Los hombres que
condenan a Dios
EL
DESPRECIO DEL MEJOR
Jesucristo
era el mejor de todos y fue despreciado por las autoridades con un odio cruel y
sanguinario. Las escenas de la pasión claman al cielo. Nadie en su justo juicio
puede aceptarlas. Son acciones contra el hombre y contra Dios.
En
todas las épocas y en muy diversos ambientes se dan situaciones donde se odia y
se desprecia a personas buenas y honradas desde las altas esferas.
Eso
sucede cuando en las altas esferas hay personas que no han cultivado bien su
interioridad para ser humildes y están comprometidos con “lealtades” amarradas a sistemas establecidos donde
existen intereses de poder. Algunos suben, o
son subidos, a ciertos escaños fabricados por quienes exigen determinados
“meritos”, para permanecer en un status donde pueden volar con las
arrogancia de una verticalidad insana. Muchos ambientes están diseñados así y
quienes los integran viven una “fidelidad”
de complicidad y no de amor, y
puede ser también de corrupción.
La autoridad debe ser buen
pastor
Con
qué acierto el actual Papa Francisco dijo antes de entrar en el cónclave que el
perfil del nuevo Papa debería ser el de “un pastor que huela a oveja, porque hoy
hacen falta pastores que estén con las ovejas, que nunca las apaleen sino que
las cuiden con mucho amor".
El
cuidado del buen pastor, no solo el santo
padre, sino cualquiera que ejerza la autoridad: un padre de familia, un profesor, un instructor, un alcalde, un
congresista, un policía, no se ejerce teniendo encerradas a las ovejas
dentro de un redil, tampoco imponiendo algo para
que se cumpla. La autoridad debe
aparecer como un servicio que ayuda a progresar, es una luz que orienta y
protege a la vez. Etimológicamente autoridad viene de augere, que significa hacer crecer, desarrollar. Quien reconoce a
una autoridad se adhiere a unos valores que representa.
Cuando
se ejercita la autoridad se crea un ambiente positivo lleno de calor humano y
estímulo que motiva la generosidad y respeta la libertad. La autoridad debe
tomar en serio al súbdito, no hablarle desde arriba, ocultándole cosas y
utilizándolo para determinados trabajos. Cuando el ejercicio de la autoridad es
correcto, el súbdito se verá sorprendido por muchas manifestaciones de
confianza. Verá que se cuenta con él y no se le tiene al margen. La autoridad
tiene prestigio y es eficaz cuando está al servicio de los demás. Esto es lo que ahora quiere resaltar el
Papa Francisco.
La triste distorsión de la
autoridad
Hoy
se ha distorsionado completamente el concepto de autoridad. Se dice que tiene
autoridad alguien nombrado que ha recibido una potestad y ejerce un dominio y
por lo tanto tiene a los súbditos bajo su mando y les obliga a vivir de acuerdo
a unas determinaciones. Se siente investido de un privilegio, creyendo que está
más alto que los demás y que tiene
derecho a un trato especial de reverencia.
En
nuestra sociedad, lamentablemente,
abundan los que están trepados en un
autoritarismo cerrado y lejano. No saben bajar al llano, creen que es rebajarse
y perder el derecho al “club de los
selectos”
Los
fariseos, escribas y doctores de la ley, eran personas con un rango y nivel superior.
Hablaban repartiendo criterios y consejos desde arriba dándose aires de ser los
grandes maestros. Creían que todos tenían que escuchar sus juicios “acertados”,
pensaban que, “gracias a Dios”, no
eran como los demás hombres, sino mucho mejores, porque cumplían con la ley,
daban buenas contribuciones, ayunaban y se sacrificaban. Además se lucían para que todo el mundo
los viera. Señalaban siempre sus méritos para ser reconocidos y aplaudidos por
todos. Jesucristo los llama: “raza de
víboras” y “sepulcros blanqueados”
Jesucristo
detestaba la hipocresía y ese afán de ponerse encima de los demás. Hoy abundan
esos personajes y muchos de ellos no se dan cuenta de lo que están haciendo. Es
necesaria una oración intensa para que cambien y para que, como dice el Papa
Francisco, el poder de las autoridades sea siempre de auténtico servicio.
Los
autoritaristas dicen que están sirviendo y se lo creen. Habría que pedirles que
renuncien a sus cargos como primer paso para que puedan realmente volver a la
rectitud.
En
la Iglesia la Iglesia aprendimos que la autoridad no está para lucir sino para
servir. El pastor debe oler siempre a oveja, y salir a
buscar a la oveja centésima para que vuelva al redil.
En
esta Semana Santa pedimos por el actual Papa Francisco para que sea el
instrumento de Dios y el mundo descubra la humildad y el servicio del buen
pastor que quiere a sus ovejas y no permite que ninguna se escape del redil y
que además trate bien a todos reconociendo los valores y méritos de quienes que
llevan el bien en sus vidas y buscan difundirlo por todas partes.
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