jueves, noviembre 26, 2015

La mejor compañía de la vida
DIRECCIÓN ESPIRITUAL

Todas las personas necesitan ser educadas y orientadas en las distintas etapas de su vida y en una variedad de temas que responde más a las épocas y circunstancias específicas de cada uno.

Los niños y adolescentes tienen a sus padres, parientes y maestros que se acercan con la intención de formarlos en los diversos campos: humano espiritual, social, académico y profesional.

Los conocimientos para educar proceden, la mayoría, de la tradición. Son legados de la historia que se transmiten para que sigan teniendo vigencia en el presente y continúen en el futuro. Sin embargo a lo largo de los siglos muchos de estos conocimientos han tenido modificaciones, como consecuencia de las nuevas experiencias que trae el progreso humano.

También es necesario advertir, que existen conocimientos que no admiten modificaciones y que perduran íntegros con el paso del tiempo, y que además son esenciales para la formación de las personas. Buena parte de estos conocimientos proceden de la Revelación Sobrenatural que Dios dejó en la Iglesia para su custodia y difusión.

De la Revelación y de la Tradición procede el concepto de dirección espiritual. La dirección espiritual personal es la ciencia y el arte de conducir a las personas por el camino correcto, y se realiza con el acompañamiento y los consejos del guía espiritual

¿Cómo debe ser el director espiritual?
“El director espiritual debe ser muy sobrenatural y a la vez muy humano; con deseo de acercar las almas al Señor, queriéndolas tal como son para estar pendientes de los demás y para conocerlos bien con el fin de poder ayudarles de verdad.

Del mismo modo que la caridad es como la forma de todas la virtudes[1], es también la raíz que alimenta las virtudes necesarias para ejercer la dirección espiritual y el núcleo sobre el que se desarrollan; se puede decir que bastaría con amar y comprender de verdad a las personas para poder dirigirlas convenientemente, porque en último término se podría afirmar que la dirección espiritual es comprensión y caridad. Qué importante es siempre ponerse en lugar del dirigido para ver si lo que aconsejamos es lo más apropiado para esa alma y en esas circunstancias”.

“Quienes dirigen son pastores y a la vez padres que sienten un afecto paterno y materno por las personas que desean ser dirigidas. El director espiritual se ha de comportar siempre como un padre con su hijo —con caridad efectiva y afectiva—, de modo que nada pueda resultarle indiferente; se ha de interesar con sincera preocupación de todo, desde lo más material a lo espiritual. Este cariño recto y noble no es sentimentalismo egoísta; quien recibe la dirección espiritual pone el corazón en el suelo para que se pise blando.

Se ha de conocer a las almas una a una, y comprenderlas a todas, con sus equivocaciones, con sus flaquezas, con sus errores y también con sus virtudes, con sus ansias de santidad que deben orientarse y encauzarse para que sean generosas a lo que Dios les pide en cada momento. A ese conocimiento profundo —teologal— de las personas que se atienden se debe añadir la vertiente humana: el modo de ser, los gustos y aficiones, las virtudes y límites, etc.

Cuando alguien aprecia —vivencialmente— que se le conoce y comprende y se siente querido, le resulta mucho más fácil tener confianza, ser sincero, dejarse exigir. De tal manera que la dirección espiritual se dificulta mucho si faltan esas disposiciones de mutua confianza. La confianza se perfecciona si el director espiritual se da primero con muestras de comprensión y de afecto, también humano. Ciertamente la dirección espiritual es algo sobrenatural, pero aquí como en todo, la base humana es un gran incentivo. Hace falta una empatía, una sintonía, que las almas se vean acogidas.
El director espiritual ha de comprender a fondo a los demás, viendo las cosas desde su perspectiva (la de los demás); entendiendo cómo y cuánto les afectan: asuntos que objetivamente no tienen relevancia, en un determinado momento pueden llegar a ser “importantes” para una persona. Es preciso valorar justamente, en la presencia de Dios, qué puede tener importancia o puede llegar a tenerla aunque se trate de algo pequeño.

Por eso, no puede limitarse a oír: debe aprender a preguntar ya a escuchar lo que dicen los dirigidos y también observarlos en la vida ordinaria (si es posible): en la vida de relación, en el trabajo, en el modo de vivir la vida espiritual.

Junto a esto, es preciso no escandalizarse nunca de nada —ni siquiera un gesto de extrañeza, o una manifestación de asombro—, especialmente si alguien comenta algo que se salga de lo normal y que precisamente por eso pueda resultar más difícil, costoso y vergonzoso contar.

La paciencia, manifestación de caridad, es virtud principal en el director espiritual. Decía San Josemaría que «las almas, como el vino, se mejoran con el tiempo. Dios Nuestro Señor, si se exceptúan algunos casos a lo Saulo, cuenta con el tiempo para santificar a los hombres».

En primer lugar, el director espiritual ha de ejercitar la paciencia para no dejarse arrastrar por el desaliento cuando no se ven frutos inmediatos en las almas y para saber atinar con el momento propicio para pedir más cuando se ve que es posible o necesario. Hay que saber esperar, porque existen almas que no responden durante un tiempo más o menos largo. En ese tiempo no debe entrar la impaciencia de exigir lo que no se puede conseguir. Se debe esperar, rezando.

Paciencia y fortaleza, también, para dominar el propio carácter: suavidad en las formas, amabilidad en el trato, interés sincero por los problemas de los dirigidos. En ningún momento se ha de mostrar impaciencia, y esto evidentemente no como táctica, sino como expresión veraz de la presencia de Dios; más aún, si el que acude a la dirección espiritual se extiende al exponer su estado interior. De hecho con mucha frecuencia, el mero hecho de encontrar a alguno que escucha con interés, sin impaciencias, es un hecho definitivo para que esa alma se acerque a Dios.

Paciencia, en definitiva, con las fragilidades y limitaciones de los demás Fijarse sólo en los defectos o dejarse llevar por el pesimismo, son dos tentaciones que es preciso evitar, porque denotarían falta de fe en los medios sobrenaturales y de esperanza en el poder de Dios.

En la dirección espiritual hay que colmarse de esperanza para poder transmitir la alegría y la paz de Dios ante las posibles caídas o fracasos, con la convicción de que cuando hay dolor, hay lucha y el Señor puede sacar grandes bienes de grandes males”  (Prf. José Luis Gutierrez, Universidad de la Santa Cruz).

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[1] Cf. Santo Tomás, S. Th. I-II, q. 62, a. 4.

martes, noviembre 17, 2015

Corazones enteros o torcidos
ENCUBRIR O PROTEGER

Cuando se capturó a Abimael Guzmán la policía le colocó un chaleco antibalas y varios le acompañaban resguardándolo y protegiéndolo de cualquier agresión que pudiera recibir. Esa protección no es un encubrimiento. El encubrimiento es esconder a alguien y tapar sus faltas para que no lo descubran y quede impune. Es una complicidad motivada por algún beneficio o por el miedo a ser acusado por el acusado. Como los cómplices participan de la mala acción pueden tener también “historias” ocultas. La complicidad de muchos consiste en taparse las cosas exigiendo una férrea “lealtad”: “nos callamos todos, nadie habla”

En otros asuntos el cubrirse no es ocultar un delito sino defender un valor. El callarse y no delatar puede ser heroico, como el de los mártires que han dado su vida por la fe y no han entregado datos relevantes a sus perseguidores aunque esa conducta les cueste la tortura y la vida. En las acciones heroicas de guerra se han visto conductas de personas honradas, fieles y leales, que han defendido los honores de un país a costa de vejaciones, que muchas veces terminaron en la muerte.

La protección de un familiar
Es natural proteger a la familia o a las personas que se quiere. Si el hijo comete un grave delito su madre lo protege y trata de justificar o de minimizar la falta que ha cometido para que lo perdonen y no lo castiguen. Los familiares de un preso pondrán todos los medios para que salga cuanto antes del penal y mientras esté allí buscarán que tenga seguridad y protección. Quizá ese delincuente merezca el calabozo pero la mamá le llevará lo que sea necesario para que esté cómodo. No es un encubrimiento es una protección natural y buena.
Es natural querer para los amigos lo mejor, cuando son amigos de verdad, o sea cuando existe amor de amistad, no una simple complicidad o el trato que se puedan tener unos colegas de trabajo. El aprecio por una persona lleva consigo una suerte de protección cuando esa persona que se quiere es amenazada por terceros que quieren castigarlo. Esa protección humana, o el deseo de que lo protejan y no le hagan daño,  no es encubrimiento, siempre y cuando se esté de acuerdo con el castigo que merece y ese amigo se ponga de acuerdo a la ley.

¿Quiénes son los malos?

En la política los candidatos se presentan como buenos y talentosos, en cambio sus adversarios quieren demostrar que son incapaces y hasta corruptos. ¿A quién hacer caso?

En la vida de los santos pueden darse los dos extremos, malo y bueno, en una misma persona. Por ejemplo San Pablo era Saulo de Tarso perseguidor de los cristianos, él mató gente y después se convirtió en el apóstol de las gentes. ¿Habría que desacreditarlo por todo lo que hizo en el pasado? ¿Habría que desprestigiar y desacreditar a San Agustín porque de joven fue libertino y lujurioso?  Santa Mónica, que sufrió mucho por su hijo díscolo, lo protegió, siguió rezando por él y consiguió el cambio.



La mentira y el extremismo del relativismo

En estos tiempos de relativismo el que odia dice que no odia, el que miente dice que no miente, el hipócrita dice que es sincero, sin embargo todo lo que se ve es pura manipulación. Los mismos abogados juegan con las leyes con un legalismo inhumano. Solo se preocupan  si los procedimientos están de acuerdo a la ley o no, para conseguir el éxito del cliente y poder cobrar sus honorarios. Con esos procedimientos se cometen grandes injusticias. El cinismo se ha extendido como una plaga que invade el mundo.

Otro asunto preocupante que debemos admitir es la existencia de cómplices encubridores, y no son pocos, que entre ellos se tapan las cosas: “si tú me acusas yo también te acuso”  y entonces ambos “se callan e 7 idiomas”.

Es que la mentira está presente en el diario trajinar, con el tiempo se puede descubrir que una persona “no es trigo limpio” y en algunos casos se hace necesario prescindir de ella. Estas situaciones, por desgracia, son el pan de cada día; pero luego resulta que todos mienten y cada vez se hace más difícil encontrar a una persona que diga siempre la verdad.

¿Cuántas justificaciones se tejen con la mentira?: “no pongas ese dato en el formulario…. dí que tienes un año menos… pídele al médico que te de un descanso para faltar a tu trabajo…. Te doy mil pero me firmas dos mil….por una cantidad mayor en la boleta…

Hoy se hace urgente una educación que tenga como norte la virtud de la veracidad, que va unida a la honestidad y lealtad. Es necesario formar personas íntegras y coherentes, en quienes se pueda confiar porque no mienten.

Se puede proteger al amigo herido o equivocado pero siempre con la verdad por delante. La protección es una consecuencia del corazón ordenado que está lleno de misericordia y de perdón, con el deseo lógicamente de que se arrepienta y cambie.

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miércoles, noviembre 11, 2015


Delitos ocultos
LAS CAMPANAS DE LOS ACUSADORES

Las víctimas de los abusos merecen respeto, comprensión, cariño y las ayudas que sean necesarias para curar las heridas y restablecer la salud. Así han procedido los Papas de los últimos tiempos y la Iglesia en general: pedir perdón  por los  hijos de la Iglesia que se portaron mal.

Las máscaras de los acusadores
En estos lamentables sucesos hay denunciantes que son personas coherentes que tienen la valentía de dar la cara, arriesgando tal vez el propio honor y poniéndose en la posibilidad de perder algún derecho, para señalar el mal poniendo en evidencia el hecho delictivo y así conseguir que se haga justicia y que se limpie el camino para avanzar de acuerdo con la verdad.

Sin embargo es preciso señalar que en estos asuntos espinosos siempre aparecen acusaciones de todo tipo; también aparecen miles de denuncias falsas tejidas con difamaciones y calumnias.

Aunque los acusadores no lo hagan con rectitud de intención la Iglesia agradece a todos los que han contribuido al esclarecimiento de los hechos, porque ayudan a poner medidas para que las personas mejoren y sean fieles a sus compromisos. La Iglesia no abandona a sus fieles. Los miles de testimonios que hay en el mundo lo confirman.

Las persecuciones contra la Iglesia
También se debe tener en cuenta que persecuciones contra la Iglesia han existido en todos los tiempos. Esta es la cruda realidad.

Como lo hemos expresado ya en los párrafos anteriores, hacemos la salvedad de las personas que aman a la Iglesia y sufren por los abusos cometidos denunciando los hechos para que no se repitan y hacen lo posible para conseguir que los agresores sean separados de inmediato. 

También estamos con aquellos que protestan cuando se quiere encubrir un delito infame. En los temas de pedofilia, que son gravísimos, el Santo Padre ha dicho: Tolerancia 0.

Las campanas de los que acusan
Las campanas de los que acusan suenan distintas porque son muy diferentes las situaciones, sin embargo cuando se hace una reflexión en frío, serenamente, el sentido común alcanza una serie de preguntas que pueden aclarar las distintas situaciones para resolver los conflictos.
Estamos de acuerdo en que puede haber engaño y una imposición de la parte abusiva y que eso debe castigarse porque es una falta grave, que además podría calificarse como delincuencial.

La segunda pregunta es sobre la familia: ¿cómo estárán los papás? Si el hijo está sufriendo por unas acciones impropias y por un acoso. Habría que ver en cada caso cómo está la familia.

Y los amigos ¿cómo podrán echar una mano y ayudar?  La amistad debe servir para hacer el bien, no solo para las diversiones. Cuánta gente necesita hablar y confían en el amigo. El amigo debe tener dar la mano.

Las instituciones deben estar en constante revisión para comprobar si los métodos que emplean son los adecuados. 

* Nota: Este artículo fue modificado gracias a los comentarios enviados. El artículo original se escribió fuera de Lima. Algunos se sintieron afectados. Pido disculpas por ello. Estoy al lado de las víctimas y todos los días rezo por ellos.


Agradecemos los comentarios.

jueves, noviembre 05, 2015

Decir la verdad a tiempo
CERELIDAD Y VERDAD

Toda la vida nos hemos quejado de la lentitud de los procesos judiciales. Hace años tuve la ocasión de ver una ruma de expedientes gruesos en el despacho de un magistrado, estaban uno sobre otro y tenían una considerable altura. Los procedimientos para avanzar estaban entorpecidos por una aparente desgana generalizada y este acostumbramiento del sistema facilitaba la manipulación, el chanchullo, la trafa, con las ganancias correspondientes por las coimas, que estaban a la orden del día. Después se purificó un poco el sistema y se agilizaron los procesos. Fueron caballazos que se dieron con el cartel de “moralización”, pero luego las cosas siguieron caminando con honorables jueces honrados y con otros que eran sibilinamente traferos; estaban como “la cizaña en medio del trigo”.

Por los hechos y con el tiempo, se va sabiendo quién es quién, pero lo difícil es conseguir que todo cambie. No faltan voces que piden que salgan los malos y que se queden los buenos, ¿es posible eso?


El trigo y la cizaña
En los Evangelios encontramos una parábola llena de sabiduría que nos ayuda a entender mejor estas situaciones difíciles y complicadas por el mal comportamiento de algunos:

“El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña?  Él les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos? Él les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero”.  (Mt. 13: 24-32).


Nos decía San Josemaría Escrivá en Roma que el mal no se puede combatir con la violencia, la represión, los controles, las prohibiciones, las cárceles, la venganza. Nunca se debe devolver mal por mal. La ley del talión, “ojo por ojo, diente por diente” no es cristiana, ni humana.

El mal se combate con “abundancia de bien”, afirmaba San Josemaría Escrivá con mucha fuerza. Al hablar de la situación del mundo decía: “estas crisis mundiales son crisis de santos”  y explicaba que un santo no era una persona “inmaculada”, porque tenía también los pies de barro, se caía, y si se podía levantar era por la gracia de Dios. Decía con una gran claridad y humildad: “yo soy capaz de cometer los errores y los horrores del hombre más vil de la tierra” ¿cómo podemos juzgar y condenar a los demás si somos capaces de las peores cosas? Todos somos pecadores y si no pecamos es por la gracia de Dios.


¿Qué es lo que detiene todo?

La mentira detiene todo. El alejamiento de la verdad complica la vida de todos y los problemas terminan siendo una guerra de mentiras de unos y otros, con argumentos “tirados de los pelos” lleno de juicios abultados por la ira y los deseos de venganza. Lamentablemente en el mundo abunda la hipocresía.


Sinceridad salvaje

La tendencia a la mentira está en la misma naturaleza humana. Toda persona necesita ser educada para no mentir y para no ocultar la verdad. La virtud de la veracidad se obtiene por la lucha constante en decir siempre la verdad, aunque algunas veces cueste mucho, por vergüenza o por miedo. El niño, desde que tiene uso de razón, debe ser educado para que sea sincero.

La experiencia enseña que una persona que comete una falta grave y se la guarda termina complicando su existencia y puede complicar además la vida de muchas personas.  La Iglesia siempre aconseja a los fieles confesar cuanto antes una falta grave, decir la verdad sin miedo, reconociendo con hidalguía y dolor de corazón, la falta cometida. La persona arrepentida que confiesa su pecado encuentra el perdón de Dios que le devuelve la paz y la alegría, para seguir luchando con esperanza.

San Josemaría Escrivá, en el siglo pasado, predicaba a viva voz la urgencia de la sinceridad, decía que había que decir primero lo que más vergüenza da, lo que no queremos que se sepa. Enseñaba que nunca se debe ocultar un pecado, porque después es peor. “Hay que hablar cuanto antes”  decía,  y sacar “el sapo feo y sucio que se lleva dentro”, para  tener paz y conseguir caminar siempre con la verdad.

La mentira detiene y atora todo, en cambio con la verdad todo fluye,  y se puede progresar. El mundo está lento porque las personas no caminan con la verdad. Algunas instituciones van demasiado lentas porque quizá las personas que forman parte de ellas no están diciendo la verdad. La verdad depende de cada persona. Se debe formar a la persona con la verdad y con las virtudes humanas necesarias para la convivencia: la sinceridad, la honradez, la lealtad, la sencillez, la caridad.


Buscar la verdad sin maltratar a nadie

La verdad no se consigue a sablazos, sacando los trapos sucios para publicarlos y señalar a una persona como miserable. A nadie se le debe calificar por sus errores, la vida de una persona no son sus errores y sus pecados. Si alguien escribe un libro sobre los pecados de alguien, aunque sean ciertos por la investigación que ha hecho, no estará reflejando la verdad de su vida, porque ese libro está sesgado a lo malo. Es como los noticieros amarillos que buscan los escándalos para ganar sintonía.

El poder mediático de hoy, en su afán de tener rating por sus investigaciones, puede destrozar la vida de las personas. Es fácil sembrar odio y venganza atizando a la gente para que murmuren y difamen con indignación.

Con Jesucristo hicieron lo mismo, la gente que gritaba ¡crucifícale, crucifícale! eran motivados por el poder mediático de la época. Los habían convencido de lo malo que era Jesucristo. Con este comentario no estamos diciendo que todos los acusados son como Jesucristo. Existen personas que merecen cadena perpetua por las graves acciones que han cometido, pero en una sociedad no puede existir el linchamiento, ni físico, ni verbal, de ninguna persona. En el entendimiento de cada uno el mal debe condenarse siempre, pero la persona no.

La cerelidad de los procedimientos se consigue cuando todos dicen la verdad a tiempo, sin hacer bullas o escándalos. La verdad no es consecuencia del atropello o del maltrato.  Las torturas, que existieron y quizá existan todavía en algún lugar del mundo, empleadas para conseguir la verdad, son inhumanas y deplorables  . Muchas veces los justicieros que motivan venganzas son peores que los acusados. Habría que ver la biografía de ambos.

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