Poner el alma en el espejo
SE
COSECHA LO QUE SE SIEMBRA (I)
La
vida de cada persona depende de las decisiones que vaya tomando a lo largo de
los años, algunas acertadas y otras no, con influjo o sin influjo de los demás.
Importa más que las decisiones y los influjos sean buenos, para lograr la
relativa felicidad en la tierra.
Cuando
se toman decisiones en función del desarrollo de alguna capacidad personal, la
persona debe cuidar siempre la calidad de sus relaciones humanas. El progreso
científico o humanístico no llega a ser un logro si la persona no se lleva bien
con los demás. No basta que exista honradez o respeto por unas leyes o
reglamentos, ser estrictos o cumplidores. La persona que se inviste de
legalidad podría estar distanciada de los demás si no sabe tratar a la gente
con la finura y delicadeza que exigen las virtudes humanas para las distintas
circunstancias de las personas.
Cuando
se habla de sembrar humanamente por lo general se refiere al amor que la
persona transmite a otras personas. Amando bien se siembra bien. Amar bien es
dar amor y no buscar recompensa. Son muchas y variadas las manifestaciones de
amor que salen de un corazón ordenado. El corazón no nace ordenado, necesita
muchas purificaciones y una lucha constante para que pueda transmitir el amor
que debe transmitir y que luego pueda cosechar. Solo el que aprendió a
sacrificarse puede conseguir buenas semillas para cosechar. Un corazón ordenado
no es duro, es un corazón enamorado que trata bien porque quiere bien y quiere
bien porque comprende bien. La cosecha propia del auténtico amor no ha sido
deseada como un beneficio de satisfacción personal, tiene motivaciones de otro
nivel.
Cuando
los años pasan uno también puede ver los frutos de su amor. Si las cosas han
ido bien habrá mucha gente cerca correspondiendo al amor con amor. Amor con
amor se paga. En este tema como en muchos otros se cometen muchos errores. Los
errores en el amor pueden ser fatales si no se sabe pedir perdón o perdonar. La
ciencia del perdón recicla el amor y lo hace más maduro y más fuerte. Se
agradece la experiencia y sobre todo la superación y elevación que se produce
en la persona. Nunca se debe pensar que se ha fracasado en el amor porque
siempre se puede empezar. Cuando se comienza o recomienza es fácil andar en un
alto nivel de amor que nos da seguridad. Basta que sea amor auténtico para que
sea seguro.
Dios
a través de la Iglesia y ésta a través de los sacramentos nos colocan
rápidamente en un alto nivel de amor. Dios está de por medio y no falla. La
lejanía de Dios produce soledad y miedo. Además el peligro, que todos tenemos,
de cosechar distancias con respecto a los demás. No equivocamos cuando nos metemos en nosotros, en nuestros
problemas, en nuestra cosas, en nuestras preocupaciones y no podemos darnos
cuenta que se están malogrando nuestra relaciones con los demás. Nunca se debe descuidar
en trato con el prójimo. El trato con el prójimo está lleno de renuncias y de
sacrificios, lo que aparentemente parece que no fuera amor. Están claras las palabras de San Josemaría
Escrivá cuando afirma que “Nadie es feliz en la tierra, hasta que se
decide a no serlo” y luego
continúa: Así discurre el camino: dolor ¡en cristiano!, Cruz; Voluntad de Dios,
Amor; felicidad aquí, y después eternamente” (Surco n. 52).
Si
no cultivamos la amistad con los demás no tendremos amigos y nos quedaremos
solos. La amistad no se mide desde nuestros problemas. El que no supo sembrar
amor estará buscando que lo amen cuando está en problemas. No se dio cuenta que
en los otros momentos no cultivo el amor y cuando llegan las dificultades es
muy difícil que la gente se ponga al lado. El que tiene muchos amigos los
tendrá siempre al lado y más cuando surgen las dificultades.
La
gracia perfecciona la naturaleza, la caridad perfecciona el amor. Si luchamos
por atender y querer a los demás todo nuestro ser se inclinará hacia ese
objetivo, porque está en la línea de nuestra finalidad y la gracia divina hará
maravillas en la calidad del amor. No hay temperamento que no pueda mejorar con
el amor. Para esto se precisa tener mucha rectitud: buscar amar sin buscar
amor. Es necesario desarrollar la capacidad de amar para adquirir la auténtica
felicidad.
El
que busca ser amado puede caer en un laberinto amargo y a veces desesperado. Se
llenaría la mente de críticas y resentimientos al sentirse víctima, piensa que
nadie lo quiere, que lo han dejado de lado, que nadie se acuerda de él, que no
lo llaman o no le hacen caso. Vive con esa herida y una considerable miopía. No
ha descubierto el amor.
Es
necesario sembrar amor para recoger amor. Recoger amor no es buscar beneficios
o satisfacciones placenteras, tampoco honores… Es estar feliz de haber hecho
las cosas bien contemplando los frutos nobles que ha conseguido: la libertad y la
felicidad de los demás al encontrarse con el Amor.
Todo
ser humano debe poner su alma en el espejo para no pensar que los demás son los
malos y él el bueno. Cuando en el alma limpia se puede reflejar la luz de Dios, todas las personas nos
parecen maravillosas. Solo sabremos hablar de las bondades y de las virtudes de
los demás y al tratarlos nos pondremos guantes blancos para no herir a nadie con
nuestros modos toscos que aún no hemos podido limar. No es cuestión de diplomacias,
ni estrategias. El auténtico amor
está lejos de un asomo de hipocresía. Lo que se siembra se cosecha.
Agradecemos sus comentarios
1 comentario:
El amor y el dolor van entrelazados en la vida son las dos caras de la misma moneda, la cruz, el dolor, el sufrimiento de nuestro Señor nos redimen, igual el nuestro nos hace participes en el plan de salvacion de Dios, solo felicidad alcanzaremos cuando lleguemos a la casa de nuestro Padre eterno, rico en misericordia luego de nuestro peregrinaje sembrando amor a lo largo de nuestra vida.
AS
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