Ecología Global (IV)
LOS
POBRES Y LA POBREZA
Si hiciéramos una
encuesta para preguntar ¿qué es un pobre? Y ¿en qué consiste la pobreza? La
gran mayoría diría que pobre es el que no tiene plata y vive en la indigencia y
que la pobreza es una situación inhumana de miseria.
Los barrios pobres
están llenos de limitaciones y de falta de recursos: casuchas inestables, hacinamientos en las viviendas, carencia de agua o
de energía eléctrica, deterioro de la salud por falta de higiene, ropas
desaliñadas y percudidas, aspecto maloliente, ignorancia, falta de cultura, etc.
Hay muchas fotografías, en todos los países, donde se encuentran estas situaciones
de miseria donde vive gente angustiada porque no tienen salida de esas
situaciones inhumanas. Están además a la vista de todo el mundo.
“El paso cotidiano del
hacinamiento al anonimato social que se vive en las grandes ciudades puede
provocar una sensación de desarraigo que favorece las conductas
antisociales y la violencia” (Laudato si, n. 149).
La
otra cara de la moneda
Sin embargo encontramos
en muchos barrios pobres, a pesar de las
limitaciones y carencias, ambientes de solidaridad y unidad familiar.
“La vida social
positiva y benéfica de los habitantes derrama luz sobre un ambiente
aparentemente desfavorable…. Quiero insistir que el amor puede más. Muchas
personas en estas condiciones son capaces de tender lazos de pertenencia y de
convivencia que convierten el hacinamiento en una experiencia comunitaria donde
se rompen las paredes del yo y se superan las barreras del egoísmo” (Laudato si, nn 148 – 149).
Si observamos bien nos
daremos cuenta que hay ambientes y personas muy distintas en los barrios
pobres. Existen barrios peligrosos liderados por delincuentes que organizan
asaltos y están dispuestos a matar por robar cualquier cosa, y otros barrios de
gente sencilla y generosa, que a pesar de vivir escasos, ofrecen hospitalidad
en sus casas y están dispuestos a compartir con otros lo poco que tienen. Unos
y otros necesitan ayuda.
Ayudar
a todos
Es importante la unidad
de todas las personas para combatir la miseria que hay en el mundo y sacar
realmente de la indigencia a todos los que están en ella. Para lograrlo es
necesaria la limpieza de corazón y la coherencia de vida, porque solo de ese
modo se puede conocer para amar y comprender mil situaciones del prójimo que se
deben respetar, junto a otras que hay que curar.
Tanto el que ayuda como
el que es ayudado deben tener limpio y ordenado su corazón. El que quiere
ayudar al limpiar su corazón, debe buscar que en los barrios de mayor
indigencia se empiece por la limpieza del corazón. Al pobre no se le puede
quitar el derecho de amar. Querer al pobre es querer que ame. Si no está bien
su corazón la plata que reciba lo puede perjudicar, se volverá más egoísta y
ambicioso y a la larga terminará descalificando y hasta eliminando al que lo
ayudó, porque no lo supo amar.
La
virtud de la pobreza
Es aquí cuando se puede
entender muy bien la virtud de la pobreza. Es pobre el que está desprendido de
las cosas, el que no pone su corazón en el dinero ni en las cosas materiales.
El que tiene su corazón libre para amar a Dios y a su prójimo.
La pobreza es una
virtud para todos. El Señor les dice a los apóstoles que se van de misión “¡no
llevéis nada! La Iglesia siempre ha predicado la virtud de la pobreza
como esencial para llevar la Cruz de Jesucristo y poder ayudar a los demás.
La virtud de la pobreza
puede costarle al pobre y al rico. El corazón se puede apegar a un Ferrari o a una carretilla. El efecto es el mismo.
Confusiones
sobre la pobreza
Si seguimos con la
encuesta para preguntar ¿en qué consiste la virtud de la pobreza?, empezamos a
encontrar respuestas variadas y mucha confusión. Es Jesucristo quien nos pide
ser pobres, pero ser pobres ¿es irse a vivir en una casucha?, ¿vestir ropas viejas y desteñidas?, ¿maldecir a los ricos?,
¿vender las grandes propiedades para darle el dinero a los pobres?
Acaso Dios quiere: ¿que no se construyan grandes residencias,
que no se fabriquen los carros de buena marca, que no se diseñen vestidos finos
y elegantes, que no se construyan los transatlánticos para hacer cruceros con
los turistas?
“La auténtica humanidad
habita en medio de la civilización tecnológica” (Laudato si, n. 112)
Lo que Dios quiere es
que los hombres no se embelesen con las cosas materiales, que no estén tras el becerro de oro y que pongan su corazón
en los valores trascendentes. Cuando el hombre tiene su corazón ordenado porque
ama a Dios sobre todas las cosas entonces se dará cuenta que “la
opción por los más pobres es una exigencia ética para el bien común” (Laudato
si, n 158).
Para no dar tantas vueltas a las mismas ideas
vamos a concretar y resumir en unos puntos lo que hemos venido diciendo:
ü Un
rico que vive metido en su riqueza gozando de ella y no se preocupa y ayuda a
los que tienen menos, es un egoísta, que se alejará de su prójimo Si no cambia
terminará deprimido en una penosa soledad y maltratando a la gente.
ü Un
pobre que busca con gran afán (comprensible)
salir a toda costa de su indigencia y
está dispuesto a lograrlo como sea, pensando que “el fin que persigue justifica los medios” es un candidato para un
fuerte egoísmo, que podría traer como consecuencia un maltrato sistemático al
prójimo. Si sigue así le irá muy mal y vivirá quejándose, criticando y amargado.
ü La
justicia no se consigue con la lucha de clases, los ideales del marxismo son
anticristianos. El marxismo fomenta el odio y el cristianismo el amor.
ü Tampoco
se arreglan las situaciones de indigencia e injusticia solo con la economía o
la tecnología, como se ha comprobado en los últimos años.
“La inteligencia que se
utilizó para un enorme desarrollo tecnológico no logra encontrar formas
eficientes de gestión internacional en orden a resolver las graves dificultades
ambientales y sociales” (Laudato
si, n. 164).
ü Los valores trascendentes son esenciales para
que las personas se comprendan y no se peleen.
Agradecemos sus comentarios
*Próximo artículo: “Ecología Global
V”
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