viernes, febrero 11, 2011

La gran utopía del siglo XXI

EL CÁNCER SOCIAL DE LA DOBLE VIDA PERSONAL

Pretender que una sociedad progrese sin las virtudes reales de las personas es una de las grandes utopías de los tiempos actuales.

Cualquiera que tenga doble vida tendrá en su conducta y en sus disposiciones unos modos y procedimientos que podrían parecer buenos, pero en realidad no lo son, (de allí la doble vida y el consiguiente maquillaje). Es como una persona que camina por la vida cargado con unos explosivos que al menor descuido estallan, dejando muertos y heridos por todas partes. Por muy cubierto que esté, vivir mintiendo, trae siempre consecuencias negativas y nefastas para todos. Mucho más si se trata del querer de las personas.

Lamentablemente se ha metido en muchas cabezas la idea de pensar que las cosas pueden salir adelante solo con planteamientos estratégicos y decisiones de personas que se ponen de acuerdo para arreglar asuntos laborales y sociales, sin dar importancia a la vida personal y privada de cada uno.

Se reclama mucho el respeto a la intimidad, algo que a primera vista parece loable y debe ser lo correcto. Sin embargo esos espacios íntimos de libertad son utilizados por muchos para corromperse ellos y luego corromper a los demás; de ese modo se traiciona a Dios y a la sociedad entera.

El que tiene una doble vida, solo podría hacer el bien si se arrepiente y sale de esa triste situación a través de una real conversión. Es decir, cuando se lamenta de haberse equivocado y rectifica, pidiendo perdón.

Es muy bueno respetar la privacidad de una persona y al mismo tiempo es muy peligroso que esa privacidad se utilice para la corrupción propia, implicando a otros, con una intención torcida o no muy clara. Esos actos se podrían calificar de indignos porque constituyen un peligro para las personas sanas y para la sociedad en general. Es una de las lacras sociales deplorables que todavía persisten.

El sesgo errático de los sistemas educativos emblemáticos

El camino para curar a la sociedad de estos desarreglos no es la desconfianza, sospecha o prohibición, tampoco el chuponeo, o la intromisión en la vida privada de las personas. El camino correcto está en mejorar la educación de las personas. Es allí donde se está fallando clamorosamente.

Existe una miopía tremenda en los sectores educativos que ven solo aspectos de competividad para la conquista de posicionamientos sociales y van buscando solo el éxito y la excelencia de sus alumnos. Ya lo hemos indicado en artículos anteriores. No estamos en contra de esas tareas. Lo que no se puede permitir son los grandes descuidos que hay en la formación moral de las personas.

Estamos viviendo en una sociedad donde no cuentan ya las virtudes, como hábitos operativos buenos, dirigidos hacia el bien. Hoy es urgente formar la responsabilidad moral de los hombres. Cada persona debe saber que el bien personal y el bien común se reclaman mutuamente. Debe existir, como resultado de la buena educación, una congruencia entre la perfección personal de cada hombre y el justo orden social.

Se dice de algunos hombres que han hecho un gran bien a la humanidad (por ejemplo el descubridor de una medicina). En la mayoría de los casos los descubrimientos técnicos dependen del uso que se les de y no de las disposiciones morales del descubridor.

La historia nos hace ver que muchos grandes benefactores de la humanidad han tenido un desarreglo moral en su vida privada, con infidelidades y mentiras que han hecho sufrir a los de su contorno, mientras la sociedad los premiaba por los valiosos aportes de sus talentosas obras.

Hoy es posible ser “fiel” a unos sistemas y a unas personas, por motivos de conveniencia, llevando una doble vida durante años. Suelen ser conductas formales de apariencia donde, al cabo de los años, lo que parecía sano y noble se desmorona por completo, para desgracia propia y de mucha gente inocente. A ellos les cae como anillo al dedo la cita evangélica del que “Empezó a edificar y no pudo terminar”

Inyectar las virtudes personales en las estructuras sociales

La sociedad no se puede arreglar con sistemas o procedimientos estratégicos para paliar ciertos problemas o llegar a ciertos niveles de modernidad y eficiencia. Sería como esconder la basura debajo de la alfombra. Lo que necesita la sociedad es que se inyecten en sus estructuras las virtudes reales de las personas.

El Papa Juan Pablo II señalaba con verdadera preocupación la existencia en nuestra sociedad de estructuras de pecado que habría que combatir con urgencia. Esos ambientes negativos que estarían condicionando la conducta de los hombres hacia los desvalores y por lo tanto estarían corrompiendo a muchos.

Hay quienes piensan que es imposible cambiar esas estructuras porque forman parte de la época. Otros dicen, con más ligereza, que siempre ha existido la corrupción y que todas las épocas son iguales, que cada uno debe vivir adaptándose a las costumbres y modas sociales y que luchar sería gastar energías en algo que no va a cambiar.

Hay que tener en cuenta que el hombre ha nacido con una potencialidad interna para hacer el bien y las ayudas que recibe, de la Providencia, son principalmente para poder desarrollar esas potencialidades que le llevan a ser auténtico y honesto, amante de la verdad y sincero. A no ser un bribón que vive engañando para conseguir mejores prebendas para él. Al hombre le toca resolver los problemas sociales de su entorno, pero debe empezar por arreglar su propia vida.

Para poder resolver los problemas sociales, en cualquiera de sus ámbitos es necesario acudir a las capacidades éticas de las personas y a la perpetua necesidad de una conversión interior.

Agradecemos sus comentarios

4 comentarios:

Carmen Rosa P. de Viale dijo...

Interesante y certero artículo, que describe muy bien las tendencial del actuar actual, donde se reclama el derecho a la intimidad (y a la “libertad”) y se descuida el bien común, el respeto, la consideración y el amor al prójimo.
Cuando se hace cualquier análisis de la corrupción, del atropello, de las incongruencias, limitaciones, dificultades, etc. del actuar, siempre se llega a la misma conclusión, ¡la necesidad de crecer en el amor al prójimo!. ¿nos es tan difícil comprender?
Confiemos que poco a poco, “tomando conciencia”, nos tornemos en seres de mayor y mejor calidad humana y encontremos precisamente allí, en el amor, satisfacción y contento.

Alan Patroni dijo...

Lo que más llama la atención es el tema de la vigencia de la "pseudo morfosis" citando a O. Sprangler.
Las direcciones de muchos centros educativos saben perfectamente que el camino del "éxito" NO se mide en función del dinero que pueden conseguir sus ex alumnos, sino por la educación en valores y en la vivencia de las virtudes. Pero hacen oídos sordos a esto y prefieren mirar la tarea educativa como una empresa que debe rendir utilidades

Alan Patroni dijo...

Insisto en que llama la atención que muchos centros educativos ofrecen a sus alumnos cursos extra curriculares de karate, de danza, de natación, tenis, de inglés, francés y hasta de chino mandarín, pasando por piano, ballet etc etc. Y son muy pocos los colegios que ofrecen Escuela para Padres, Educación para la Familia, Doctrina Social, y lo más pintoresco es que cuando pregunto por qué, me contestan que los primeros son solicitados por los mismos padres de familia, mientras que los otros no los solicitan, y si los ofrecen muy poca gente se inscribe.

Anónimo dijo...

Bueno, si el mal siempre ha existido también el bien. De nosotros depende cuál de ellos prevalezca, aunque con la ayuda de Dios el bien prevalecerá.

"Lo único que se tiene que hacer para que el mal triunfe es que los buenos no hagan nada".