viernes, febrero 05, 2010

LOS MIEDOS DE LOS GRANDES

Algunas personas piensan que los grandes personajes de la historia, o las personalidades más fuertes e influyentes han sido una especie de Superman irrepetible, un fuera de serie único, poseedor de una perfección envidiable.

Ese pensamiento se aleja de la mente cuando comprueban que existen aspectos endebles y frágiles en las más emblemáticas personalidades de la historia: los grandes héroes, los principales forjadores de la cultura, los más renombrados científicos, los artistas más famosos, los más destacados deportistas y los hombres más prestigiosos del mundo de los negocios.

Es fácil asociar las mejores virtudes humanas a las obras más destacadas de sus realizadores. Las virtudes no faltan, incluso sobran, pero existe, en la interioridad de cada uno, una especie de “hueco negro” de inseguridad, que genera algún tipo de angustia, que ellos desean evitar pero no pueden, y se quedan viviendo prisioneros de esas limitaciones que muchos tratan de ocultar. Otros las reconocen en los ambientes de confianza.

Hace unos años un escritor de espiritualidad, ya fallecido, quería escribir un libro que se llamase “Los defectos de los santos” Deseaba poner énfasis en las debilidades de esos personajes emblemáticos en quienes muchos no veían ni un pequeño defecto. La intención no era bajarle puntos a los santos, sino explicar que eran seres humanos de carne y hueso como todos los demás.

Tener debilidades y fragilidades es lo más normal, lo importante es ver cómo las superan. Los grandes personajes de la historia han tenido el mérito de superar sus propias debilidades, e incluso vivir con ellas, reconociendo su falta de virtud y sus angustias existenciales.


Las fobias y miedos de los grandes


En nuestro análisis de hoy no nos queremos referir a las debilidades morales que serían más bien consecuencia de los estragos del pecado y/o de luchas mal llevadas. Ahora quisiéramos poner la lupa en las limitaciones psicológicas inherentes en la personalidad de los grandes. Aquellas debilidades que pueden herirlo y algunas veces incapacitarlo para resolver determinados temas, que otros podrían resolver sin mayor dificultad.

Es difícil creer que personas con tan grandes dotes, capaces de llegar a las altas esferas en el mundo social, se sientan, en determinados momentos, incapaces, o con mucho miedo, para resolver asuntos triviales de la vida diaria.

Contaban de un gran literato que no podía ver un ratón porque entraba en una situación angustiosa que lo paralizaba, y de un extraordinario futbolista que por tenerle pánico al avión no viajaba con su equipo a los partidos de visita; no se pudo contar con él porque no pudo superar su problema.

También hay otros miedos que tienen una explicación lógica, porque se conoce bien la causa que los origina. Aún así las fobias y temores pueden persistir, e incluso aumentar.

Fedor Dostoieuski, Napoleón Bonaparte, Alejandro Magno, Sócrates, Vicent Van Gogh y el Papa Pio IX, padecían grandes angustias y momentos de pánico porque eran epilépticos.

Temían la proximidad a un momento de crisis. La valía y la genialidad de cada uno les hizo destacar por encima de esas limitaciones, que ni siquiera han trascendido a la historia. Sin embargo, sufrieron con sus miedos y tuvieron que utilizar “mecanismos” o “muletas” para disimular y “engañarse” a ellos mismos.

También es importante destacar la ayuda que recibieron de los que tenían al lado. Hay personas que entienden muy bien lo que está pasando y son un alivio y una ayuda maravillosa para el paciente o para el familiar.



Las angustias de los listos

Más del 65 % de personas padecen de alguna fobia. Estas anomalías suelen ser más pronunciadas en los más listos, que son los que se dan cuenta de sus limitaciones y de las posibilidades que tienen para las grandes empresas. Ellos viven tratando de ocultar sus miedos para que estos no impidan sus proyectos. De hecho, estas fobias (si se saben llevar bien) no suelen impedir los grandes proyectos. Quienes las padecen pueden vivir con ellas y seguir adelante sin que nada se venga abajo. También es necesaria la comprensión y el entendimiento de los demás.

La fobia es un miedo o temor patológico ante objetos o situaciones que no representan en sí mismas un peligro real para la salud o para la vida. Las más comunes son: Tenerle miedo a la oscuridad, a la altura, a las tormentas, a ver sangre, a los ascensores o a los aviones. Los miedos pueden estar acompañados de palpitaciones, falta de concentración o sudor incontrolado.

Algunas personas, más sensibles y más preocupadas por sus limitaciones podrían caer en la agorafobia: Miedo a padecer una crisis y no poder salir de ella. Es la persona que se siente atrapada y quiere huir a toda costa, (afirman de una manera dramática y contundente: “me voy a morir”, “me voy a desmayar”, “voy a perder el control”).

Si hay demasiada preocupación por uno mismo (orgullo personal o vanidad) los miedos pueden aumentar considerablemente al no tolerar que otros vean las limitaciones o debilidades. De inmediato se requiere, con urgencia, una super protección, o un camino rápido para huir, sin dar ninguna explicación.

Los adolescentes pasan por esta etapa. Rechazan las reuniones sociales que son formales porque no saben cómo portarse, les incomoda estar sin saber desenvolverse y si se les obliga, adoptan una postura hostil poniéndose huraños o chunchos. Desean salir corriendo de esos ambientes, que ellos, para defenderse, consideran absurdos y los critican.

Igualmente la persona mayor que ha adquirido una fobia social prefiere quedarse en su casa, sin que nadie lo moleste, solo o con un grupito pequeño de amigos. No le gusta estar donde hay mucha gente. Huye de las invitaciones, comidas, fiestas o reuniones. No se siente bien y tiende fabricarse una “teoría” para justificar, lo que sería solo un mecanismo de defensa donde se refugia.


Cómo vencer al miedo (los pasos que se pueden dar)

1. El primer requisito es la humildad que permite reconocer la debilidad y no tener vergüenza de padecerla. El reconocimiento es un gran alivio.

2. En segundo lugar habría que poner el don del olvido de sí mismo. En otras palabras: pensar siempre en los demás para servirles.

3. En tercer lugar, la compañía de otras personas que conocen esas limitaciones y ven con buenos ojos, y con confianza, al que las padece.

4. En cuarto lugar (debería ser lo primero) la fortaleza espiritual que se adquiere con los medios sobrenaturales.

5. En quinto lugar: (si persisten las fobias) los fármacos que recete el psiquiatra, aunque haya que tomarlos de por vida.

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