La sensibilidad
herida
EL
RESENTIMIENTO SOCIAL (I)
Las
causas del resentimiento de una población pueden ser diversas y de distinta
intensidad. Las heridas sociales pueden llevar a grandes revoluciones o
situaciones de violencia perennes que pueden durar siglos.
Son
faltas de entendimiento y de cercanía originadas por pertenencias a clases
sociales distintas, o motivadas por discriminaciones tradicionales arraigadas
en la sangre, por diversidad de raza, religión, o situaciones laborales de privilegio frente a
otras de esclavitud, también podría ser por rivalidades familiares que producen
frecuentes enfrentamientos y situaciones tensas entre parientes, o los fuertes
nacionalismos que impiden la aceptación de extranjeros con la crítica vehemente a sus avances y progresos.
Otras
causas del resentimiento las encontramos en las heridas de las guerras pasadas,
que pueden incluir deseos de venganza,
heredados por una tradición que se mantiene en el consenso colectivo de una
nación. En tiempos de guerra una arenga a favor del enemigo podría costar el
fusilamiento de una persona. En tiempos de paz un traidor a la patria genera un
gran resentimiento social que solo se calma cuando el agresor recibe el castigo
que se merece.
La herida interior
Aunque
el sentimiento (lo que se siente) es
parecido, es importante mirar la causa que lo motiva y cual es la reacción del
corazón de la persona que lo recibe. Un ataque se puede contestar con otro
ataque (ojo por ojo…) o con el perdón
y el olvido. Depende de la persona que lo reciba y de las circunstancias en las
que se encuentra.
Que
una sociedad conserve un gran resentimiento por algún suceso determinado, no
quiere decir que todas las personas lo tengan. Unos estarán más resentidos que
otros y algunos no tendrán resentimiento alguno. En lo social hay mucha
variedad aunque se den consensos políticos que ponen sobre el tapete una “verdad” política (herida), que a veces se llama histórica,
y que puede ser distinta de los verdaderos sentimientos que hay en el fondo
de cada persona.
Una
“verdad” política que está de moda,
se difunde en los discursos de las
autoridades, en los artículos periodísticos, en los programas de televisión, creando
una opinión pública favorable a lo que se defiende. Suele darse una aceptación
colectiva política donde campean
gruesos matices de hipocresía.
Muchas
personas, por quedar bien, no se
atreven a decir lo que realmente piensan, otras, para ganar en una contienda, o
porque no les gusta que alguien ocupe un puesto determinado, están dispuestos a
defender con ahínco una “verdad”
política y no hacer caso a su conciencia que le reclama la auténtica verdad.
“Venderse” a unas ideas puede resultar beneficioso para una persona que no le
importa la verdad.
Cuando en una sociedad se
esconde la verdad (consecuencias)
Lamentablemente
en esta época de relativismo se esconde con facilidad la verdad. Para una
sustantiva mayoría ésta ya no importa tanto. Sin embargo cerrar los ojos a la
realidad es una gran irresponsabilidad que da paso a muchos desarreglos e
injusticias que claman al cielo.
Cuando
la verdad está escondida en una colectividad los resentimientos crecen a unas
velocidades astronómicas. El
habitante medio se vuelve supra sensible
y sus heridas no se curan
fácilmente.
Las
heridas hay que curarlas para que no se infecten. La infección puede ser
mortal. Cuando la verdad está oculta y no es considerada, entra a tallar, con
mucha facilidad, una imaginación calienturienta
que mide las cosas de un modo dramático, inclinada a favor de lo que se quiere
atacar o defender.
En
esas circunstancias, y con esas personas sensibles, la
realidad queda distorsionada por impresiones exageradas, expresadas con la vehemencia
de un voluntarismo repleto de razonadas.
Son
las manifestaciones de personas heridas por un resentimiento que utilizan todos
los tonos para convencer a sus interlocutores de la “verdad” de esas aseveraciones. Ponen tanta fuerza en lo que
expresan, acrecentando los argumentos, para autononvencerse de sus propias afirmaciones a base de repetirlas una y otra
vez, sin tener las pruebas o demostraciones suficientes que den crédito a lo
que afirman.
Y
así, con esos argumentos endebles,
se empeñan en querer convencer a los demás, que deben aceptar sí ó sí lo expresado con tanta
contundencia como real.
Después,
cuando sale a flote la realidad, se desinflan y no comentan nada de lo que
habían propuesto o defendido con tanta fuerza. Uno de los grandes peligros del
resentimiento es que quita la capacidad de pedir perdón. Si el corazón está
herido por el amor propio es imposible que se de al mismo tiempo la contrición.
Una
persona que no sepa reconocer sus errores y pedir perdón está perdida como
persona y terminará quedándose sola, esclavizada en el horrible mundo de sus estúpidos egoísmos.
Agradecemos sus comentarios
*Continuaremos en el
siguiente artículo: “El resentimiento social ( II)”
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