Entender y amar al Papa
EL
EFECTO FRANCISCO
Apoteósico
fue el recibimiento y la acogida que tuvo el Papa Francisco en los Estados
Unidos. Removió a miles en las plazas públicas, en las calles y en todos los
foros donde pronunció un discurso y en las iglesias donde predicó una homilía.
Sus palabras, expresadas en todos los tonos, fueron enérgicas y claras, dichas
con la vitalidad de un hombre convencido de su fe, que persuade a las personas
con la verdad. Con una simpatía arrolladora se metió en el bolsillo a creyentes
y a incrédulos con un estilo que trae desde el inicio de su pontificado. Los
que lo conocen de antes dicen que han visto en él un cambio desde que salió al
balcón el día de su elección. Era como si hubiera recibido del Cielo un don
especial para convertirse en el Papa dulce,
tierno, sencillo, con una sonrisa perenne y muy cercano a la gente.
Lo humano y lo
divino en el Santo Padre
¿Cuál es el secreto
del Papa Francisco? ¿Por qué tiene tanta acogida? ¿Es su personalidad, sus condiciones
humanas…, o hay algo más…?
El
Papa es fundamentalmente el Vicario de Cristo, tiene el don de la infalibilidad
cuando trata de materias de fe y costumbres dentro de la Iglesia. El Espíritu
Santo que asiste a la Iglesia asiste también al Santo Padre. No se trata solo
de un hombre de gran personalidad y talento, hay evidentemente una gracia de
Dios muy grande para los modos, y sobre todo para los temas de fondo.
San
Josemaría Escrivá le agradecía al Señor por “el amor al Papa que has puesto
en mi corazón” y pedía a los
fieles querer y obedecer al Papa quien quiera que sea, y no quedarse en los
aspectos superficiales: si es simpático o antipático, si es alto o
bajo, si es italiano o africano, si habla de una manera o de otra. Del
corazón de un buen cristiano no debe salir ni una palabra de crítica para el
Papa.
Al
Papa se le debe querer no porque sea popular o mediático, sino porque es el
Vicario de Cristo. Los que lo eligieron fueron instrumentos de Dios apoyados en
la oración de la Iglesia Universal. Así ha sido con todos los Papas. Se dice
que cada época tiene el Papa que necesita.
El que critica al
Papa no es un buen católico
Es
importante hacer estas consideraciones y precisar bien los criterios porque
mucha gente dice: “¡Este Papa sí, es
mejor que los anteriores! y otros lo
critican o expresan sus reservas porque no les gusta tanto. Se puede decir que quienes se expresan de esas
manaras se han quedado en una visión humana y han perdido, o no tienen, la visión sobrenatural suficiente que debe tener un buen
católico.
Para
el cristiano, el Papa vivo, el que está
vigente, sea quien sea, es el mejor de todos, y el que trae al mundo lo que
Dios quiere para los momentos actuales. Dios ha querido este Papa y a este Papa
tenemos que querer y obedecer. Después de este Papa vendrá otro y será el que
Dios quiera, en ese momento ese Papa será el mejor de todos y lo querremos
tanto como a este y como a todos los Papas anteriores.
Si
un católico se siente herido por lo que el Papa dice, debería revisar un poco
su vida. Es muy probable que tenga que cambiar en algunos aspectos relacionados
con su vida cristiana. Algo está mal en su interioridad y no se ha dado cuenta
o no lo quiere reconocer.
Los
relativistas de hoy no han descubierto que la verdad lleva consigo una suerte
de apertura para que todos se salven. La verdad es la expansión del amor y por
lo tanto los que impiden que el amor de Dios llegue a todos, se están sesgando
con un relativismo que Benedicto XVI calificaba como la tiranía del yo. Al hombre que se le suben los humos a la cabeza puede creerse “la última chupada del mango” y pone
todo, menos sus ideas, en tela de
juicio, y se siente con “autoridad” para criticar al Santo Padre, y “pontificar”
con sus argumentos, que el Papa debería o
la Iglesia debiera…hacer tal o cual cosa, está, al menos, demostrando con
su conducta, que no ha llegado al nivel del cristiano que debería ser.
El
papel todo lo aguanta. La verdad no está solo el Papel impreso con criterios y
bellísimos ensayos, filosóficos o teológicos. La verdad está en la vida y en
esa Tradición de criterios y costumbres que se transmite con el amor de las
personas de generación en generación y que la Iglesia reconoce y que constituye
también una fuente para la fe de los creyentes que siguen al Vicario de Cristo
que habla en el presente en nombre de Dios.
La
sintonía del Papa con el pueblo no es publicitaria, se trata de la comunión de
los santos, muchos están unidos de un modo sacramental, identificados con
Cristo y otros reciben el influjo de muchas vidas que aman bien, porque están
con la verdad y por eso persuaden para que haya cercanía y pueda haber
descubrimiento, para que luego se produzca la conversión, que es la respuesta a
la verdad y por lo tanto la ruptura con la esclavitud y la llegada de la
libertad.
El
Santo Padre con su conducta quiere ascender a todas las personas a un nivel de comprensión
para que se logre la ecología global del ser humano. Para eso es necesario que muchas
personas dejen de lado las disquisiciones
del yo, que no son más que piruetas intelectuales
inyectadas de un espíritu crítico con el disfraz de un aparente buen espíritu, que reclama mesura y
prudencia al Santo Padre, y a los que
le siguen fielmente para darle la vuelta al mundo con el auténtico y genuino
espíritu cristiano.
El
mundo de hoy no necesita de “Gurús” especialistas
en temas emblemáticos, que además se llenan los bolsillos con sus conferencias
de alto nivel intelectual. El mundo necesita a Cristo, que va por todos los
sitios, sin nada y lleno de gratuidad, para dejar el tesoro de una vida de
amor.
Dejemos
los foros de los palabreos humanos,
que han sido creados por los nuevos sofistas
de la historia, para aquellos que se dirigen a determinadas elites,
buscando más para ellos que para los demás. Son los que usan toda la mercancía de la ética cristiana para
sacar provecho personal pensando que hacen una gran labor para la colectividad.
Ahora le toca de nuevo a Jesucristo y a sus seguidores, los apóstoles, que
tiene el mandato del Señor de “¡No llevar nada! y predicar la
palabra con el ejemplo de un desprendimiento real. Como dijo el Papa Francisco
en Brasil: “no tengo oro ni plata pero tengo a Jesucristo…”
El
Papa recorre el mundo predicando a Jesucristo y anima a los cristianos para que
le sigan sin miedo y decididamente. Ahora nos pide de modo especial la
misericordia. Es la llamada que el Papa le hace al mundo y a cada persona
individual. Nadie tiene derecho a maltratar a otro con una condena, por muy
grandes que hayan sido sus errores. Dios nos está dando oportunidades para
perdonar, no las desperdiciemos. El que condena siempre pierde y el que perdona
gana y hace ganar a todos. Secundemos al Santo Padre en el año de la misericordia
con un corazón que perdona más.
Agradecemos sus
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