martes, diciembre 18, 2007

FELIZ NAVIDAD

EL VALOR REAL DE LOS REGALOS

Las personas que se aman se regalan cosas. El regalo es una manifestación tradicional del amor humano. Solemos recibir regalos en los cumpleaños, en las Navidades, cuando hemos sido agraciados con alguna distinción o simplemente cuando alguien, por algún motivo, nos quiere demostrar su estima.

También se regalan cosas porque así está establecido que se haga en determinadas ocasiones (matrimonios, aniversarios, etc.) Hay regalos que no parten del corazón del donante sino que proceden de la formalidad de las costumbres. Se reciben con los protocolos establecidos para el agradecimiento que corresponde, y así todos, aparentemente, quedamos bien.

Lamentablemente, existen también los regalos que se hacen para obtener algún beneficio personal de alguna persona importante o influyente. En otras ocasiones son los Jefes los que dan a entender que se les debería regalar algo si se quiere obtener de ellos algún privilegio o preferencia en los ámbitos donde se desempeñan. Sucede lo mismo con las invitaciones que se hacen con segunda intención. Nuestra sociedad está llena de esas manifestaciones de los que buscan medrar para obtener alguna prebenda y así la sinceridad y a la honradez parece que se alejan, poco a poco, en las relaciones humanas.

En este mundo lleno de artilugios (tarjetas, cumplidos, homenajes, premiaciones), donde la obsequiosidad está a la orden del día, encontramos también, gracias a Dios, manifestaciones sinceras de generosidad y gratitud. Personas, que sin buscar nada para ellas, se acercan a los demás con un cariño sincero, para alcanzarles lo que necesitan. Lo primero que entregan es el amor que llevan dentro, que es, por cierto, el regalo más valioso. No es el simple afecto sensible y sentimental, sino algo de mucha más categoría (la entrega de un bien para la mejora personal) que debería recibirse con una profunda gratitud.

Cuando el regalo procede de alguien que nos quiere bien, lo valoramos más y lo cuidamos con especial esmero. Tiene para nosotros un valor especial, ya que ha sido escogido pensando en nuestro bien y en nuestra felicidad.

La Sagrada Escritura nos enseña que “es mejor dar que recibir” (Act, XX,35). Efectivamente uno disfruta cuando aprende a dar algo valioso sin escatimar y sin buscar recompensa. En la vida son muchas las oportunidades que tenemos para ser generosos y dar cosas que valgan la pena. Es una dicha grande poder hacer esos regalos que llegan al fondo del alma y convierten a las personas.

La persona generosa vive siempre feliz. Es que la virtud de la generosidad tiene un efecto unificador. Establece un vínculo entre el donante y el que recibe el regalo. El donante se enriquece cuando da, porque disfruta del bien que puede hacer con su regalo, buscando la felicidad de la persona que ayuda. El que recibe el regalo al sentirse abrumado, con esas benevolencias inmerecidas, quisiera corresponder de la misma manera: “Amor con Amor se paga” El amor que surge de esa relación es un cimiento fuerte para la perseverancia en el buen camino. Nos ayudamos a llegar.

No está de más advertir que la felicidad no sólo se consigue con los regalos y los deseos de bien. La felicidad será consecuencia de la lucha y el esfuerzo por ser fieles al buen camino.

Cada uno es responsable de su propio camino y de su felicidad.

Los regalos valiosos, que son un estímulo y nos ayudan a luchar, proceden de esas personas que nos dan: buen ejemplo, consejos acertados, el apretón manos que anima, el aliento para seguir luchando y una sonrisa alegre llena de optimismo que ilumina el camino y nos hace pregustar el agradable sabor del triunfo.

MANUEL TAMAYO.

Siempre se espera la Navidad con alegría por el Nacimiento del Niño Dios en la tierra y por todo lo que ha traído y trae para que los hombres seamos felices. Es la fiesta que nos hace pensar en los regalos que recibimos y que debemos hacer. Nos alegra mucho ver a los niños disfrutar con los regalos que reciben y a los os contentos por estar cerca de sus seres queridos en el ambiente familiar de la Navidad.

Los ambientes los creamos los seres humanos con nuestras conductas. Todo depende de cómo nos encontremos cada año y de las disposiciones que tengamos para tener iniciativas que alegren la vida de los demás. Es normal que a estas alturas de diciembre estemos pensando qué podemos regalar y cómo viviremos esos días de fiesta.

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