viernes, marzo 06, 2009

Valoraciones del pasado y del presente

LO ANTÍGUO Y LO NUEVO

El rechazo del pasado en la sociedad contemporánea

Por influjo del Relativismo, que deja de lado a la verdad, ha nacido en nuestra sociedad una tendencia fuerte de rechazo al pasado. Es como una especie de complejo o temor que tienen muchos de ser tildados de antiguos, o viejos, o poco modernos, si manifiestan una cierta simpatía por algo que ya pasó.

En el diálogo generacional entre padres e hijos pueden darse estas situaciones de incomprensión y rechazo. Cuantas veces se oye decir a los hijos: “eso era en tus tiempos”, “ahora es distinto”, “tú no entiendes cómo son las cosas ahora” en un tono de protesta y queja. Ellos piensan que sus padres “ya fueron” y se han quedado atrasados y defienden con sus coetáneos sus posturas “modernas”.

Algunos padres, que no quieren tener problemas con sus hijos, adoptan una actitud de aceptación, por no decir permisiva. No apuntan a la verdad sino a quedar bien y a no ser rechazados por las generaciones actuales. Se las dan de “jóvenes” cerrando los ojos a la realidad o tratando de encontrar algo “positivo” en los planteamientos juveniles. Puede ser que lo encuentren, pero se quedan allí y les falta valentía para transmitir los valores tradicionales que sus hijos deben aprender y que exigen de ellos una valoración y respeto por el pasado.

Esos padres cuando ven las consecuencias de la actitud “blanda” que tuvieron con sus hijos se lamentan y sufren mucho porque no supieron exigirles en su momento.

Por parte de las generaciones jóvenes el rechazo al pasado les está trayendo muchas consecuencias negativas para ellos mismos. La primacía por lo inmediato, por la utilidad y el ansia de los buenos resultados, les impide la contemplación de la belleza y el reconocimiento de las calidades de las personas buenas y de muchos valores que vienen del pasado.

Actitudes que se deben corregir con urgencia

En primer lugar, tener una actitud de rechazo solo por el hecho de ser antiguo corresponde a una conducta inmadura, incapaz de ver y aceptar los valores de quienes les han precedido.

Esa actitud demostraría además una estrechez de pensamiento que puede darse junto a un planteamiento radical (“solo quiero oír canciones en inglés”, “yo sólo escucho radio…”). Entran en unos mundos cerrados y drásticos. No dan opción a que se les plantee otras alternativas. Se cierran como ostras.

Podríamos estar en un aspecto de lo que el Papa Benedicto XVI calificó como: “La dictadura del relativismo”. El hombre que busca su autonomía y rechaza al mismo tiempo los consejos porque piensa que son una intromisión. Cree que las personas mayores están buscando una regresión al pasado porque se lamentan de las situaciones presentes. Es rebelde con respecto al pasado y le echa la culpa de los atrasos. Piensa que la autonomía de ahora le hará progresar. Lo que pasó ya no debe traerse al presente.

Aprender a buscar la verdad por encima de todo (honestidad)

Lo que va a darnos un criterio claro sobre estos temas en conflicto, es la búsqueda de la verdad, que trasciende los tiempos. No importa si es antiguo (nos estamos refiriendo a los valores más profundos, no a las cosas materiales). Lo importante es que tenga valor y sea verdadero.

Está claro que la verdad no se consigue a la fuerza y con una actitud dura y contundente. Es necesario utilizar caminos más efectivos que lleven a persuadir a las personas y se convenzan ellas mismas. Es necesario formar las cabezas de las personas. Que aprendan a pensar de un modo coherente.

En el campo de la educación existen corrientes que defienden los valores tradicionales y otras que apuntan a técnicas modernas que descalifican lo antiguo como ya pasado y obsoleto. La educación también debe apuntar a resolver los conflictos ideológicos en función de la persona. Al hombre hay que formarlo con los valores reales que necesita para que sea persona y pueda cumplir con su finalidad. Hay una educación clásica y tradicional con valores que no pueden cambiar y unas técnicas modernas que deben respetar esos valores. Debe existir una armonía entre lo antiguo y lo moderno.

El valor de la Historia y la Tradición

Una de las batallas principales de los tiempos actuales es conseguir que la gente no le tenga “alergia” al pasado y que sepan valorar las cosas buenas que han recibido de sus predecesores. Para una formación correcta de la gente joven se debe tener en cuenta el valor de la historia y el reconocimiento de las personas valiosas que han dejado un legado importante.

La Iglesia ha valorado siempre la Tradición y es una de las fuentes de la fe.

En la defensa del pasado hay que saber distinguir entre el pasado de la Tradición y el pasado de refugio de quienes no aceptan los cambios buenos que hay en el mundo o le incomodan los modos de las personas de hoy. La valoración del pasado no es un rechazo de lo presente o lo moderno. Todos tenemos que aprender a aceptar lo que es bueno (sea viejo o nuevo) y rechazar lo que es malo.

La forma de caminar bien hacia el futuro es valorar el pasado. La valoración es un reconocimiento y agradecimiento a muchas personas que nos han precedido. Es bueno que contemos las historias. Hay que fomentarlo hoy más que nunca y enseñarles a los más jóvenes a disfrutar con esos relatos. Que a nadie le parece que está perdiendo el tiempo o que es muy aburrido.


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