jueves, febrero 17, 2011

Pirotécnicos del saber

ESCRITORES DE LA CONFUSIÓN Y DE LA DUDA

Se han multiplicado en el mundo los libros y diversos artículos escritos por ensayistas en los distintos campos del saber, que quieren hacer sus pininos buscando popularidad y gente que les siga. Muchos de ellos se presentan como los grandes escritores e innovadores de modernas teorías antropológicas, psicológicas o sociológicas, que serían útiles para los tiempos actuales.

Existen filósofos, teólogos, literatos, periodistas y diversos ensayistas, de renombrada trayectoria y prestigiosos en temas emblemáticos del saber humano, que se sienten líderes y defensores de la libertad, al apartarse, aunque sea un poco, de la doctrina tradicional que defiende la trascendencia y una moral de virtudes.

Piensan que así, con la estrategia de jugar a ser libres en las zonas desprotegidas, donde no hay seguridad doctrinal, pueden tener éxito en la difusión de sus escritos, que serían más “comprensivos” para los seguidores, que se sienten un poco incomprendidos con las exigencias de una moral más estricta.

A otros, que no se salen de los criterios fundamentales de la doctrina tradicional, les gusta coquetear con posturas que están en el borde de lo que es peligroso para la fe y la moral. Por sus inquietudes y sesgos se presentan con una suerte de rebeldía a lo tradicional, causando confusión y duda, porque defienden poniendo más énfasis en sus teorías personales, que en la doctrina objetiva y tradicional, que deben transmitir a los demás, para que vivan de acuerdo con la verdad.

Hace unos días un centenar de “teólogos” alemanes exigían al Papa Benedicto XVI un cambio en la doctrina de la Iglesia en los temas de moral sexual y del celibato sacerdotal. No es la primera vez que unos profesionales, que se creen expertos en los temas que tocan, lanzan sus opiniones como una protesta contra la doctrina tradicional de la Iglesia.

El modo de proceder y la trayectoria de la mayoría los delata como los trasnochados escritores de la confusión y de la duda, que siempre han existido y que también suelen llevar en sus conductas, un desorden de vida tan grande como la rebeldía que exhiben.

La conducta y la vida de los conductores del saber

Los filósofos y teólogos católicos no pueden ser nunca personas que pongan en tela de juicio las verdades de la fe que enseña el Magisterio de la Iglesia. Al contrario ellos son los que deberían enseñar la verdad principalmente con el ejemplo de sus vidas. Es decir con una conducta sana y exigente que sea la correspondencia al querer de Dios.

Lamentablemente existen muchos maestros y profesores de filosofía y teología que son ensayistas de teorías confusas. Viven su existencialismo con sus pintas desaliñadas como si fueran jubilados de las exigencias morales de la vida.

Como se puede observar a simple vista hoy también se utiliza la doctrina, sacándola del contexto correcto, para alimentar originalidades filosóficas o antropológicas. Algunos, que no han encontrado respuestas satisfactorias en el mundo real, fabrican sus teorías para justificar sus posturas originales, donde ponen en tela de juicio a la verdad objetiva enseñada, desde hace siglos, por la Iglesia.

A muchos de estos trapecistas del saber humano, que buscan la virguería filosófica para encontrar la teoría de moda, les da alergia oír hablar de la doctrina tradicional. El menos agresivo esbozará una sonrisa tratando de comprender la simplicidad del que no se sale de los parámetros señalados por la doctrina, y buscará siempre la patente de corzo para sus ensayos llenos de piruetas y de saltos mortales atrevidos.

La tentación de querer construir la torre de Babel

En los primeros siglos de la era cristiana los gnósticos quisieron ensayar un intento de sabiduría tratando de acomodar la religión y el conocimiento con teorías complicadas que se alejaban de la doctrina revelada por la Iglesia. Ensayaban con el conocimiento una suerte de capricho humano que enaltecía la sabiduría de los pensadores.

En el siglo XX Edmund Husserl (1859 – 1938) inicia una corriente filosófica llamada Fenomenología que se caracterizaba por su radical fidelidad a lo dado, a lo que realmente ofrece la experiencia, para así llegar a la realidad. La fenomenología aspira al conocimiento estricto de los fenómenos. Los fenómenos son, simplemente, las cosas tal y como se muestran, tal y como se ofrecen a la conciencia. Algunos encontraron en esta corriente cierta liberalidad para desatarse de la doctrina y terminaron lejos de las enseñanzas de la Iglesia. Otros conservaron su fidelidad a la doctrina y buscaron más bien los caminos de la unidad del saber humano.

El relativismo contemporáneo, como ya lo hemos señalado en numerosos artículos, nace del deseo de autonomía del hombre que no quiere sentirse atado a nada ni a nadie. Quiere su propia independencia y un camino fácil para esos objetivos es alejarse de la verdad y no tenerla en cuenta. Así no se sentirá comprometido.

Muchos intelectuales, que teorizan sobre la situación actual del hombre, quieren rescatar de estas posturas relativistas los valores que podrían prevalecer con el paso de los años y terminan defendiendo las originalidades o peculiaridades que reflejan los distintos modos de proceder o de ver la vida de las personas en los tiempos actuales.

Los voluntarismos, caprichosos y tercos de hoy, inventan leyes autoritarias para que sean respetadas por todos. Cada hombre se convierte en un tirano que dogmatiza con sus propios puntos de vista y luego, con el tiempo, es fácil que encuentre en la vida, el descamino de la infidelidad a través de una libertad mal empleada, que fue aplaudida por sus “amigos” y por una sociedad enferma.

Nuestra sociedad necesita comunicadores y escritores ejemplares que sepan transmitir la verdad y orienten a las personas por los caminos correctos. Es hora de dejar de lado a los pirotécnicos del saber, a esos charlatanes que venden sus productos intelectuales confundiendo a la gente y haciendo perder el tiempo con piruetas y saltos mortales peligrosos, cuando hoy es necesario y urgente emplear, el poco tiempo que queda, para el conocimiento de la verdad.

Agradecemos sus comentarios.

1 comentario:

María del Carmen dijo...

Excelente artículo. Deja claro que La Verdad no debe ser maquillada, porque es necesaria siempre.