Motivaciones de
las crisis financieras
¿UTOPÍAS
O TORRES DE BABEL?
En
el siglo XIV Sir Thomas Moro, el gran
canciller inglés, mártir por defender la fe católica, fue enjuiciado en 1535 por
orden del rey Enrique VIII,
acusado de alta traición por no
prestar el juramento antipapista frente al surgimiento de la Iglesia
Anglicana, oponerse al
divorcio con la reina Catalina de Aragón y no aceptar el Acta de Supremacía, que declaraba al rey como cabeza de esta nueva iglesia.
Fue declarado culpable y recibió condena de muerte. La obra más
importante que dejó escrita fue la
Utopía.
El
concepto utopía se refiere a la
representación de un mundo idealizado que se presenta como alternativo al mundo
realmente existente, mediante una crítica de este. El término fue concebido por
Tomás Moro en su obra Dē Optimo Rēpūblicae
Statu dēque Nova Insula Ūtopia,
donde Utopía es el nombre dado a una comunidad ficticia cuya
organización política, económica y cultural contrasta en numerosos aspectos con
las sociedades humanas de su época.
Las utopías del mundo
Han
pasado muchos siglos con una historia llena de utopías fabricadas por la
presunción humana. El Antiguo
Testamento nos narra el episodio de la Torre de Babel que los hombres pretendieron
construir para llegar al Cielo. El castigo por esa presunción, para los que pretendían esa proeza, fue
la confusión y falta de entendimiento entre ellos. Se dice que ese fue el
origen de los distintos idiomas que hay en el mundo. Siglos después algunos
quisieron volver atrás con el Esperanto, que fue, en menor escala, una utopía más de las pretensiones
humanas.
En
el siglo XX Hitler pretendió proteger la raza aria eliminando sin piedad a las
otras. Ese ideal nefasto terminó con abominables injusticias cometidas por los
seguidores del dictador, la muerte de ellos mismos y un desprestigio a nivel
mundial que todavía dura en la mente y en la conciencia de muchos.
La utopía del paraíso
comunista
El
marxismo no se quedó atrás, ha sido el campeón de las utopías, el engaño del paraíso
comunista con la igualdad de todos los hombres fue el paradigma del atraso. Ese
cuento que parecía ideal para establecer la justicia en la tierra, costó muchas
muertes y resentimientos humanos. Por donde pasó el comunismo hubo destrozos
irreparables. Fue una siembra de odios y de venganzas que ha dejado hasta la
fecha, heridas abiertas. En algunos lugares, donde todavía hay remanentes de
esa abominable ideología, continúa la utopía. Cuando vemos las fotos de
Cuba donde sale gente contenta rodeada de un atraso descomunal, nos da mucha
pena. ¿Ese es el anhelado paraíso comunista?
Las utopías del capitalismo
liberal
Hoy
nos encontramos en el escenario mundial con las utopías capitalistas o de mercado
libre donde se procura
que todos los habitantes tengan acceso a la actividad productiva, y unos
cuantos (o incluso
ninguno) a un gobierno
limitado o mínimo. Allí los hombres productivos desarrollarán su trabajo, su
vida social, y otras actividades pacíficas con plena libertad, apartados de un Estado propietario y
expoliador.
La
crisis financiera en los Estados Unidos de hace unos años y la reciente crisis
europea son efecto de las utopías capitalistas. Fue propiciada
por un acuerdo tácito de una legión de empresarios que comulgaban con la idea
de la libertad absoluta y de la autonomía de la conciencia. Fueron personas que creían que los problemas del hombre
se resuelven con la economía. La miopía de esos señores fue considerable
porque estaba cargada de lógicas mercantilistas que no salían de un papel
milimetrado que lo aguanta todo donde
parecía que todo cuadraba muy bien. No era más que la famosa y engañosa pirámide
donde ganan los negociantes y más tarde todo se desmorona para ka ruina de la
mayoría. Ellos quieren encontrar en sus fórmulas económicas la salida a los
problemas angustiosos en los que se encuentran encerrados y se siguen
equivocando.
La ceguera de la ambición humana
Enrique
VIII con el poder que tenía por ser rey, destruyó a todo lo que se le oponía en
el camino, porque más importante era su ambición, que la vida de muchas
personas. Algo semejante a lo que
hizo Herodes en tiempos de Jesucristo.
Los
ambiciosos de hoy no se quedan atrás en sus pretensiones. Pretenden decirnos
que les preocupa el problema social y que con la riqueza que se puede conseguir
se van a solucionar los problemas de los hombres. Hace tiempo que vienen
cantando la misma canción o contando el mismo cuento. Esas son las utopías del siglo XXI. La crisis europea es una
foto muy clara de esos planteamientos, donde se puede ver el fondo de las
pretensiones humanas.
Como
puede ser posible que unas personas decidan sobre el papel lo que debe producir
un país y lo que no debe producir para que el orden de una buena producción
haga crecer a todos. Algunos, cegados por
un ideal economisista, se dieron el lujo de decirle a toda una población
que no trabaje, porque no era necesario, e incluso les pagaron para que no lo
hagan, en aquellos países donde determinado producto no debía competir con el
país designado para producir. Eso parece lógico dentro de las fórmulas matemáticas
pero resulta que el hombre y su realidad es mucho más que los números exitosos
para una producción en el mercado.
El
hombre necesita trabajar, gane poco o mucho. Al que se le paga por no trabajar se le puede convertir en
un parásito social. Sería como
envenenarlo.
No
pueden haber planteamientos económicos y diálogos técnicos que no pongan al
hombre en primer lugar. No son los proyectos de los hombres en general los que
deben salir sino el proyecto de cada hombre con su familia. Los proyectos de
los hombres apuntan a los negocios de los hombres. Los proyectos de cada hombre
apuntan a su familia y a la educación de sus hijos. Cada hombre debe ser el
proyecto de la empresa y por consiguiente del país. No son los hombres para las
empresas sino que las empresas son para los hombres.
Que
los hombres no pretendan construir nuevamente la famosa Torre de Babel. Ya hay
bastante confusión y falta de entendimiento. Ahora tiene que venir la etapa de
la claridad y de la fraternidad. La etapa del hombre que sabe amar y que es
feliz en el servicio y no en el negocio compulsivo o en el entretenimiento
irresponsable.
Las
utopías
hay que quemarlas y sacar los libros que unen a los seres humanos con
planteamientos y proyectos verdaderos
para el progreso y la mejora de las mismas personas.
Agradecemos sus
comentarios.
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