viernes, enero 14, 2011

Falta de respeto y de virtud (actitud antiestética)

ZAMPARSE


Término que indica un atrevimiento incorrecto que perjudica a terceros, tanto si se aplica al hecho de entrometerse sin pedir permiso como cuando se aplica al excederse en el consumo del licor.

En la primera acepción se zampa quien se mete casi a golpes o a porrazos, faltando el respeto a terceros. Lo vemos con frecuencia en las colas de espera, de pronto llega una persona que se cuela sin decir nada y causa la protesta de los que están esperando su turno. Los motivos para estos atrevimientos pueden ser muchos: considerar que por algún motivo no tiene por qué hacer cola, ser anciano o padecer de alguna enfermedad, tener una urgencia. Estas últimas pueden ser razones justificables que permiten la tolerancia y aceptación de los demás.

Hay otros modos de zamparse que pueden constituir un delito o un acto de corrupción: colarse de polizón en un avión, meterse a una fiesta sin estar invitado, colarse sin pagar a un espectáculo, ingresar a una universidad o algún trabajo engañando en los requisitos.

El que se zampa es alguien que ve que no reúne los recursos o requisitos para ingresar de un modo legal, o encuentra muchas dificultades, puertas cerradas, tranqueras, para poder llegar al lugar deseado, al cual piensa que tiene derecho.

Argucias en tiempos de guerra

En una situación de guerra, cuando crecen las prohibiciones, crecen al mismo tiempo las argucias y las artimañas para poder alcanzar la libertad e incluso para defender la propia vida: escaparse, esconderse, fabricar documentos falsos, disfrazarse. Personas honorables y buenas han tenido que usar estos artificios para no ser capturados y en ocasiones para evitar torturas o muertes de otras personas. Muchos héroes de la historia se han zampado en el territorio enemigo para darle a su país una victoria.

La insolencia en el tráfico limeño

En tiempos de paz se dan otras situaciones. Tal vez la más significativa es la que ocasiona el tráfico de vehículos en las grandes ciudades. La gran mayoría, por no decir todos, reaccionan con indignación cuando alguien se zampa. A nadie le gusta que le metan el carro sin pedir permiso y mucho menos con una maniobra temeraria. Sin embargo el mismo conductor, por muy educado que sea, se ve en situaciones en las que no tiene más remedio que hacer lo que hacen los más avezados o agresivos chóferes.

Las situaciones de violencia y agresividad que se están generando por el caos vehicular son también un grave problema social, que podría tener repercusiones negativas en las relaciones humanas. La doble vida o la doble personalidad, se da también en el manejo. Muchos se transforman a la hora de manejar. En la casa y en el trabajo son mansas palomas y cuando manejan un carro se convierten en verdaderas fieras, a la hora del tráfico.

El tráfico es en Lima es agresivo. En las calles se está aplicando la famosa frase: “en la guerra como en la guerra”, todo el mundo se mete y nadie respeta a nadie.

Es urgente una cultura cívica

Los desplazamientos en una ciudad deberían darse con relaciones de alto nivel cívico, de respeto y buen trato entre todos los habitantes. Observar las cosas desde la paz es mirarlas en su justa dimensión. La guerra altera. Se detesta la guerra cuando se la mira desde la paz.

En cambio cuando las personas se encuentran sumergidas en la guerra la lógica es distinta: buscan defenderse como sea y salir airosos. Esto pasa con el tráfico. Para poder desplazarse y poder llegar a tiempo la gran mayoría maneja de un modo agresivo y atrevido. Sin respetar a nadie y sin cumplir con los reglamentos establecidos.

Una meta de la educación

Para poder revertir estas deficiencias es necesaria una educación eficiente, respaldada con el cumplimiento estricto de unas leyes. Las leyes deben estar claras, que todo el mundo las conozca para que sean respetadas. Le corresponde a la autoridad conseguir orden y disciplina para que todo se cumpla. En los colegios se debe implementar nuevamente el curso de educación cívica con un capítulo dedicado a la educación vial y así formar personas respetuosas y cumplidoras de las leyes.

La mala imagen de los zampones

Es muy desagradable y antiestético ver al zampón que no cree en nadie y hace lo que le da la gana con el tráfico para salir airoso. La ley de la selva no es ley, es permitir que el más fuerte aplaste al más débil. La arrogancia y la altanería en el manejo es despreciar al prójimo, es ir por la vida “perdonando vidas” como dueños de la calle y de la ciudad. Es otra forma de invasión que debería desaparecer porque además atenta contra la seguridad de las personas.

El zampón es el agresivo e irrespetuoso. El zampado, el que tiene tragos encima presenta la misma imagen de hombre irrespetuoso y grosero, en quién no se puede confiar. La imagen de un ser querido borracho suele dar vergüenza. En la Sagrada Escritura los hijos de Noe cubrían a su padre borracho para que nadie lo viera. Nadie en su sano juicio exalta la condición de borracho de un amigo suyo. Es algo que se mantiene en reserva con los reclamos sanos de la conciencia.

La persona zampada no solo expone su vida a los peligros, está también tentada a otros vicios que deterioran su personalidad y afectan a su familia y a tener una conducta impropia que en el mejor de los casos le llevan a decir tonterías (cometer algunas infidencias o herir a terceras personas) para luego, cuando se pasa la borrachera, no acordarse de las ligerezas o barbaridades cometidas.

Agradecemos sus comentarios

1 comentario:

cegaloi dijo...

Agradezco la valentía del artículo, tengo la sensación de tenr cierto grado de "zampona", sobre todo al manejar...
gracias, tal vez algo mas corto para leer haría que muchos mas se enteren, nuevamente gracias...