Ecología Global (II)
EL
GRAVE DESÓRDEN DE LOS GASTOS
“Lo
que no se afronta con energía es el problema de la economía real” (Laudato si n.9)
El Papa Francisco en el
capítulo tercero de la encíclica señala los graves desórdenes ocasionados por
los seres humanos en el manejo del dinero y los recursos. Habla de la ceguera y la irresponsabilidad de los
tienen la sartén por el mango en los
temas económicos del mundo. Quienes eligen los gastos se están equivocando. Es urgente una advertencia, una orientación y
una llamada a la responsabilidad de cada uno.
Unos cuantos ejemplos
nos podrán situar en lo que el Santo Padre quiere decirnos. En Lima y en muchas
otras ciudades ha ocurrido lo que se llama el boom de la construcción. Se han construido en los últimos años
muchos edificios modernos en los distintos distritos de la capital, también, a
lo largo del litoral muchos han hecho sus casas de verano para pasar las
vacaciones. En muchos lugares se han multiplicado los Centros Comerciales (Shopping, Malls) con todo tipo de
comodidades. Todo este crecimiento es un evidente signo de progreso.
Por otro lado en el
mundo llaman la atención los edificios más altos. El rascacielo más grande está
en Dubái, se llama Burj Khalifa, tiene 828 m y 183 pisos, costó 1,500 millones
de dólares, es un hotel de 7 estrellas. Dubái es considerada la capital mundial
del turismo, esta ciudad que se encuentra localizada en los Emiratos Árabes Unidos posee
los hoteles de lujos más caros y prestigiosos del mundo, por dicha razón es
visitada por millones de turistas al año. En el hotel más caro de Dubai una
sola noche puede llegar a costar hasta 25 mil dólares. Esta cuidad se ha hecho
tan famosa porque dicen que ellos no tienen pobreza, pero no es así. La
diferencia entre los pobres y los ricos es tremenda.
El
segundo edificio más grande del mundo está en la China, es el Shanghai Tower de
632 mts y 128 pisos. China es un país que tiene 1,300 millones de habitantes de
los cuales 700 millones son pobres, 17,000 son multimillonarios y 80 millones
de ricos (la población total de Alemania).
El
tercer edificio está en Arabia Saudita, se llama: Torres de Abraj Al Bait, de
601 mts y 120 pisos; además en la ciudad existen shoppings de
lujo, otros rascacielos y autos último modelo que conviven con una pobreza
creciente e insostenible en todo el país. Como el reinado no lleva estadísticas
sociales, distintas organizaciones y centros de investigación estimaron la pobreza en 33 por ciento. El
desempleo, también estimado, es de 10,5% aunque entre los jóvenes llega al 35
por ciento. Arabia Saudita tiene la segunda reserva de petróleo del planeta, y
es el primer exportador mundial. Las cuentas del petróleo generan más del 90%
de las exportaciones y representa el 75% de los ingresos del país. Sin
embargo, los US$ 400.000 millones por
año que le ingresan al país por la renta petrolera no
significan más desarrollo. Cuando comenzó el auge petrolero en los 70, la
población pasó de seis millones a 20 millones de habitantes. El problema son
los 10 millones de extranjeros, más calificados, que viven y se quedan con los
mejores trabajos. Según datos de la CIA,
el 80% de la fuerza laboral
del país es extranjero. El desempleo llega al 10,5% (estimado por falta de cifras
oficiales) pero asciende al 35% entre los jóvenes de entre 18 y 25 años. Sucede
que el gobierno no orientó la educación hacia el petróleo. Los saudíes
prefieren estudiar religión e idiomas, donde hay menos demanda laboral.
Alrededor de 1,8 millón de habitantes cobran un seguro de desempleo. Toda esta gente que queda fuera del
mercado pasa a ser pobre, el gran problema de la sociedad saudí. Y los saudíes
que no trabajan para la industria petrolera ganan mucho menos que aquellos que
sí lo hacen. Éstos también viven en condiciones de pobreza o con necesidades
básicas incumplidas.
El
progreso material de unos pocos y la miseria espiritual de muchos
Todas estas construcciones y los
avances materiales de la modernidad son admirables, se ve un crecimiento
evidente en lugares que antes solo había miseria, algunos podrían decir, con
respecto a los gastos: ¡Viva la libertad! Vale la pena construirlos aunque los
gastos sean elevados, sin embargo, frente a muchas situaciones de pobreza y
miseria, la conciencia advierte que algo no se está haciendo bien, o algo se
está dejando de hacer.
Hace unos años, en un artículo de Adeamus hacíamos referencia al golf que
se estaba construyendo en un arenal de las playas de Asia (al sur de Lima),
frente a una población que no tenía agua potable para vivir. El campo de golf
parecía fabuloso y además embellecía el paisaje, pero a los constructores y a
los usuarios de ese campo habría que decirles: ¡miren!, al frente viven seres humanos que no tienen agua, ¿no
podrían hacer algo por ellos? Esto es lo que nos dice el Papa, un poco más
de responsabilidad en los gastos para poder ayudar y sacar de la indigencia a
los que tienen menos.
El
orden del corazón humano
Ocuparse de los pobres es cuestión
de amor y no de números. No se trata de sacar la billetera sino de limpiar y
abrir el corazón. Las injusticias persistirán si no hay caridad; y la caridad es el amor auténtico a los demás
“En algunos círculos se sostiene que la
economía actual y la tecnología resolverán todos los problemas ambientales, del
mismo modo que se afirma, con lenguajes no académicos, que los problemas del
hambre y la miseria en el mundo se resolverán con el crecimiento del mercado…El
mercado por sí mismo no garantiza el desarrollo humano integral y la inclusión
social” (Laudato si n. 109)
Copio una cita de mi libro: “La
presencia de Dios en la lucha contra la corrupción” publicado en
Lima el año 2010: “El hombre que se
considera seguro, que vive o busca vivir con una posición económica holgada,
que cree que tener dinero es suficiente para conseguir sus aspiraciones más
altas; a ese hombre equivocado, que ha perdido la brújula, es necesario
rescatarlo, para que se dé cuenta que el dinero no es Dios…No nos cansaremos de
repetir que la solución de los problemas está en la educación no en la economía.
La economía ha querido ser la “prima dona” en las universidades y en las
empresas, ponerla como si fuera la ciencia de las ciencias, es una exageración,
es una ciencia como cualquier otra que
podría ayudar a la solución de los problemas de la humanidad.
Los hombres que manejan la economía
no deben encerrarse dentro de sus sistemas financieros para hacer una elite
donde ellos son los que deciden. La presunción y el sentido de exclusividad con
que se manejaron hace unos años les hizo cometer muchos desatinos que
terminaron en una fuerte crisis económica que todavía tiene secuelas.
El Papa llama ahora a todos, no solo a los
economistas. La responsabilidad de limpiar y arreglar el mundo es de todos. Es
necesario desterrar la política del descarte
y contar con todas las personas para esta misión que ahora el Santo Padre
nos señala como tarea de todos.
Agradecemos
sus comentarios
*Próximo
artículo: “Ecología Global” (III).
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