En
el mes de los fieles difuntos
HACIA
LA IGLESIA TRIUNFANTE
Homilía predicada Misa en la parroquia del
Sagrado Corazón
Miércoles 14 de Noviembre
Hemos querido venir este año a
esta parroquia porque el Corazón de Jesús, doliente y misericordioso, es el
refugio seguro que necesitamos nosotros y nuestros seres queridos difuntos, en
este año de la fe. Cuando nos
encontramos con el Señor misericordioso, estamos frente al Redentor, que viene
para rescatarnos y salvarnos; entonces no nos queda más que decir con aquellas
palabras del buen ladrón en la Cruz: "acuérdate de mi Señor cuando estés en
tu Reino"
El Reino de Dios es el lugar a
dónde queremos llegar todos y quiséramos que nuestros seres queridos, que ya han dejado este mundo, se
encuentren allí, por eso venimos a la Santa Misa, para rezar por ellos
acudiendo al corazón Sacratísimo y Misericordioso de Jesús. En este año de la
fe quisiéramos renovar nuestra fe en la gracia de Dios.
La Iglesia nos enseña lo que
debemos creer, en el hogar hemos aprendido las nociones elementales, con qué
amor y dedicación nos enseñaron nuestros padres y abuelos, y tantos otros maestros que
en la vida se preocuparon por nuestro futuro. Seguramente que con ellos aprendimos lo elemental de
la fe, y ahora les estamos muy agradecidos.
¿Como
nos encontramos ahora?
Hoy nos encontramos delante del
Señor con esas preguntas que muchas veces nos hacemos: ¿estarán mis familiares en el Cielo? (papá, mamá, abuelita, hermana, hijos…)
y si es así ¿ estarán Intercediendo por
mi….por todos nosotros? Si
ellos cuando estaban con nosotros procuraron darnos lo mejor, ahora si se
encuentran en el Cielo ¿no estarán
importunando al Señor para que nosotros, podamos también llegar a ese lugar de
felicidad? Y si nuestros seres
queridos todavía no pueden entrar en el Reino de los Cielos, porque les falta
arreglar algo, ¿no nos toca a nosotros
ofrecer sufragios y conseguir con nuestros méritos, que ellos puedan entrar a
ese lugar de felicidad? Si tenemos fe, no podemos demorarnos en esta tarea
tan importante. Por eso hoy le queremos pedir al Señor: "auméntanos la fe"
Con
el Tesoro de nuestra fe
Necesitamos tener una fe grande.
No basta con la fe de otros, es necesaria la fe de cada uno. Cada uno de
nosotros puede darse cuenta de esta responsabilidad. Le fe es más necesaria que
las matemáticas, el inglés o los ejercicios físicos. Es necesaria para la salud
y la felicidad de las personas. Para adquirirla se requiere la virtud de la
humildad. Lo que más se opone a la fe es la presunción, el creer que uno lo
sabe todo, o el estar demasiado seguro de las propias decisiones. Nuestros
seres queridos nos ayudarán a ser humildes. Ellos son los mejores
maestros. De ellos hemos aprendido
tantas cosas buenas, sino ¿qué hubiera
sido de nosotros?, No olvidemos que, amor con amor se paga.
¡Cuanto agradecemos las oraciones
de nuestros seres queridos! Valen mucho más que el dinero y las cosas
materiales. Valen más que cualquier experiencia de la vida que nos hayan
transmitido. En todo caso es la experiencia de la fe y del amor a Dios. Es lo
que nosotros también debemos transmitir a los demás. Si somos cristianos
tenemos que ser consecuentes con nuestra fe. Si creemos en Dios, tenemos que
creer a Dios, en lo que Él ha revelado y la Iglesia enseña. La Iglesia no
enseña por gusto, no enseña una ideología más, la Iglesia predica la verdad, lo
que el hombre y todos los hombres, deben saber para orientar sus vidas.
Religión significa compromiso con
Dios. Vale la pena que este año de la fe, todos podamos profundizar en esta
virtud que nos hace grandes y es la primera que se debe tener para poder
aceptar lo que Dios nos dice y
para que no se cuele la presunción de querer enmendarle la plana a Dios
con nuestras ideas u ocurrencias. Dios sabe mucho más que nosotros. Si nuestra
fe aumenta, enseguida nos daremos cuenta que el hombre es muy poca cosa, y
aunque no somos nada el Señor nos ha escogido como sus hijos predilectos, ¡Qué
gran privilegio! No somos nada y el Señor nos trata como si fuéramos un rey. No
tengamos miedo de tratar Dios. Dios nos trata bien para que seamos humildes.
Cuando abrimos los evangelios y
nos fijamos en la elección de los
apóstoles, vemos que eran unos
pobres pescadores, pero el Señor los elige para una misión divina. ¿Qué podían
hacer los apóstoles solos?, ¡nada!, ¡absolutamente nada!, pero con Dios, al
servicio de Dios, ¡lo podían todo! y ¿Qué tenían que tener para eso? Solo fe.
Dejar que Dios haga.
¿Que diríamos nosotros si descubrimos
un amigo que siempre está pendiente de nosotros?, si dormimos, está vigilante, si viajamos, sigue nuestro recorrido, si
trabajamos nos ayuda, cuando necesitamos descansar, nos facilita todo, cuando nos duele algo, se pone a nuestro
lado, cuando tenemos una pena, nos consuela, si estamos alegres, disfruta con
nosotros, siempre nos sorprende con algún detalle, está dispuesto a regalarnos
las cosas más grandes para que estemos contentos, nos abraza con verdadero
amor, a pesar de nuestra frialdad y dureza y además está siempre dispuesto a
perdonarnos, aunque hayan sido muy graves nuestros errores. Ese amigo lo
tenemos todos y está muy cerca, se
llama Dios, es Jesucristo el que quiere estar a nuestro lado y a ese, el mejor
de nuestros amigo, no lo rechacemos , no nos apartemos de Él,
aceptemos ese amor grande que nos compromete, el amor que nos hace
felices de verdad.
Antes de morir Juan Bauatista le
dijo a Herodes, el que lo mandó degollar: "majestad yo muero hoy pero usted
morirá mañana, ambos estaremos frente al tribunal de Dios”.
Hoy, en este año de la fe y en el
mes de los difuntos debemos ser conscientes de esta realidad: nos vamos a
morir. Todos tendremos que pasar por el tribunal de Dios. ¡Qué gran cosa nos
parece el tiempo! Hablamos con seguridad de mi tiempo, de nuestro tiempo, nos
preparamos para lo que pronto ya no va a existir. ¿Qué es el tiempo? El tiempo
son los escasos segundos que nos separan de la vida eterna. ¿Qué es la edad? Muchos
dicen: ¡Es que todavía soy muy jóven!, es
que debo aprovechar la juventud, ¿Qué es aprovechar la juventud? es como aprovechar
el segundo que ya se pasa. Esa es la realidad.
El tiempo existe para que nos
preparemos a la vida eterna. Dios nos está esperando en el Cielo, nos toca
fructificar los talentos para ganarnos el Cielo. Si tenemos en cuenta la realidad de la eternidad, todos
tenemos prácticamente la misma edad. En el Cielo no existirán edades. Es por
eso que aquí en la tierra debemos estar unidos todos, si hacer acepción de
personas, no debemos decir: " yo solo me junto con los de mi
edad" , que estrecho es ese pensamiento. Si nosotros venimos a esta
Santa Misa a recordar y pedir por nuestros seres queridos que nos han
precedido, estamos juntando el pasado con el presente Ellos no pueden volver aquí, a este
valle de lágrimas, pero sabemos que nos toca ir allí, a donde están ellos,
allí, junto a Dios, donde se produce el reencuentro. Esta es nuestra fe, la fe
en Dios, en la vida eterna y en la bienaventuranza accidental. La comunicación
con la Iglesia Triunfante y purgante, que es la Comunión de los santos y
nuestra proyección a lugar de felicidad que es el Reino de los Cielos.
Así como en el día de la madre, no
bastan las flores y los regalos de los hijos, igualmente en estas fechas emblemáticas
lo que nos piden nuestros seres queridos es que nuestra conducta sea mejor. Y
este año de la fe, agradaremos a Dios, y a nuestros seres queridos, si crecemos
en la fe. Vamos a pedirle al Señor con humildad, rechazando las tentaciones,
para lograr que el Señor nos aumente la fe y podamos ser audaces para lo que
Dios nos pide, para esas exigencias divinas que no podemos cumplirlas sin la
fe. Grandes lecciones encontramos
en Nuestra Madre la Virgen María, una criatura sencilla que se convierte en la
más importante de la tierra tan solo por creer en el papel que Dios le pedía,
ser la madre de Dios, Ella contesta: "he aquí la esclava del Señor, hágase
en mi según tu palabra" Era todo lo que tenía que hacer: la
voluntad de Dios. Ahora junto con Ella rezaremos por nuestros seres queridos
difuntos y seguimos en esta IIglesia militante con la esperanza de llegar a la
Triunfante.
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