viernes, marzo 29, 2013


Los hombres que condenan a Dios
EL DESPRECIO DEL MEJOR
Jesucristo era el mejor de todos y fue despreciado por las autoridades con un odio cruel y sanguinario. Las escenas de la pasión claman al cielo. Nadie en su justo juicio puede aceptarlas. Son acciones contra el hombre y contra Dios.
En todas las épocas y en muy diversos ambientes se dan situaciones donde se odia y se desprecia a personas buenas y honradas  desde las altas esferas.
Eso sucede cuando en las altas esferas hay personas que no han cultivado bien su interioridad para ser humildes y están comprometidos  con “lealtades” amarradas a sistemas establecidos donde existen intereses de poder. Algunos suben, o son subidos, a ciertos escaños fabricados por quienes exigen determinados “meritos”, para permanecer en un status donde pueden volar con las arrogancia de una verticalidad insana. Muchos ambientes están diseñados así y quienes los integran viven una “fidelidad” de complicidad y no de amor,  y puede ser también de corrupción.

La autoridad debe ser buen pastor
Con qué acierto el actual Papa Francisco dijo antes de entrar en el cónclave que el perfil del nuevo Papa debería ser el de “un pastor que huela a oveja, porque hoy hacen falta pastores que estén con las ovejas, que nunca las apaleen sino que las cuiden con mucho amor".
El cuidado del buen pastor, no solo el santo padre, sino cualquiera que ejerza la autoridad: un padre de familia, un profesor, un instructor, un alcalde, un congresista, un policía, no se ejerce teniendo encerradas a las ovejas dentro de un redil,  tampoco   imponiendo algo para que se cumpla.  La autoridad debe aparecer como un servicio que ayuda a progresar, es una luz que orienta y protege a la vez. Etimológicamente autoridad viene de augere, que significa hacer crecer, desarrollar. Quien reconoce a una autoridad se adhiere a unos valores que representa.  
Cuando se ejercita la autoridad se crea un ambiente positivo lleno de calor humano y estímulo que motiva la generosidad y respeta la libertad. La autoridad debe tomar en serio al súbdito, no hablarle desde arriba, ocultándole cosas y utilizándolo para determinados trabajos. Cuando el ejercicio de la autoridad es correcto, el súbdito se verá sorprendido por muchas manifestaciones de confianza. Verá que se cuenta con él y no se le tiene al margen. La autoridad tiene prestigio y es eficaz cuando está al servicio de los demás.  Esto es lo que ahora quiere resaltar el Papa Francisco.

La triste distorsión de la autoridad
Hoy se ha distorsionado completamente el concepto de autoridad. Se dice que tiene autoridad alguien nombrado que ha recibido una potestad y ejerce un dominio y por lo tanto tiene a los súbditos bajo su mando y les obliga a vivir de acuerdo a unas determinaciones. Se siente investido de un privilegio, creyendo que está más alto que los demás  y que tiene derecho a un trato especial de reverencia.
En nuestra sociedad, lamentablemente, abundan los que están trepados en un autoritarismo cerrado y lejano. No saben bajar al llano, creen que es rebajarse y perder el derecho al “club de los selectos”  
Los fariseos, escribas y doctores de la ley, eran personas con un rango y nivel superior. Hablaban repartiendo criterios y consejos desde arriba dándose aires de ser los grandes maestros. Creían que todos tenían que escuchar sus juicios “acertados”,  pensaban que, “gracias a Dios”,  no eran como los demás hombres, sino mucho mejores, porque cumplían con la ley, daban buenas contribuciones, ayunaban y se sacrificaban.  Además se lucían para que todo el mundo los viera. Señalaban siempre sus méritos para ser reconocidos y aplaudidos por todos. Jesucristo los llama: “raza de víboras”  y “sepulcros blanqueados”
Jesucristo detestaba la hipocresía y ese afán de ponerse encima de los demás. Hoy abundan esos personajes y muchos de ellos no se dan cuenta de lo que están haciendo. Es necesaria una oración intensa para que cambien y para que, como dice el Papa Francisco, el poder de las autoridades sea siempre de auténtico servicio.
Los autoritaristas dicen que están sirviendo y se lo creen. Habría que pedirles que renuncien a sus cargos como primer paso para que puedan realmente volver a la rectitud.
En la Iglesia la Iglesia aprendimos que la autoridad no está para lucir sino para servir. El pastor debe oler siempre a oveja, y salir a buscar a la oveja centésima para que vuelva al redil.
En esta Semana Santa pedimos por el actual Papa Francisco para que sea el instrumento de Dios y el mundo descubra la humildad y el servicio del buen pastor que quiere a sus ovejas y no permite que ninguna se escape del redil y que además trate bien a todos reconociendo los valores y méritos de quienes que llevan el bien en sus vidas y buscan difundirlo por todas partes.

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jueves, marzo 21, 2013

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Cuando suenan las campanas
LAS TORMENTAS DEL ESPÍRITU SANTO
El Espíritu Santo es la tercera persona de la Santísima Trinidad y tiene como misión fortalecer con el amor los corazones de los hombres. Con su asistencia se combinan perfectamente la fortaleza con el amor. Lo recibimos con el sacramento de la Confirmación que nos hace soldados de Cristo. Los católicos somos combatientes desde el Papa hasta el último bautizado. 
Las intervenciones del Espíritu Santo en la Sagrada Escritura están llenas de fortaleza y decisión. En “Los hechos de los apóstoles”  se describe la llegada del Espíritu Santo el día de Pentecostés cuando estaban reunidos los apóstoles. Se habla de un “viento impetuoso”, algo que llega con fuerza y los entusiasma, se pusieron como “borrachos” y recibieron un “don de lenguas” para predicar la verdad y convertir a miles que fueron contagiados por ellos en un instante.
Estas manifestaciones, llenas de algarabía y entusiasmo, las hemos visto innumerables veces en torno al Papa. Hoy con la televisión se pueden ver los rostros de miles que vibran al unísono, plegarias fervientes, lagrimas que corren por las mejillas, silencios impactantes. Una conducta global que refleja la presencia de algo sobrenatural.
Sin ir muy lejos en el último mes hemos visto el espaldarazo que le ha dado el Espíritu Santo al Papa que propuso el año de la fe. Parece que Dios ha querido remover la fe de la gente consiguiendo que todo el mundo mire a la Iglesia. Creyentes y no creyentes han estado pendientes.
Se han escuchado comentarios de todo tipo, a favor y en contra. Las críticas de los temas espinosos se pusieron nuevamente sobre el tapete porque hay un mundo que se resiste al querer de Dios y ve a la Iglesia como enemiga de la libertad y ambiciosa de poder. Se repite lo que pasó con Cristo que atraía a multitudes y terminó crucificado por una brutal oposición de unos cuantos a la doctrina que predicaba. Sin embargo la Iglesia no terminó, al contrario fue creciendo con las adversidades y dificultades de las distintas épocas. Stalin  decía que en un minuto podría destruir en Vaticano y no lo consiguió. A la Iglesia la protege el Espíritu Santo.
El pasado 11 de febrero, en la fiesta de la Virgen de Lourdes, el Papa Benedicto XVI anunció su renuncia. Para todos fue una gran sorpresa. Nadie se imaginaba que un Papa pudiera renunciar. Benedicto XVI lo hizo motivado por el Espíritu Santo, (tomo la decisión rezando) y se produjo un remezón en toda la Iglesia, incluso hubo ese mismo día un rayo que tocó la cúpula de San Pedro.
En todo este tiempo, desde el anuncio de la renuncia, las expectativas se han multiplicado mientras la Iglesia continuaba con los procedimientos de rigor para estas ocasiones. Cuando llegaron los días del cónclave Roma se llenó de peregrinos y turistas. Todos esperando la fumata blanca. En esa espera, llena de confianza y de fe, se veía también la actuación del Espíritu Santo, motivando la oración y la esperanza de los fieles. Era la seguridad de que vendría el Papa que la Iglesia necesitaba. El cónclave fue corto pero la espera fue larga. En esa hora, cuando ya había sido la fumata blanca, todos estaban contentos, y todavía no conocían el nombre del nuevo Papa, se veía en la plaza San Pedro la fe de la Iglesia en todo el mundo. Creer sin ver, que venga el Papa que sea, que será el mejor sin dudas y cuando salió todo el mundo saltaba de júbilo, nadie se sentía perdedor o desanimado. La mayoría no lo conocía, pero era igual, se trataba del Papa, del Vice Cristo en la tierra. Qué clara se veía la actuación del Espíritu Santo.
Cuando el nuevo Papa sonriente empieza a hablar los mismos periodistas que narraban el acontecimiento estaban bastante emocionados. En ese instante se repetían las manifestaciones divinas motivadas por el Espíritu Santo en el nuevo Papa y en su pueblo. El Papa dice: vamos a rezar todos y el pueblo reza fervorosamente. Después de la algarabía bulliciosa de los hurras viene el silencio profundo e impresionante de la oración. Hay un minuto de conversación con Dios verdaderamente electrizante. Recordó a la Vigilia que tuvo el Papa Benedicto XVI en la Jornada de la Juventud de Madrid, cuando después de la tormenta que trajo lluvia y viento todos permanecieron junto al Papa rezando, en un profundo silencio, arrodillados en el suelo mojado frente a la Eucaristía.
Estas manifestaciones multitudinarias con la presencia de lo divino enseñan también a desenvolverse en la vida. Estamos en un mundo donde hay constantes tormentas que son sorpresivas y se mezclan con otros momentos de algarabía por cosas que alegran, y de pronto, en medio de todo eso, hay que parar para rezar profundamente.  El Papa Benedicto XVI pasó de los ajetreos de la silla de Pedro a la quietud de la oración, para pedirle a Dios por  la Iglesia, que sea para todos el arca de la salvación.
El Espíritu Santo nos está diciendo en el año de la fe:  ¡Stop!  Para un poco para que veas tu vida, ¿cómo es tu fe? y no te juegues la oferta de la vida eterna, que es lo que constantemente nos recuerda la Iglesia.
Que el Espíritu Santo nos ayude a vivir muy bien la Semana Santa y que sea una ocasión para transformar nuestras vidas hacia el querer de Dios.


viernes, marzo 15, 2013


 El Papa que la Iglesia necesita
UNA LUZ SOBRE LA FE
Pudiera parecer un poco atrevido el título de este artículo si es que se pretendiera poner luz sobre la luz , ya que la fe es la virtud que trae la luz a los entendimientos humanos. No es esa nuestra intención sino más bien tratar de explicar la potente luz que ha llegado, gracias a las circunstancias actuales: renuncia del Papa, cónclave y elección del nuevo Pontífice, para que podamos ver cómo está la fe de los cristianos en estos momentos históricos.  
El mismo Papa que declara el año de la fe le da un espaldarazo a la fe con su renuncia y consigue que todo el mundo mire a la Iglesia y a los católicos; una demostración más de la unión intrínseca e inseparable entre la fe de los hombres y la Iglesia. Quienes pretendían separar la fe de la Iglesia se han visto sorprendidos por esta arrolladora realidad de los acontecimientos: todos pendientes e interesados.  ¿por qué tanto interés?
El interés por lo que pasa en la Iglesia sirve de espejo para que cada uno vea su relación con la Iglesia y con la fe que profesa, o ¿a qué le llama fe? ¿Es posible una fe al margen de la Iglesia fundada por el mismo Cristo para cuidar y proteger la fe en todos los tiempos?
Dentro de este cuadro de interés y expectativa mundial, por lo que pasa en la Iglesia, pudimos observar que cuando la sede de Pedro está vacante unos rezaron intensamente y otros hablaron constantemente. Se cruzaron el silencio de la oración con la bulla del parloteo de quienes opinaban a lo humano los asuntos divinos.
Rezan los que tienen fe en un Dios que escucha y cuenta con las oraciones de los hombres.  Ellos están convencidos  de que el futuro de la Iglesia, como siempre, está en manos de Dios y que por lo tanto el nuevo Papa ha sido enviado por Dios.
Los que no rezan suelen aumentar, en estas ocasiones, el volumen de una verborrea tejida con conjeturas de un inducido “sentir popular” transmitido por el poder mediático y así opinan de cualquier manera. Leen, con cierta curiosidad, las noticias  escandalosas y las repiten por doquier como si fueran “actos de fe”, con un dogmatismo subjetivo de una terca y atrevida cerrazón. Así son los atrevimientos del que no reza y quiere “humanizar” los asuntos divinos.
Un “prestigioso” periodista se atrevió a decir, hace unos días,  recogiendo opiniones de cuestionados personajes eclesiásticos, que el nuevo Papa debería extraer de la Biblia todo lo que pueda ser confrontacional y dejar lo que pueda contentar a todos; ¡menudo disparate! , otro opinó, muy orondo, que si el nuevo Papa eliminaba el celibato de los clérigos se solucionarían los problemas sexuales que acosan a la Iglesia, una opinión que evidencia un desconocimiento de la realidad.
En estos días se volvieron a poner sobre el tapete temas como la despenalización del aborto, la píldora del día siguiente o la legalización de las bodas entre homosexuales, el retiro de los crucifijos o la prohibición de la libertad de culto en los colegios, etc. Temas, que algunos comunicadores mediáticos mueven para poder vender y los políticos ambiciosos inclinan sus balanzas buscando los votos, sin importarles si aquello es bueno o malo para las personas y la sociedad.
Gracias a la Providencia la luz sobre la fe de los hombres pone en evidencia muchas cosas. Lo más grave, y que muchos no perciben, es el rechazo de la oferta de la vida de eterna felicidad.  Este sí es un grave peligro para la humanidad.
La fe no es una creencia individual y subjetiva de lo que a uno le da la gana, ni tampoco el respeto y la tolerancia por algo que uno cree y defiende. Estas son más bien distorsiones que podrían llevar a una miopía y hasta una ceguera que impediría conocer la verdad. Si no se acierta en la fe uno se juega la Vida y la de los demás.
En la definición de fe está muy claro: creer en lo que Dios nos ha revelado. No basta creer en Dios, es necesario creer a Dios y para creer a Dios está la Iglesia como encargada, y asistida por el Espíritu Santo, para transmitirnos la fe en su pureza e integridad.
Quien ha pretendido separar a Cristo de Iglesia y opina, en esta coyuntura histórica, que el nuevo Papa debería ser más pastoral y abandonar los rituales y las exigencias de la doctrina moral Iglesia, está demostrando un desconocimiento total de las verdades de la fe que Dios ha revelado, que están en las Sagradas Escrituras y que la Iglesia enseña en su Magisterio universal. Verdades que son para todas las épocas y no pueden cambiar.  Un Papa es pastoral porque transmite con su palabra y su vida las verdades de fe que Jesucristo dejó en la Iglesia.
El Buen Pastor no es el que facilita las cosas por la llegada que tiene con la gente, es más bien el que sabe transmitir la verdad,  porque convence con la autenticidad de su vida yendo por delante y abriendo camino para que todos puedan encontrarse con Dios.
La Iglesia, con el Papa a la cabeza, tiene el mandato que Cristo les dio a los apóstoles para enseñar el camino de la verdad a todos, aunque se tenga que ir contracorriente. Cuando se pierde el sentido cristiano de la vida el hombre se descamina y puede convertirse en enemigo de Dios. Es fácil ver, en nuestro tiempo,  y en otras épocas, que la  Iglesia siempre ha sido atacada por las insidias de enemigo que quiere destruirla. En su historia milenaria no son pocos los que han aceptado el martirio, como ocurrió con Jesucristo, entregando la vida para defender la fe. Jesucristo era comunicativo, llegaba a la gente y las multitudes lo seguían, pero por decir la verdad fue sentenciado a morir en la Cruz.
El nuevo Papa Francisco es defensor de la doctrina de la Iglesia y llevará la barca de Pedro a buen puerto porque además está asistido por el Espíritu Santo.
El cónclave fue corto pero la espera fue larga. En esa hora, cuando ya había salido el humo blanco, todos estaban contentos y  entusiasmados sin conocer todavía el nombre del nuevo Papa. Se veía en la plaza San Pedro la fe de la Iglesia en todo el mundo. Creer sin ver, todos estaban aceptando el Papa que sea, que sería el mejor sin dudas. Cuando el Papa argentino salió por el balcón todo el mundo saltaba de júbilo, nadie se sentía perdedor o desanimado. La mayoría no lo conocía, pero era igual, se trataba del Papa, del Vice Cristo en la tierra. Qué clara se veía la actuación del Espíritu Santo, una luz sobre la fe de los hombres en el año de la fe.
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jueves, marzo 07, 2013


Santos sin santidad

No se puede jugar a ser santo sin serlo de verdad. El intento puede engañar a los incautos y originaría con el tiempo un huaico arrasador que llevaría al despeñadero a los propios partidarios o "devotos", como ha sucedido ya en tantas ocasiones.
Existe, en muchos sectores de la sociedad, la triste costumbre de tomar prestada la moral para hacer programas convincentes. Los discursos parecen prédicas donde se asegura la justicia y el buen trato a las personas. Todo cabe en el papel y qué fácil es repetirlo. Y así resulta que en la historia aparecen algunos personajes que se invisten de una santidad de purpurina y se consideran los redentores de un pueblo. Creen que van a conseguir que las cosas caminen bien. Ellos dicen que las cosas no caminaron antes, porque los anteriores fueron incapaces o corruptos, y ahora, por fin, llegó la moralidad que faltaba. Lo peor es que se lo creen.


¿Ignorancia o malicia?

Cuando los discursos de los seres humanos tienen como base la crítica mordaz, casi insultante o hiriente hacia predecesores o adversarios, es fácil que se pueda esconder allí una falta de rectitud o un escaso conocimiento de la realidad; también puede tratarse de la poca categoría humana del crítico.

Para que las relaciones humanas sean correctas no deben faltar nunca el perdón y la disposición de perdonar. Una persona que es incapaz de perdonar es también incapaz para dirigir o mandar. Si alguien se declara enemigo para siempre de una persona, porque se portó mal, o porque no piensa como él, está demostrando poca valía personal y un escaso conocimiento del ser humano. Esa limitación es propia del que no aprendió a querer a su prójimo.

También hay que tener en cuenta que la problemática humana no se resuelve con reglamentos o sistemas impuestos. Quien quiera  ayudar a su prójimo debe solucionar antes sus propios problemas, si no lo hiciera, terminaría cansado y no podría ayudar a nadie. Sus planteamientos no tendrían nunca la altura necesaria para ver las cosas con mayor profundidad y acierto.

El reconocimiento actual de las propias limitaciones es fundamental para tratar con acierto a los demás y no pensar que arreglar la vida de los otros es adecuarlos a un sistema o a un modo de hacer las cosas. Reconocer las propias debilidades no es una autocompasión, es más bien la actualización de la contrición, un dolor de amor por haber ofendido, que es también una disposición constante, un hábito de pedir perdón que va junto al hábito de perdonar. Es creerse capaz de lo peor y buscar ayuda para no desvariar.

En cambio quien suele calificar habitualmente a los otros como corruptos o mal intencionados, es que está viendo la paja en el ojo ajeno y no ve la viga en el suyo.



 
Trayectoria de vida

La moralidad no la forman los reglamentos o programas. Se refleja en la misma vida de las personas. En los aspectos espirituales o éticos.  Si se quiere erradicar un mal hay que estar sano. La salud espiritual es asequible para todos y constituye también un deber, no es una opción. Un líder debe tener buena salud. La buena salud no es la perfección.

El perfeccionismo es enemigo de lo bueno. Es por eso que el hombre bueno es el que sabe pedir perdón y sabe perdonar. El hombre bueno es el que conoce sus limitaciones y defectos y lucha cada día y en todo momento por ser mejor.

El que aspira a la santidad solo la puede adquirir con la gracia que Dios le alcanza para que luche y se transforme. No hay otro modo de llegar a la santidad.

La gracia de Dios no es una comodidad, es un recurso para luchar que tiene como fundamento la fe y la humildad. La fe de saber que Dios lo puede todo y nos quiere mejores y la humildad de saber que somos poca cosa y que tenemos muchos defectos y errores. Ambas virtudes nos hacen conocer la realidad, que es el conocimiento de cómo somos los seres humanos.

Entonces cuando vemos los defectos y errores de los demás no nos irritamos. Nuestra actitud será de comprensión y de ayuda para que pueda darse en cada uno una real transformación, luchando por la santidad a la que todos estamos llamados, una transformación in crecendo, que no se detiene nunca y que enriquece a la persona.


Crecimiento real para no dar "gato por liebre"

En los Hechos de los Apóstoles aparece un personaje llamado Simón el mago que al ver los milagros que hacían los apóstoles estaba dispuesto a pagar dinero para que él pudiera también hacer esos milagros. Creía que con el dinero lo podría conseguir y que se trataba solo de una estrategia o truco. De este personaje viene el pecado de simonía que es pagar por un beneficio espiritual. Hoy, al estilo de Simón el mago, muchos "líderes" juegan a ser santos sin tener santidad y establecen programas de "limpieza" donde ellos son los protagonistas.

Algo imposible sin una trayectoria de vida ordenada donde se deben notar las virtudes auténticas que fueron conquistadas por el esfuerzo y la lucha individuales.

El cinismo y la hipocresía reinante producen esos "santurrones" que engatusan con sus prédicas infladas a mucha gente sencilla que ve en ellos la honradez y la justicia sin darse cuenta de la falta de virtud y categoría de sus líderes.  Por desgracia hoy, ha crecido el número de esos “santos” sin santidad que se autocanonízan cuidando una imagen de honradez que no es más que una caricatura para engañar a los incautos.

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