sábado, noviembre 28, 2009

“Congelamientos” irresponsables

CUMPLO Y MIENTO

(dejar que la vida siga igual cuando hay algo que no está bien)

San Josemaría Escrivá, que tenía una extraordinaria capacidad para darse cuenta de la rectitud de las intenciones, nos advertía del peligro latente de cumplir oficialmente con las cosas sin poner el alma y la voluntad para hacerlas bien y a conciencia. Detestaba la oficialidad del que hace todo solo por cumplir, porque esa actitud no sería sincera, se estaría faltando a la verdad.

Estamos en la época de la imagen, de las cortinas de humo y de los encubrimientos. Muchos actúan sin que los demás se enteren, trabajan dando las espaldas y cubren lo que no les interesa enseñar. No quieren ojos fiscalizadores que podrían arruinar los “trabajos”, ni ojos curiosos que originen envidias, tampoco ojos competitivos o ambiciosos.

Con esas presiones o temores enseñan, para cumplir, lo que el sistema les exige y nada más. Están dispuestos a decorarlo todo para que quede bien presentado y así conseguir ser aprobados de acuerdo a las expectativas del sistema. Es un modo de proceder que facilita la presencia del disimulo, la trampa y la mentira.

Urge iniciar, cuanto antes, una etapa donde predomine la transparencia y la confianza, espacios donde se hagan las cosas a conciencia, sin miedo al qué dirán y donde se pueda contar con todos porque se valoriza más a las personas, respetando la autonomía individual y la capacidad de cada uno, para la realización de los trabajos.

Poner demasiado énfasis en lo formal puede dar paso al cumplo y miento

En los últimos años han aumentado los modos de cumplir mentirosos, donde se prefiere quedar bien con los requerimientos de un sistema establecido, antes que hacer el bien con la verdad a las personas.

En los ámbitos educativos es penoso observar que algunos educadores se preocupen más de los registros de notas o de los controles, que de formar bien a sus alumnos. Con estos desarreglos muchas instituciones han creado, entre sus trabajadores, un ambiente de “eterna” desconfianza que lo paraliza todo.

En algunos trabajos se ha puesto de moda un gran aparato burocrático, que mide la eficiencia del trabajador por el cumplimiento de una serie de procedimientos que dicta el sistema. El trabajador podría responderle al sistema quedando bien con sus jefes y al mismo tiempo, podría inhibirse de las responsabilidades, que debería tener como persona, de servir correctamente a los demás haciendo bien su trabajo. La formalidad de los sistemas puede quitar el alma que cada trabajador debe poner de un modo personal y que es más importante que el “cumplo” y “miento” de todo lo demás.

Los dueños o jefes que vigilan para que funcione el sistema, pueden no enterarse de lo que pasa en realidad y encontrarse un tanto distanciados. Contentarse con que el sistema camine es un error. El que camine y que sea exitoso, no significa necesariamente un bien para las personas que dependen de ese sistema. El acento hay que ponerlo siempre en la totalidad de las personas (vida, ambiciones, intereses, capacidades, problemas) y conseguir que puedan desempeñarse con libertad y responsabilidad.

La inacción de no cambiar puede generar corrupción y crisis.

Si hacemos un análisis más minucioso encontramos que hoy existen muchos sistemas establecidos que congelan la posibilidad de hacer el bien y se convierten a la larga en puntos de corrupción por la inacción de sus dirigentes que prefieren “no mover las piezas” y dejarlo todo tal como está, para no causar problemas.

Son puntos de corrupción porque, si no mejoran las personas, se van deteriorando en sus virtudes y van perdiendo sus capacidades y posibilidades. Si no se hace el bien continuamente, en un ambiente de unidad y comprensión, es muy fácil quedarse en la comodidad de un congelamiento que puede tener repercusiones negativas en terceros. El querer verdadero llama a poner medios extraordinarios y muchas veces heroicos, para evitar el deterioro de las personas y por lo tanto hacer los cambios oportunos a tiempo.

Es muy fácil observar que donde hay intereses creados la inamovilidad es impresionante. No quieren perder lo que aparentemente conquistaron, dirían que es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer. Es entonces cuando los responsables de esos sistemas, cuando comprueban que las cosas no caminan, se ven obligados a maquillar y cambiar de decoración, para que se vea que se está haciendo algo, o para tapar lo que no se debería ver. Nada se cambia de verdad como debería ser.

También se puede constatar, de modo habitual, que a muchas autoridades les gusta poner la placa con su nombre cuando han hecho alguna obra y caen el la ridiculez de hacer toda una ceremonia, con discursos y reconocimientos, para inaugurar y trocito de vereda o una puerta más grande.

Existe también los caras duras que inauguran como nuevo algo que ya existía, solo porque lo pintaron o le cambiaron de color. Y peores son los que se llevan las flores y las felicitaciones del trabajo que hicieron otros.

Cuando se disputan una autoría, suelen colocar sus razonamientos y argumentaciones en sendos artículos o en avisos pagados con muchas firmas.

¿Quién tiene la razón? , ¿quién es el verdadero dueño? Solo Dios lo sabe. Parece que el hombre cumple con mentir y amarra lo que le conviene. Luego busca mil motivos para tranquilizar su conciencia.

No es lo mismo un clavo en la pared que el dibujo de un clavo en la pared. Del clavo se pueden colgar cosas, del dibujo no, por muy bello que sea. ¡Muchos están pintados!

Hoy abundan los dibujos “bellos” y los cuentos “chinos”. Con tantas mentiras hay quienes nos quieren vender la plaza de armas, o nos cuentan de las bondades de alguna empresa, que no muestra con sinceridad lo que realmente es y pretende.

Con facilidad nos cuentan el cuento del pulmón robado o nos regalan algo porque luego nos quieren utilizar. San Josemaría, que nos advertía del “cumplo” y “miento”, nos decía que “también se engorda al buey para llevarlo al matadero”

Agradecemos sus comentarios

1 comentario:

Carmen Rosa P. de Viale dijo...

Padre Manuel, su artículo me ha parecido extraordinario! gracias me da muchas luces para redimencionar algunos hechos y, sin perder la confianza en el ser humano, no creerme "cuentos chinos" de esos tantos que hoy abundan.
Un saludo afectuoso,
CR