Simpatías y
antipatías
EL
ARTE DE TENER ÁNGEL
Me
sorprendió mucho ver que un experto violinista, que interpretaba sus piezas de
un modo magistral, con el rigor de las
reglas musicales, tuviera tan poca aceptación del público y en cambio otro,
que no poseía esos conocimientos y habilidades, se llevaba las premios de los
concursos y las palmas de un público numeroso que vibraba con sus
interpretaciones.
El
primero, que era un gran maestro de la
música, no tenía ángel. El segundo poseía unas cualidades atractivas para
un público que deseaba escuchar algo grato, aunque no tuviera la estricta
perfección del rigor musical y del profesionalismo.
Para
estos casos también es probable que el éxito no dependa solo de la
interpretación, porque si el primero tocara lo mismo que el segundo, es fácil
imaginarse que tampoco tendría la aceptación del público, porque la gente no se
fija solo en la pieza musical sino en algo más, que hay en la persona como propio, y que hace que la
interpretación sea muy grata para todos. ¿En qué consiste ese algo más?
Aplausos o pifias ¿el jale es sinónimo de influjo?
Aplaudir
o pifiar no solo ocurre en los ámbitos del arte y la cultura, sucede también en
la vida diaria con las conductas de las personas, ¿a qué se debe unos sean aceptados y otros no?, ¿a qué unos tengan más
jale, o más llegada que otros?, ¿se debe acaso a la preparación, o al
conocimiento de algo? La
especialización o capacitación puede influir, pero lo que jala y persuade es
que hay algo más, que es
personal.
Después
de estas primeras anotaciones podríamos pensar que una persona, con simpatía
humana, innata o adquirida, podría caer
muy bien y arrastrar a otros a que le sigan para
bien o para mal. Sin embargo no podemos concluir que para influir
hondamente en los demás es preciso ser simpático.
También
habría que admitir que el simpático a secas no es el que suele influir más en
la vida de las personas. Hay muchos líderes simpáticos que jalan mucha gente
pero no tienen una influencia decisiva en la vida de las personas. El público
los sigue por que son fans de
determinadas músicas, disciplinas deportivas, o ideologías de moda.
En
todo el mundo existe una suerte de seguimiento colectivo con las masas que
están en la “onda” de una “tradición”, costumbre o moda, donde los más jóvenes
emulan a ídolos, queriendo ser como ellos y entonces se visten o se cortan el
cabello de la misma manera, imitan sus gestos y sus modos, buscan usar tatuajes
y bisuterías llamativas, aunque no puedan dar una explicación racional de lo
que están haciendo. Es un modo de seguir superficial, que nunca llegará al
puerto de la seguridad y de la libertad que es necesario para todos los hombres.
Existen
también situaciones de endiosamientos producidas por fanatismos colectivos,
donde se dan seguimientos todavía mucho más irracionales y drásticos que hacen
mucho daño. Hay sectores de la población que se encuentran entrampados dentro
de estos laberintos sin poder salir.
Siempre
es necesario tener en cuenta que los fenómenos de energía humana colectiva no necesariamente reflejan el amor de las
personas. Esos derroches de “amor”
expresados hasta con delirio suelen ser voluntarismos
superficiales, es fuego hecho con papel.
Además cuando se dan esos seguimientos entusiasmantes, se pasa fácilmente de la canonización a la condena,
o de la aprobación radical, al rechazo total, por cualquier nimiedad. En un inicio pueden haber fuertes
abrazos y en una segunda instancia grandes peleas, aunque hayan pasado solo unos minutos.
De
esos seguimientos masivos, aunque algunos
duren años, no se puede desprender el significado más genuino y profundo de
lo que significa tener ángel. La simple atracción no
responde a la identificación que hace libre a la persona.
Motivaciones de fondo
Tenemos
que advertir, para aclarar el tema, que no todos los seguimientos que hay en
el mundo son iguales. Cuando se trata de seguir a algo o a alguien es preciso mirar la interioridad de las personas
para encontrar cuáles son las motivaciones de fondo.
Los
endiosamientos de personas creados por los seguimientos de las grandes masas
pueden ser puros voluntarismos movidos
por resentimientos del ego, donde se mezclan odios y venganzas con el matiz
malicioso de querer “agarrarse” a
algo como consuelo o compensación.
Este
afán para la conquista de ciertos “derechos”
va junto a una crítica, muchas veces injusta y desproporcionada, que censura conductas
ajenas. Es como inventar un “dios” protector, dándole calidad y categoría con voluntades humanas de consenso que lo
promocionan. Un “dios” que defiende los derechos de los que lo invocan y al
mismo tiempo condena la conducta de los adversarios. Un ídolo protector de sentimientos non sanctos.
Ese
tipo de “convencimiento” y seguimiento está lleno de inseguridad, y por lo tanto no deja satisfechas a las personas, que están
totalmente confundidas, aturdidas, muchas
veces heridas, por no encontrarse en capacidad para poder entender la realidad
de la vida con un nivel más alto y trascendente, tal como debería ser en todas las personas.
También
el exceso de ignorancia puede enquistar
a las personas en actitudes de terquedad que claman al cielo, por un emperrachinamiento que
llama libertad a la esclavitud y obstruye el camino para que la coherencia
llegue al entendimiento y serene a la persona. Nadie que se encuentre sometido
dentro de un laberinto, donde le falta libertad, puede tener ángel,
en el sentido estricto de su significado.
¿Quiénes tienen ángel?
Tiene
ángel el que convence con una vida que refleja la autenticidad de valores altos
y los expresa con la naturalidad del amor. La transmisión de esos valores, que ha hecho propios en su vida, artística y convincente. Puede ser a
través de la música, el teatro, el cine, la pintura o cualquier actividad
humana. Los que observan a quienes
poseen esas cualidades quedan admirados y persuadidos, aunque muchas veces no
puedan explicar a qué se deben esas conductas tan atractivas. Perciben la
autenticidad como propia y exclusiva de la persona.
Ocurre
siempre con personas buenas que tienen, por
el hecho de ser buenas, mucha categoría y unas virtudes humanas
encantadoras. El encanto de la
sencillez es la belleza más atractiva que puede ofrecer el ser humano. Es entonces cuando se puede decir de
alguien que ¡Tiene ángel! Es algo propio y tan bueno que convence más que
nada.
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