domingo, noviembre 23, 2008

MUCHO MÁS QUE UN CIRCO

EL CAMINO DE LA FELICIDAD QUE VALE LA PENA

Todos quisiéramos ser muy felices pero no siempre encontramos la receta ideal para conseguirlo. Hay quienes piensan que es muy difícil o casi imposible lograrlo. Otros, más optimistas, se contentan con una felicidad “al paso”, de unos momentos, de unas horas, incluso de unos pocos minutos. Para este tipo de felicidad nuestra sociedad tiene todo un menú de posibilidades: Una buena comida, la música, un paseo, la fiesta, el deporte, el juego o una película interesante. Se pueden conseguir momentos de expansión o de descanso que efectivamente alegran la vida.

LA NOSTALGIA DE LAS ALEGRÍA INFANTILES
Cuando éramos niños nuestros padres se preocupaban de nuestra felicidad. Nos compraban juguetes, nos hacía ver dibujos animados, también nos llevaban al circo para ver a los payasos que nos hacían reír y ellos disfrutaban de nuestra felicidad. Los niños queríamos ir a todos los circos “Tropicana”, “Africa” de fieras, “Bismarck” o al “Volga”. En los cines buscábamos las películas de Cantinflas y salíamos felices de habernos reído mucho. Cuando llegó la televisión encontrábamos la felicidad con algo divertido que nos hiciera reír. El Tío Juan nos ponía a los payasos: Gasparín, mediazuela… En el otro Canal salían Cachirulo y Copetón. Los mayores se reían con “Los Caporales” o las ocurrencias de Lucho Córdoba que además se llamaba a sí mismo “Lucho quita penas” Más tarde vimos a Pepe Biondi o a la “Tremenda Corte”, luego “Risas y salsas” y ahora “Los Chistosos”. Hoy en las calles se han multiplicado los cómicos ambulantes y los niños malabaristas.

LOS QUE NOS QUIEREN BIEN, NOS HACEN FELICES
¡Cuantos recursos hay en nuestra sociedad para que esbocemos al menos una sonrisa y olvidemos las penas! Sin embargo cuando uno piensa en la felicidad del pasado recuerda sobre todo a las personas que realmente querían nuestra felicidad. Quienes hemos tenido unos padres que gozaban al vernos reír, hemos sido muy felices. No es igual reírse con un cómico sin tener cerca el afecto de la familia.
No bastan los recursos de la diversión para ser felices por mucho que se ría uno. El que me divierte no es necesariamente el que me ama. El que contenta no es el que nos hace realmente felices. La felicidad del hombre no se arregla solo con los circos o los cómicos. El hombre necesita amar y ser amado para ser feliz. Un hombre cómico podría estar fundamentado en contravalores. Lo placentero es sólo una complacencia. En la medida en que alguien nos entretiene por su ingenio y por sus dotes sociales, siéndonos por esto su presencia gozosa y grata, puede resultarnos simpático, pero no hay todavía amor.
El fundamento esencial del amor ha de estar unido a la persona amada como persona. Cuando alguien me atrae por la grandeza de su alma, por su honradez, por su pureza, por su bondad o por su fortaleza, esos valores están unidos a la persona. Una persona que ama merece una respuesta de amor. El amor es una respuesta al valor.
Los que quieren nuestra felicidad son los que nos aman y ellos disfrutan al vernos reír con los cómicos y los payasos. Los que nos amaban eran los que nos llevaban a los circos y en otro momento nos educaban para que fuéramos buenos. Eran los que buscaban lo mejor para nosotros. Los seres humanos necesitamos para ser felices mucho más que un circo.Cuando la sociedad se llena de cómicos ¿será tal vez porque los hombres amamos menos? También la historia nos enseña que en las situaciones de crisis aumentan los cómicos.

RECORDAR LOS BUENOS CONSEJOS
Como nos proponía el Papa Juan Pablo II “construyamos la nueva civilización del amor” para que todos podamos disfrutar realmente de los cómicos y así conseguiremos que éstos se esmeren en sus libretos para transmitirnos valores y hacernos más felices.

En las Navidades el Niño Dios nos espera para darnos la felicidad que nos hace falta.

Agradecemos sus comentarios

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimado Padre Tamayo, me parece muy acertado su comentario, aunque me he quedado con una duda:

¿Pueden ser los niños felices? porque para asumir esta condición o estado del ser, es necesario saber que es la felicidad para empezar. Por ejemplo si un niño con tal de obtener un regalo o ver su programa favorito, hace berrinche y medio y los padres hacen lo indecible para conseguirlo o ceder a su deseo -esperas ver tu serie favorita con el capitulo final pero derrepente el zamarro éste espera ver su Bob Esponja porque ha traído el 20 en la libreta- en todo caso el niño no comprende ni supo lo que pasó el padre para ceder o dar, pero en todo caso al niño se le ve "feliz", más eso en mi opiniòn no es felicidad, porque sería más apropiado hablar de niños alegres o contentos, pero no felices.

En el caso de las personas que logran comprender que es la felicidad, es más por experiencia y contrastes dolorosos, es decir cuando se hacen más personas y vaya que esto cuesta aun para los adultos...

Un abrazo y espero poder conversar sobre su libro "Educación en ciernes", porque hay cosas que me han dejado en duda sobre todo en la cuestión axiológica del docente: Filosofía práctica.

ALDO LLANOS MARÍN
www.tomasalvira.com

Manuel dijo...

Estimado Aldo:
Gracias por el comentario.
La felicidad de los niños depende fundamentalmente de los padres.Los padres que quieren bien a sus hijos le están dando felicidad. Los niños pueden tener berrinches en algunos momentos y en otros estar exsultantes, eso no les quita ni aumenta la felicidad que hay en el fondo por tener el amor de sus padres. Cuando el papá ve el berrinche sabe que lo tiene que educar. La felicidad se da en medio de una educación que tiene unas exigencias concretas. Luego el niño aprenderá a ser feliz en medio de las dificultades de la vida, que le pueden producir dolor. La felicidad es un camino seguro, el camino de la verdad y del bien, que tiene una meta segura, que es la felicidad total.
Mis saludos y mis oraciones.
Atentamente
P. Manuel Tamayo

Anónimo dijo...

De acuerdo Padre, pero se abre otra interrogante:

Cuando usted dice: "...Los padres que quieren bien a sus hijos le están dando felicidad..."
"...eso no les quita ni aumenta la felicidad que hay en el fondo por tener el amor de sus padres..."

¿quiere decir que esa felicidad es "externa" es decir viene dado de fuera? ¿o -como dice en su segundo párrafo- la descubre el niño dentro de sí con la toma de conciencia?, porque pareciera que los niños no se "dan cuenta" si son felices o no, por ejemplo ante un castigo o reprimenda por su bien.

Coincido plenamente en: "...La felicidad se da en medio de una educación que tiene unas exigencias concretas..." pero para que se de esas exigencias concretas se le debe enseñar a querer correctamente y son esos puntos en los que la acción educativa se pone cuesta arriba, proque para empezar muchas veces nosotros los maestros no nos preguntamos si debemos querer realmente eso que estamos queriendo hacer.

Perdone mis impertinencias.

ALDO LLANOS MARÍN
www.tomasalvira.com