jueves, febrero 03, 2011

Los refugios del ego o del miedo

MUNDOS AISLADOS

A finales del milenio pasado un famoso narcotraficante de un país sudamericano quiso entrar a un club exclusivo para gente adinerada y no le dejaron pasar por no ser socio. Muy ufano, y resentido por la medida, mandó construir un club tan grande y lujoso como aquel, para darse el gusto de entrar y salir a su antojo, sin que nadie le diga nada.

Muchos seres humanos que no están contentos con el mundo por no encontrar un espacio para ellos, fabrican, resentidos, un mundo aparte donde quieren funcionar a sus anchas, sin ningún problema.

Existen una variedad de mundos fabricados, cada uno con características peculiares, hechos para poder vivir con una libertad que no se pudo obtener en el mundo real.

Las presiones sociales motivan aislamientos en personas jóvenes y mayores. Unos viven dolidos con sus heridas y se refugian en su propia soledad, otros crean mundos que trascienden al exterior (escriben, dibujan, corren, hacen gimnasia, cantan, viajan, juegan,“ayudan”,“navegan”). Hacen algo para curar sus heridas dejando una estela de resentimiento con sus actuaciones. Son víctimas que llevan una bandera que defienden y fabrican un mundo para poder vivir, por creer que no se tienen cabida en el mundo real. Son mecanismos de defensa, inevitables para un buen sector de la sociedad.

Las motivaciones de los mundos aislados (huidas de la realidad)

La motivación de una gran mayoría es el resentimiento. La persona resentida está herida y puede no querer saber nada con un supuesto agresor, no le dirige la palabra, se retira de su presencia, no quiere oír hablar de él, en definitiva lo tachará en su lista. Hará su mundo sin incluir a sus agresores.

Cuando alguien se ha quedado resentido con personas de su entorno (familiares, compañeros de trabajo), la tendencia de crear un mundo aparte es muy grande.

Los motivos de las heridas y de los resentimientos son variados. Algunos porque están enfermos y se sienten atacados sin que haya una agresión objetiva y real. Otros, en cambio, sí son atacados y separados en la vida social, su aislamiento tendría una mayor comprensión, no siempre una justificación.

Otras personas se aíslan por el miedo de enfrentar los inconvenientes del mundo real, que ven como agresivo y violento. Viven como resentidos contra el mundo. Reaccionan creando unos ambientes para vivir “cumpliendo” con algunos procedimientos, inventados por ellos mismos, que le darían sentido a su existencia.

En la época actual se están multiplicando los mundos aislados por falta de caridad y comprensión entre las personas. El alejamiento de Dios es el motivo principal. Las personas que se han alejado de Dios fabrican con el tiempo, aún en sus propias familias, distancias y aislamientos. Le dan a la libertad un sentido distinto (independencia, autonomía), “¡déjame en paz!”, “¡yo vivo mi vida!”.

El clima de libertad absoluta crea rebeldías precoces (cada uno fabrica su propio estuche), los afanes de independencia se dan con desapegos indebidos (ausencia de amor a los demás) y el hogar termina siendo una especie de hostal para refugiarse y para promocionar los egoísmos personales. Si uno quiere su independencia defiende también la del otro. Es un trueque tácito sin mayores planteamientos.

Con esta mentalidad se trastoca, en muchas familias, el sentido de la auténtica comprensión. Cuando se piensa que la libertad es dejar que cada uno vaya por su cuenta, se renuncia a ver la vida de los demás, “ojos que no ven corazón que no siente”, se pierde interés por lo que hace el otro, y se cae en el permisivismo total “¡que haga lo que le de la gana!, ¡ total, a mí qué me importa!”

Los grandes descuidos en la formación de los hijos ocurren en los hogares permisivos. Los padres temerosos permiten que sus hijos se autoencripten en las capsulas de su propio ego, sin que nadie los pueda tocar y mucho menos los de su propia familia.

El recordado Papa Juan Pablo II, que beatificará la Iglesia el próximo 1ero de Mayo, decía que en el mundo ha crecido considerablemente el individualismo. El hombre que se aísla y quiere ser él solo, se aleja de los suyos porque se siente agredido, se encierra en su mundo y no lo quiere dar a conocer, y termina fabricando un mundo con sus argumentos y originalidades.

Acomplejado o no, el hombre aislado termina siendo un problema para él y para todo su entorno. Los mundos fabricados por los resentidos o por las personas que no están de acuerdo con el mundo real, al que no aman, son artificiales y deterioran al ser humano en lo más profundo de su ser. Es una de las causas de los trastornos de personalidad que azotan a la humanidad en las épocas actuales.

Mundos que enriquecen al mundo real

Salir del mundo para entrar en él podría ser una solución interesante. Salirse de un mundo desordenado, violento y zafio no es lo mismo que huir de él y crear otro artificial. Salirse de mentalidades que son consensos voluntaristas que rompen las leyes morales, es lo que han hecho los santos y las personas valiosas que no quieren comulgar con la inmoralidad mundana. Se trata de trasformar el mundo con el ejemplo de la propia conducta, con gallardía y sin ningún resentimiento.

Hace años los Boys Scouts fundados por Robert Baden Powel, fabricaban para los niños exploradores un mundo de aventuras que a la vez motivaba el servicio social en los jóvenes, la buena acción de cada día, con el propósito de mejorar el mundo con chicos buenos que aprendían virtudes humanas de servicio a los demás en el mundo del escultismo.

Los conventos de religiosos son verdaderos mundos aislados que están habitados por personas que han recibido una vocación divina para la vida conventual de contemplación. Se apartan del mundo y viven encerrados en ambientes de oración. El influjo de esas vidas tonifica al mundo real. Son ambientes específicos solo para determinadas personas que han sido llamadas por Dios.

Existen muchos grupos humanos y movimientos que crean ambientes para muchas personas que aprenden a vivir más unidas y solidarias con la finalidad de mejorar al mundo, con el ejemplo de una vida limpia y el servicio desinteresado.

La familia es el principal mundo para enriquecer el mundo. De allí que el Papa Juan Pablo II exclamaba con mucha fe: ¡Familia: sé tú! Y le pedía a la familia volver a sus raíces.

Es el momento de reencontrarse con los valores familiares para que los hombres vivan unidos y no se escondan inventando mundos aislados de egoísmos y resentimientos.

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