jueves, mayo 10, 2012


 La verdad es necesaria para amar
SENTIDO CRISTIANO DEL HUMANISMO

El cristianismo ha sido es y será siempre la revolución más grande de la historia que le dio al mundo el sentido de su existencia con la vida, pasión, muerte  y resurrección de Jesucristo. En la Sagrada Escritura, enseñada por la Iglesia, cuyo fundador fue Jesucristo, se encuentra el camino que las personas deben seguir para cumplir con su finalidad de seres humanos.
El humanismo por excelencia es consecuencia de la cristianización del mundo iniciado por Jesucristo y continuado por los apóstoles y sus sucesores en la tradición viva de la Iglesia. Es una historia rica donde los hombres se encuentran con la verdad, que los libera, los hace felices en la tierra y después les permite alcanzar la gloria en la vida eterna. Todo ese proceso es un rico humanismo.
De todos los cristianos los católicos llegan en la actualidad a 1,300 millones de fieles. En el 2011 ingresaron al catolicismo un millón quinientos mil. El Papa por donde va remueve a las multitudes. Ven en él al Vicario de Cristo, que no hace más que recordar las verdades fundamentales que Jesucristo predicó en su vida pública.
La Iglesia es nueva y antigua a la vez. Está viva por la presencia de Cristo y entrega lo necesario para vivir con paz y libertad. Son millones los testigos en el mundo de esta realidad. No puede haber en el mundo un humanismo más grande que el cristianismo y su expansión a lo largo de los siglos en millones de personas de toda clase y condición.

El humanismo integral en la doctrina social de la Iglesia

Por otro lado, el concepto humanismo integral ha pasado a formar parte plena de la Doctrina Social de la Iglesia a partir del hecho, ciertamente inusitado, de que Pablo VI en su encíclica Populorum Progressio (1967), citando como ejemplo precisamente el libro Humanismo Integral,  declara que es el verdadero y pleno humanismo que se ha de promover.

Por su parte, Juan Pablo II no solamente ratificó esa declaración en su encíclica Sollicitudo Rei Socialis (1987), conmemorativa de los veinte años de la Populorum Progressio, sino que convirtió el concepto 'humanismo integral' en parte sustancial de su preocupación por la cuestión cultural de nuestros tiempos. Más tarde Juan Pablo II continuó los esfuerzos del filosofo cristiano Maritain para establecer las bases intelectuales de una teoría personalista de la democracia y de un 'humanismo integral'."

"El hombre del humanismo cristiano – dice Maritain – sabe que la vida política aspira a un bien común superior a una mera colección de bienes individuales... que la obra común debe tender, sobre todo, a mejorar la vida humana misma, a hacer posible que todos vivan en la tierra como hombres libres y gocen de los frutos de la cultura y del espíritu... aprecia la libertad como algo que hay que ser merecedor; comprende la igualdad esencial que hay entre él y los otros hombres y la manifiesta en el respeto y en la fraternidad; y ve en la justicia la fuerza de conservación de la comunidad política y el requisito previo que llevando a los no iguales a la igualdad, "hace posible que nazca la fraternidad cívica..."

Maritain propuso el ideal del Humanismo Integral o de la denominada Nueva Cristiandad: «Este nuevo humanismo, sin común medida con el humanismo burgués y tanto más humano cuanto no adora al hombre, sino que respeta, real y efectivamente, la dignidad humana y reconoce derecho a las exigencias integrales de la persona, lo concebimos orientado hacia una realización socio-temporal de aquella atención evangélica a lo humano que debe no sólo existir en el orden espiritual, sino encarnarse, tendiendo al ideal de una comunidad fraterna»

El humanismo cristiano cree en la providencia de Dios Padre, espera la salvación del mundo por medio de su Hijo unigénito, Jesucristo, y propugna la caridad en la verdad, es decir, el amor fraterno o fraternidad humana, como ley fundamental del Cristianismo, para el progreso y desarrollo integral del ser humano y de la humanidad, dando respuestas a los temas del hambre, miseria, pobreza, guerras, violencia, injusticia, desigualdad, analfabetismo y enfermedades endémicas que padece y sufre.
El papa Benedicto XVI inicia su encíclica diciendo: “La Caridad en la verdad es la principal fuerza impulsora del autentico desarrollo de cada persona.  Expone el pensamiento y la acción del humanismo cristiano sobre el desarrollo integral del hombre y de los pueblos, vivificado en la caridad verdadera, es decir, en la fraternidad entre los hombres.

El cristiano encuentra la libertad cuando desarrolla su capacidad como persona sirviendo a los demás con amor. Un amor que implica renuncias a satisfacciones o beneficios propios en bien de los demás. Las motivaciones extrínsecas (placer y dinero) y las intrínsecas (desarrollo y progreso para uno mismo) no le entregan al hombre libertad y felicidad. Son necesarias, para todas las personas, las motivaciones trascendentales,  que son las que miran al servicio de los demás sin esperar en una recompensa.


Que acertadas son las palabras de San Josemaría cuando dice: “Nadie es feliz, en la tierra, hasta que se decide a no serlo. Así discurre el camino: dolor ¡en cristiano! Cruz; Voluntad de Dios, Amor; felicidad aquí, y después, eternamente” (Surco 52).
El signo del cristiano es la cruz, allí se encuentra el humanismo más grandioso de la historia. Quien sabe seguir la invitación que hace Jesucristo de llevar la Cruz es el que encuentra la libertad y la felicidad. Hablar el idioma de la cruz es mucho más importante que el inglés.
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