domingo, setiembre 14, 2008

Una dificultad grande para la convivencia

LAS MANÍAS Idea fija, obsesiva, preocupación caprichosa, costumbre injustificada, ojeriza.

¿Quiere saber si tiene manías?

Aquí tiene algunos síntomas:

Quiere limpiarlo todo con vehemencia y muchas veces porque le parece que todavía continúa sucio.
• Se sienta siempre en el mismo lugar (sitio fijo) y le incomoda mucho cuando no lo puede hacer.
• Abre o cierra ventanas o cortinas solo porque tiene la certeza de que deben estar abiertas o cerradas.
• Junta o acumula cosas porque le parece que las puede necesitar en algún momento, sin saber realmente cuándo.
• Rompe y bota todo lo que le llega a su escritorio porque teme la falta de limpieza o el desorden.
• Exagera en sus relatos cargando las tintas teniendo como base unas pocas conjeturas.
• Es compulsivo en las compras y manirroto a la hora de los pagos.
• Nunca se decide a la hora de comprar y es sumamente escrupuloso en las cuentas.
• Es demasiado estricto y exagerado en sus horarios sin permitir ninguna excepción.
• Tiene ideas fijas y compulsivas sin que exista una fundamentación seria.


La manía se caracteriza por un estado de ánimo acelerado: euforias, verborrea, querer hacer demasiadas cosas, exageraciones, vehemencia, afán compulsivo de actividad, repetir muchas veces un hábito o costumbre, crear leyes personales de conducta sin mayor fundamento, querer estar atento a muchos temas a la vez o perseguir con insistencia un solo tema.

La hipomanía tiene las mismas características pero es más suave en intensidad que la manía. Su duración puede ser unos días o semana, se nota un cambio en la vida normal de la persona (cierta euforia o exaltación). En cambio en la manía la conducta alterada puede ser constante.


Génesis de la manía

1. Cualquiera de nosotros puede generar manías si se altera su capacidad para conocer la realidad. Es más fácil que se den en los temperamentos anancásticos (obsesivos), o cuando hay algún trastorno en la personalidad, como el bipolarismo por ejemplo. También existen problemas que podrían generar hipomanías (manías leves que se pasan con el tiempo) y que desaparecen cuando se aleja o se soluciona el problema.


2. Si una persona que tiene hábitos buenos de conducta se descuida y no actualiza su amor, podría crear un sistema formal y automático en su modo de actuar, que no tenga en cuenta ni a las personas ni a las circunstancias del presente. (horarios rígidos, modos de trabajar exagerados, palabras precisas pero fueras de lugar, dureza de criterio, demasiado legalista). Se podría caer en la crueldad.

3. Los mismos sistemas creados para vivir de acuerdo con las buenas costumbres necesitan siempre de las virtudes actuales de las personas. Si las virtudes fallan, los comportamientos resultan forzados, poco naturales, rígidos (pegados a la letra), poco humanos y podrían convertirse en verdaderas manías con repercusiones negativas en el prójimo.

4. El relativismo que debilita las nociones del bien y del mal, crea voluntaristas: personas que actúan con vehemencia sin un sustento racional adecuado. En el voluntarista se dan decisiones drásticas que responden más a ideas fijas: “hay que hacerlo porque hay que hacerlo”, se encierran en una terquedad y les parece que las explicaciones están demás, (los temas opinables no merecen una interpretación rígida por ninguna de las partes).

5. Las exigencias de la fe de un cristiano normal no son manías, ni voluntarismos irracionales. El ritmo que pone una persona con fe está impregnado de mucho amor. Es una vida sana, que tonifica, edifica y levanta. El que tiene fe se apoya en unas realidades sobrenaturales que lo sustentan, hay una coherencia en su vida y en su conducta. “La fe mueve montañas”


Algunas nociones para evitar las manías:

1. Que esté claro, en el presente, el motivo por el que se hacen las cosas: cierro la ventana porque ahora hace frío (y es verdad), cierro las cortinas para que no me vean los vecinos (y es cierto que hay unos vecinos con posibilidad de mirar). No acostumbrarse a hacer las cosas de un modo automático o rutinario.

2. Conocer las posibles alteraciones que puedan haber en la propia personalidad: traumas, frustraciones, fobias, complejos, etc. (Por ejemplo: una persona que tiene fotofobia buscará forzosamente los ambientes oscuros). Una persona con fobias suele tener manías y ser exagerada en sus apreciaciones.

3. Conocer los temperamentos y las opiniones de las otras personas. Tener confianza en los demás. La persona con manías suele desconfiar en todo el mundo. Siempre es mejor confiar que desconfiar (aunque nos engañen). Es más fácil engañar al desconfiado (como nunca confía no sabrá quién es realmente el bueno).



Malicia moral de las manías:

1. En primer lugar hay que saber distinguir entre el que tiene manías por una complicación de su personalidad, del que tiene manías por una vida desordenada moralmente.
2. El primero tiene una enfermedad que le hace daño a él y a los demás y debe tratarse como tal. El segundo necesita una ayuda que va más en la línea de su conversión (cambio de vida).
3. Ambos necesitan docilidad. Una meta importante es que reconozcan sus manías como debilidades que necesitan tratamiento.
4. Una persona con manías está como predispuesta a faltar a la Caridad: es facil que atropelle a los demás con sus exigencias y exageraciones, podría también faltar a la justicia y hacer muy dura la vida de convivencia.

Hoy es más urgente que nunca evitar que las manías crezcan porque destrozan el trato, delicado y fino, que las personas deben tener en sus relaciones humanas, sobre todo a nivel familiar. El que no cura sus manías puede quedarse aislado del resto. Los demás lo pueden tolerar (eufemismo de aprobación) pero nunca se va a sentir querido o va a querer de verdad a los demás, como debe ser.

Agradecemos sus comentarios.

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