Selección
de personas
Para las distintas
actividades y trabajos humanos es necesario elegir personas. Son diversos los
factores y motivaciones que intervienen en la selección de un personal
adecuado.
No existe una
selección humana perfecta, siempre hay deficiencias a la hora de escoger a
alguien. La objetividad absoluta no es posible por la presencia de elementos
subjetivos con más o menos peso en cada elección y circunstancias diversas.
El único que puede
elegir sin equivocarse es Dios. Cuando interviene el Espiritu Santo las
elecciones o selecciones de personas tienen una connotación distinta. No suele
haber una lógica humana donde hay una intervención divina. El hombre se queda
asombrado frente a esas elecciones que han ocurrido en todas las épocas a lo
largo de la historia. También se ven con frecuencias las argucias y obstáculos
que pone el enemigo de Dios para cuestionar e impedir las elecciones divinas.
La idoneidad del elector
Es evidente que el
hombre necesita para sus trabajos seleccionar gente. En muchas actividades
humanas es necesaria la selección: en la
milicia, en las disciplinas deportivas, etc. La selección tiene en cuenta las
capacidades, la preparación y también la disposición de cada uno. Cuando no se
cumplen ciertos requisitos las personas no son seleccionables. Una persona con
determinados vicios no es idónea para ciertas actividades. Una persona con
trastornos morales no debe ser elegida para conducir a otros. Un mal deportista
(de conducta censurable) no será
elegido para el equipo. No todas las personas sirven para todo.
En el mundo intervienen
factores impropios para seleccionar a las personas: varas, nepotismo, beneficios personales, mafias, argollas, etc. La
política está cargada de esos factores distorsionadores. Muchas personas
utilizan trampas para que los elijan: fraudes,
astucias, estrategias ocultas… y poder subir
su status .
En las presentaciones
de los candidatos se ve el afán de protagonismo y de oportunismo. El beneficio
propio resalta y las mayorías aceptan porque piensan que son los gajes del oficio. Los electores se
conforman con candidatos que van a lo suyo pidiendo una oportunidad para “crecer”, conseguir, y poder brindar a
los que lo apoyan un botín similar.
Muchas elecciones se convierten en concursos para ver quién se lleva más, en
otras parece que se turnan alternativas de grupos similares, que anuncian que
podrían conseguir algo nuevo, y
terminan siendo un poco más de lo mismo.
Cuando las elecciones
son a dedo y proceden de los jefes,
con qué facilidad se cuelan intereses personales o criterios cargados de subjetividad.
Muchas veces no eligen al mejor sino al que conviene más, al que podría ser más
leal al sistema o al que acepta lo que se le propone. Algunos optan por venderse a una causa por necesidad
económica o para empezar a trepar utilizando
favores que luego los tendrá que devolver en otras circunstancias, apoyando
siempre a los amigos. Todos estos
procedimientos se dan habitualmente en la vida, son acuerdos tácitos que
persisten en la sociedad, acompañados de inevitables injusticias y envidias.
Nuestro análisis no
debe quedarse en la observación de hechos que parecen congelados, como
situaciones inamovibles dentro de la sociedad. Es urgente advertir que ese modo
de proceder hay que cambiarlo radicalmente, como muchas otras cosas en la vida.
Antes habría que
demostrar que ser justo y honrado trae muchas ventajas y buenos resultados. En
cambio quien es proclive a manipulaciones
y favoritismos se mete en unos laberintos que terminan quitándole la
libertad y la paz.
La suerte del que no es elegido
No ser elegido no
significa ser malo o ineficaz. Toda selección responde a mil circunstancias
distintas. También habría que decir que los puestos más altos no son
necesariamente los mejores, pueden haber otros lugares más estratégicos o más
tranquilos y sin mayores riesgos, que pueden permitir desempeñarse en otras
labores que a la larga pueden ser más significativas e importantes. El que no
es elegido puede tener más suerte y ser mejor considerado en la vida que el
elegido. En algunas circunstancias habría que felicitar al no elegido y
decirle: te libraste de los problemas que
hubieras tenido. Es entonces cuando se puede hablar de la gran elección del
que no es elegido y hay muchos en la historia que han podido destacar por esa
circunstancia inaudita.
La Sagrada Escritura
dice: “La piedra que desecharon los arquitectos viene ha ser la piedra
angular del edificio”
En conclusión podemos
decir que los seres humanos cuando seleccionamos a otros seres humanos no
podemos dejar de lado elementos subjetivos que relativizan la importancia de la
selección. El buen funcionamiento de las personas no depende de la elección que
se haga de ellas. “Todo árbol bueno da buenos frutos” (….) “por sus frutos lo conocerán” El sentido común nos dirá que se debe
elegir lo que es bueno.