La ausencia de virtudes humanas
LOS
TERRORISTAS DEL BUEN AMBIENTE
Es
muy grato y tonificante el ambiente que hay en una biblioteca cuando todos los
lectores o estudiantes leen en silencio sus respectivos libros o trabajos.
Estar allí avanzando en una actividad intelectual eleva el espíritu y fortalece
el ánimo.
También
es grato el ambiente que hay dentro de un partido de fútbol donde los
jugadores, que han entrenado, se
entienden bien y logran buenas conquistas. A todos les gustan los logros de los
buenos partidos: la armonía de jugar bien y los buenos resultados.
Dentro
de los hogares en el ámbito familiar es maravilloso el ambiente de una reunión
en casa con los seres queridos, cuando se recuerdan historias entrañables de la
familia con las ocurrencias divertidas de alguno que se cuentan como anécdotas
propias de la vida familiar. Qué bien se pasa en casa cuando existen
entendimientos y se vive en un clima de armonía familiar donde todos se quieren
y respetan.
En
muchos trabajos el ambiente es gratísimo y entusiasmante. Esto sucede cuando se
valora y se respeta a las personas. Lo consiguen las personas sencillas que no
se buscan a sí mismas ni se engríen con los demás, son los que saben estar en
su sitio y desean para los demás lo mejor. Además de ser atentos y serviciales,
tienen puesta la “camiseta” del trabajo y se identifican con su empresa.
Para
la armonía en los trabajos se requieren muchas virtudes humanas, no solo las
que nos permiten tratar bien a las personas sino también aquellas que nos unen
a todos con la empresa y sus autoridades como la lealtad, la honradez y la
justicia.
La
alegría y la paz que podemos encontrar en las actividades de diversión o
descanso también elevan el espíritu y nos llenan de entusiasmo. ¡Qué bien se
pasa en un viaje o en una excursión familiar, o con nuestras amistades! ¿Quién no tiene recuerdos de viajes o
paseos entrañables?
¿Utopía o realidad?
Si
el mundo fuera tal como lo describen los párrafos anteriores sería como una
antesala del Cielo. Pero ¿qué es
lo que está pasando?
Como
contraste nos solemos ir al otro extremo y sacar a colación las atrocidades que
cometen los seres humanos con la violencia despiadada, los crímenes, las
guerras y los vicios que provocan muertes tontas.
Y
sin irnos a los extremos encontramos personas que, estando en un camino aparentemente correcto, suelen tener una
suerte de malicia que termina destruyendo la armonía y los logros de los buenos
ambientes.
En
la biblioteca basta que alguien haga bulla para que se convierta en un “terrorista” del buen ambiente. El que
hace bulla en una biblioteca se convierte en un elemento conflictivo que cae mal e incomoda a los responsables, que
quiere estudiar en serio y aprovechar bien el tiempo para seguir leyendo. Es
alguien que le tira tierra a la seriedad del momento porque quiere pasarse de
gracioso o porque le molesta que los demás estudien tanto.
En
el deporte, el futbolista que no se toma en serio el partido y está en son de
burla jugueteando un poco para “divertirse”
a su estilo, molestando al adversario en vez de esforzarse y luchar para
jugar mejor, se convierte en un elemento distorsionador y en un “terrorista” del buen ambiente. Tiene
una actitud tonta y estúpida que influye negativamente en todo su equipo. Al
buen deportista no le gusta al que hace de “bufón”
en su disciplina deportiva.
El
“terrorista” del hogar es el que más
pena da porque confunde la seriedad del cariño, la delicadeza y el respeto, con
normas rígidas o demasiado formales, entonces quiere romper ese ambiente, que le parece demasiado ordenado, con
una espontaneidad irreverente.
Las
personas que se quieren son puntuales para verse, precisamente porque se quieren, son ordenadas en sus cosas, también por amor, son cuidadosas y
delicadas en el trato, son respetuosas y se cuidan de no decir ligerezas; son
comprensivas y no dadas a la crítica o a la murmuración, no hacen burlas de los
demás y procuran no herir a nadie.
En
cambio el “terrorista” del hogar es
el espontáneo que quiere romper “moldes” y dice lo que le sale de dentro en
cualquier tono y de cualquier manera, va a lo suyo poniendo por delante sus
cosas y quiere hacer girar a todos de acuerdo a sus caprichos. Crea en la casa
un ambiente de informalidad y de desorden que hace desagradable la vida
familiar y se convierte también en un elemento distorsionador.
El
“terrorista” del hogar vive burlándose de sus seres queridos con bromas pesadas
e hirientes o toma la vía de la
agresividad apartándose del resto y descalificando a los suyos, a los que luego
puede terminar tratándolos con indiferencia y hasta con desprecio.
Lamentablemente
el mundo se está llenando de “terroristas” de los buenos ambientes, los vemos
también en las reuniones sociales que cada día son más agresivas, zafias y
peligrosas.
¿Qué está pasando? Es el alejamiento de Dios y de los
valores trascendentes. Lo más elemental se está perdiendo. Es evidente que
existe una ausencia, casi total, de
virtudes humanas. Hoy, cuando se
encuentra a una persona virtuosa, puede parecer un santo caído del Cielo, o
alguien “chapado a la antigua”
Hoy,
algunos, se han vuelto agresivos en sus ambientes normales, viven atacando o
defendiéndose constantemente. Sacan sus armas por cualquier motivo. Preguntan
retando con intención de dejar mal al otro. Actúan con grandes dosis de vanidad
y pedantería, con una opinión casi dogmática, sentando cátedra con sus
apreciaciones.
Lamentablemente
muchos, que podrían hacer una buena labor, han optado por el silencio y la
política de la no intervención. El perfil bajo está de moda y los que eligen
ese modo de proceder piensan, equivocadamente,
que es una buena decisión para
estos tiempos de ingratitud y corrupción.
Es
preciso formar en las virtudes humanas para recuperar los ambientes sanos donde
predomina la cultura y el buen trato entre las personas.
Agradecemos sus comentarios
No hay comentarios.:
Publicar un comentario