viernes, marzo 27, 2009

El influjo de las personas buenas
EL ARGUMENTO DE AUTORIDAD

Lo que es bueno y valioso influye positivamente en el ser humano aunque éste no entienda o no se de cuenta del valor que tiene cerca. Cualquier padre de familia dejaría a sus hijos al cuidado de una persona buena aunque los hijos no se den cuenta de la calidad de esa persona.

La gente buena crea un ambiente de seguridad y enriquece las conductas de las personas, sean mayores o menores. Santo Tomás decía: “El bien es de por sí difusivo”

Un amigo me contó que había estado leyendo los Evangelios todos los días durante 25 años y que recién el último año había prestado atención a lo que leía. Creía que los 24 primeros años había perdido el tiempo. Yo le dije que no. Que esa lectura, aunque estaba llena de distracciones, le había servido bastante para estar cerca de Dios.

Igual sucede con el que va a Misa, basta su presencia para que exista un influjo de algo muy bueno. O el que asiste a un concierto de música clásica, puede no entender nada, pero la belleza de lo que escucha influirá en su interioridad.

Lo mismo ocurre con el que está rodeado de una familia buena, los méritos de los otros lo hacen bueno. Luego tendrá que hacer méritos también. Primero para reconocer lo que ha recibido y luego para producir él también.

El influjo de las personas buenas hace a las personas libres
Aunque lo ideal es conocer bien, para hacer las cosas a conciencia y voluntariamente, todos tenemos que reconocer, (forma parte de las limitaciones humanas), que existe un período de tiempo, corto o largo, en el que, por el influjo de otros, hacemos cosas buenas sin tener un entendimiento claro de lo que estamos haciendo, incluso, algunas veces, las hacemos contra nuestra voluntad.

Puede ser también que al pasar los años se repitan circunstancias parecidas, y no por eso pensamos que hemos perdido la libertad. Al contrario, estamos contentos de recibir esas ayudas necesarias que nos hacen más libres.

El prestigio del que tiene autoridad
Con estas consideraciones podemos entender mejor las excelencias del argumento de autoridad. La autoridad es, (teóricamente), la persona o institución que busca lo mejor para los súbditos y se pronuncia con indicaciones, normas, criterios y sugerencias. (Estado, Iglesia, Familia, Colegio, personas competentes).

Los súbditos son los que respetan y obedecen a la autoridad sin poner en tela de juicio los argumentos que escuchan. Como el hijo que dice con una certeza profunda: “Lo ha dicho mi papá” Eso le basta para persuadir a otro de la veracidad de sus argumentos.

Lo mismo podemos decir de los alumnos con respecto a sus maestros o de cualquiera que valora este argumento, que es esencial para el autentico desarrollo y progreso de los pueblos.

El argumento de autoridad es indispensable para lograr una educación adecuada y poder avanzar rápido. El sentido común y la sensatez están a favor de este argumento que enseña a los hombres a ser humildes valorando los criterios y experiencias de los que más saben o tienen mejor preparación, también las enseñanzas y consejos de los que nos han precedido.

El ataque al argumento de autoridad conduce al caos y a la desorganización social. No es sensato romper y criticar sin más a una persona buena que tiene un prestigio de autoridad, que además tiene potestad para mandar. Es lógico que al autoridad tenga que tomar decisiones que pueden ser muy costosas o difíciles. La fe y la obediencia son dos virtudes esenciales para encauzar bien todo lo que viene a través de la autoridad que se debe respetar y querer.

El que pretende ser siempre autónomo e independiente en sus criterios se convierte a la larga en un tirano y termina siendo esclavo de sus propios argumentos.

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jueves, marzo 19, 2009

Para ser más felices y libres
LAS BONDADES DE LA ABSTINENCIA CONYUGAL

En su viaje por el continente africano el Papa Benedicto XVI ha recordado las enseñanzas de la moral cristiana frente a la pandemia del Sida, extendida en ese continente con cifras alarmantes. Ha subrayado nuevamente que el preservativo no es solución sino más bien complicación, ya que su difusión contribuye a que crezca la promiscuidad sexual y a que se pierdan los valores morales sobre el matrimonio y la familia.

Mientras África recibe al Romano Pontífice con verdadera alegría y agradecimiento, algunos países europeos del primer mundo, mostraron su descontento por la condena del Papa al preservativo como vía de solución para el flagelo del Sida. Además, uno de esos países, mostrando signos claros de rabieta infantil, aumentó la exportación de condones a varios países de ese continente.

Las reacciones y los hechos demuestran la falta de conocimiento y de sentido cristiano de la vida en muchas cabezas que han adoptado una mentalidad materialista y egoísta, que busca denodadamente el placer. Luego muchas sociedades se ven entrampadas en laberintos inmorales que no tienen salida.

Mientras el Papa viajaba por el África, continente en el que, gracias a Dios, han aumentado considerablemente los católicos y las vocaciones sacerdotales y religiosas, los periódicos daban la noticia de la condena a Fritzl , el monstruo de Austria que mantuvo cautiva a su hija Elizabeth durante 24 años en el sótano de su casa y con la que tuvo 7 hijos producto de sus violaciones sistemáticas. Un caso deplorable de perversión sexual.

Educación en la Castidad
La sociedad liberal prefiere llamarla educación sexual para quitarle los “componentes religiosos” que trae consigo la palabra Castidad, (quieren hacer un deslinde de las enseñanzas de la Iglesia). Estos componentes serían la virtud de la Templanza que, además de la Castidad, integra también a otras virtudes como la Pureza, el Pudor, la Abstinencia y la Sobriedad, entre otras. Algunos piensan que estas virtudes son exclusivas para los sacerdotes y religiosos.

Sin las virtudes antes señaladas la pretendida educación sexual quedaría sin sus elementos esenciales y se convertiría en una simple información biológica o en medidas de prevención para evitar complicaciones fatales. Con estas coordenadas liberales las reglas que se pongan desestabilizan al ser humano, porque lo fuerzan a ir contra su propia naturaleza (sucede por ejemplo cuando se piensa que las relaciones sexuales fuera del matrimonio, o la masturbación, son normales y se pueden permitir para cuando uno desee, sin exagerar en la frecuencia).

En muchos se ha creado una mentalidad demasiado liberal que permite uso del sexo, sin tener en cuenta los principios básicos de la ley natural, ni las enseñanzas milenarias de la Iglesia, que es experta en humanidad. Además, no faltan quienes exhiben una peligrosa presunción de querer enmendarle la plana a la Iglesia.

Las enseñanzas de la Iglesia

La Iglesia nos recuerda las enseñanzas elementales sobre las virtudes morales que todo hombre debe conocer. Con respecto a la templanza nos dice que es una virtud que modera la inclinación a los placeres sensibles especialmente del tacto y del gusto. La templanza tiene como objeto conseguir el orden dentro de uno mismo, en el propio yo. Por tanto está enfocada sobre el sujeto mismo.

La Felicidad no es el placer
Lamentablemente hoy se confunde la felicidad con el placer. El hombre que busca el placer quiere hacer su propia ética subjetivista. Cuando se sumerge en el placer pierde el sentido de la realidad y pierde también su finalidad. Es un dependiente de sus placeres (vicios), le hace ver sólo aquello que le produce un placer sensible.

El hombre liberal motivado por el placer no entenderá la virginidad o el celibato. Alguno podría pensar que es algo que podría ser para otro, otra persona distinta (casi un extraterrestre) pero no para él, ni para una persona “normal”.

La Iglesia nos enseña que no debe haber sexo antes del matrimonio y nos hace ver que los novios pueden conocerse perfectamente sin que se tenga que producir una relación sexual entre ellos. Es más, cuando se produce la relación sexual es más difícil conocerse (en una unión impropia, que es toda unión fuera del matrimonio y no abierta a la vida hay ingredientes de egoísmo que están lejos de un auténtico amor y van convirtiendo a las personas en objeto de placer). Si esas personas llegan luego a casarse, con el tiempo aparece hartazgo o al aburrimiento y entonces vienen las rupturas (“ya no siento nada por ti”, “ya no te amo”). Esto sucede cuando el matrimonio se ha fundamentado sobre todo en la relación sexual.

Cuando la vida se ve así, (con una mentalidad liberal ajena a las virtudes morales), y se permite la relación sexual desde las etapas de noviazgo, es muy difícil que se entienda la castidad en el matrimonio y las bondades de la abstinencia sexual dentro de la vida conyugal.


La relación sexual no es una necesidad para la propia satisfacción

La relación sexual es importante dentro del matrimonio para la unidad de los esposos y para que puedan tener hijos (abierta a la vida). Entre los esposos deben acordar los momentos y frecuencias de esas relaciones. No hay una regla general. En todo matrimonio existen circunstancias que pueden impedir tener relaciones. Además esas circunstancias pueden prolongarse por un tiempo determinado.

Si el matrimonio ha sido constituido en el amor entre el hombre y la mujer, ninguno de los dos tendrá una necesidad imperiosa de satisfacer sus deseos sexuales cuando se dan esas circunstancias que lo impidan. Ambos podrán vivir unos períodos de abstinencia, usando los métodos naturales, (no tener relaciones en los períodos de fertilidad de la mujer) o no tener relaciones hasta que pasen las circunstancias que las impidan, aunque se trate de un espacio de tiempo bastante largo.

La abstinencia conyugal (cuando hay motivos) fortalece a los matrimonios y los hace más seguros. Es necesario conseguir que las personas sean más sacrificadas y más valientes para vivir las virtudes. Todos tienen en su naturaleza la capacidad de ser educados para vivir la virtud de la Templanza. Pensar de otra manera llevaría a maltratar al hombre y minimizarlo como si fuera un ser incapaz de alcanzar virtudes.

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viernes, marzo 13, 2009

La nobleza de unas lágrimas
LOS HOMBRES TAMBIÉN LLORAN

Cuando a Federer le toca hablar después de haber perdido la final del Open de Australia con Nadal, se quiebra y se pone a llorar, ante la mirada atónita de miles de espectadores que estaban en el estadio y los que lo veían a través de la televisión.

Rápidamente Nadal se acerca y le da un abrazo. Son dos deportistas profesionales, los mejores del mundo en tenis, que habían estado disputando la final con todo coraje y después del partido nos regalan, como complemento, una escena conmovedora.

Al día siguiente los periódicos que anunciaban el triunfo de Nadal destacaban las lágrimas del perdedor y la amistad y el apoyo de su rival. Los dos mejores tenistas del mundo estaban dado un ejemplo de humanidad e hidalguía.

El efecto y el motivo de las lágrimas
Federer contagió su llanto a miles de espectadores, que tampoco pudieron contener sus lágrimas y a Tony Nadal, tío y entrenador de Rafael Nadal, que también rompió a llorar embargado por la emoción. ¿Se trata de un sentimentalismo generalizado? o ¿hay razones suficientes en todo lo que se vivió para que las emociones se expresen a través de las lágrimas?

El motivo de las lágrimas de Federer es el desfogue de la tensión contenida de querer ganar una final y no conseguirlo y el deseo de darle a su país y a su gente (muchos estaban en el estadio) la alegría de su triunfo.

No obtuvo lo que pudo haber conseguido. Todos vieron su esfuerzo y su derrota, todos participaron de esos momentos intensos y emocionantes. Todos quedaron conmovidos con una escena que los hizo mejores a ellos y a todos. Era un llamado a la unidad y a la amistad. Federer perdió el partido, pero ese día, después de las lágrimas, hubo un triunfo con el que todos ganaron: la solidaridad y el reconocimiento de dos campeones que se trataban como hermanos.

Opiniones sobre las lágrimas del campeón
Sobre el quiebre y las lágrimas del que fue campeón mundial, se han escrito muchos comentarios en periódicos, revistas y también a través del Internet.

Un sector muy numeroso felicita a Federer por su tenis y sus lágrimas. Creíamos que era un hombre muy seco y muy duro y ahora nos hemos dado cuenta que es un ser humano que tiene corazón y sentimientos… decía uno de los comentarios. Otro decía: Tengo un amigo que no llora porque según él “lo hace verse menos hombre” y eso es algo que me molesta. Para mi, llorar es de humanos y no de mujeres o de maricas. Federer nos ha dado una lección de humanidad.

A otros les pareció una debilidad que Federer se quebrara y llorara. No es posible que un campeón profesional llore porque ha perdido un partido. Piensan que un hombre debe saber perder y que por lo tanto llorar es un signo de soberbia y también de cobardía. Para algunos Federer se les cayó al suelo por el hecho de haber llorado.

Encontramos en las opiniones opuestas dos modos de ver la vida que pueden tener relación con las distintas épocas. Entre las generaciones de gente mayor, que supera a los 50 años, encontramos algunas opiniones de crítica a las lágrimas del campeón por considerarlas una debilidad, en cambio a los más jóvenes les parece que llorar es natural y que la conducta de los dos tenistas en esas circunstancias fue ejemplar.

El llanto de los corazones nobles
Situaciones como las de Federer las vemos constantemente en el deporte, ¿quién no ha visto llorar a jugadores de fútbol después de una derrota?, hasta los boxeadores más fuertes han derramado lágrimas cuando perdieron un combate.

Los hombres también lloran por distintos motivos: Jesucristo lloró porque se había muerto su amigo Lázaro, Pedro lloró porque había traicionado a su maestro, el Papa Juan Pablo II lloró en el lugar del Holocausto y el Cardenal Cipriani cuando recordó a sus padres en la homilía de su toma de posición como Arzobispo de Lima.

Algunos hombres son sinceros y no tienen vergüenza de llorar en público, otros no lloran porque tienen miedo a que la gente los vea como débiles (falso orgullo).

Se puede llorar de alegría al recordar algo conmovedor que produce nostalgia, o cuando uno se ha sacado un premio valioso, o ante el reconocimiento de los demás. Se puede llorar de pena, por la muerte de un ser querido, o al ver la desgracia o los problemas de los demás. También se llora de rabia ante la impotencia o frustración.

Cuando se conoce la trayectoria correcta de una persona y se le ve llorar. Esa escena que conmueve es al mismo tiempo ejemplar. Nos ayuda a comprender mejor a las personas y a darnos cuenta de lo que hay en el corazón de cada uno.

También llora el cobarde y el débil, el que se porta mal y el que es un hipócrita. Pueden ser lágrimas falsas para llamar la atención y conseguir algo, como pueden ser también lágrimas sinceras. Llora el que no es valiente y no se atreve a vencer los obstáculos y dificultades que trae la vida. Llora el que tiene mucho amor propio y no soporta que se metan con él. Llora el engreído que quiere su capricho a toda costa. A las personas se les conoce por sus frutos y por la sinceridad de su dolor. En cualquier caso: es humano llorar. Un hombre quebrado que llora con sinceridad, merece respeto, consideración y comprensión.

Le gustaba repetir a San Josemaría Escrivá una poesía que encierra mucha Sabiduría: “Mi vida es toda de Amor, y si en amor estoy ducho, es por causa del dolor, porque no hay amante mejor que aquel que ha llorado mucho”.

Las lágrimas de Federer provocaron el abrazo de Nadal y de los miles de espectadores que le vieron. Eran las lágrimas de un gran campeón que no es una máquina, es un ser humano que sabe luchar y al mismo tiempo sabe querer.

Federer aplaude a Nadal y le desea lo mejor. Es una amistad sincera de dos campeones mundiales que solo han mostrado en sus distintas presentaciones las virtudes que poseen.

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viernes, marzo 06, 2009

Valoraciones del pasado y del presente

LO ANTÍGUO Y LO NUEVO

El rechazo del pasado en la sociedad contemporánea

Por influjo del Relativismo, que deja de lado a la verdad, ha nacido en nuestra sociedad una tendencia fuerte de rechazo al pasado. Es como una especie de complejo o temor que tienen muchos de ser tildados de antiguos, o viejos, o poco modernos, si manifiestan una cierta simpatía por algo que ya pasó.

En el diálogo generacional entre padres e hijos pueden darse estas situaciones de incomprensión y rechazo. Cuantas veces se oye decir a los hijos: “eso era en tus tiempos”, “ahora es distinto”, “tú no entiendes cómo son las cosas ahora” en un tono de protesta y queja. Ellos piensan que sus padres “ya fueron” y se han quedado atrasados y defienden con sus coetáneos sus posturas “modernas”.

Algunos padres, que no quieren tener problemas con sus hijos, adoptan una actitud de aceptación, por no decir permisiva. No apuntan a la verdad sino a quedar bien y a no ser rechazados por las generaciones actuales. Se las dan de “jóvenes” cerrando los ojos a la realidad o tratando de encontrar algo “positivo” en los planteamientos juveniles. Puede ser que lo encuentren, pero se quedan allí y les falta valentía para transmitir los valores tradicionales que sus hijos deben aprender y que exigen de ellos una valoración y respeto por el pasado.

Esos padres cuando ven las consecuencias de la actitud “blanda” que tuvieron con sus hijos se lamentan y sufren mucho porque no supieron exigirles en su momento.

Por parte de las generaciones jóvenes el rechazo al pasado les está trayendo muchas consecuencias negativas para ellos mismos. La primacía por lo inmediato, por la utilidad y el ansia de los buenos resultados, les impide la contemplación de la belleza y el reconocimiento de las calidades de las personas buenas y de muchos valores que vienen del pasado.

Actitudes que se deben corregir con urgencia

En primer lugar, tener una actitud de rechazo solo por el hecho de ser antiguo corresponde a una conducta inmadura, incapaz de ver y aceptar los valores de quienes les han precedido.

Esa actitud demostraría además una estrechez de pensamiento que puede darse junto a un planteamiento radical (“solo quiero oír canciones en inglés”, “yo sólo escucho radio…”). Entran en unos mundos cerrados y drásticos. No dan opción a que se les plantee otras alternativas. Se cierran como ostras.

Podríamos estar en un aspecto de lo que el Papa Benedicto XVI calificó como: “La dictadura del relativismo”. El hombre que busca su autonomía y rechaza al mismo tiempo los consejos porque piensa que son una intromisión. Cree que las personas mayores están buscando una regresión al pasado porque se lamentan de las situaciones presentes. Es rebelde con respecto al pasado y le echa la culpa de los atrasos. Piensa que la autonomía de ahora le hará progresar. Lo que pasó ya no debe traerse al presente.

Aprender a buscar la verdad por encima de todo (honestidad)

Lo que va a darnos un criterio claro sobre estos temas en conflicto, es la búsqueda de la verdad, que trasciende los tiempos. No importa si es antiguo (nos estamos refiriendo a los valores más profundos, no a las cosas materiales). Lo importante es que tenga valor y sea verdadero.

Está claro que la verdad no se consigue a la fuerza y con una actitud dura y contundente. Es necesario utilizar caminos más efectivos que lleven a persuadir a las personas y se convenzan ellas mismas. Es necesario formar las cabezas de las personas. Que aprendan a pensar de un modo coherente.

En el campo de la educación existen corrientes que defienden los valores tradicionales y otras que apuntan a técnicas modernas que descalifican lo antiguo como ya pasado y obsoleto. La educación también debe apuntar a resolver los conflictos ideológicos en función de la persona. Al hombre hay que formarlo con los valores reales que necesita para que sea persona y pueda cumplir con su finalidad. Hay una educación clásica y tradicional con valores que no pueden cambiar y unas técnicas modernas que deben respetar esos valores. Debe existir una armonía entre lo antiguo y lo moderno.

El valor de la Historia y la Tradición

Una de las batallas principales de los tiempos actuales es conseguir que la gente no le tenga “alergia” al pasado y que sepan valorar las cosas buenas que han recibido de sus predecesores. Para una formación correcta de la gente joven se debe tener en cuenta el valor de la historia y el reconocimiento de las personas valiosas que han dejado un legado importante.

La Iglesia ha valorado siempre la Tradición y es una de las fuentes de la fe.

En la defensa del pasado hay que saber distinguir entre el pasado de la Tradición y el pasado de refugio de quienes no aceptan los cambios buenos que hay en el mundo o le incomodan los modos de las personas de hoy. La valoración del pasado no es un rechazo de lo presente o lo moderno. Todos tenemos que aprender a aceptar lo que es bueno (sea viejo o nuevo) y rechazar lo que es malo.

La forma de caminar bien hacia el futuro es valorar el pasado. La valoración es un reconocimiento y agradecimiento a muchas personas que nos han precedido. Es bueno que contemos las historias. Hay que fomentarlo hoy más que nunca y enseñarles a los más jóvenes a disfrutar con esos relatos. Que a nadie le parece que está perdiendo el tiempo o que es muy aburrido.


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