos al Señor que haga grande nuestro corazón para querer más al Papa, a los obispos y a los sacerdotes. Esta es una gran responsabilidad que tenemos todos los sacerdotes en el servicio de las almas. Que todos puedan decir lo que comentaban de los discípulos del Señor:  “¡miren cómo se quieren!”
Todo sacerdote es Cristo que pasa y a Cristo hay que hacerle sitio en la propia vida. El Papa Juan Pablo II nos decía:  ¡no tengáis miedo! ¡Abrid las puertas del corazón a Cristo!  ¡Él es el camino, la verdad y la vida!
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jueves, noviembre 08, 2012


La ausencia de virtudes humanas
LOS TERRORISTAS DEL BUEN AMBIENTE
Es muy grato y tonificante el ambiente que hay en una biblioteca cuando todos los lectores o estudiantes leen en silencio sus respectivos libros o trabajos. Estar allí avanzando en una actividad intelectual eleva el espíritu y fortalece el ánimo.
También es grato el ambiente que hay dentro de un partido de fútbol donde los jugadores, que han entrenado, se entienden bien y logran buenas conquistas. A todos les gustan los logros de los buenos partidos: la armonía de jugar bien y los buenos resultados.
Dentro de los hogares en el ámbito familiar es maravilloso el ambiente de una reunión en casa con los seres queridos, cuando se recuerdan historias entrañables de la familia con las ocurrencias divertidas de alguno que se cuentan como anécdotas propias de la vida familiar. Qué bien se pasa en casa cuando existen entendimientos y se vive en un clima de armonía familiar donde todos se quieren y respetan.
En muchos trabajos el ambiente es gratísimo y entusiasmante. Esto sucede cuando se valora y se respeta a las personas. Lo consiguen las personas sencillas que no se buscan a sí mismas ni se engríen con los demás, son los que saben estar en su sitio y desean para los demás lo mejor. Además de ser atentos y serviciales, tienen puesta la “camiseta” del trabajo y se identifican con su empresa.
Para la armonía en los trabajos se requieren muchas virtudes humanas, no solo las que nos permiten tratar bien a las personas sino también aquellas que nos unen a todos con la empresa y sus autoridades como la lealtad, la honradez y la justicia.
La alegría y la paz que podemos encontrar en las actividades de diversión o descanso también elevan el espíritu y nos llenan de entusiasmo. ¡Qué bien se pasa en un viaje o en una excursión familiar, o con nuestras amistades!  ¿Quién no tiene recuerdos de viajes o paseos entrañables?

¿Utopía o realidad?
Si el mundo fuera tal como lo describen los párrafos anteriores sería como una antesala del Cielo.  Pero ¿qué es lo que está pasando?
Como contraste nos solemos ir al otro extremo y sacar a colación las atrocidades que cometen los seres humanos con la violencia despiadada, los crímenes, las guerras y los vicios que provocan muertes tontas.
Y sin irnos a los extremos encontramos personas que, estando en un camino aparentemente correcto, suelen tener una suerte de malicia que termina destruyendo la armonía y los logros de los buenos ambientes.
En la biblioteca basta que alguien haga bulla para que se convierta en un “terrorista” del buen ambiente. El que hace bulla en una biblioteca se convierte en un elemento conflictivo que cae mal e incomoda a los responsables, que quiere estudiar en serio y aprovechar bien el tiempo para seguir leyendo. Es alguien que le tira tierra a la seriedad del momento porque quiere pasarse de gracioso o porque le molesta que los demás estudien tanto.
En el deporte, el futbolista que no se toma en serio el partido y está en son de burla jugueteando un poco para “divertirse” a su estilo, molestando al adversario en vez de esforzarse y luchar para jugar mejor, se convierte en un elemento distorsionador y en un “terrorista” del buen ambiente. Tiene una actitud tonta y estúpida que influye negativamente en todo su equipo. Al buen deportista no le gusta al que hace de “bufón” en su disciplina deportiva.
El “terrorista” del hogar es el que más pena da porque confunde la seriedad del cariño, la delicadeza y el respeto, con normas rígidas o demasiado formales, entonces quiere romper ese ambiente, que le parece demasiado ordenado, con una espontaneidad  irreverente.
Las personas que se quieren son puntuales para verse, precisamente porque se quieren, son ordenadas en sus cosas, también por amor, son cuidadosas y delicadas en el trato, son respetuosas y se cuidan de no decir ligerezas; son comprensivas y no dadas a la crítica o a la murmuración, no hacen burlas de los demás y procuran no herir a nadie.
En cambio el “terrorista” del hogar es el espontáneo que quiere romper “moldes” y dice lo que le sale de dentro en cualquier tono y de cualquier manera, va a lo suyo poniendo por delante sus cosas y quiere hacer girar a todos de acuerdo a sus caprichos. Crea en la casa un ambiente de informalidad y de desorden que hace desagradable la vida familiar y se convierte también en un elemento distorsionador.
El “terrorista” del hogar vive burlándose de sus seres queridos con bromas pesadas e hirientes  o toma la vía de la agresividad apartándose del resto y descalificando a los suyos, a los que luego puede terminar tratándolos con indiferencia y hasta con desprecio.
Lamentablemente el mundo se está llenando de “terroristas” de los buenos ambientes, los vemos también en las reuniones sociales que cada día son más agresivas, zafias y peligrosas.
¿Qué está pasando?   Es el alejamiento de Dios y de los valores trascendentes. Lo más elemental se está perdiendo. Es evidente que existe una ausencia, casi total, de virtudes humanas. Hoy, cuando se encuentra a una persona virtuosa, puede parecer un santo caído del Cielo, o alguien “chapado a la antigua”
Hoy, algunos, se han vuelto agresivos en sus ambientes normales, viven atacando o defendiéndose constantemente. Sacan sus armas por cualquier motivo. Preguntan retando con intención de dejar mal al otro. Actúan con grandes dosis de vanidad y pedantería, con una opinión casi dogmática, sentando cátedra con sus apreciaciones.
Lamentablemente muchos, que podrían hacer una buena labor, han optado por el silencio y la política de la no intervención. El perfil bajo está de moda y los que eligen ese modo de proceder piensan, equivocadamente,  que es una buena decisión para estos tiempos de ingratitud y corrupción.
Es preciso formar en las virtudes humanas para recuperar los ambientes sanos donde predomina la cultura y el buen trato entre las personas.
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