Saber acercarse al que sabe amar
DESCUBRIR
EL AMOR
Algunos
pensaron equivocadamente que descubrir el amor era descubrir a la chica o al
chico de su vida. Ojala fuera así, pero para la mayoría la realidad está siendo
otra. Es muy triste ver esposos que se tratan mal de modo habitual, porque no
se hablan o porque tienen discusiones feas e hirientes y algunas veces con
amenazas, que pueden llegar a situaciones de violencia insostenibles. Ellos que
dedicaron tanto tiempo a la enamorada dándole prioridad y teniendo con ella
múltiples atenciones: palabras
afectuosas, arrumacos frecuentes, sueños
de un futuro maravilloso, viviendo un mundo tan sentimental como ideal,
para luego, con el paso de los años, llegar a declarar persona no grata a la persona que fue durante tanto tiempo el amor
de su vida.
Lo
dicho en el párrafo anterior es la pura realidad en múltiples casos, que
lamentablemente están creciendo en el mundo entero con la destrucción de la
familia. Para evitar más daños y deterioros habría que aconsejar a las personas
para que descubran lo que realmente es el amor.
La
imagen romántica que dan las telenovelas o películas que se dan en el medio, o
los acercamientos con manifestaciones afectuosas visibles entre las parejas,
confunden a las personas acerca de lo que es realmente el amor. Los sueños
platónicos de conquista de un amor humano, el buscar a alguien que caiga bien
para pasarla bien, o el querer que un chico o una chica nos quiera, no es
realmente lo que hay que buscar para encontrar el verdadero amor. Un persona
con la conciencia bien formada rechazará muchas veces esas atracciones porque
no son más que atracciones, algo que
provoca, algo que se desea o se busca sin más. Esto no significa que no haya
que enamorarse, significa que el amor debe tener un orden y por allí no se
empieza.
Si
uno quiere construir una casa, y rápidamente va poniendo ladrillo por ladrillo,
con poco fierro y poco cemento. Esa casa se puede construir, pero con el tiempo
se vendrá abajo. Esto es lo que ocurre con la mayoría de los matrimonios. El
hombre de hoy, que quiere arreglárselas sin Dios (sin meter a Dios en su vida
de verdad), dirá después que se le acabó el amor y que ahora buscará nuevas
opciones para “arreglar su vida” , un reencauche
que deja muchas heridas abiertas y muchas situaciones de dolor y de injusticia.
Descubrir
el amor es el descubrimiento de lo que se debe querer. Es un descubrimiento
personal que se consigue luchando contra el mal. El que no sabe amar se escapa
de su casa, no sabe darle a sus padres, que
los tendrá poco tiempo, el afecto que les debe dar. El hijo que sabe querer
a sus padres se hace grande y consigue ser mejor persona para todos los demás.
Robarle afecto a Dios o a la familia para ponerlo en una persona atrayente, por muy buena que parezca, se paga caro a
la vuelta de los años. Lo que se hace mal termina mal.
No
hay más que ver lo que está pasando, sería
presunción pensar que a mi no me va a
pasar. Así pensaron los que nunca aprendieron a amar y sufren ahora las
consecuencias. Algunos dirán arrepentidos: “¿por qué no escuche los consejos que me
daban?” “¿por qué fui tan terco
con lo que quería hacer?”
y vivirán con una herida abierta que es muy difícil de curar.
En
la Sagrada Escritura se dice: “nadie tiene más amor que el que da la vida
por sus amigos” Habría que preguntarle a muchos jóvenes, ¿por quién dan
la vida?
El amor de las personas
buenas
Las
personas buenas no son las que parecen buena
gente, que no se meten con nadie, que sonríen a todo el mundo, que todo lo
permiten. Las personas buenas son las que dice la verdad y viven de acuerdo a
la verdad. Son las que influyen en los demás con un amor ordenado. La calidad
de su amor es tan grande que llegan a trasformar a otras personas. Quien
descubre a una persona que sabe amar descubre el verdadero amor.
La
persona que sabe amar puede ser de la propia familia o no. Se puede descubrir
en la trayectoria que tiene: cómo es su
vida, a qué se dedica, quiénes son sus amigos, cuáles son sus obras, que es lo
que pretende, cuáles son sus intenciones. Se percibe una línea de conducta.
El
amor de una persona buena es el amor más grande que puede haber. La persona
buena puede ser mamá, papá, abuelo o
abuela, tío, o no ser pariente. Una persona santa sabe querer más que
nadie. Quien se acerca a un santo recibirá su influjo. Le trasmitirá el amor de
Dios que tiene en su corazón.
Es
por eso importante que los padres sean santos y amen mucho a Dios para que
puedan transmitir a sus hijos el amor a Dios. Es necesario que los hijos
aprendan y asimilen desde muy pequeños el verdadero amor para que su piedad sea
auténtica y puedan corresponder con amor al amor que recibieron. Cuando una
persona es amada entra automáticamente en deuda. Si el amor es noble, limpio,
ordenado, se trata de un verdadero amor. Recibir ese amor es mucho más que ser
premiado. Es la dicha de ser querido. ¿cómo se paga ese amor? Solamente se puede pagar con amor.
Sería
muy injusta y cometería un grave error la persona que recibe amor y no sabe
corresponder con amor, o no muestra su gratitud con obras. Tener un sentimiento
de rechazo o de querer lejos al que ama de verdad es doloroso para el que pone
amor con nobleza y bondad.
El
amor más alto, el que busca el bien de la persona amada, no esclaviza sino que
da libertad. Exige de un esfuerzo de correspondencia y se convierte en acicate
para el que quiere hacer el bien y una molestia para el tibio.
San
Josemaría Escrivá decía por eso que “los santos son incómodos”, no dejan que las personas vivan de
cualquier manera. Están siempre detrás buscando que las personas mejoren para
que sean mucho más felices de lo que son.
El
que pueda entender que entienda.
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