Lo que nunca se
debe callar
LA
URGENCIA DE TOCAR LOS TEMAS DE FONDO
Con
qué vehemencia defiende el hombre de hoy su vida privada y las decisiones que
va tomando para vivir de acuerdo a sus convicciones personales. Toda la
sociedad se ha puesto de acuerdo (tácito) para que se pueda convivir respetando
las elecciones de vida de las personas.
Esta actitud generalizada que parece, a primera vista, sensata para llevar las cosas en paz y se de una
buena relación entre los seres humanos, no deja de tener visos de complicidad
para no querer ver la realidad que afecta a las personas y que podría ocasionar
lamentables consecuencias en el futuro.
No
hay que tener miedo de llamar a las cosas por su nombre evitando eufemismos para tapar lo que no se
quiere ver y seguir adelante como si no pasara nada. Esta actitud de permisividad, que parece elegante por
ser condescendiente, va generando poco a poco un vacío muy grande en la
interioridad de las personas que luego intentarán llenarla con sucedáneos.
Quienes proceden así se encontrarán a su alrededor con los desatinos de quienes
no pudieron arreglar en la vida sus temas de fondo, y los verán a ellos con un sufrimiento depresivo y pesimista.
Algunas
veces se dice que entre los amigos no se debería hablar ni de religión, ni de
política, ni de fútbol, para no perder la amistad. Muchos aceptan el dicho
sin advertir la ligereza y superficialidad de esa consideración. De entrada no
se puede comparar la religión con la política y el fútbol. Quizá no pase nada
si no se habla de política y fútbol, pero con la religión nos estamos jugando
la Vida y la felicidad. La religión no es una opción o una alternativa.
Está
muy claro que se debe tener tino para decir las cosas y hay que saber buscar
los momentos oportunos. Lo que no podemos hacer nunca es callar y no decir
nada. “El infierno está lleno de bocas cerradas” Todo hombre tiene el deber de hablar
para decir la verdad. El esfuerzo por la verdad da coherencia a la vida de la
persona y su testimonio se hace creíble. Hablar de Dios es hablar de la verdad.
La
religión no es una fábula, no es un tema más, es la misma vida con todas sus
connotaciones morales. La prédica de Cristo, continuada por la Iglesia, esta
dirigida a la vida de las personas. La persona responde con la coherencia de su
vida por la aplicación de la doctrina que recibe y el convencimiento de que ahí
están las coordenadas para que las relaciones entre las personas sean
coherentes y armoniosas.
Toda
persona merece respeto y buen trato por el hecho de ser persona. Cerrar los
ojos y no considerar lo que las personas hacen no es lo más inteligente y
querer contar con personas con desarreglos personales en los temas de fondo
podría ser, en el menor de los casos, una temeridad.
Cualquier
persona en su buen juicio sabe de las repercusiones que podrían tener en los
demás los desatinos de una vida desordenada. Las malas juntas hacen daño. Una
manzana podrida pudre a las otras. Los padres sensatos advierten a sus hijos de
los peligros de los malos amigos y de las malas juntas.
A
nadie se le ocurre ir a un médico incompetente para que lo cure, se busca
siempre al mejor y al que está bien preparado, a una persona que tenga una coherencia
de vida, que no sea un insensato o un vago. Se puede saber bien quién es bueno
y quién no, atendiendo fundamentalmente a los temas de fondo.
De
acuerdo a estas consideraciones no tendría sentido admitir lo que se entiende
como políticamente correcto, tampoco se puede aceptar la tolerancia sin la
caridad. La actitud tolerante puede ser una cobardía que impide decir las cosas
que hay que advertir. El tolerante, que piensa que no debe meterse, deja que
las personas se equivoquen y que como consecuencia de esos errores malogren sus
vidas. Una persona con coherencia de vida sabe advertir a tiempo con un consejo
oportuno.
Amar
a una persona que tiene desarreglos estructurales sin buscar con urgencia el
camino para componer esos arreglos no tiene demasiado sentido. Es más, no sería
un amor auténtico podría ser más bien un apego afectivo (algo ciego y propio del voluntarismo). En los enamoramientos la
pasión puede cegar. Ocurre con mucha frecuencia. Si no se le da importancia a
los temas de fondo, éstos saldrán en el futuro para entorpecer las relaciones
de las personas, que luego lamentarán toda la vida. Esto sucede especialmente
cuando se toman decisiones por un
“amor” que no tuvo en cuenta los temas de fondo, como, por ejemplo, la religión.
Los
temas de fondo son para tocarlos en conversaciones personales. No deben tocarse
en grupo y menos cuando hay convicciones encontradas. Hay que tener en cuenta
que la verdad debe ser la llave para entrar a todas las vidas. La verdad debe
ser querida por todas las personas. El que se opone a la verdad se opone a su
propia felicidad. Es deber de todos ayudar a encontrar la verdad. Esta debe ser
la actitud de todas las personas.
Se
ha teorizado mucho acerca de la ética con definiciones y calificaciones
incompletas y sesgadas, como las que trae el positivismo, que desconoce las implicancias
del ser del hombre en cuanto a su trascendencia.
En
la naturaleza de la religión está su transmisión por parte del hombre. Ninguna persona
puede guardar la religión solo para sus convicciones íntimas. El que realmente ama
a Dios habla de Él con los demás, no se queda callado. Quedarse callado por
miedo o por un falso respeto es una temeridad que traerá luego grandes
desarreglos.
Al
cristiano se le pide ser audaz con su apostolado, como fueron los apóstoles.
Meterse con la verdad en la vida de los demás es saber querer a los demás. Todos tenemos que llegar al Cielo.
Agradecemos sus comentarios
No hay comentarios.:
Publicar un comentario