viernes, agosto 14, 2009

Límites de la autonomía

Pretensiones equívocas

LOS LÍMITES DE LA AUTONOMÍA

Según el diccionario de la lengua española la palabra “autonomía” tiene diversas acepciones:

  1. Condición del individuo que le permite valerse por sí mismo, sin dependencia de otros.

  2. Condición del pueblo que tiene potestad para gobernarse y goza de entera independencia política.

  3. Facultad de la que pueden ser titulares distintas regiones, provincias, municipios u otras entidades para regirse mediante normas y órganos de gobierno propio.

Los tres puntos se refieren metas o logros deseados por los seres humanos que indican capacidad, independencia y decisión. Es también un canto a la libertad. Para muchos se trata de un sueño muy acariciado.

Sin embargo en la vida existen muchos factores y circunstancias que alejan, por un tiempo, o definitivamente, la ansiada autonomía, (intereses encontrados y voluntades en desacuerdo). Es entonces cuando se plantean las siguientes preguntas:

¿Es posible que el ser humano pueda llegar a una autonomía total? ¿La libertad del hombre es su autonomía?

¿Autonomía significa independencia total?


Compromisos y dependencias en los seres humanos libres

En la historia muchos hombres y sociedades enteras han luchado por la autonomía y la independencia. Han buscado sentirse libres e independientes. Sin embargo la libertad y la independencia se optienen cuando el hombre es fiel a sus compromisos.

Un niño que depende de sus padres ¿no es libre?. Los alumnos que están bajo el reglamento de un colegio y no pueden salir a la calle, ¿no son libres?. Tener que parar ante la luz roja y depender del policía en el tráfico, ¿va contra la libertad?. Los compromisos que adquirimos ¿disminuyen nuestra libertad?

Los seres humanos tenemos muchos condicionamientos. La misma vida nos hace dependientes unos de otros y de distintas maneras. El que busca una autonomía total se destruye a sí mismo y destruye a los demás.

La rebeldía del que se autoproclama autónomo, libre pensador, y que no deja que nadie intervenga en sus desiciones y por lo tanto en su vida, no deja de ser al menos una necedad, que le traerá muchas complicaciones.

El pensamiento realmente libre (cuando el hombre ha conquistado realmente la libertad) no lleva a la autonomía absoluta sino a una suerte de dependencia que lo fortalece: comprometerse.

El que es libre tiene capacidad para buscar y encontrar lo mejor, y quedarse allí. Ha conquistado algo valioso que le hace dependiente. Todo ser humano, si puede pensar con claridad, tendrá que reconocer una dependencia de origen que no se debe romper, “Yo soy y dependo de...” , otra dependencia de los compromisos adquiridos líbremente y una tercera dependencia que procede de factores sociales y coyunturales, que no le quitan libertad, (ayudas que pueda prestar en momentos determinados, una enfermedad adquirida que le limita, etc.).

Autonomías responsables

Es cierto que el hombre que busca el bien va conquistando ciertas autonomías y mejores espacios de libertad que le permiten decidir con mayor responsabilidad. A la par se va dando cuenta del sometimiento que debe tener para ser verdaderamente libre.

La conquista de la libertad es la conquista de la verdad que compromete y somete. No es un sometimiento a voluntades ajenas, sino a principios trascendentes que modelan la vida del ser humano para que éste pueda desarrollarse como persona y pueda cumplir con el rol que se le ha asignado en la vida.

Ningun ser humano puede adjudicarse el poder de adueñarse de su propia vida, como patrimonio exclusivo y mucho menos de la vida de otras personas. Nadie puede sentirse propietario de sí mismo o de otros. Con respecto a los demás, en la misma naturaleza hay una cierta inclinación que es a la vez de autonomía y de dependencia. Autonomía que es capacidad de decidir líbremente y dependencia porque cada uno se debe a alguien y vive para su prójimo.

El hombre libre valora los apoyos que recibe y tiene vínculos de compromiso que cuidará con verdadero esmero. Estos vínculos no son esclavitudes, no son tampoco influencias impropias en la vida de los demás. En las relaciones humanas hay acuerdos tácitos que son compromisos queridos que liberan y hacen felices a las personas.

El hombre libre puede decir al mismo tiempo: “¡a mí nadie me obliga, pero yo me siento obligado y lo debo hacer!” Los demás, pueden recordarle sus obligaciones, porque son suyas. El recuerdo es una ayuda que se agradece, no una imposición.

Las autonomías sociales

También las personas y las instituciones se ponen de acuerdo para ser libres y autónomas en sus decisiones y modos de proceder. Los municipios pueden reclamar una autonomía para trabajar con independencia de otros poderes.

Las universidades reclaman una autonomía para hacer sus programas y estatutos con los idearios que ellos quieren para la enseñanza de los alumnos. Estas autonomías tampoco pueden ser totales, deben estar encauzadas por leyes más generales. Con una equivocada idea de la autonomía universitaria, hace unos años, algunas universidades fueron verdaderos focos de terrorismo.

Un municipio no podrá crear una escuela de contrabandistas para obtener recursos. Una universidad no puede permitir que se haga apología del terrorismo entre sus alumnos. La libertad de pensamiento va acorde con la verdad. Ninguna universidad podrá reclamar una libertad absoluta para hacer lo que quiera. Existen organismos que vigilan y regulan a las instituciones para que caminen correctamente.

Si una universidad se llama católica no puede ir en contra de la doctrina de la Iglesia. La misma universidad y las autoridades de la Iglesia vigilarán para que se de la doctrina correcta. Sería absurdo que en los ámbitos del catolicismo se haga la vista gorda y se permitan ideologías que van contra la doctrina. No sería lógico que estudiantes que fueron a una universidad católica para formarse, terminen perdiendo la fe y convirtiendose en agnósticos o ateos. La autonomía no puede ser un camuflaje que impida detectar el mal y erradicarlo. Las cosas claras.

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