REALIDAD
Y UTOPÍAS CRISTIANAS
La esperanza de una
realidad
Desde
tiempos de Jesucristo la Iglesia se ha ido extendiendo por todo el mundo
asistida por el Espíritu Santo. La Iglesia es una institución divina fundada
por Nuestro Señor Jesucristo, que además predicó una doctrina que anuncia la
realidad del Reino de los Cielos. El anuncio no es solo de su existencia sino
de la gran oportunidad que tenemos todos de poder estar allí disfrutando de una
vida de felicidad eterna.
Todos
los cristianos soñamos con la llegada de ese día grandioso. Tenemos esperanza
en los medios que la Iglesia nos alcanza y en el mérito de nuestra lucha
personal para alcanzar esa meta de triunfo total. Así es la fe del cristiano
que es la fe de la Iglesia. La tierra es un lugar de paso donde hay muchas
limitaciones. Santa Teresa decía que estar en la tierra era como estar “una
mala noche en una mala posada” señalando los sufrimientos y
limitaciones de este valle de lágrimas. También
repetía el famoso dicho que ha servido de epitafio para muchos sepulcros: “¡Oh
cuan poco lo de acá! ¡oh cuan mucho lo de allá!”
La
esperanza en la vida eterna de felicidad es la motivación principal del
cristiano. Venimos de Dios y vamos a Dios. Jesucristo ha muerto en la Cruz para
salvarnos, o sea para poder llegar al Reino de los Cielos, para eso tenemos a
la Iglesia, que es el arca de la salvación y los sacramentos que son canales de
vida. Los que vivimos en la Iglesia estamos además en la comunión de los
santos. La Iglesia peregrinante está en comunicación con la Iglesia purgante y la triunfante.
Necesitamos siempre la ayuda de la Iglesia para salir adelante y poder vencer
en las batallas de cada día. La Iglesia nos recuerda que todos debemos llegar
al Reino de los Cielos y nos entrega los medios para alcanzar esa meta. El
Cielo debe ser la motivación principal de nuestras acciones. Si se tiene la
cabeza en el Cielo se tienen los pies en la tierra.
Creer
en el Cielo no es un misticismo y mucho menos una utopía. Es la certeza en lo más real que existe y que es
perdurable. Es el lugar desde donde nos llama Dios para que estemos con Él y
vivamos felices toda la eternidad.
Utopías cristianas
Utopías
cristianas son todos los intentos o iniciativas que llevan el nombre de cristianas
pero están desligadas de la Iglesia, del orden de la gracia y del sentido
sobrenatural. Cristo funda la Iglesia para que el cristiano viva dentro de ella
con una unidad real: “que todos sean uno como mi padre y yo somos
uno” El cristiano no debe vivir a su aire o como le
de la gana, la Iglesia le indicará el camino.
La
verdad de los evangelios no es una ideología de altruismo para que los hombres
tengan iniciativas particulares que vayan de acuerdo a la originalidad propia
de cada uno. Los evangelios no se han escrito para respaldar iniciativas
humanas, o para que el hombre encuentre una patente
de corzo, que justifique sus acciones de fuerza para que se imponga la justicia. Cuantas cosas se han hecho en nombre de
los evangelios, o con el cartel de
cristiano, que nada tienen que ver con la misión que Dios quiere para los
hombres dentro de su Iglesia. Las iniciativas de un “pata suelta”: alguien que va por su cuenta y no está en comunión con
el Papa y la Jerarquía de la Iglesia, se convierten siempre en una utopía que pasa con el tiempo.
Cuando
se “humaniza” y se desacraliza lo
divino, lo que está dirigido a los hombres no pasa de una notable
superficialidad donde campea fácilmente el sentimentalismo. Los ambientes
terminan siendo melifluos con ribetes
de un clericalismo infantil, donde llega fácil el resentimiento. En esos
espacios se encuentra gente que vive de la Iglesia amarrándose a puestos de trabajo o encargos para ejercer un
liderazgo clerical de poca categoría humana. Están allí porque
es donde les hacen caso y no encuentran otro sitio dónde los acojan. Algunos
son, como dice el Papa Benedicto XVI, leales a estructuras eclesiásticas
pero no son leales con Dios, como algunos políticos que son leales al partido y
no a la verdad.
A
la Iglesia se va para luchar y ser mejor. Mejoramos ante la Iglesia y dentro de
la Iglesia. Las conversiones y trasformaciones que se producen dentro son
auténticos milagros que perduran.
La utopía de querer hacer
algo original
En
cambio los que viven dentro de una utopía no tienen la fuerza para la constancia, se cansan pronto.
Tampoco tienen fuerza para la transmisión de la verdad. Transmiten ocurrencias,
disfuerzos, antojos, voluntarismos. Quieren poner el sello de auténtico a lo
que es artificial o voluble.
Quienes
se alejan de la Iglesia pierden fuerza y poco a poco van desapareciendo, se ven
en la obligación de reducir sus números porque no tienen refuerzos y poco a
poco van cayendo en la extinción. Muchas órdenes y congregaciones que en épocas
pretéritas fueron numerosas, hoy están desapareciendo por falta de vocaciones.
En no pocos casos sus integrantes cayeron en utopías, al apartarse de la comunión con Roma y con el Santo Padre.
Los casos en la historia son sumamente elocuentes.
Un
sacerdote desvinculado que vaya por su cuenta no es el modelo de sacerdote que
la Iglesia quiere. El sacerdote responde a una llamada y debe vivir una
obediencia a la Iglesia que lo llamó. Su compromiso está en ser fiel a esa
llamada. El que saca el pie del plato, por
muy nobles y humanas que parezcan sus intenciones, no está yendo por el
camino correcto, y si tiene adeptos no contribuye a la unidad de la Iglesia
sino que más bien la ataca. Los defensores de esos líderes que van por su
cuenta, pueden no darse cuenta del error que están cometiendo con el apoyo que
le están dando. En vez de defender la realidad de una Iglesia divina y
milenaria, están defendiendo una utopía, que
desaparecerá con el tiempo como todas las demás.
Agradecemos sus comentarios
1 comentario:
Un sacerdote vive bajo las normas y regulaciones y leyes de la Iglesia para hacer bien su tarea. Las utopias milenaristas o las opciones politicas partidarias se dan buscando el bien comun y aciertan cuando se ajustan a ese objetivo, si se subordinan a otros fines se desvirtuan y desaparecen por el rechazo del pueblo soberano que busca el bien comun. Existen tambien ideologias que se dirigen a destruir la Iglesia abierta o conspirativamente y se producen casos en que un hijo de Dios escoge servir a esos intereses por conveniencia o confucion, en este caso debe recurrir a todos los medios para establecer su error y rectificarlo caso tenga buena voluntad y quiera hacerlo.
AS
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