No es una
situación geográfica
¿QUIÉNES
ESTÁN EN LA PERIFERIA?
El
Papa Francisco insiste una y otra vez, desde el inicio de su Pontificado, que
los católicos debemos salir a la periferia y no quedarnos encerrados en
nuestros ambientes habituales.
Dadas
las circunstancias actuales y la mentalidad de la época es muy difícil que las
personas, incluidos los católicos, nos demos cuenta en qué consiste la
periferia.
Sin
ir muy lejos se suele llamar periferia, en
el lenguaje común y corriente, al barrio o a los barrios que están
localizados en los contornos de las ciudades y que son pobres. Lima, por
ejemplo, tiene un gran cordón periférico de poblaciones que viven en
condiciones infrahumanas de pobreza y miseria. Según este criterio los que
están en la periferia son los pobres e indigentes de los contornos.
Efectivamente
el Santo Padre llama la atención a sus fieles para que no se olviden de los
pobres que viven en esas situaciones de miseria.
Si
seguimos escuchando al Papa nos damos cuenta que su advertencia va mucho más
lejos. En muchos documentos nos hace ver que los que se encuentran en la
periferia son los alejados de Dios que no quieren saber nada con la Iglesia y
que incluso la atacan. El Papa nos anima a acercarnos a ellos con un mensaje
más persuasivo y sobre todo con el testimonio de una vida llena de amor y
comprensión.
De
acuerdo a esta advertencia, el criterio sobre la periferia tiene una mayor
amplitud, los católicos tendríamos que pensar más hacia dónde tenemos que
dirigirnos.
Las obras de misericordia
de los evangelios
Por
otro lado cuando leemos los evangelios nos encontramos con un elenco de obras
de misericordia en muchos campos
distintos y con la insistencia de Jesucristo para seamos misericordiosos como
lo es su Padre Celestial. Este punto es clave para entender quienes pueden
estar en la periferia y cómo podemos hacer obras de misericordia con ellos.
Hay
que tener en cuenta que, cuando el Papa
se refiere a la misericordia y a la atención de los más alejados, está
hablando a cada católico en particular. No se dirige a las empresas o
instituciones, tampoco a los gobiernos, se dirige fundamentalmente al corazón
de cada persona.
Cada
persona para poder responder y ponerse en condiciones de acudir a la periferia,
y poder ayudar a los
más necesitados, debe
mirar primero su propio corazón. El beato Álvaro del Portillo decía que muchas
personas“quieren resolver los problemas de
los demás sin sondear antes su propio corazón”
Es
indispensable ver primero cómo se encuentra el propio corazón para ver si se
está en condiciones de atender en la periferia. También el Papa Francisco le dice a los católicos que la
Iglesia no es una ONG; Cristo no nos
pide intervenir en obras filantrópicas, sino en obras de misericordia y éstas
parten del propio corazón que debe estar lleno de misericordia.
La periferia no es un lugar
geográfico lejano
Quizá
algún misionero o algún sacerdote piense que está en la periferia por el hecho
de atender a un pueblito alejado de la serranía o de la selva; igualmente los pobladores de aquellos
pueblos apartados pueden sentir que ellos pertenecen la periferia por
encontrarse allí y que por lo tanto tienen derecho se ser atendidos con
prioridad por parte de la Iglesia.
También
cabe la posibilidad de que ni los
sacerdotes ni los pobladores de esos lugares alejados se encentren en la periferia a la
que el Papa se refiere.
Demás
está decir que da mucha alegría ver la llegada de la Iglesia a los lugares más
recónditos de la tierra. Los sacerdotes o misioneros hicieron una labor extraordinaria y muy sacrificada con
poblaciones muy pobres, durante años,
y además pudieron formar una unidad solidaria con un ambiente cristiano muy
bueno desde donde incluso salieron vocaciones para la Iglesia. Son realidades
que se ven en todo el mundo y no se pueden negar.
Dios
bendice esas labores, pero podrían ya no encontrarse en la periferia a la que
se refiere el Santo Padre. Esos misioneros y el pueblo deben pensar también
cómo ir a la periferia, hacia otros que están alejados de Dios y no tienen a
nadie que los pueda acercar.
La primera lección que da
el que va a la periferia es la generosidad y el primer resultado que debe
lograr de esas personas apartadas es también la generosidad
Lo
primero que debe entender el que está apartado de Dios es que la felicidad más
grande consiste en darse para poder dar lo que se debe dar. Si la persona que va a la periferia es
generosa y entregada, motivará al más alejado para que cambie de vida. El
ejemplo de la auténtica generosidad convence y se convierte en la motivación principal.
A
los alejados no se les debe motivar con las gollerías
de un materialismo superficial (cosas
superfluas que no valen nada y parecen valiosas). No se trata de contentar
a la gente con los caramelos o los
festejos de un placer efímero. Existen muchos charlatanes que engañan a los pobres prometiéndoles un futuro mejor
de progreso material.
El
mendigo mejor formado es el que se encuentra en capacidad de dar y no el que
eterniza una situación de indigencia para seguir recibiendo.
La
Iglesia forma a sus fieles para que sean generosos y eviten siempre ser
medrosos. Por desgracia existen todavía muchos que se acercan a la Iglesia para
vivir de la Iglesia y piensan que tienen derecho a ser mantenidos.
Por
otro lado habría que pensar también en la sabiduría del refrán que dice: “candil de la calle, oscuridad de su casa” Lamentablemente en esta época de crisis
familiar la periferia de muchos está en la propia casa.
No
sabe amar el que piensa irse al extremo del mundo para ayudar a una persona y
no se da cuenta que el que está su lado necesita de él para acercarse a Dios.
En
el ámbito de los misioneros, que son
enviados lejos por sus superiores, podría ocurrir que los que están en la
periferia sean sus mismos hermanos misioneros y no lo pueblos alejados que atienden
con entrega y alegría.
Están
muy bien todas las atenciones, pero habría que ver, en cada circunstancia concreta, las necesidades de las almas que
necesitan prioridad.
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