Un arma muy
poderosa
RECEMOS
EL ROSARIO
La
Virgen María siempre ha sido, a lo largo
de la historia, como la luna que refleja la luz del sol; cuando es de noche
y nada se ve, aparece esa lucecita que nos hace levantar la cabeza para mirar
la luz que está arriba y con ella poder ver todo lo que está iluminado, y no es
poco.
Quienes
rezan habitualmente el rosario experimentan en su propia existencia una fuerza
interior grande que trasciende hacia fuera de un modo, sereno y apacible; como el modo de ser de nuestra Madre la Virgen que no se
desespera en los momentos más duros y difíciles por los que tuvo que pasar, y
persevera cumpliendo con la misión que Dios le dio, alcanzándoles a sus hijos
una gran paz.
El
sosiego y la paz que se alcanza con el Rosario no es el pacifismo barato de la pasividad. Aparece como una enorme energía interior
que hace vibrar las entrañas por un
amor indescriptible que luego trasciende para convertir a las personas en
transmisoras de mensajes profundos que son expresados con una fe que mueve
montañas.
La
constancia en el rezo del Rosario, repitiendo las avemarías, es consecuencia del amor a la Virgen y de la respuesta
inmediata de ella ya que “jamás se ha
oído decir que alguno de los que han acudido, implorando su asistencia y
reclamando su socorro, haya sido abandonado por ella” Se reza el Rosario pidiéndole a la Virgen fortaleza
espiritual para vencer las batallas contra los enemigos de Dios, por eso se
dice que el Rosario es un arma muy poderosa. Del rezo lleno de fe y de amor por
la Virgen sale esa energía trasmisora que es un fuego de ardiente caridad que
transforma a las personas.
Cuando
vemos que en el mundo crece el mal, causando estragos en
distintos ambientes y dando una sensación de pérdida definitiva, surge la iniciativa de la Virgen María
para darle la vuelta a las cosas a unas velocidades increíbles. Se dice que
Ella es el atajo o el camino más corto para llegar a las metas más altas.
Los enemigos de Dios
Los
enemigos de Dios, secundados por los que
han perdido la fe, siembran la duda y la confusión haciendo creer a la
humanidad que la religión ya no es importante porque ha perdido los espacios
que tenía, dicen que la Iglesia se está reduciendo a lo mínimo porque ya no hay
vocaciones y son cada vez menos los que acuden a los sacramentos, incluso al
bautismo. Sacan a relucir las
estadísticas para confirmar sus aseveraciones.
El
Cardenal Ratzinger decía hace unos años: “La fe no se mide con una gráfica, no es
cuestión de estadísticas…El ser humano comienza siempre de nuevo….”
Ambientes marianos
En
los ambientes donde está presente la fe en la Virgen María y el rezo fervoroso del
Santo Rosario, existe un continuo renacer a la vida espiritual en personas de
todas las edades y de distintos lugares del mundo. No dejan de haber, y cada día son más numerosas, las innumerables
peregrinaciones a Santuarios Marianos. La Madre del Cielo cura a sus hijos y
consigue conversiones increíbles que los mismos testigos cuentan con una
certeza inquebrantable.
Lo
que María consigue no lo pueden conseguir los más notables personajes de la
tierra con toda su ciencia y su esfuerzo humano. Ella, con su amor maternal, en un minuto, hace creer firmemente al
que estuvo totalmente alejado y luego le pide, a ese converso, que sea trasmisor de sus mensajes y su vida cambia
por completo. Ella sí sabe conseguir lo que el Santo Padre pide con frecuencia:
ir a la periferia para convertir a los que están más alejados.
Es
necesario advertir que para que funcione esta arma poderosa del Santo Rosario,
se requiere la disposición y el querer del que va a recibir la primera gracia y
el estado de gracia del que lo reza de un modo habitual. La presencia actual de
la Virgen, a la hora del rezo, eleva
la certeza en la petición y da alegría al corazón. Por eso vemos un entusiasmo
desbordante en los que rezan bien el Rosario.
El
desconocimiento o ignorancia de las
virtudes de esta arma poderosa les hace pensar a los tibios que se trata de un
rezo monótono, aburrido y demasiado
largo. Una de las tretas más usadas por el demonio para que los hijos de Dios
dejen de rezar el Rosario es empujarlos a la tibieza para que se cansen de rezar y terminen abandonando
esta práctica piadosa.
El
Rosario nunca pasará de moda porque la Virgen está detrás. En las apariciones
que ha tenido con sus hijos ha pedido que se rece siempre el Santo Rosario para
pedir por la paz del mundo y por la conversión de muchas personas. Así ha
ocurrido a lo largo de los siglos. En recordado Papa San Juan Pablo II al
inicio de su pontificado dijo con fuerza, y pegando con el puño en la mesa, ¡la
Virgen lo conseguirá! Y pudo darle la
vuelta al mundo en muchos temas que la Iglesia y todos los cristianos
reconocemos.
Para
este año recién empezado un gran propósito podría ser pedirle a Nuestra Madre que
la familia vuelva a sus raíces cristianas. Es urgente que la familia vuelva a
ser la célula básica de la sociedad y aquella comunidad de vida y amor, que
tanta falta hace.
Recemos
el Rosario con más fe y conseguiremos, con
conversiones humanas, el resurgimiento de la familia con la unión de muchos
hogares para lograr, a la vuelta de los años, la ansiada civilización del amor.
¡La
Virgen lo conseguirá! y nosotros con Ella.
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