jueves, agosto 25, 2011

Los estrategas del economicismo

LA MULTIPLICACIÓN DE LAS BURBUJAS

Hace unos años escribíamos en este mismo portal una serie de artículos que hacían referencia a la crisis económica que azotaba el mundo (1). El tenor de esas publicaciones era un toque de campana para advertir que no se trataba de un error técnico sino de un problema moral que se estaba generalizando a nivel mundial.

Los hombres geniales del siglo XXI acompañados de un coro de “optimistas” de las altas esferas económicas y de miles de seguidores uniformados con el economicismo en boga, llenos de títulos académicos y sendos libros muy bien divulgados, podrán maquillar nuevamente el escenario para paliar las tormentas, pero seguirán siendo incapaces de resolver el problema moral, si no cambian los enfoques de fondo.

Cuando vemos que al gran bloque occidental democrático se le van sumando países partidarios de la ley de la oferta y la demanda y que todo ese bloque, casi en pleno, va desembocando en un fuerte liberalismo (libertad absoluta) que mina los campos éticos y morales de las personas, solo podemos advertir que está por llegar algo como las diez plagas de Egipto que hace urgente el surgimiento de un nuevo Moisés, con poderes para abrir los océanos y salvar a la gente de las olas gigantes que se están convirtiendo en tsunamis con proyección mundial.

(1) *vid: En los siguientes artículos de “Adeamus” : Los estragos de la Codicia (setiembre, 2008), El dinero no es Dios (octubre, 2008), ¿Quién salvará al mundo? (noviembre 2008), El síndrome de Atahualpa (diciembre, 2008), Legión de “optimistas” (abril 2009), La verdadera pandemia, ((mayo 2009), ¿Qué es lo que mueve al mundo? (agosto 2009), Un futuro de comunicación (agosto 2009), El desarrollo es imposible sin hombres rectos, (junio 2010), El miedo de Oriente a la libertad de Occidente (agosto 2010), Burbujas doradas (setiembre 2010), Las injusticias del consenso global (diciembre 2010).

¿Apocalipsis o reacción?

A simple vista el párrafo anterior podría parecer exagerado y tal vez apocalíptico. Así pudieron parecer los artículos escritos en anteriores oportunidades, sin embargo los hechos van confirmando la realidad de esas proyecciones. Resulta ingenuo ser “optimista” para no pecar de negativo. No peca de negativo quien advierte de los males reales, para tomar las medidas convenientes y evitar que el barco se hunda inexorablemente.

El mundo lo siguen manejando con los mismos argumentos, a vista y paciencia de las “grandes mayorías” que viven anestesiadas con un relativismo que les quita responsabilidad y preocupaciones trascendentes. Hay como una siesta generalizada que no deja ver la realidad y una suerte de optimismo voluntarista: “a pesar de todo, las cosas podrían ir mejor, vamos a seguir intentándolo…”

Mientras se viva cerrando los ojos a la verdad y se acepten personas que no son idóneas (por su trayectoria desordenada o por su falta de capacidad para los puestos que están ocupando) para manejar los problemas esenciales de los hombres y de la sociedad, nunca podremos salir de la crisis estructural que azota a la humanidad.

Dentro de la mentalidad imperante, que es relativista y economicista, no faltan padres de familia que viven ansiosos con la esperanza de que sus hijos cambien, no porque se les esté formando con la verdad sino por arte del birlibirloque, como si hubiera una esperanza en los consensos de una sociedad que acepta todo, menos a Dios (que les parece intolerante y entrometido); una sociedad que además está enferma y que es guiada por algunos “líderes” que han puesto en tela de juicio las leyes y normas morales, que son la brújula para no desorientarse y llegar a puerto seguro.

No le falta razón a quien dijo hace poco que las generaciones que salieron de las guerras mundiales eran mejores que las que están saliendo ahora de las grandes maestrías y doctorados de las mejores universidades del mundo. Aunque caben todas las excepciones del caso, la apreciación no se aleja mucho de la realidad.

Multiplicación de las burbujas: utopías del siglo XXI

Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que las burbujas en el siglo XXI se están multiplicando y dentro de ellas se encuentran muchos imberbes que viven tranquilos sin ver la realidad y algunos estrategas que creen que con un poco de magia se puede retomar el vuelo que se había perdido y que ¡no pasa nada!!!!

El optimismo y la esperanza para salvar a la sociedad se pueden aceptar solo si están fundamentados en la verdad sobre el hombre y su destino. Como esto no ocurre, estamos frente a teorías utópicas que no conducen al éxito y a la excelencia que anuncian, sino al despeñadero de muchas personas.

Los ensayos antropológicos que quieren engarzar al hombre únicamente con los aciertos de una economía liberal se están quedando en el pasado como incompletos e inseguros. Los sesgos del economicismo y del pragmatismo tecnológico vigente, continúan construyendo burbujas llenas de colorido y muy atractivas para sus ingenuos seguidores, que se encuentran idos de la realidad, adorando, con grandes fiestas y jolgorios, al becerro de oro de turno. Comprobamos como siempre, que la historia se repite, pese a las advertencias de quienes perciben la realidad por amor a la verdad.

La decadencia de occidente

La decadencia moral de occidente pone a los emblemáticos países europeos en berlina frente a las naciones emergentes que siempre los miraron con admiración. El prestigio de ser las grandes naciones del mundo lo van perdiendo paulatinamente con un desorden moral que los está infectando y que es difícil detener.

Las grandes campañas contra la natalidad iniciadas por ellos en el segundo lustro del siglo XX les está costando caro. En los últimos años las inmigraciones en Europa aumentan con una progresión geométrica y en cada país el porcentaje de inmigrantes está pasando del 20% con respecto a la población autóctona, que sigue disminuyendo y desapareciendo. En casi todos los países europeos el crecimiento es 0.

A pesar de todo, esta transformación de la sociedad hay que recibirla con un espíritu abierto, (guste o no guste), que es el espíritu cristiano de amor a Dios y a los demás.

En los países de América del sur donde hubo una evangelización católica se produjeron las mezclas que el amor humano compuso y surgió una variedad de razas, que ahora convive en paz. En América del norte fue distinto, eliminaron a los indios y no se mezclaron. Sufrieron durante siglos el flagelo del racismo. Luego los inmigrantes latinos le cambiaron la cara al país y así los americanos tuvieron que aceptar nuevos estilos de vida y convivencia. Ahora buscan salir de la crisis.

Cuando Europa (liderados por el poder alemán) quiso en un momento de la historia eliminar todas las razas, menos la aria, le costó más que una guerra, con millones de muertos. Y luego más adelante, cuando en las postrimerías del siglo XX, pusieron medidas para preservar su cultura y su patrimonio económico, sin las exigencias de una transmisión de valores cristianos, empezaron a desangrarse nuevamente. Si ahora no hay una pronta y urgente reacción, podrían perderlo todo: el poder económico y la población.

En el continente asiático la amenaza oriental de China no es tan real como parece porque está segmentada fundamentalmente hacia aspectos económicos de un sector y las mejoras que se van produciendo no pueden establecer una realidad social coherente y libre. Existe, todavía, una mordaza y una bota aplastando a las grandes mayorías. Cuando el niño no llora es porque está muy enfermo. El progreso creciente todavía no es signo de salud y su enigmática historia nos hace dudar a todos.

El “tigre” asiático que deberá pasar todavía por muchas transformaciones seguirá contagiando al mundo con sus gripes, que cada día ingresan, con más facilidad, en el torrentoso río de la economía, sin renunciar a las graves explosiones de terror, con muertos regados por las calles en ciudades cada día más conflictivas, inseguras y peligrosas.

Urge reaccionar, para no pelear, sino para conocer y querer. Allí estará el progreso verdadero, en una mejor comunicación entre los seres humanos fundamentada en las virtudes de las personas. Es necesario rescatar la verdad y eliminar el relativismo del mundo con sus tolerancias e intolerancias que solo fabricarán bombas explosivas con los planos de las burbujas doradas, que son un cuento y una mentira; son las utopías de los que creen en todo, menos en Dios.

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jueves, agosto 18, 2011

Crear espacios de libertad para las personas leales que pueden rendir más

INCOMPATIBILIDAD DE PERSONALIDADES

Grandes problemas surgen cuando los seres humanos no saben superar, en sus relaciones con los demás, una incompatibilidad de caracteres. Cuando los distintos temperamentos y modos de ver la vida o de enfocar las cosas, entran en conflicto.

Estas incompatibilidades se pueden dar en la casa, entre los mismos familiares: esposos, hijos, hermanos… originándose peleas que los llevan a distanciarse por un tiempo corto, largo, o para toda la vida. “No me cae, o no tengo química con esa persona” es lo que dicen los que no se acomodan a la vida del otro y quieren evitarlo.

La incompatibilidad de personalidades le agrega un matiz positivo a la incompatibilidad de caracteres. Ahora se trata de poner el acento en personalidades valiosas que no pueden salir adelante porque hay otras, también de valía, que tienen otro estilo o modo de organizarse. El problema no es que choquen y se peleen sino la disminución de sus posibilidades, por presencia de otras personas, o porque no les va el modo que tienen de trabajar.

La incompatibilidad de caracteres se soluciona cuando las personas aceptan las diferencias o los modos de ser distinto de los demás. Una persona que lucha por ser mejor encuentra el camino para llevarse bien con personas que no piensan como él o que tienen otros gustos y costumbres.

El arte de una buena dirección

En cambio para la incompatibilidad de personalidades, cuando se trata por ejemplo de una institución o empresa, se necesita un tercero que sepa, con arte y habilidad, sacarle el mejor provecho a cada personalidad. Dicho en otras palabras: encontrar al artista para que consiga que las personalidades incompatibles puedan rendir al máximo y sentirse libres.

No es fácil encontrar un artífice que haga esa obra humana, que a primera vista parece muy dificultosa, por la complejidad de los modos y capacidades de las personas y por la línea que la empresa quiera tener. Sin embargo son necesarios esos artesanos para encontrar ambientes adecuados y conseguir que esas personas, que pueden rendir mejor, funcionen bien desarrollando sus capacidades en un clima de libertad y no se desperdicien en tareas que no son para ellos.

Reconciliación con oportunidades para que todos rindan

Cuando dos personas se pelean lo primero que hay que hacer es separarlas para que no se hagan daño, luego habrá que ver de qué se trata, porque la mayor parte de las veces el camino es la reconciliación y el perdón. Si hubo pelea deben reconciliarse. En el caso de la incompatibilidad de personalidades no hay necesariamente una pelea, no es el conflicto lo que preocupa sino el bajo rendimiento, o el desperdicio de las habilidades de una persona por estar haciendo una actividad de “relleno” en vez de dedicarse a lo que puede hacer muy bien. Las personas también podrían sentirse incómodas y generar conflictos entre ellos por tener distintos criterios o posturas.

Pueden haber situaciones de la vida que le exijan a una persona el sacrificio de no desarrollar sus capacidades en el campo ideal, de acuerdo a sus gustos y preferencias, y tenga que pasar parte de la vida o la vida entera al servicio de una causa urgente y necesaria. Esto puede pasar y es loable y heroico en la vida de algunas personas, sin embargo no puede ser una regla para aplicarla a todos. Es muy importante poner el acento en las personas concretas para no crear “teorías” fijas que las perjudiquen.

Los motivos “políticos” o las “razones” de los grupos

Cuando daño hace la política que no camina con la verdad de las capacidades humanas sino con razones de conveniencia de los grupos. Por este motivo cada día más personas valiosas son dejadas de lado.

También lo vemos en las instituciones castrenses cuando pasan al retiro, por motivos políticos, a oficiales que merecen el nombramiento del puesto que les toca y porque además son personas que pueden hacer un bien enorme por sus cualidades y disposiciones.

Si se quiere sacar todo el provecho a las cualidades de las personas se debe mirar siempre la lealtad de su trayectoria, su capacidad de servicio y el desinterés en los protagonismos o prebendas personales.

En nuestra sociedad existen quienes saben promocionar adecuadamente a las personas de acuerdo a su propia valía, (sin inflar nada ni dorar la píldora, sin tarjetazas ni influencias). Quienes tienen la fortuna de encontrarse con ellos no están frente a un “padrino” que los favorece. Están frente a un descubridor de talentos honrado que dice la verdad y consigue que las personas rindan de acuerdo a sus capacidades.

No es buen sistema recortarle “las alas” a nadie. Hoy, lamentablemente, muchos están sin rendir todo lo que pueden, por culpa de terceros. Esperan el momento (que tal vez no llegue nunca) de tener la oportunidad para desarrollar sus capacidades en algo que valga la pena, y al encontrarse con las puertas y los caminos cerrados, la vida se les pasa sin pena ni gloria.

El mejor trato con las personas nunca será decirles “tú quédate allí abajo tranquilo, no hagas problemas, porque hay otros, mejores que tú que lo van a resolver todo” Al contrario (y convencidos plenamente de que todos son útiles) se debe animar a las personas admirando sus trabajos y logros. Que todos se sientan útiles porque realmente lo son. Es mucho más inútil el que ve que los demás lo son.

Callarse y no decir nada sobre el trabajo y la valía de una persona puede ser una falta grave de caridad. En este tema los silencios no son adecuados. Tampoco los gestos diplomáticos del que quiere contentar o suavizar, sin tener él una auténtica valoración. Los elogios falsos hieren más que los silencios. Quien sabe valorar a las personas sabe también reprender cuando alguien no trabaja bien. Al que tiene prestigio y autoridad se le escucha todo.

Algo que nunca debe faltar: el aprecio real por las personas

El aprecio real por las personas (hoy hay mucha hipocresía), genera una comunicación sincera y grata a la vez. El hombre que sabe querer consigue que las personalidades no se encojan por problemas de incompatibilidad. Entenderá que muchas veces la solución no estará en los recortes, sino en los espacios de libertad que suelen ser aceptados por los que tienen sentido común y no están “amarrados” con alguna política que les favorece.

Cuando las diferentes personalidades se sienten apoyados y pueden volar alto, son muy útiles para todos. Además estarán felices de contribuir con sus logros para el bien de la sociedad.

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viernes, agosto 12, 2011

Vanidad, preferencias, engreimientos y desapegos

LA AMISTAD CON LOS PROPIOS ALUMNOS

Un profesor puede tener dificultades en ser amigo de sus propios alumnos cuando no se dan los requisitos para que exista realmente una buena amistad. Por lo pronto es necesario tener en cuenta algunos criterios para saber bien en qué consiste ser un buen profesor y al mismo tiempo un buen amigo.

Lo primero que habría que advertir, para el análisis de esta relación, es que no es necesario ser profesor para ser amigo. No se debería instrumentalizar la educación para lograr una amistad, aunque cuando se educa podría surgir una sólida amistad. La amistad depende de cada persona, cómo es y qué lleva dentro. La amistad surge de un corazón ordenado. El que tiene amigos los puede tener en todas partes y el que no los tiene tampoco los tendría con sus alumnos, para tenerlos tendría que arreglar su propia interioridad y cultivar el amor de amistad.

En la sociedad podemos observar gente que tiene amigos y otros que no los tienen. También en los ámbitos educativos. Existen profesores muy queridos que tienen muchos amigos y otros que se encuentran solos y a veces son rechazados por sus propios alumnos.

Si ponemos el acento en los educadores tendríamos que advertir los vicios que suelen darse en las instituciones o sectores educativos que impiden (como cualquier vicio) que se pueda dar una buena amistad.

Los vicios o limitaciones de los profesores que podrían alejar a los alumnos e impedir una buena amistad serían los siguientes:

1. El autoritarismo: Mandar demasiado para tener autoridad. Subrayar una superioridad con respecto a los alumnos, aunque sea solo en los modos o maneras de relacionarse con ellos. Exagerar las exigencias y ser demasiado rigoristas pensando que es la manera de ser justos. Tener a los alumnos cogidos por las notas y mantener una relación con ellos en base a las notas. Calificar a los alumnos de acuerdo a las notas y establecer así diferencias entre unos y otros.

2. El protagonismo: Meterse demasiado en las organizaciones de los estudiantes. Tratar de ponerle un estilo propio y original al desempeño pedagógico. Poner demasiados parámetros sin dejar en libertad a los alumnos. No saber educar con la libertad. Querer estar presente en todo y no saber quitarse. Querer hacerlo todo sin delegar. Poner exámenes difíciles y jalar a los alumnos porque se piensa que así el curso tendrá más éxito (no poner nunca notas altas).

3. El exceso de ocupaciones: Limitarse con cumplir. Dar la clase e irse corriendo. Dar demasiados trabajos a los alumnos para que los hagan por su cuenta. Producir demasiada papelería y no estar cerca de sus alumnos. Tener otras ocupaciones. Usar a los alumnos para otros trabajos. Demasiado tiempo frente a la computadora. Ser demasiado de oficina y esperar que los alumnos lleguen allí.

4. Algunos problemas de personalidad: Ciertos temores para intervenir. Tratar de asegurar el ambiente cómodo para dictar una clase. No salirse de unos esquemas por temor. Timidez excesiva. Miedo de quedar mal, excesos de vanidad. Preferencias o amistades particulares, engreimientos (faltas de justicia). Hacer acepción de personas (antipatías). Rechazo a determinados alumnos.

5. No situarse bien: estar inconforme. Poner distancia por las diferencias generacionales. No conocer las diferencias entre cada alumno. No tener en cuenta los problemas de la sociedad y las circunstancias actuales. No saber cambiar un ambiente cuando es necesario. Tener dificultades para persuadir a los alumnos. Tener problemas en el centro educativo que influyen en su modo de proceder con los alumnos.

6. Excesos de formalismos: Preocuparse más por el programa a dictar que por los mismos alumnos. Estar demasiado pegado a un estilo o sistema de enseñanza. Poner demasiados controles, tomar exámenes a cada rato y calificar a los alumnos por las respuestas que dan. No conocer bien a cada alumno (sus nombres, apellidos y procedencia). Querer corregir los exámenes sin mirar los nombres por un criterio errado de honradez (le parece que así será más objetivo e imparcial).

El auténtico amigo es el auténticamente bueno

Un buen profesor debe ser una buena persona y una buena persona tiene muchos amigos. El buen profesor debería ser amigo de todo el mundo. El que no tiene amigos poco podrá hacer para ayudar a los demás. La amistad se cultiva, depende del esfuerzo de cada uno. Si alguien tiene muchos amigos no será por sus cualidades innatas sino por su esfuerzo personal y sus méritos; de allí su valía.

Es preciso saber bien lo que es la amistad, porque hoy se le llama amistad a cualquier acercamiento o a razones de conveniencia o beneficio propio utilizando a las personas, esto podría ser más complicidad que amistad. Tampoco se le puede llamar amigo al simple colega, al que trabaja junto. El amor de amistad es mucho más elevado y noble. Es un amor leal que crece, se fortalece y se orienta, con la virtud de la caridad. El verdadero amigo es el que sabe querer, es el que nos conoce de verdad y quiere lo mejor para nosotros. La buena amistad se teje con los valores más profundos que son los que dan seguridad a las personas y las hacen felices.

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jueves, agosto 04, 2011

Reflexiones de sentido común

BIBLIA Y HOMOSEXUALIDAD

(cuando se deja de lado a Dios en la Antropología humana)

Hoy, en la mayoría de los foros y en el mundo mediático, se debate con mucha ligereza el tema de la homosexualidad, porque no se tiene en cuenta la antropología cristiana que presenta al hombre como hijo de Dios creado a su imagen y semejanza, con un destino eterno en el Reino de los Cielos.

Dejar de lado a Dios en la concepción del hombre da lugar a planteamientos antropológicos donde se considera el pecado como una opción más de la persona libre que quiere vivir así, sin que nadie lo descalifique. Sin embargo la aceptación de estos planteamientos ha generado situaciones crecientes de agresividad entre los seres humanos al darse un abandono, casi total, de los valores trascendentes que son indispensables para la vida.

La autoestima que muchas veces reclama la sociedad para quienes se sienten heridos, no debe ser mentirosa. Hay que decir siempre la verdad con toda la comprensión y el cariño posibles para las personas afectadas, que podrán construir una real autoestima, al conocerse bien y conocer la realidad. Así el hombre aprende a afrontar situaciones que tiene que superar.

Referencias a la moral y la espiritualidad en quienes viven lejos de los valores trascendentes

Se ha hecho costumbre decir, en el lenguaje de la calle, que cuando una persona rompe su matrimonio se sale de los cánones de una familia bien constituida, desde el punto de vista cristiano, y se parece a los artistas de Hollywood, que cambian de pareja como cambian de camisa. Nadie, en sus buenos cabales, puede pensar que es correcto ese modo de proceder.

Es interesante observar, (aunque a muchos nos da pena), las reacciones de familiares y amigos, en los velorios de personajes conocidos de la farándula que escogieron en la vida una opción lejana de Dios y cercana a desarreglos que la Iglesia y la moral cristiana siempre rechazaron por ser pecado. Reflejan, casi todos, en esas circunstancias de dolor, cierta nostalgia por los valores espirituales.

Cuando mueren estos artistas y se hacen unos ostentosos funerales suelen aparecer en esos cuadros muchas referencias a lo espiritual donde consideran que su alma todavía está presente, pero enseguida se nota como una frustración que les hace caer en un dramático sentimentalismo. Lloran a sus muertos y los dejan en el pasado; el presente es solo un recuerdo de lo que se tuvo y ahora no se tiene. Procuran una unidad fuerte, en esos momentos de dolor, que solo es el esfuerzo del voluntarismo: querer hacer eterno un sentimiento con el dolor compartido. Luego la realidad de la vida hecha agua a ese fuego prendido con papel y todo sigue igual.

El miedo de aceptar a Dios

El planteamiento cristiano de la Vida Eterna y la noción de pecado, como una herida de la naturaleza humana, que necesita de Dios para ser curada, irrita y produce escozor en el hombre que no quiere reconocer las explicaciones de la religión para arreglar su propia vida y que busca por todos los modos justificar sus tendencias para vivir con ellas sin que se les descalifique. Por ejemplo: quienes no aceptan las inclinaciones y la opción de vida que han elegido los gays y las lesbianas se les llama xenofóbos o intolerantes. Prefieren mantenerse en sus opciones erradas que rectificar, en honor a la verdad, sus posturas.

El mal es una fuerza que engarza muy bien con actitudes de presunción humana de autoafirmación. Se nota también en la persona que rechaza con irritación los criterios morales que exigen vivir de acuerdo con una ley divina. Se produce en ellos como una especie de atosigamiento y molestia. Esto está ocurriendo ahora, cuando se trata el tema de la homosexualidad.

El criterio de la Iglesia

La Iglesia nunca fue contra ellos, ni contra sus inclinaciones, sólo les ha advertido, como lo hace con todos los demás, que no deben vivir en pecado y que hay un mandamiento que prohíbe los pecados de la carne. Si alguna persona tiene tendencias más fuertes a esos pecados, cuenta también con los medios que la Iglesia le alcanza, a través de los sacramentos, para vivir como buen cristiano, sin los agobios de los desarreglos que le pueden ocasionar las inclinaciones de una naturaleza herida. La gracia que recibe le cura de sus debilidades y le eleva hacia la virtud. La doctrina de la Iglesia tiene como fuente a la Sagrada Escritura y a la Tradición.

La homosexualidad en la Sagrada Escritura

En la Sagrada Escritura, los pecados (no las inclinaciones) de homosexualidad son presentados como depravaciones graves: la Ley de Moisés los castigaba con la muerte (Lv 20,13), y, en el Nuevo Testamento, se consideran punto culminante de la degradación humana cuando los hombres no quieren vivir según la Ley de Dios (Rom 1,26-27, 1 Cort 6,9; 1 Tim 1,10).

Apoyándose en la Sagrada Escritura, la Tradición ha declarado siempre que “los actos homosexuales son intrínsecamente malos” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Persona humana n.8). “Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una complementariedad afectiva y sexual verdadera. No pueden recibir aprobación en ningún caso” (Catecismo de la Iglesia Católica n. 2357).

En nuestro tiempo -enseña el Catecismo- “un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales instintivas. No eligen su condición homosexual; ésta constituye para la mayoría de ellos una prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión, delicadeza. Se evitará, respecto a ellos todo signo de discriminación injusta. Esta personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianos, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición” (n. 2358).

El respeto y la acogida de la Iglesia a personas con tendencias homosexuales

Las personas con tendencias homosexuales necesitan, como todas las demás, ser educadas para que desarrollen las virtudes que deben tener como personas. Si un niño tiene tendencia a mentir no se le puede dejar que siga mintiendo. Corregirlo no es discriminarlo. Lo mismo podemos decir de una persona que tiene tendencia a la violencia. Es necesario darle una adecuada formación para evitar que esa tendencia desordenada le haga sufrir a él y a los demás. La educación no les va a cambiar las tendencias sino que les va a entregar el sistema de lucha que necesitan para vivir con el orden que deben tener como personas. Igualmente los que tienen tendencia a la homosexualidad deben luchar para evitar los desórdenes de esas tendencias. Encontrarán para la lucha los medios que la educación les ofrece para vivir de acuerdo con la ley natural y tendrán, como todos los demás, al alcance las virtudes correspondientes para vivir con paz y alegría.

Además es necesario advertir que un gran porcentaje de personas que tienen relaciones homosexuales no son homosexuales, sin embargo opinan, por el beneficio errado de querer su propio placer, a favor de legalizar la homosexualidad. ¿No es acaso una postura desequilibrada, egocéntrica y mentirosa?

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