Los presagios de la historia
LA
CAIDA DE LAS SOCIEDADES ATEAS
Quizás
a los agnósticos y ateos no les guste
este artículo que está inspirado en la misma historia de la humanidad. Solo hay
que mirar para atrás y constatar cómo se han ido desarrollando los sucesos: lo que se ha mantenido y lo que el tiempo se
llevó.
Los
grandes imperios que parecían imbatibles se fueron desmoronando como castillos
de arena. Las ideologías, fabricadas por
las ambiciones e intereses humanos de poder o de partido, se han quedado
obsoletas y ya nadie cree en ellas.
La
humanidad, a pesar de los avances tecnológicos de la ciencia y de las
experiencia de la historia, camina con grandes achaques: muchas situaciones de
violencia y de inseguridad campean por todas partes: angustias y depresiones individuales que llevan a no pocos al
suicidio, protestas y guerras contra
sistemas establecidos que continúan llevando a multitudes a la rebelión.
Lis
líderes que liberaron al mundo de muchas esclavitudes
no han podido curarlo de las tiranías
y torturas que todavía persisten aunque se le declare la guerra a la homofobia y a la discriminación y se llame con urgencia a la tolerancia y a la inclusión.
Papeles, ¡tan solo papeles!
Todo
entra en el papel y poco en la conciencia de las personas, las palabras se las lleva el viento porque entran por un oído y salen por el otro. Miles
continúan su andadura por la tierra con doble
vida y con doble discurso, colocándole
a la hipocresía el apellido de la libertad.
El
sincretismo de ideologías ha creado
un hombre acomodado a unas
estructuras sin raíces que mira solo el espejismo
de una aparente “realidad” creada con la superficialidad de un consenso que busca pasarla bien por encima de todas las cosas. La frivolidad mundana ha penetrado en las derechas y en las izquierdas,
por las rendijas de una considerable tibieza
social (falta de orden en el amor) creando
una legión de esquizofrénicos enfrentados.
por la falta de virtudes humanas necesarias para la comprensión y el
entendimiento entre los hombres.
La familia: víctima de la sociedad sin valores
Esta
crisis de la humanidad afecta principalmente a la familia que se encuentra
totalmente desprotegida por los influjos de una sociedad agresiva llena de irreverencias y vulgaridades que se apunta
ciegamente a todo lo que sea informal con
la bandera de una modernidad que
censura lo antiguo como malo y obsoleto.
Las
rebeldías de hoy están otorgando patente
de corzo a “derechos” que van contra el hombre y la sociedad: el libertinaje sexual, la legalización de
las drogas, el permisivismo para el alcohol, la banalización de las fiestas, la
aprobación del aborto, la legalización de la homosexualidad como sistema de
vida, la eutanasia, a falta de libertad religiosa, etc.
Los
colegios y las universidades apuntan más a lo académico que a la formación
moral de las personas creando una competividad empresarial y una distorsión en
la jerarquía de valores. Como es lógico la pita
se rompe por el lado más débil y aunque las instituciones educativas tengan
unos idearios emblemáticos para la
formación de las personas, los resultados reales están muy lejos de esos fines.
Dios es el Señor de la
historia
A
principios del siglo XX, el año 1917, coincidieron las apariciones de la Virgen
a los tres pastorcitos en Fátima (Portugal), con la revolución bolchevique en
Rusia. Ambos acontecimientos tuvieron repercusión internacional y mundial. La
Virgen le pide a Lucía para que el Papa consagre a Rusia a su corazón
Inmaculado para que los errores de Rusia no se difundan por el mundo entero.
Como Rusia formaba parte de la guerra no se vio conveniente hacer esa
consagración universal. Los errores de Rusia (el marxismo) invadió el mundo causando muchas divisiones y
terribles muertes. El 13 de mayo de 1981, día
de la Virgen de Fátima, Ali Agca, un francotirador turco le disparó al Papa
Juan Pablo II, con intención de matarlo. El Santo Padre quedó herido y la
noticia se difundió por todo el mundo. Al año siguiente, el Papa viaja a Fátima
y consagra el mundo a la Virgen María, mencionado a Rusia. Al poco tiempo cae
la muralla de Berlín y el comunismo queda
obsoleto. Muchos países que estaban al otro lado de la cortina de hierro pasan a ser democráticos.
El
mundo sigue avanzando con la bandera de la democracia. Se producen muchas
guerras de independencia dejando sin curar las
heridas de los odios y resentimientos entre los seres humanos. El
capitalismo imperante de aquellos años trajo un progreso tecnológico
impresionante. Parecía que la paz se podría conseguir con el progreso
económico. Pero el ser humano, que no camina bien con los números ni con el
dinero, se llenó de codicia y desenfreno. El materialismo y la abundancia lo corrompió y el resultado fue una crisis
económica en occidente sumada a una
crisis moral sin precedentes.
Hoy
nos fijamos que algunos países de oriente apuntan a un desarrollo económico pero con sociedades totalitarias que van desde el ateísmo de
los países marxistas hasta los
fanatismos religiosos que conducen al terrorismo y ponen en peligro la paz
mundial. Hoy parecen imparables las invasiones
migratorias del oriente en occidente. Las políticas control de la natalidad
occidentales se están viendo afectadas por el crecimiento demográfico oriental.
No
es que oriente llegue con la solución para la paz y armonía mundial. El
conflicto empezará por ellos mismos. Una sociedad sin Dios no tiene sustento,
tarde o temprano estalla y desaparece, como ha ocurrido siempre en la historia.
Hoy parece un gigante que va creciendo cada día más y mañana serán cenizas que
se las lleva el viento.
No
es necesario ser profeta o adivino
para saber lo que va a ocurrir en el futuro, basta ver, con dos dedos de frente y un poquito de
sentido común, lo que ha ocurrido en la historia. La prédica de la Iglesia ha
sido muy clara a lo largo de la historia. Ahora también se debe escuchar lo que
dijo el Papa Benedicto XVI cuando empezó la crisis económica de occidente y lo
que está diciendo el actual Papa Francisco sobre el economicismo reinante que lleva a la división entre las personas y al crecimiento
de la brecha entre ricos y pobres. Por otro lado, el Santo Padre tiene también esperanza en la capacidad de los seres
humanos para abrir los ojos, poder contemplar la realidad y así, con
responsabilidad, puedan luchar para conseguir una civilización cristiana, donde
esté presente Dios, que es el Señor de la historia, para el bien y la felicidad
de todos los hombres.
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