Galenos de viajes y conferencias
LA HUMANIDAD DEL MÉDICO
En todas
las etapas de la vida es conveniente tener un médico cercano para consultarle
cuando sea necesario sobre nuestra salud o la de nuestros seres queridos.
Solemos elegir el médico ideal de acuerdo a los criterios por los que se rigen
los seres humanos en el mundo entero: que sea competente, que esté al
alcance, que nos considere y sea
realmente un amigo. Percibir el
cariño del médico amigo da mucha alegría y seguridad.
En algunas
ocasiones necesitamos con urgencia la cercanía del médico: cuando tenemos una
enfermedad un poco más complicada o cuando necesitamos que nos hagan una
intervención quirúrgica. Hoy la medicina ha avanzado tanto que existen las
técnicas y aparatos adecuados para que los pacientes sean atendidos
convenientemente de acuerdo a la enfermedad que tengan, sin embargo el paciente
y la familia esperan siempre al médico amigo, al que sabe hablarles con cariño
y comprensión, al que persuade a las personas por su conocimiento y su talante
humano.
Todos
podemos darnos cuenta que la técnica, por muy buena que sea, nunca sustituye a
las personas. El que está en cuidados intensivos enchufado a los aparatos más
sofisticados necesita que esté alguien que le quiere a su lado y que pueda
comunicarse con él, igualmente la familia del enfermo no se queda tranquila
solo porque los aparatos están funcionando, necesitan que el médico, cada
cierto tiempo, les comunique cómo van las cosas, si el enfermo está
reaccionando bien o no. El médico debe decirles la verdad y a la vez
consolarlos y serenarlos, debe tener la habilidad para relacionarse muy bien
con el paciente y con los familiares que están a su cuidado. No se trata de una
estrategia, es una comunicación humana llena de afecto y consideración. Todos
entendemos que cuando se quiere a las personas, las noticias duras se pueden
transmitir con una profunda humanidad, que protege y ayuda a las personas que
sufren para que lleven las cosas bien.
Si al
médico le falta el talante humano, sobre todo cuando se trata del dolor de
un paciente o el de sus
familiares, podría, sin quererlo,
cometer verdaderos maltratos y atropellos. El médico debe darse cuenta de estos
imponderables, para que ponga siempre la cuota de sacrificio y de paciencia que
es necesaria en determinadas circunstancias.
Tener
cerca al médico amigo para cualquier eventualidad se ha convertido casi en una
necesidad para la mayoría de las personas. Algunas veces es difícil
encontrarlo, ocurre a menudo cuando se trata del seguro social, que suele
colocar al médico de turno. Puede ser que haya suerte y uno se quede tranquilo
con el que le tocó, pero otras veces los pacientes están pensando seriamente
cambiarse a otro, porque el de turno no les gustó.
Es importante tener en cuenta la
psicología del paciente. En este mundo hay una gran variedad de formas de
ser. Algunas veces las personas
tienen una exigencia desorbitada y pueden ser injustos con algún médico bueno y
competente. Otras veces son los médicos los que causan antipatías y rechazos,
por su incompetencia profesional o porque son poco humanos en el trato y los
pacientes pueden sentirse maltratados.
Es lógico
que cuando alguno tiene necesidad de una intervención difícil llame a un
especialista y procura que sea el mejor de todos. En el campo de la medicina
hay extraordinarios profesionales, hombres muy bien preparados en su
especialidad que tienen un gran prestigio y todo el mundo los llama.
Pero
existen también dentro de estas lumbreras o eminencias los que saben mucho pero
están tan metidos en sus libros que se encuentran más cercanos a las técnicas o
a las enfermedades en si que a los propios pacientes o sus familiares. Nos
encontramos, en este mundo, con grandes sabios, que no son los mejores porque
les falta la cuota humana necesaria para tratar a las personas.
Hoy más
que nunca necesitamos la gente cercana a la gente y mucho más en el campo de la
medicina. Se necesitan las virtudes de las personas buenas que llegan a los demás.
La sabiduría de los sabios, por más brillante que sea, no consuela ni alivia
como el calor humano del que sabe amar. Si se combinan sabiduría y amor, ¡gran
cosa!
Gracias a Dios la medicina progresa y junto a ella los
conocimientos para tratar major a las personas. Es muy urgente en el caso de
los cuidados paliativos que los pacientes necesitan en situaciones de estado
terminal. Un enfermo que va a morir sigue siendo una persona y si está débil
tiene más derecho para ser tratado con la mayor delicadeza possible. Es muy importante que nadie se sienta
desechado porque ya no tiene esperanzas de vida. Quien sabe ser fino y delicado
con los enfermos sabe mucho.
Habría que pedirle especialmente a los galenos de viajes y
conferencias, que no descuiden el trato cercano y lleno de delicadeza y
comprensión para los pacientes y
en el año de la fe recordarles que Dios existe y también interviene en la vida
de las personas.
Jesucristo dedicó tiempo a los enfermos e hizo muchos milagros.
La historia recoje, en todos los
países del mundo, las intervenciones de la Providencia en la vida de los pacientes.
Cuantas “lumbreas” humanas han tenido
que agachar la cabeza y reconocer las
intervenciones milagrosas de Dios en alguno de sus pacientes. Un médico con fe es doblemente médico. Esa es la
verdadera sabiduría.
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