viernes, diciembre 04, 2009

Engreídos grandes (un problema que debió superarse en la infancia)

JUGAR A LA CASITA

Todos hemos visto a los niños pequeños jugar a la casita en nuestras propias casas. Escogen un rincón: el jardín o la azotea, para construir la casita ideal donde luego quieren quedarse todo el día con sus hermanos o amiguitos. Nos llena de ternura ver a esas edades el cariño natural de los niños por la casa y la familia.

Más tarde, cuando llegan a la adolescencia, esos mismos niños, no ven la hora de salir a la calle. Van merodeando al papá o a la mamá para conseguir los permisos respectivos. Si fuera por ellos estarían en la calle todo el día. Son los padres quienes tienen que reclamar la hora de llegada y recordarles la buena costumbre de estar en casa.

Estas situaciones mencionadas son las normales en todas las familias. Los problemas vienen cuando los niños no juegan o cuando los adolescentes no se atreven a salir fuera y se quedan en sus casas refugiados. Estos problemas no suelen tener mayor importancia, si se corrigen a tiempo, en cambio si se dejan pasar, podrían agravarse en el futuro con repercusiones más serias en el ámbito familiar.

Hoy se está extendiendo en algunas familias la situación del adulto que se queda en casa o la del que vuelve después de un real o aparente fracaso y alborota, con su presencia alterada y tal vez maniática, la paz de su hogar. ¿Cuál podría ser el origen de esas situaciones?


Los estragos del engreimiento o del consentimiento

Cuando las personas se refugian en sus hogares y ponen demasiado énfasis en las cosas de la casa, pueden crear una situación irregular para ellos y para los que viven con él.

El origen de estas situaciones pudo estar en el engreimiento o en el consentimiento. Las personas que fueron engreídas por sus padres, en el entorno familiar o en el colegio (se les consintió demasiado), podrían sufrir retrasos en su desarrollo normal, que empiezan a notarse, con mayor intensidad, en la mayoría de edad y podrían prolongarse en los años sucesivos con un sufrimiento mayor (sensación de inutilidad). De más jóvenes les parecía (por el engreimiento) que eran mejores que los demás y después no pudieron llegar a las metas soñadas.

Las personas que salieron al mundo sin estar preparadas suelen cometer desatinos que los desacredita frente a los demás, es entonces cuando vuelven a sus casas, con ciertas angustias, al no poder superar sus expectativas. No se adaptaron en los trabajos, no los aceptaron o les dijeron que se vayan y entonces retornan al hogar para refugiarse.

Este problema, que no se presenta de la misma manera en todos, tiene como rasgo común: el deseo de quedarse en casa y temor de salir. Suele ser una especie de fobia. El que la padece la cubre con cortinas de humo que fabrica desde su interioridad, (“razones importantes” para estar en la casa y no salir a la calle). Muchas veces no contestan los teléfonos ni los correos, no quieren que se les encuentre. La mayoría no reconoce sus limitaciones y empiezan a crear un problema serio en sus casas.


Problemas de personalidad (angustias y temores) de los que fueron engreidos

Si bien pueden haber componentes genéticos que motiven las angustias y los temores, (en algunos casos será conveniente visitar al psicólogo o al psiquiatra), nunca se resolverán estos problemas si persiste el engreimiento y sobreprotección.

Ahora nos estamos refiriendo sólo a las consecuencias que podrían traer el engreimiento y la sobreprotección. No tocaremos en este artículo otros factores que podrían motivar las angustias y los temores.

Comprender no es engreír ni sobreproteger. Debe haber una suerte de exigencia que anule los temores y angustias y no dejar, por ningún motivo, que la persona viva en la comodidad de sus caprichos. No es bueno decir: “no le exijas porque tiene problemas” “no le pidas más porque no puede” “pobrecito, le cuesta mucho” “déjalo que no vaya”

En la película: “La maestra milagrosa” , basada en un caso de la vida real, la familia Keller tenía una niña llena de limitaciones y muchos problemas de conducta. Los padres no sabían qué hacer con ella, estaban cansados de corregirla y no conseguían nada. Llega a casa Ana Sullivan que acepta el encargo de sacar adelante a la niña. No se compadece ni tiene lástima de ella (a pesar de todos sus retrasos físicos y psicológicos). La trata con fortaleza y con una exigencia constante hasta que logra en ella el desarrollo de unas virtudes. Hellen Keller fue una persona de excelente calidad y bastante aplomo.

Muchas personas valiosas han salido adelante a pesar de sus tendencias a la depresión y a la angustia, porque han recibido una educación con valores y porque han tenido al lado personas que han puesto en ellas mucho cariño (con exigencias y sin engreimientos).

El sentimentalismo y el proteccionismo de nuestra sociedad, agrava estos problemas. En un ambiente de permisivismo, la persona, con esas limitaciones, no podría superar sus fobias y temores que la esclavizan. Puede ser muy inteligente y hábil para el trabajo pero “su problema” le incapacitará para tareas normales que exigen más audacia y decisión. Aunque no se hayan puesto los medios a tiempo, siempre existen los caminos apropiados para que todos puedan superar esas limitaciones, si las tienen. La inacción es una irresponsabilidad.


Cuando los problemas se complican

Los adultos agobiados por esas fobias (si no han superado el problema) son los que terminan jugando a la casita en sus propios hogares, (cambian los muebles de lugar, hacen instalaciones que están demás, establecen unos horarios fijos para sus manías, se inventan trabajos para no salir, implican a otras personas en sus quehaceres, reclaman la participación de los demás, ponen reglas de tráfico). Terminan haciéndole la vida imposible a los demás, convencidos de tener la razón y de estar en su derecho.

Adoptan la actitud de un jubilado ansioso por hacer algo y se vuelven celosos de los que hacen cosas fuera de la casa, (les parece que se portan mal y que se han alejado). Estas situaciones pueden motivar el alejamiento de los demás.

El engreído que no ha podido corregirse puede convertirse en un tirano agresivo. Solo funcionaría bien, y hasta podría ser simpatiquísimo, cuando el resto consiente sus caprichos, pero si encuentra resistencia, empezará a inquietarse y poco a poco irá enfilando sus armas contra el que se le oponga.

Se comete un error cuando un ambiente de tolerancia los acoge, y todos, por miedo o por no complicarse la vida, consienten sus caprichos y ocurrencias desatinadas y no hacen nada. Se acostumbran a vivir así, con una herida familiar que los paraliza y nadie tiene ganas de ir a la casa por temor a que las cosas se compliquen más.


Educación de prevención (actuar a tiempo)

En las casas y en los colegios no hay que tener miedo a formar bien las conductas de las personas exigiendo en las virtudes humanas. Si se notan ciertas alteraciones de la personalidad no hay que dudar en ir al psiquiatra, cuanto antes, para corregir a tiempo esos desarreglos. Dejar pasar el tiempo es una imprudencia que traerá luego problemas y complicaciones que harán sufrir a toda la familia. Además, algunas personas con estos problemas, cuando pasan los años, suelen creer que están muy sanas y señalan a los otros como enfermos o equivocados.

Hay que tener en cuenta que nos estamos refiriendo exclusivamente al daño que puede ocasionar el engreimiento y la permisividad en la educación.

Si el problema viene de lejos y en casa vive un adulto con esos problemas, la familia debe encontrar la forma de ayudarlo para que mejore y pueda superar, al menos en parte, esas dificultades. No deben rendirse y dar las cosas por hechas. Deben actuar con esperanza poniendo los medios convenientes.


¿Cómo ayudar al adulto mayor que se siente esclavizado con estos problemas?

1. Darle un ambiente de confianza y de cariño.

2. Ayudarle a que reconozca sus limitaciones.

3. Facilitarle la ayuda que le pueda dar un psiquiatra.

4. Evitar que se sienta solo, darle compañía.

5. Evitar que piense en sí mismo y que le de vueltas a sus cosas.

6. Conseguir que se sienta útil ayudando a los demás.

7. Que entienda el camino del sacrificio.

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