LA
ELECCIÓN DIVINA DE LO HUMANO
Los
tiempos pasan, las circunstancias cambian y las elecciones de los Papas siguen
una milenaria tradición: los cardenales electores reunidos en el cónclave
elegirán al sucesor de Pedro y saldrá el Papa que Dios quiera.
La
Iglesia, por asistencia divina, tiene
el arte de saber combinar lo moderno con lo antiguo, moderando la velocidad de los
tiempos actuales con la sabiduría de una tradición que conserva, por mandato divino, la verdad revelada
para todos los tiempos.
Los
Papas, aunque son distintos unos de otros, conservan la doctrina de la Iglesia.
Cuando un Papa termina su período no pasa nada. Después de un Papa viene otro y
todo continúa igual, eso es lo que veremos en los siguientes días.
Los
hombres pasan y la Iglesia continúa su andadura a través de años, siglos y milenios, asistida por el
Espíritu Santo que la protege de los peligros y de las
inclemencias de los tiempos.
Dios,
que es el Señor de la historia, es el
que mueve todos los hilos. Él busca al hombre, lo llama, lo elige, le pide una respuesta, le entrega una misión y
luego le dice: “hasta aquí no más”
Elige personas bien distintas.
Los
autores sagrados eran completamente distintos y de diferentes épocas, sin
embargo la Biblia tiene una magnífica unidad, ¿a quién se debe?, solo a Dios
que es el autor principal. Lo mismo ocurre con los Papas. Los Cardenales que
entran al cónclave son seres humanos, que pueden tener sus ideas y tendencias,
sin embargo Dios utiliza todo eso para que sea elegido el Papa que Dios quiere.
No es una elección puramente humana. Es una elección divina que se da en el ámbito de los seres
humanos.
A
pesar de todas estas realidades, que se
repiten a través de los siglos, el hombre siempre busca darle peso a lo
humano y se llena de teorías queriendo encontrar motivaciones o tendencias que
benefician a grupos, ideologías o personas. Se habla políticamente de derechas
o izquierdas, de capitalismo y de marxismo. Incluso se sataniza. El que no
entiende lo sobrenatural se lanza con conjeturas tejidas con los análisis de
los “expertos” en temas eclesiásticos, pero luego las cosas salen de otra
manera. Por algo se repite siempre el conocido dicho: “el que entra al cónclave como Papa sale como Cardenal” , no tiene
categoría de fe, solo quiere indicar que la elección de un Papa tiene un
carácter sobrenatural que supera con creces a cualquier expectativa humana.
Así
ha ocurrido en los cónclaves anteriores, ¿se elige al Papa que necesita la
Iglesia para los tiempos actuales? Habría que decir más bien: Dios elige al
Papa que la Iglesia necesita para los tiempos actuales. Si nos fijamos en los
últimos Papas eran personalidades totalmente diferentes que marcaron una unidad
de mucha fuerza para la Iglesia. La gente les recuerda por sus distintos modos
de ser, pero también pueden reconocer el papel importante que tuvieron para la
unidad de la Iglesia. Eran hombres fieles a la Iglesia y a la doctrina que
predicó Jesucristo.
Juan
Pablo II terminó su pontificado con una larga agonía que todo el mundo siguió
de cerca y que se convirtió en una catequesis extraordinaria que movió a
millones. Benedicto XVI termina su Pontificado renunciando porque no tiene
fuerza física para realizar las tareas encomendadas a la sede de Pedro. Su
decisión es aceptada y querida por todos. Son dos modos distintos de terminar
que tienen un grandísimo valor y producen un efecto de unidad y adhesión que
nadie puede soslayar. El Papa que vendrá va a ser distinto en su personalidad
pero igual en su unidad y fidelidad a la Iglesia. Se trata de una continuidad
que viene desde Jesucristo.
Este
mes tendremos al Papa Benedicto XVI hasta el 28. Es un tiempo propicio para la
reflexión que coincide con el inicio de la cuaresma: ¡cuánto le tenemos que
agradecer a este Papa! ¡cuánto bien ha hecho por la Iglesia! Hizo lo que el Señor
le pidió y deja una Iglesia en crecimiento: muchas conversiones y más
vocaciones, sobre todo en África, Asia y América. La católica Europa se
encuentra en una crisis de fe. Desde el Papa Juan Pablo II se proyectó una
reevangelización de Europa, Estados Unidos y Canadá. Los países europeos tienen
raíces católicas. La Iglesia entera reza este año de la fe para que Europa
vuelva a sus raíces.
Es
tiempo de rezar por el Papa actual, por el que va a venir y por la Iglesia
entera. Rezar con esperanza en la gracia de Dios que nunca falta y menos en
estos momentos. El mundo entero está mirando a la Iglesia. Algunos la pueden
criticar pero la siguen mirando y teniendo en cuenta. Así es y así será
siempre. Todo lo que sucede hoy en torno al santo Padre será un bien enorme
para toda la Iglesia. Vivimos unos momentos históricos que recordaremos siempre
como un tiempo de gracia que Dios ha querido darnos.
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