viernes, mayo 30, 2014


En la actualidad el termino “amor” es uno de los más utilizados y de los más prostituidos.
EXCELENCIAS DEL MATRIMONIO CASTO
Existen en el mundo miles y hasta millones de matrimonios que han formado familias espléndidas y viven felices siendo fieles a sus compromisos con una paz y una libertad admirables.
Los esposos que viven felices, el hombre y la mujer, no son seres especiales ni ángeles, son de carne y hueso como todos, tienen ambiciones, tendencias, defectos y cometen errores como cualquier ser humano, también se pelean y se perdonan, caen y se levantan.
La Iglesia nos ha enseñado, desde muy pequeños, que existe el pecado. La catequesis, que continúa durante toda la vida, con las enseñanzas de su Magisterio, recuerda que todos los hombres somos pecadores. Esta insistencia no va contra el hombre, tampoco se dirige exclusivamente a los católicos, es una advertencia para todos los hombres. Todos, debemos admitir que somos pecadores o, dicho en otras palabras, tenemos que reconocer nuestros propios pecados.
Cuando el hombre se olvida que es pecador y no trata sus pecados, es muy fácil que se confunda y empiece a pensar de acuerdo a cómo vive. Tratará de encontrar situaciones que calcen con sus modos de vivir. En cambio cuando es consciente de sus pecados y los trata, (la Iglesia le ofrece los medios), ve las cosas de otra manera y se pone muy contento al comprobar que puede derrotar el mal y conquistar el bien.  Al mismo tiempo entenderá mejor las excelencias de una moral milenaria que predica la Iglesia, y que da libertad a los hombres. La Iglesia ha sido fundada para que el hombre tenga los mejores medios para luchar contra el mal.

Los que no están en la Iglesia
Es importante reconocer la existencia de miles y millones, que no son católicos, y que viven con honestidad y rectitud de vida, ganándose el aprecio de los demás. Dios no se olvida de ellos, los quiere y los protege. La redención se ha hecho para todas las personas sin excepción.
Por otro lado, algunos católicos piensan, equivocadamente, que pueden vivir bien su religión sin la Iglesia, y buscan compararse con esas personas honestas, que no son católicas, para justificar su distancia, y vivir como si no necesitaran de la barca de Pedro, para ser felices. Sería como si un familiar, que tiene todo el cariño de sus seres queridos y todos los recursos en su hogar para ser feliz, renegara de su familia, pensando que también podría ser feliz de otra manera, y se va de su casa. ¿No da mucha pena que sea así?
Dios busca que los hombres conozcan su Iglesia y vivan dentro de ella, para que tengan a la mano los medios que necesitan para luchar contra el mal y puedan ganar sus batallas personales, busca al mismo tiempo que todos estén unidos y se quieran de verdad.

La ley interna del amor
Está claro que el pecado sale del interior del hombre, pero las personas también tenemos una ley de amor en nuestra naturaleza. Para amar se debe acertar con el  y con el no. El para vivir de acuerdo a los mandamientos y el no para rechazar las tentaciones que nos llevan al mal.
Jesucristo dice: “Me ama el que cumple mis mandamientos”  Nos quiere decir que no se puede llamar amor a los sentimientos de una persona que no cumple los mandamientos. Se debe tener en cuenta que los mandamientos son la ley natural, no son disposiciones emanadas de la Iglesia para que los cristianos las acaten, están escritos en la naturaleza de todos los hombres y si el hombre no los percibe es por causa del pecado.
Para vencer al pecado es necesario poner los medios que la Iglesia alcanza. El hombre solo no podrá ganar las batallas contra ese mal. Si le hombre no se deja ayudar, y quiere seguir solo por su cuenta, empezará a cuestionar la verdad con su propia inteligencia y llegará a minimizar y hasta quitar de su entendimiento lo que es sobrenatural.  Empezará negando algo muy pequeño, y poco a poco terminará negándolo todo. Cuando no se vive de acuerdo con la ley de Dios, se termina pensando como se vive.
La mente humana, que es limitada, se hincha grotescamente por el pecado de soberbia, que es el que más ciega, y el hombre termina subjetivizando los dogmas y dogmatizando sus opiniones. En vez de tener seguridad en Dios empieza a desarrollar una “seguridad” en sí mismo, que a la larga lo llevaría a muchas contradicciones y fracasos.
Las consecuencias del pecado son fatales porque el hombre que no sale de sí mismo se expone al peligro de caer en una miseria moral, (estar atrapados con algún vicio o situación amarga y penosa), es la esclavitud del siglo XXI. Muchas personas están esclavizadas por una suerte de inmoralidad (aunque afirmen con un voluntarismo vehemente que su situación no es de pecado): sexo desordenado, alcoholismo, droga, ludopatía, etc.
En todo el mundo encontramos personas que derrochan dinero en sus propios vicios, luego resulta que es una calamidad, por los desarreglos que de allí se derivan y los daños que se hacen así mismos y a terceros.
Más grande resulta la miseria espiritual que atrapa al que no quiere saber nada con Dios para salir de la miseria moral. Como si Dios no contara para resolver sus problemas morales. Algunos lo tienen solo como una referencia, que podría ser interesante para resolver ciertos temas, pero no quieren abrir su alma para recibir la gracia de los sacramentos.
Así se porta el hombre relativista, que se ha vuelto autónomo, y piensa que su camino no está equivocado. A pesar de estar achacoso por no vivir como debe ser, insiste en que su proceder es correcto y juzga desde un ángulo que le impide ver con amplitud la realidad con todos sus matices.
Cuando el hombre se encuentra atrapado en esas esclavitudes, poco a poco se va deteriorando. Los mandamientos le parecen anticuados y las prédicas de la Iglesia una exageración, o cree que están dirigidas a un grupo pequeño de personas. Al mismo tiempo se convierte en “defensor”  de los que están con yaya, para tratarlos como si sus problemas fueran naturales o normales, se convierte en un consolador sin advertir el daño que podrían estar causando si no cambian. Se convierten el cómplices de los que no quieren mejorar. Creen que son personas comprensivas y son solo permisivistas temerosos. Quieren quedar bien con todos para que no se rompa la pita y puedan seguir sobreviviendo. Eso no es vida.
Además no faltan relativistas que terminan apoyando a los que atacan a la Iglesia para desacreditar a los que son fieles a la doctrina moral. En todas las épocas los católicos más fervorosos han recibido, y siguen recibiendo, críticas y amenazas, solo porque se portan bien. Cuando Jesucristo fue abofeteado en casa de Anás por un soldado irreverente y atrevido le reprende con una pregunta que lo deja mudo: “Si he hecho mal ¿dime en qué? y si no ¿porqué me pegas?”
 La Iglesia perseguida en toda su historia, ha recibido maltratos y torturas de toda índole. La enorme lista de mártires que dieron su vida por la fe es impresionante. Los más buenos han sido condenados por las “opiniones” de los consensos humanos que han visto a la Iglesia como enemiga de los hombres.
Sigue pasando lo que ocurrió en el juicio de Pilatos. Hoy, atizados por muchas “autoridades”, no faltan los que manipulan para inflar las voces agoreras de los que escogen a Barrabás antes que a Jesús.
Nos estamos refiriendo, con estas consideraciones, a miles que se encuentran atrapados por una miseria moral y espiritual que destroza los matrimonio y la vida del hogar. Nos apenan mucho esas situaciones que hacen sufrir a los que se deben querer. Son muy desagradables.
La gracia sacramental del matrimonio es una gran ayuda para que los esposos sean fieles a los compromisos que han adquirido entre ellos y con la familia que han formado. “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”, dice claramente el pasaje evangélico.
Los esposos que también son padres, serán fortaleza para sus hijos,  si son poseedores y difusores de un amor limpio y ordenado. Hoy, más que nunca, son necesarios para nuestra sociedad los matrimonios y los hogares donde reina la virtud de la castidad .
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jueves, mayo 22, 2014

Juguemos a los Gays mientras el lobo está
LOS GAYS DE LA PATRIA
El término Gay, hoy en día, es sinónimo de homosexual y fue popularizado en 1939 por el actor Gary Grant en la película Bringing up Baby. Un homosexual es una persona que se siente atraída por personas de su mismo sexo en lo relativo al sexo. La homosexualidad es la práctica de las relaciones eróticas con personas del mismo sexo.
Cuando una persona reconoce su tendencia sexual puede estar refiriéndose solo a su inclinación y no a la práctica de relaciones sexuales.
La Iglesia no rechaza ni condena a la persona con tendencias homosexuales, al contrario las comprende y las acoge como a todos los demás, pero tiene la obligación de enseñarles, como a todos, cuál es el significado y la función del sexo en el ser humano.
Bromas, burlas y rechazos
Salvo excepciones, el bulling universal hacia personas con tendencias homosexuales es semejante al que se hace por cuestiones de raza, posición social o el tipo de temperamento distinto que pueda tener una persona. Por lo general, en un primer momento, queda en el ámbito de la broma fácil que luego, si no se para, podría caer en el “cochineo” o burla sarcástica generando, a la larga, en el interior del burlón, lo que se llama homofobia o discriminación, que es el rechazo de esas personas por sus diferencias. Lamentablemente se puede pasar de una simple broma a un odio irracional. Esto ocurre cuando hay ausencia de caridad que es el amor a Dios y a los demás.
No solo en el caso de los homosexuales, que son tremendamente sensibles, (proclives al temor y al resentimiento), sino en todos los casos, es indispensable una educación de más calidad para que los seres humanos sepan tratar con cariño y delicadeza a los que son distintos a ellos. Las bromas, cuando hay ausencia de amor al prójimo, podrían generar fácilmente burlas hirientes que destrozan la convivencia humana y alejan a las personas.
Los efectos perniciosos del relativismo banal que esconde la verdad
Por otro lado hay que tener en cuenta, en los tiempos actuales, que el relativismo, que defiende la autonomía de la conciencia y el principio de libertad absoluta, está haciendo creer a un sector de la población que la verdad se construye con la opinión de las personas y que se puede opinar libremente en todos los temas sin que pase absolutamente nada.
Si alguien quiere opinar que el hombre tiene 5 ojos, no importa, es “su verdad” y si a otro le parece que debe suicidarse, no se le debe impedir porque es su decisión. Este modo de pensar hace crecer el voluntarismo, que es una suerte de desfuerzo o capricho del hombre, que quiere crear una verdad solo con la decisión de su voluntad.
El hombre que confunde la verdad con los sentimientos o impulsos de su interioridad y dice que es sincero y transparente, puede haber perdido la noción de trascendencia y el valor objetivo de la verdad. Se fía más de lo que siente y se convierte en un naturalista que quiere bendecir sus impulsos y pasiones como si se tratara de la ley del amor.
Estas consideraciones me traen a la mente el recuerdo de una persona, bastante ignorante, que tenía habitualmente relaciones sexuales con distintas mujeres; justificando su conducta me decía muy orondo: “Padre, ¿por qué me va a castigar Dios si yo amo a todas las mujeres?….lo que siento es amor y no odio”  No atendía a los mandamientos sino a sus sentimientos.
La voluntad de apagar la voz de la conciencia
La estructura de la autonomía de la conciencia es el propio yo que actúa como un monarca que decide imperativamente, cerrando los ojos a la realidad,  y de acuerdo a los designios de su propia voluntad toma partido en el consenso generalizado de posturas coyunturales, que ahora se llaman verdades  políticas, (todos saben que no es cierto pero hay que apoyar esa decisión, o conviene callarse y no decir nada, para que no se vea la verdad). La mentira tiene hoy patente de corzo para actuar con el eufemismo de la política. Así todo queda cubierto y hasta se puede crear una ley para que proteja esas majaderías.
Cuando muchas cosas se quedan sin hacer y el mal persiste, es porque el hombre de hoy no sabe decidir de acuerdo a la verdad. No le importa mucho mentir, para seguir mintiendo, con la comodidad del consenso y apagando a menudo la voz de la conciencia.
Reclamos inaceptables
Un hombre violento podría sentirse distinto del resto por ser violento, entonces buscaría a los que son violentos como él para exigir el derecho de los violentos, argumentando que existen muchos más que no se han declarado violentos,  por temor,  y dirá que ya es hora que todos los reconozcan.  Esos mismos derechos podrían exigirlos los mitómanos o los que tienen tendencia a apropiarse de lo ajeno.
La pregunta que nos hacemos es: ¿se les educa para que se corrijan o se les deja así?  Una de las funciones de la educación es corregir las conductas de acuerdo con lo que debe ser. Si alguno dice que la mentira es una virtud hay que corregirlo de inmediato. Y se puede corregir sin maltratar a nadie.
La condena de la verdad
La mentalidad relativista, que incluye los “derechos de los gays” pretende echar la Biblia a la papelera y condenar a la doctrina milenaria de la Iglesia sobre la moral sexual que viven miles y millones de cristianos que aman a Dios y a su prójimo viviendo los diez mandamientos de la ley divina
Muchos gays creen, (por las campañas mediáticas), que los que se oponen a la homosexualidad (vida de relaciones sexuales entre personas del mismo sexo) son homofobicos y les tienen odio a ellos. No conciben que sean personas con mucho amor a Dios y a la verdad que, con buena voluntad, quieren ayudar a todos para que sigan el camino correcto.
La Iglesia nos enseña el camino que  Jesucristo, quiso para todos y nos hace ver que la ley de Dios está a favor de todos los hombres. La verdad hace libre al hombre, en cambio la mentira, la artificialidad y la ignorancia lo esclavizan.
El padre José Carlos Areán nos alcanza un comentario que da muchas luces al tema que estamos tratando:
“Dos leonas no hacen pareja, dos gatos, tampoco. No pueden aparearse. Para ello tendrían que ser de distinto sexo y de la misma especie. Son cosas de la zoología, de la Madre Naturaleza. No es producto de la cultura hitita, fenicia, maya, cristiana o musulmana. Por supuesto no es un invento de la Iglesia. Muchos siglos antes de que Jesús naciera en Belén, el Derecho Romano reconocía el matrimonio como la unión de un hombre y una mujer. Después ellos se divertían con efebos, que para eso estaban, para el disfrute. La esposa era para tener hijos.
La palabra matrimonio procede de dos palabras romanas: "matris" y "munio". La primera significa "madre", la segunda "defensa". El matrimonio es la defensa, el amparo, la protección de la mujer que es madre, el mayor y más sublime oficio humano. Cada palabra tiene su significado propio. Una compra-venta gratuita no es una compra-venta, sino una donación. Y una enfiteusis por cinco años no es una enfiteusis, sino un arriendo vulgar. Llamar matrimonio a la unión de dos personas del mismo sexo me parece como poco serio. Jurídicamente, un disparate, de carcajada. Que le llamen "homomonio", "chulimonio", "seximonio", matrigay o lo que quieran, todo menos matrimonio, que ya está inventado hace tiempo. Nadie llama pastel de manzana a la que está hecho de peras, ni tampoco se le dice taza a la bacinica, ambas con blancas y con asa, pero en una desayunamos y en la otra defecamos.
Lo curioso es que cuando dices cosas como estas, algunos te miran como extrañados de que no reconozcas la libertad de las personas. Y por más que les dices que sí, que respeto la libertad de todos, que cada uno puede vivir con quien quiera, incluso con su perro, pero que eso no es un matrimonio, van y me llaman intolerante. Pero pongamos las cosas en su verdadera dimensión, los homosexuales son alrededor del 10% de la población, el 90% restante es heterosexual; entonces, reconocer a ese 10% y aceptar que son diferentes es tolerancia y democracia, pero ceder a sus caprichos ya no es democracia ni tolerancia, es estupidez.
No sé lo que harán los parlamentarios a la hora de votar. Son políticos, no juristas votarán por razones políticas, no según Derecho. Las consecuencias son graves. Si un varón tiene derecho a casarse con otro varón y una mujer a hacerlo con otra mujer, ¿le vas a negar el derecho a un hermano a casarse con su propia hermana? ¿O a un padre a hacerlo con su hija? ¿No tienen el mismo derecho? La sociedad se quiebra. Huele a podrido.
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jueves, mayo 15, 2014


Papas santos
LOS ÚLTIMOS PAPAS
Con motivo de la canonización de los Papas Juan XXIII y Juan Pablo II un Cardenal afirmaba que todos los Papas del Siglo XX y XXI, incluido el actual, son santos. Revisando la historia de la Iglesia no han sido muchos los Papas canonizados, incluso algunos no han estado a la altura de su investidura y han dejado para la historia un  recuerdo poco claro. Hace unos meses el Papa Francisco les decía a los obispos reunidos en Brasil que el cargo no daba la santidad y que todos tenían que luchar para ser santos: los fieles, los sacerdotes, los obispos y el mismo Papa.
San Josemaría recordaba que todos podemos ser santos  y que la santidad dependía de la correspondencia a la gracia divina y de los méritos de cada uno lograba luchando para cumplir con la voluntad de Dios. Así santo podría ser un barrendero o un ministro de Estado, una ama de casa o un heladero, cualquiera que haga bien su trabajo por amor a Dios y a los demás.

El influjo de los últimos Papas
Para los católicos de los últimos tiempos el Papado ha estado en el candelero, por la vida virtuosa de los Papas y por los avances de la tecnología en los medios de comunicación. Los últimos Papas han aparecido en las primeras planas de los diarios y en las pantallas de la televisión con una frecuencia casi diaria. Ver al Papa despierta reacciones favorables en las grandes mayorías. En los últimos años las plazas y las calles han estado abarrotadas con multitudes de fieles que querían ver y acercarse lo más posible al Santo Padre.
También habría que decir que ha sido la primera vez que los católicos pueden asistir a la canonización de dos Papas, Juan XXIII y Juan Pablo II, y a la beatificación de un tercero: Paulo VI, (octubre). Tres Papas a los altares en el mismo año, un verdadero record histórico en la Iglesia católica.

Calidad de vida de los Papas
A las grandes mayorías, salvo contadas excepciones, les consta la calidad de vida de los últimos Papas, cada uno con su personalidad y en circunstancias distintas. Se oye decir, en el sentir popular, de las bondades y virtudes de los últimos Pontífices.
Está claro, y así nos lo enseña la Iglesia, que el Espíritu Santo los protege, por eso se puede comprobar a lo largo de la historia, lo que Jesucristo le dijo a los apóstoles: “estaré con ustedes hasta el final de los tiempos”   Dios nunca abandona a su Iglesia.
Y así la barca de Pedro continúa su navegación, a pesar de las terribles tempestades que ha tenido que soportar en los mares del mundo. Nadie podrá destruirla porque Dios no lo permitiría, aunque los pecados de los hombres continúan golpeándola. La Iglesia ha sido y será signo de contradicción. El Santo Padre, que es el Vice Cristo en la tierra, tiene Potestad de gobernarla y llevarla a buen puerto, para que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.
Dentro de la Iglesia han existido siempre las vidas ejemplares de los que se esfuerzan para ser santos y poder corresponder a la vocación que Dios les da. Son vidas que destacan por encima de los demás superando una serie de dificultades y contratiempos de un modo heroico. Los santos son admirables en sus virtudes y en la capacidad que tienen para darse a los demás. En los últimos Papas se dan esta cualidades extraordinarias.
Admiración y fe en el Papa
En estos tiempos, cuando se escucha al pueblo hablar sobre el Papa, se percibe la admiración y la fe en los modos de expresión de los fieles.
La admiración se queda en las formas: “¡Qué simpático es!, ¡Qué listo es!, ¡me convence su modo de ser, tiene llegada!”. Quienes se quedan en la admiración expresan sus preferencias: “¡Este Papa me gusta más que el otro!”
En cambio quienes responden de acuerdo a la fe ven al representante de Dios en la tierra y le tienen veneración.
Cada época tiene el Papa que debe ser. En el último cónclave se comprobó nuevamente que el Espíritu Santo intervino para la elección del Papa y en la oración de los fieles. Recordamos que la gente aplaudía al salir el humo blanco y antes de conocer quién sería el elegido. No importaba quién sea, ¡ya había sido elegido!, eso era lo importante, ¡tenemos Papa!, todos saltaban de alegría mientras sonaban las campanas. Así fue siempre en todas las elecciones de los Papas a lo largo de la historia.
La diversidad dentro de la unidad
Es interesante observar las diferentes personalidades de los Papas. Hay una maravillosa diversidad que fomenta la unidad. Se puede querer mucho queriendo la diversidad dentro de una sólida unidad. Una sola verdad, una sola doctrina y distintos modos de ser. Una de las notas de la Iglesia es la Unidad  de todos con Cristo, que es cabeza de la Iglesia. Cristo está vivo y presente en la Iglesia. Los Papas y toda la Jerarquía son los guardianes de la unidad.
El que piensa que el Papa va a cambiar la doctrina de la revelación, que la Iglesia enseña en su Magisterio, desconoce por completo la Verdad, que la Iglesia predica y defiende en todas las épocas y que no puede cambiar.
Ningún Papa puede cambiar lo que es esencial en la doctrina. En la misma historia podemos constatar la fuerte unidad de la Iglesia que es asistida por el Espíritu Santo: una sola fe, un solo bautismo, una misma Iglesia.
Cada Papa, con su modo de ser diverso, debe ser santo, para influir en la santificación de los demás fieles y contribuir así a la mejora de la sociedad.
Si resumimos con una palabra la personalidad de los últimos Papas, tendríamos el siguiente cuadro:
·      Pio XII ………………………….estratega
·      Juan XIII………………………...bondad
·      Paulo VI…………………………dolor
·      Juan Pablo I……………………..sonrisa
·      Juan Pablo II…………………….amistad
·      Benedicto XVI…………………..inteligencia
·      Francisco………………………   pastor
Solo nos queda agradecer a la Providencia haber tenido en nuestros tiempos unos Papas Santos de gran categoría humana y sobrenatural.
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jueves, mayo 08, 2014


En el día de la madre
TODOS TIENEN UNA MADRE
Tal vez nuestros papás son los primeros que nos amaron antes de nuestro nacimiento y cuando mamá dijo: “¡estoy embarazada!” se propagó la noticia entre los familiares y amigos. Una noticia siempre grata para todos por la llegada al mundo de un nuevo ser humano.
La emoción de nuestros padres ya había ido creciendo en el período de gestación, ¿será hombre o mujer? se preguntaban inquietos. Antes era difícil saberlo, ahora con la ecografía se sabe todo. Cuando recibían la noticia se desataba entre ellos una larga conversación: ¿qué nombre le pondremos?,  ¿habrá que comprarle su ropita? ¿qué podrá comer? Si era el primerizo se imaginaban mil cosas esperando con ansias el día del parto, cuando todavía no existía el negocio de la cesárea.
En el día del nacimiento, ¡gran expectativa!, y después las preguntas: ¿a qué hora nació?  ¿cuánto pesa? ¿a quién se parece? ¿ha llorado ya?. Todos querían ver al bebe recién nacido, especialmente los hermanos pequeños peleaban para verlo primero y poder acariciarlo.  En la casa se armaba un alboroto que luego terminaba en fiesta. ¡Ha llegado un niño más a la tierra!   Un niño esperado que es recibido con amor.

El triunfo de la madre
A la madre se le ve como reina que ha traído un ser humano al mundo, que es querido por todos, y lo ha traído con mucho sacrificio y sufrimiento. El nacimiento del hijo ha sido para ella y para toda la familia un gran triunfo. Después de la cruz tenía que venir la alegría, y así se cumplía lo que dice la Biblia: “parirás a tus hijos con dolor”  Ella está ahora feliz y llena de flores, todo el mundo la felicita y cuando mira a su hijo recién nacido se lo come a besos, porque lo quiere con toda su alma. Y al marido se le cae la baba porque ha recibido el mejor regalo de su vida. Feliz con su hijo y hace promesas de cuidarlo mucho.
A partir del nacimiento la madre se encargaría de cuidarlo durante muchos años. Ella está totalmente dispuesta y feliz de cumplir con esa tarea,  incluso le gustaría que fueran más años. Las mamás siempre se sienten mamás, aunque sus hijos sean mayores. No importa la edad, un hijo es un hijo y para la mamá será siempre su hijito querido. El papá está de acuerdo y apoya a su esposa en esa magnífica tarea. Con todos es así en los comienzos. Es lo natural en todo el mundo.

La Virgen María
Todos tenemos una madre en el Cielo que es el modelo de todas las mamás. Jesucristo, el Hijo de Dios, nos la entregó como madre nuestra antes de morir en la Cruz. Nuestra Madre del Cielo es Virgen y Madre.
Todas las personas necesitamos recibir de una mujer la maternidad y la pureza: el cuidado, la protección y el amor limpio, tierno y ordenado. Se dice que no hay un amor como el de la madre, que es incondicional. La madre siempre ama a su hijo, no le puede fallar. Los hijos debemos reconocer ese amor tan importante para crecer como buenas personas. ¡Cuantos recuerdos tenemos de nuestra madre buena!
La corrupción del amor materno
Es muy triste para una persona no tener una madre que lo cuide y lo proteja con el amor de un corazón limpio y ordenado.
Lo peor que le puede pasar a una mujer es que corrompa su corazón y ya no sea la madre del amor hermoso, la que cuida con su pureza a los hijos y por extensión a todos los demás. La Virgen María tiene ese papel y le pide a las mujeres que sean como ella.
Lamentablemente estamos en una época donde vemos que se está extendiendo la corrupción de la mujer que ya no quiere ser madre, para cuidar a sus hijos. Muchas  se están saliendo de sus casas como si la libertad estuviera fuera, en la calle o en alguna actividad más importante que el propio hogar. Están dejándose influenciar por una ideología de género que les está arrancando la belleza de la maternidad.
Las mujeres que se han alejado de un amor limpio y ordenado caen con facilidad en una degradación que las llena de ira y a la larga las esclaviza. Comienzan sacando la bandera de la libertad reclamando los derechos que creen haber perdido y que no tienen nada que ver con la maternidad o la pureza. Penosamente abandonan la esencia de ser mujer entregándose a un libertinaje que las corrompe.
Siempre se ha llamado prostitución a la actividad que ejercen mujeres de mala vida; hoy esas mismas actividades quieren obtener carta de ciudadanía para extenderse a todos los niveles de la sociedad como si fueran opciones libres del amor humano. Este cáncer social, que denigra a la mujer, está matando a la familia y corrompiendo a los hijos desde la infancia. Lo peor que le puede pasar a una sociedad es que la mujer se corrompa. La mujer debe ser el paradigma del amor limpio y ordenado.
Reflexión en el día de la madre
Que el día de la madre sea una toma de conciencia para recuperar la pureza y la belleza de la maternidad y poder decir lo que San Juan Pablo II pedía con fuerza: “¡Familia sé tú!  Buscaba que las familias encontraran nuevamente sus raíces cristianas para volver a ser la célula básica de la sociedad.
Para todas las personas y especialmente para las madres es muy bueno desearles que tengan una familia bien constituida, donde todos se quieran mucho, como la familia de Jesús María y José.
Este buen deseo no tiene punto de comparación con ningún otro que se refiera a la familia. Todos los seres humanos quisieran tener una magnífica familia. No hay que  dejarse engañar por los “arreglos” de quieres le quieren enmendar la plana a la familia cristiana con los errores y las mentiras que hoy pesan en los que se han alejado de Dios con una rebeldía que los empobrece a ellos y a sus familias. 
Solo puede ser familia la que se forma por el amor limpio y ordenado entre el hombre y la mujer que se unen para ser fieles hasta la muerte a través del matrimonio. La tradición milenaria de la familia nos ha traído los mejores recuerdos que puede tener el ser humano para formarse como persona y poder caminar hacia un futuro esperanzador lleno de valores. No hay mejor herencia que dejar, a los que vienen después, una familia ejemplar.
Que podamos decir siempre: “Todos tienen una madre, pero ninguno como la mía”
¡Feliz día mamás! y que tengan el santo orgullo de ser madres.

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