domingo, agosto 24, 2008

El amor y la atención que necesita el enfermo que está sufriendo

LA FLOJERA, LA RUTINA Y EL ALMA DEL MÉDICO

La dureza y la frialdad frente al dolor es indignante porque es inhumana.


1. Todos podemos caer en situaciones rutinarias donde nos puede coger la tibieza, el mal humor y el aburrimiento. Son situaciones que podrían ser calificadas de falta de amor. Pueden ocurrir en los distintos ámbitos donde nos encontramos: la casa, el trabajo, los amigos, etc.

2. Esas situaciones de tibieza nos pueden perjudicar. Un flojo puede perder amistades, trabajos y ocasiones muy cercanas para triunfar en la vida. Una larga situación de flojera podría llevar a grandes depresiones y a enfermedades psicológicas difíciles de curar.

3. La falta de amor, el no tener ganas de hacer las cosas, el mal humor y el activismo rutinario es mucho más grave cuando perjudica a terceros que tienen alguna relación con nosotros (familiares cercanos a quienes debemos cariño y atención, personas a las que debemos atender: alumnos, clientes, pacientes, etc.).

4. Cuando observamos personas flojas, que hacen las cosas de un modo rutinario y no ponen el esfuerzo que deberían poner, sentimos cierto rechazo (el futbolista que no corre, el policía distraído, el funcionario mecanizado, el estudiante que se duerme, el que llega siempre tarde, el que está frío y apagado, el que no quiere esforzarse).

5. Y cuando la tibieza de otro nos perjudica de un modo directo sentimos indignación, (el mal trabajo que hizo el gasfitero, el mecánico que hizo un mal arreglo, el funcionario que me hizo esperar y no me atendió, el policía que no me defiende, el abogado que me saca dinero y no resuelve nada, etc.).

6. No hay nada que indigne más, (y se convierte en una gran injusticia), que la falta de amor y la ligereza frente a la enfermedad y al dolor humano. Es peor cuando vemos que existen personas que se aprovechan de situaciones de dolor para beneficiarse personalmente (aumentar los precios, conseguir prebendas, chantajear, tratar con dureza para manifestar superioridad, etc.).

7. Una de las profesiones que exige más diligencia y cuidado en el trato con las personas es la de médico. Vamos a conversar ahora sobre los médicos, poniendo más énfasis en los aspectos del trato humano que en los de su preparación científica. Para argumentar nuestras consideraciones utilizaremos algunos criterios de un excelente médico peruano, el Dr. Honorio Delgado en su libro: “El médico, la medicina y el alma” publicado por la Universidad Peruana Cayetano Heredia.


El cariño y la comprensión frente al enfermo:

1. “El enfermo es un doliente que necesita de asistencia comprensiva, cordial y confortante”(p.52). El sufrimiento y el dolor de un enfermo llama poderosamente al respeto y al amor de cualquier persona que se encuentre frente a él. El enfermo merece toda nuestra comprensión y cariño. Frente al enfermo es necesario ponerse siempre “guantes blancos” para tratarlo con extrema delicadeza y una gran comprensión.

2. “El sufrimiento de los demás, vivido de cerca… constituye una escuela de perfección moral para las naturalezas vigorosas” (p.31). El verdadero amor nos lleva a acercarnos al enfermo, sin ningún temor y a permanecer a su lado, siguiéndolo de cerca, sin actitudes de huída o de querer cerrar los ojos a la realidad que podemos atender (evitando justificaciones para no estar, excusas para no intervenir, o dando explicaciones para quedar bien). La atención al enfermo es una gran escuela para crecer en virtudes humanas y ser mejores personas.



El alma del médico en el trato con los pacientes:

Los médicos apurados maltratan constantemente a sus propios pacientes, (es una falta de profesionalidad).


1. “Según el criterio vulgar, el hábito profesional de enfrentar continuamente el dolor y la muerte, insensibiliza al médico, le hace indolente y casi inhumano. Esto puede ser cierto en un caso: el del médico imperfecto, sin vocación real y sin cualidades apropiadas; aquel que no respeta la sensibilidad, el pudor, el alma del paciente, y llega incluso a asustarle con un diagnóstico o un pronóstico imprudente o mal intencionado” (31). Un médico es idóneo por su preparación científica y sus virtudes humanas como persona. El paciente debe sentir el consuelo y el aliento de su médico al que le tiene mucha confianza.

2. “El verdadero médico está lleno de interés por todos los aspectos esenciales de índole humana y por todos los accidentes y circunstancias de la existencia individual. No se trata de la simple aproximación al ser psíquico de los demás y de una asimilación del saber antropológico, sino de una actitud cordial” (30). La actitud cordial no es un cumplido, o solo normas de cortesía, es un cariño real que le lleva a estar pendiente de todos los detalles.

3. “El médico es médico gracias a la fuerza que le mueve a ayudar al enfermo, en tanto que enfermo, por encima de otra consideración… Consagrar su vida a luchar contra el sufrimiento, la enfermedad y la muerte es la causa final de su vocación y de su amor al prójimo” (30). Un buen médico sabe que puede ser amable y comprensivo con todos sus pacientes, aunque sean muchos. El paciente se da cuenta perfectamente del médico bueno que sabe estar a su lado. El buen médico no se acostumbra a ver sufrir a su paciente, procurará por todos los medios evitarle el dolor. Es como un padre que procura estar al lado de su hijo y no lo abandona sin más.

4. El médico debe ser un verdadero artista frente al sufrimiento del enfermo: “no es médico por la ciencia que sabe, ni por los instrumentos que usa. Lo es a causa de cómo los aplica y emplea..., su ascendencia es tal que puede con su conducta estimular una reacción o agravar la enfermedad del paciente” (53) La conducta del médico es decisiva para la recuperación del paciente. El médico de un enfermo terminal no debe retirarse, debe saber acompañar al enfermo hasta el final.

5. “A quien nace dotado para ser buen Galeno la familiaridad con las penas del enfermo no le producen embotamiento sino una resonancia cordial más honda y significativa. El médico, testigo y más que testigo del sufrimiento y de la muerte, no puede menos que preocuparse del sentido último del ser” (45). El que ama no se cansa. El buen médico sabe estar en los problemas de su paciente con mucha serenidad, para ayudar a resolverlos y sin pasar ligeramente por encima de ellos. Cuando la muerte está cerca el médico valorará mucho los temas trascendentes de su paciente, identificándose con él, para acompañarle en su tránsito a la otra vida.



Corruptelas que podrían presentarse y que se deben corregir en la conducta de los médicos:


1. El activismo y la prisa frente al dolor del paciente que espera palabras de aliento y comprensión. Es una mala imagen ver un médico apurado.

2. La mecanización de su trabajo (burocracia). Estar más preocupado de los papeles que de las personas y ser demasiado severos para exigir “reglamentos” a pacientes que se encuentran en situaciones de dolor.

3. Atender ligeramente, con prisas, como queriendo despachar rápido, para terminar con la lista de pacientes que está esperando y poder irse a descansar.

4. Mantener engañados a los pacientes y a sus familiares con esperanzas falsas, o procedimientos inútiles que no van a resolver la situación del paciente.

5. No ser prudentes y cautos a la hora de los diagnósticos. No saber transmitir la verdad con delicadeza y con la máxima comprensión que necesiten el paciente o sus familiares. No saber manejar a las personas cuando las situaciones son más difíciles o duras.

6. No dar la cara en situaciones más delicadas y dirigirse a los familiares por teléfono o a través de terceros.

Asuntos que “claman al Cielo” y que habría que corregir inmediatamente porque son una grave injusticia:

1. Aprovecharse del dolor, el sufrimiento y la enfermedad para lucrar (obligar a comprar medicinas que no son necesarias, o utilizar mecanismos y procedimientos caros para aumentar las ganancias de la clínica o de los médicos).

2. Que los seguros no cubran medicamentos que son urgentes para momentos muy delicados, de tal modo que el paciente que no puede recibir ese medicamento pierda la vida. Los médicos deberían intervenir para que lo que receten pueda llegar rápidamente a su paciente, sin que se tenga que hacer esfuerzos extraordinarios.

3. No atender un paciente grave y hacerlo esperar, a veces en condiciones infrahumanas, aumentando su sufrimiento y el de sus familiares. Existen centros de salud que reciben a los pacientes pero no los atienden, o demoran una intervención que es urgente.

4. Presentarse a una intervención quirúrgica en estado de ebriedad, o sin los requerimientos necesarios para poder trabajar con diligencia y acierto.

5. Engañar a los pacientes y a sus familiares cuando se ha cometido una negligencia médica. No solucionar las cosas a tiempo.

6. Tratar a los cadáveres sin respeto, como si fueran cosas y no personas. Cuando muere un ser querido se le trata con una extremada delicadeza. Todo el personal médico, las enfermeras y los auxiliares deben cuidar esos detalles de finura y delicadeza con todas las personas. Los mortuorios deben ser lugares limpios y bien acondicionados.

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