Escuela
de virtudes y de disciplina
EL SENTIDO DEL
SERVICIO MILITAR
Desde
tiempos inmemoriables existe en
muchos países el servicio militar obligatorio que responde a la necesidad de
tener una reserva muy bien preparada en caso de guerra, con gente civil muy
bien adiestrada y formada en los valores patrios, que estén dispuestos a dar la
vida por su país. Muchos jóvenes sirvieron valerosamente a su patria gastando
años de juventud para ese objetivo y millones murieron cuando sucedieron las
guerras en el mundo, especialmente en los conflictos bélicos mundiales.
Cuando
se habla de servicio militar se entiende que se trata de tener gente leal y
valerosa para defender al país en caso de guerra. Es un servicio en el que los
jóvenes aprenden a utilizar las armas para eliminar a los enemigos que pretendan
atacar a la patria. La historia nos ha enseñado, reiteradas veces, el buen ejemplo que dieron nuestros héroes nacionales que murieron
inmolando sus vidas por amor al país. En fechas significativas se recuerda a
los más emblemáticos, en sendas ceremonias adornadas con arreglos florales y
emotivos discursos cargados de arengas, con propósitos de luchar y de entregar la vida, si el país
así lo requiere.
El rechazo universal de la
guerra
La
mentalidad belicista que conservan
algunos militares va perdiéndose poco a poco en los países civilizados, gracias
a una cultura de paz que va cuajando poco a poco en la humanidad, a pesar de
los conflictos que parecen interminables en algunos lugares del mundo. Es fácil
advertir que toda guerra es un atraso y va contra los fines nobles que deben
primar en los seres humanos: armonía,
solidaridad, fraternidad, perdón y caridad.
El sentido de las fuerzas
armadas
El
sentido de las fuerzas armadas es la defensa del país para que haya siempre paz.
Las fuerzas son las que cuidan y garantizan el orden frente a los atropellos
causados por los desórdenes de los mismos hombres. Quienes forman parte de las
fuerzas armadas deben ser personas de muchas virtudes humanas y amantes de la
paz y no guerreros que buscan
conflictos para ganar batallas ni ambiciosos
de querer hacer “grande” un país conquistando otros con las armas.
El
joven que acude a un servicio militar debe ser el que quiere cuidar su tierra
porque la ama, y cuidar la tierra
es cuidar a su gente, especialmente a la familia,
de los peligros que la amenazan (físicos
y morales). Quien se hace más fuerte para defender a otros, adquiere
fundamentalmente fortaleza espiritual. Nuestra juventud sí necesita un servicio así. Es una etapa en que los jóvenes pueden
adquirir unos valores cívicos que ayudan a la formación de su personalidad. Esta
instrucción es también un complemento para la educación que el joven recibe en
su casa y en el colegio. Saldrían de la casa paterna para adquirir, en los cuarteles, (así debería ser), una mejor disciplina de vida y una mejor
disposición de servicio.
La ayuda social a través
del servicio militar
El
servicio militar debe tener programas de ayuda social y cívica donde los
alumnos se sientan útiles y puedan desarrollar sus capacidades para ayudar a
los demás al mismo tiempo puedan ser instruidos en la historia de su patria y
de sus orígenes; conocer también la realidad en la que están viviendo. Así
podrán valorar, querer y corresponder
mejor, al legado que recibieron de los que supieron dejar una herencia rica
en valores humanos y trascendentes, que son los que están para hacer buenas a
las personas.
Más
que un servicio militar de beligerancia
y revancha, sería mucho más útil un servicio cívico de solidaridad y correspondencia,
que ayude a que los seres humanos se comprendan mejor y se quieran de verdad.
Hoy
más que nunca nuestra juventud, muchas
veces perdida por ausencia de valores, necesita espacios que le ayuden a
madurar, aprovechando bien el tiempo con tareas de servicio real a los demás.
Frente a las ofertas que hay para las juergas y las diversiones, la alternativa
de un servicio, que implica sacrificio y
entrega de los jóvenes, es la gran oportunidad para mejorar la calidad de
sus vidas. Los jóvenes que saben escoger el sacrificio de servir a los demás, antes que sus diversiones, son los más
valiosos.
El
país necesita gente seria y responsable, capaz de sacar adelante proyectos de
envergadura y de perseverar, a pesar de
las dificultades, en los ásperos caminos de la vida que llevan al auténtico
éxito como persona: poder servir. El logro más cotizado de una persona es que
sus capacidades puedan estar realmente al servicio de los demás.
Estas
metas se alcanzan con una disciplina de vida que se debe adquirir en la etapa
escolar, cuando los padres tienen el acierto, con esfuerzo y sacrificio, de educar bien a sus hijos, o cuando
alguna institución pudo suplir las ausencias familiares, ofreciéndole al
muchacho la oportunidad de servir a los demás con valores nobles y sanos.
Un
muchacho que desee servir a la patria o a la sociedad, es un apoyo muy útil
para unir a los seres humanos en los proyectos futuros del auténtico desarrollo.
Existen instituciones que tienen como fin la formación de las personas con el
servicio a la sociedad, como los Boys
Scouts que siempre persiguió esta meta con el escultismo para muchachos. Cualquier
institución que busque como algo prioritario el servicio a los demás estaría
contribuyendo con esos fines nobles.
La
Iglesia, al margen de las actividades
confesionales, tiene también como misión conseguir la disciplina y la
unidad de vida de los fieles, para que éstos puedan ser buenos ciudadanos del
Cielo y de la tierra y trabajen unidos a los demás para la conquista de una
sociedad más justa y honrada.
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