Balance de fin de año
DÉFICIT
DE SANTIDAD
La santidad de vida es
necesaria para que todo camine con orden y armonía dentro de una lógica que
podríamos llamar sobrenatural, que
debe ser conducida por seres humanos que, reconociendo
sus limitaciones y miserias, procuran ganar las batallas contra el mal, todos los días, con la ayuda de la gracia, que Dios les alcanzará si son humildes;
solo así podrían ser colaboradores en el plan de salvación para todos los
hombres.
Las cosas caminan con las
personas buenas y para que todo vaya bien es necesaria la lucha por la
santidad, y sin ella todo se desvirtúa.
Con la pérdida o ausencia de
santidad son inevitables los enfrentamientos humanos que confunden a las
personas. En esas situaciones de inestabilidad, que pueden ser de crisis, todo se detiene porque crece una barrera absurda que impide la
propagación del bien y da lugar a que con frecuencia ocurra lo del perro del hortelano…
Los
enredos de la falta de santidad
La ausencia de santidad hace
que las personas se enreden con unas complicaciones tontas, que muchas veces terminan en peleas y distanciamientos.
En esas situaciones
conflictivas, el amor propio herido crece con unos resentimientos que podrían
durar años, y aumentan, paralelamente,
ambiciones egoístas de poder, que el afectado defiende con un celo amargo y hasta
agresivo en algunos casos.
Quienes permanecen dentro de
esas limitaciones, se van desviando
poco a poco de los fines principales para caer en las correrías de un activismo
desmedido de angustiosos trajines, solo por el prurito de ganar protagonismo,
poder o alguna gollería favorable.
Además estas personas son las
que, con mucha astucia, buscan
cómplices para esos proyectos, que los presentan, bien maquillados, con
el objeto de aumentar el número de adeptos para sus intereses políticos.
Así se forman los grupos que
han perdido, la brújula de la
rectitud y el camino de la fidelidad,
aunque ellos se consideren probos y de
correcto proceder. Les interesa más los negocios que el bien y la verdad.
San Josemaría Escrivá decía: “estas
crisis mundiales son crisis de santos” y se lanzó a propagar por todo
el mundo la llamada universal a la santidad de un modo urgente. Decía que la
santidad no era para privilegiados, sino para todos.
La
falta de santidad en algunos miembros de la Iglesia
Es doloroso ver el déficit de santidad que hay en algunos
miembros de la Iglesia, incluso entre sacerdotes y obispos. El Papa Francisco lo
ha dicho “el hecho de ser Papa, Obispo, o
sacerdote no quiere decir que haya santidad…”
Es muy desagradable y da
mucha pena ver que existen, en algunos ambientes de la Iglesia, manipuladores, que defienden posiciones
de política partidaria sin atender a
la fidelidad doctrinal del Magisterio.
También es penoso constatar
la malicia de quienes cometen
injusticias con modos de proceder radicales y duros, cuando, solo por motivos políticos, excluyen a
personas idóneas y santas de los apostolados de la Iglesia o condenan
drásticamente y sin piedad a quienes cometieron algún error, sin darles la oportunidad
del perdón y de la rectificación. Si el Señor dijo que "lance la primera piedra el que esté libre de pecado" hoy parece que se arrojan las piedras sin sondear primero el propio corazón.
Es posible además que piensen que, actuando de ese modo, hacen un bien y un servicio a la Iglesia, sin
percatarse de la poca visión sobrenatural y pobre calidad humana de sus actos.
El Papa Benedicto XVI decía
que “existen en la Iglesia muchas
personas que son fieles a diversas estructuras eclesiásticas y que no son
fieles a Dios” Conocen muy bien el teje
y maneje de los procedimientos y se mueven con mucha habilidad de un modo
político, defendiendo posturas partidarias, y buscando, a como del lugar, el poder. Son unos “artistas” para decorar sus intervenciones con imágenes de rectitud
y limpieza. En ellos la Caridad y la rectitud brilla por su ausencia.
La
urgencia de la oración
Todos en la Iglesia debemos
rezar más, como decía San Josemaría: “por los sacerdotes, desde el Papa hasta el
último que se haya ordenado…” Es
una conclusión muy clara que podemos sacar del balance del fin de año.
Si hay un déficit de santidad en el clero lo habrá
también en los demás miembros de la Iglesia, como se puede ver en tantos
lugares. Para recomponer la familia en los tiempos actuales es necesaria la santidad de los sacerdotes y la unidad de la Iglesia.
Los índices de inseguridad, que han crecido tanto por la ausencia de los padres en los hogares, dejan
heridas, muchas veces irreparables, en los jóvenes, con costumbres que son un flagelo para ellos mismos y sus familias:
borracheras, fornicación, drogas, ludopatía.
Hoy podemos encontrar a muchas personas, refugiadas en una individualidad insana, que aumentan de día en día su egoísmo y se
sienten ajenos a estos desarreglos sociales que azotan nuestra sociedad en los
tiempos actuales.
Por otro lado la sociedad se ha llenado de
santones que predican la moralidad y
tienen torcidos sus corazones por ausencia total de caridad.
Para cambiar esta sociedad
son necesarios los santos. Ellos son los únicos que podrán desenredar los nudos
que se han hecho por la falta de santidad.
¡Ser santos de verdad!, sería
una buena meta para el año que empieza.
¡Feliz Año 2015!
Agradecemos
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