Ecología Global (III)
EL
PODER DEL CONQUISTADOR
Desde los albores de la
historia de la humanidad el hombre ha ido conquistando poco a poco la tierra, primero la descubre, después la invade y termina
quedándose con ella.
Con el paso del tiempo
el hombre, que se había apoderado de la
tierra, la cuidaba celosamente y no dejaba que nadie se la quite. Si era
más fuerte y tenía recursos invadía tierras ajenas y se apoderaba de ellas. El
que era más fuerte solía tener más tierras. Poco a poco surgieron los poderosos
que eran los que tenían más propiedades y por lo tanto se sentían mejores que
el resto; el tener más tierras les daba un prestigio y un nivel social de
categoría.
Las
matanzas por las tierras
La historia de la
humanidad está llena de conflictos y de guerras de los hombres que buscaban
conquistar tierras y extender sus dominios. Así fue el nacimiento y el
crecimiento de muchos países. Para no pelearse se establecieron las fronteras y
a cada hombre se le pidió lealtad con su propio suelo. Los hombres estaban
dispuestos a defender con sus vidas el territorio que consideraban suyo. Pero
como las ambiciones de conquista continuaban, entraron en guerras terribles de
unos contra otros. Cada país quiso ser
grande y fuerte, más poderosos que los demás y por ese motivo el afán
expansionista creció considerablemente motivando guerras cruentas.
Los conflictos
mundiales causaron millones de muertes tan solo por un afán desmedido de poder,
ser más grandes y dueños de extensas propiedades. Hasta hoy los países compiten
en armamentos para defenderse de posibles invasiones; son muy celosos con sus
fronteras territoriales y sus espacios aéreos.
El propietario, dentro de un país,
también es celoso de sus dominios y el que no tiene nada, sueña con tener un terreno, una casa propia o un pequeño
departamento. El hombre siempre está dispuesto a luchar para vivir con
dignidad. Hoy se han multiplicado las migraciones con verdaderas invasiones de
gente que quiere salir de la indigencia y encontrar un mundo mejor.
Justa
repartición de los bienes
Dios creó el mundo para
todos los hombres sin excepción. Los bienes de la tierra son para todos. Así
como en la familia, que es la célula básica de la sociedad, se deben hacer
justas reparticiones, igual es en la sociedad.
“Dios creó el mundo
para todos. Dios ha dado la tierra a todo el género humano, para que ella
sustente a todos sus habitantes, sin excluir a nadie, ni privilegiar a ninguno”
(Laudato si, n. 93).
Todos los seres humanos
deben tener los recursos suficientes para paliar
sus necesidades básicas. Si alguno se encuentra en la miseria todos
deberían ayudarle de alguna manera. Unos podrán más otros menos, pero todos
deben dar la mano y alcanzar, de modo
gratuito, lo que es necesario para
vivir.
El
afán posesivo
Todo hombre debe
dominar, con la educación que recibe,
los afanes desordenados y ambiciosos de querer tener más y más. Este afán
posesivo tiene una raíz pecaminosa que es el egoísmo, que puede aparecer y
crecer en cualquier persona. Si el hombre se descuida ya se está apropiando de
algo, le gusta ser propietario para sentirse en un status más elevado.
Ocurre con frecuencia
con el amor humano cuando los valores trascendentes están lejos. Dos enamorados
pueden ser dos cómplices egoístas que se prometen cosas para tener y apuntan
exclusivamente a ese afán compartido. El hombre que conquista a la mujer para
él, la utiliza para sus antojos y caprichos y dice: “¡ésta es mi mujer!” como si fuera de su propiedad; lo mismo le
puede pasar a la mujer con respecto al hombre. De esas situaciones surgen los
celos y las peleas. El amor real es entrega, no propiedad. El que quiere de
verdad sabe respetar los distintos modos u opiniones de las personas y está
dispuesto a dar y no a recibir.
El
líder rico
Muchas veces el que
lleva la voz cantante es el que tiene
más dinero. El que tiene plata manda más y consigue gente sumisa. Algunos con
el dinero compran voluntades y piden lealtad. Existen personas que se mueven
solo por el dinero y no tienen otros objetivos, más valiosos, en la vida.
“El poder económico se
está utilizando para dominar…”
(vid. 104)
El poder económico crea
oportunidades para tener mejores recursos y una capacidad de desenvolverse de
mayor nivel humano, pero ese poder
debe servir para lograr elevar el nivel de todos. El hombre, o la familia, encerrados en su poder
económico, con los últimos adelantos técnicos, pierden la alegría, el poder
ayudar a los demás y el sentido de la vida..
“La técnica no da
esperanza de una vida feliz en el futuro…El avance de la economía y de la
técnica no es el avance de la humanidad”
(vid.
113)
Los
afanes egoístas del mundo contemporáneo
En los tiempos actuales
el egoísmo de las personas ha crecido considerablemente, tanto que los que lo
padecen no se dan cuenta que lo tienen. El egoísmo además ciega. Una persona
egoísta piensa que está bien lo que hace, que tiene derechos, que no tiene
porqué privarse de algo.
“Cuando el ser humano
se coloca a sí mismo como el Centro de todo y termina dándole prioridad
absoluta a sus conveniencias circunstanciales, todo lo demás se vuelve
relativo. Para muchos nada sirve si no sirve a los propios intereses” (vid. 122)
“La cultura del
relativismo empuja a una persona a aprovecharse de otra y a tratarla como mero
objeto. Es la lógica del usar y tirar. (vid
123).
El egoísta, que se
siente conquistador, porque tiene plata, termina maltratando a todo el mundo.
Agradecemos
sus comentarios
No hay comentarios.:
Publicar un comentario