jueves, enero 05, 2012

Tratar bien a las personas

EL HEROISMO DE LO COTIDIANO

A veces se piensa que lo heroico son las gestas que un hombre realiza para sacar adelante un proyecto de envergadura, o la tenacidad de permanecer siempre en un sitio a pesar de las dificultades. Es la imagen de un Superman que no teme a nada y que todo lo puede. También se llama héroe al que lo hizo a pesar de las dificultades.

A esas nociones generales les falta añadir los motivos de fondo y las circunstancias que rodean a la acción. ¿por qué se hacen las cosas? y ¿qué se está buscando?

Si la vida de una persona tiene un norte claro y correcto y sus acciones están dirigidas a la adquisición de esos objetivos con los medios lícitos y su esfuerzo personal, lo lógico sería que todo vaya bien; sin embargo esa persona tendrá que saltar sobre los obstáculos que aparezcan en el camino.

Cuando los obstáculos son aspectos técnicos: conocer mejor las cosas o lograr una mayor habilidad, es fácil superar esas dificultades con el esfuerzo que se pone; en cambio cuando las dificultades las ponen otras personas, el hombre puede encontrarse entrampado sin saber qué hacer y tentado a dar batallas para ganar contiendas, separando a los adversarios que aparecen en el camino.

Esto es lo que habitualmente ocurre con las grandes mayorías, porque el hombre se olvida que su misión principal es el amor a Dios y el amor a los demás. A cada uno le toca resolver las dificultades que pueda tener con el prójimo, para eso está la inteligencia.

Usar la inteligencia para tratar bien a las personas

El hombre inteligente y bueno consigue relacionarse bien con todos. No es un diplomático que cuida las formas, es una persona que sabe situarse para ayudar y servir a los demás.

Muchos pasan por la vida cargando sus nervios y guardando ciertas distancias con el prójimo para no entrar en conflicto. Se podría decir que viven aguantando, o dicho con un término más moderno: tolerando. El tolerante que no tiene amor crea con su dejadez un ambiente de indiferencia que incomoda a los demás: pasa de largo, no dice nada, se ubica en sus refugios o estuches para que nadie lo moleste, es muy difícil saber lo que piensa o lo que siente.

El tolerante que quiere hacer respetar sus derechos saca el reglamento para marcar los límites con los demás, hace cumplir las cosas a rajatabla, a todos los quiere hace vivir de acuerdo con la ley sin ningún tipo de epiqueyas, no sabe tener detalles, castiga con su dureza y severidad. En su trabajo maneja las cosas para sacarlas adelante y no perder; y como no sabe amar, deja heridos en el camino. Hiere con su aparente eficacia y no le entran balas.

San Josemaría Escrivá decía que quienes “buscan crucificarse ante la mirada atónita de miles de espectadores, no saben sufrir los pequeños alfilerazos de cada día” Efectivamente no son pocos los que están haciendo su propia gestión. Les parece que su presencia es fundamental, se sienten en el centro y piensan que todos están viendo cómo se desempeñan, ellos también miran a los jefes buscando la aprobación de sus trabajos. Están tan pendientes de sí mismos y de su actividad, que pasan de largo frente a los demás sin detenerse para nada. Solo les preocupa lo suyo, lo que están haciendo.

Son los que se escapan por la puerta falsa para no tener que ayudar. Cuando ven una persona necesitada se pasan a la vereda de enfrente y procuran no mirar, para no comprometerse. Si llega alguien no esperado a la oficina continúan en lo que están haciendo sin levantar para nada la cara. No son capaces de parar un poco y atender a las personas con una amable sonrisa y siendo generosos con el tiempo.

Los que saben sufrir los “pequeños alfilerazos de cada día” son los que saben querer a las personas: tienen detalles, se preocupan de cada uno, saludan con verdadero cariño, se alegran con el prójimo, saben, con palabras de San Josemaría, “ponerse de alfombra para que pisen blando los demás”

Al tener durante el tiempo de Navidad los Nacimientos en las casas allí se puede contemplar en buen trato. Las situaciones son apremiantes, es un establo, no hay comodidades, todo es pobreza, hay frío, sin embargo la acogida de los que están allí da un calor entusiasmante. No hay bulla, casi nadie habla, solo hay gestos y una actitud que refleja una profunda alegría que se transmite a todos los que se acercan. Todos son bienvenidos y se sienten como en su propia casa, al final se van más felices que nunca. Es solo un ambiente, pero de personas que aman y están en los detalles.

¡Que gran lección para aprender a tratar a los demás con verdadero cariño! , en eso consiste el heroísmo de lo cotidiano.

Agradecemos sus comentarios.

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